CHRISTINE Sentí algo frío pegado a mi estómago, me giré al otro de la cama y segundos después sentí lo mismo. Incómoda y molesta, abrí los ojos. —¡¿Pero qué diablos es esto?! ¡Pequeño Drácula! ¿Cuándo demonios llegaste a mi cama? ¡Fuera! Se bajó de la cama y al ponerse de pie, lo vi más grande. De inmediato encendí las luces y observé a ¿Troy? ¿Su nombre era Troy? Solo hace una semana que lo había visto en el bosque y esta noche o madrugada ya estaba más grande. —Hola.—dijo soñoliento. —¿Cómo que “Hola”? ¿Por qué te metes en mi cama? ¿No tienes casa o qué? —Me llamaste.—dijo nada más. —¿Te qué? ¿Cómo que te llamé? No he abierto la boca ni un poco, estaba dormida. —Dijste “Troy, Troy.” Y yo vine, entré por la ventana y me acosté a tu lado. Eres muy calentita. —¡Si esto es una