La Loba del Vampiro

Luego del primer año en Chmarat, la reina Rainelys vio que, a pesar de que Owen no estaba consumiendo el poder de las diez lobas, este seguía con las mismas habilidades, propias de ellas. En todo un año ella no le había dado una gota de sangre a pesar de que Owen siempre decía que tenía sed, pero el vampiro no regresaba a su forma humana. Lo que era un poco más alarmante para la reina, era el hecho de que aún encontrándose allí, Owen seguía consumiendo de esa energía como si nada, ella no podía hacer nada al respecto pues no se trataba de la energía que ella controlaba y contrario a lo que ella creyó, no podía detener que Owen hiciera aquello y Owen tampoco sabía lo que hacía. Se enfrentaban a algo completamente desconocido. Al tercer año, Owen rompía en ira de la nada, con el roce del viento, el mover de una hoja y no podía estar en compañía de nadie, su enojo era enorme y la reina consideró que era alguien muy peligroso, por lo que optó por encerrarlo al tercer año de tenerlo allí. Pero no cualquier encierro. Owen había sido enterrado debajo del gran árbol, junto al lago, aquello se debía a que, si el vampiro se descontrolaba o llegaba a tomar una cantidad exagerada de poder, la reina podría hacer algo al respecto con él, sin exponer a su pueblo. Pero tenerlo en aquel encierro también significaba que no podía ver o seguir explorando a Owen. Estaba en una amplia cápsula redonda, creada por la reina, donde apenas sí tenía espacio para moverse de atrás hacia adelante, doblar un poco los brazos y nada más. Meter a Owen allí fue toda una odisea para la reina. Quedaban siete años y ella no tenía pensado liberarlo hasta que ese tiempo no se cumpliera, incluso si ya no sabía qué hacer con él. Pero justo allí, al cuarto año de estar en Chmarat, Owen abrió los ojos, cuando antes ya ni le importaba si estaba encerrado, si tenía sed o lo dejarían salir. Algo se había conectado a él y de pronto podía sentirla. ¡Podía sentir a Jara! La conexión entre los dos se había establecido, pero más que eso, una noche de luna llena Owen creía que soñaba y en ese sueño estaba ella, allí, con él. Tocaba su cabello extremadamente largo y comenzaba a trenzar la parte que no lo estaba, con paciencia, en silencio. Jara observaba sus ojos ante tan poca luz y él la conocía, quizás no era la Jara que él conocía, pero ese era el aspecto de su alma, aquella era su forma y solo unos minutos le bastó para darse cuenta que esa humana era idéntica a la loba. Es decir, de otra manera no podía ser Jara, era justo como tenía que ser. —Eres un vampiro.—escuchó su verdadera voz por primera vez. El espacio era estrecho, apenas ambos sí podían moverse, ella más porque no era grande y él se aseguraba de dejarle todo el espacio. —¿Eso te asusta?—se sintió extraño de escuchar su propia voz. —No. Solo me preocupa que tengas sed aquí encerrado.—pasó sus dedos calientes por el rostro frío de Owen. Sintió un cosquilleo ante el toque.— ¿Tienes sed? —Llevo con sed un largo tiempo, pasar otro día más no será una gran lucha. ¿Sabes mi nombre? ¿Por qué estás en mis sueños? ¿Por qué estoy soñando y justamente contigo? —Eres Owen, mi hermana Gwen se encarga de que yo te conozca, dicen que eres el hombre que me amó y al que yo amé, quien se sacrificó por nosotras, Gwen me hace tener ilusiones donde se supone que estamos tú y yo. Dice que…cuando vea tus ojos me enamoraré, pero aquí está muy oscuro, no puedo ver tus ojos bien. Quiero saber qué es el amor o el estar enamorada, que te amen, amar. Quiero ver tus ojos ya. Y Owen, eres tú quien está en mis sueños. ¿Por qué? ¿Cuál de los estaba soñando? ¿Era realmente un sueño?