JARA
La otra Jara hubiera liberado a Owen, la otra Jara hubiera peleado a su lado, la otra jamás tendría miedo, la otra Jara no sería un estorbo para Owen, la otra Jara era fuerte, sabía pelear y nunca dudaría al atacar.
No quería ser la otra Jara porque éramos las mismas, yo era ella, ella era yo. Solo…tenía que aprender a pelear.
Después de un gran enojo con mis hermanas por dejarme ser la más débil cuando ellas eran tan fuertes, las convencí, aunque no solo bastó eso, tuve que recurrir a las artimañas de cualquier joven de veintidós años, llantos, depresión, dejar de comer, encerrarme en mi habitación, no hablar con ningunas y luego de toda una larga semana en lo mismo, al final cedieron.
No podían hacer mucho para ayudarme con mis habilidades, decían que eso lo controlaría yo con el tiempo, pero al menos me enseñarían a pelear.
Llevábamos dos semanas en práctica, combate cuerpo a cuerpo lo hacíamos en el patio de casa, pero para enseñarme la lucha en mi forma de loba, había que ir más lejos, adentrarnos en el bosque y combatir allí.
Amaris era implacable, me daba una paliza en tan solo un pestañeo, pero Chis era muy cruel, mientras que Gwen parecía como si yo le hubiera hecho algo, me atacaba con ira.
Para este día de práctica, nuestro jefe, amigo y parte de la familia, Brais, se unió a nosotras por primera vez.
Recuerdo la primera vez que lo vi transformarse.
Era un enorme lobo, más grande que yo, color plateado aunque un tanto brillante, como si resplandeciera. A mí me encantaba su forma de lobo, se veía imponente, poderoso, de una manera diferente a mis hermanas.
Me gustaba verlo así.
—Vas a pelear conmigo.—dijo frente a mí. Observé su saco y corbata y casi me echo a reír, excepto porque esto era algo serio. Dado que todas extrañaban la habilidad que yo poseía de crear ropa, cosa que aún no podía hacer, cada uno fue detrás de un árbol, se desvistió y nos transformamos.
“¡Concéntrate, Jara!”—me regañó al ver que me le quedaba mirando, es que era un lobo magnífico.
Brais corrió hacia mí y aunque yo tenía la determinación, no podía moverme, simplemente no podía moverme. Me fallaron las patas traseras y el gran lobo cayó sobre mí, haciéndome rodar por todo le lugar, chocamos con unos árboles y aún así no podía moverme.
Pero aquello solo fue el inicio.
Sentí todo mi cuerpo entumecerse y poco a poco mi transformación desapareció, haciendo que Brais se alejara y que mis hermanas corrieran hacia mí.
Sentí mi cuerpo temblar con mucha fuerza, una de ellas me cubrió con algo, sujeté mi cabeza como si esta fuera a explotar.
Un grito retumbó en mi cabeza y luego de eso…llegó el dolor.
Comencé a gritar con mucha fuerza, Amaris me sujetó entre sus brazos, mis piernas se movían de un lado a otro, mi corazón iba muy rápido y luego comencé a toser, saliendo mucha sangre de mi. Tosía sin parar, las palabras de mis hermanas no entraban en mi cabeza y era como si no las escuchara, solo aquel grito de dolor.
“Lo siento, Jara. Es insoportable.”
Era Owen.
¡Era Owen!
Todo este dolor tan inmenso era suyo.
Rasqué mis brazos con desesperación como si la piel me quemara, dentro de mis uñas sentí la piel que me arranqué al rascarme, mis hermanas sujetaron mis manos y de pronto el dolor cesó, solo por unos malditos segundos.
Dolía mucho, mi interior se quemaba, mi garganta ardía y por alguna razón solo deseaba estar muerta. Ni siquiera podía pensar con claridad para comunicarme con Owen, todo era dolor.
Solo dolor.
(…)
OWEN
Las heridas ardían en mi piel, tener este aspecto no era favorable, las mordidas de demonios eran muy letales, difíciles de sanar y a pesar de todo quedaban las marcas, pero lo que era más molesto era su sangre, si tan solo una sola gota de su sangre llegaba a entrar en ti a través de las mordidas, podrías desear estar muerto antes que sentir todo este dolor por el que estaba pasando durante más de una semana, las mordidas eran muchas y…mi pelea con ellos fue un fracaso, protegían algo y no sabía qué era eso a lo que se aferraban pero de este punto no me dejaban pasar.
Solo me quedó refugiarme sobre una roca para no ser alcanzado por ellos o para que por el momento se olvidaran de mí.
Intenté lo más que pude no pasar este dolor a Jara a través de nuestro débil vínculo pero…yo estaba muy débil y ya ni siquiera podía hacer ese esfuerzo para evitarle el mismo sufrimiento que el mío.
Llevaba días sangrando mucho y en el fondo sentía que moría con demasiada lentitud.
Mi mente se sentía dispersa y solo quería que esto parase, pero más que nada…quería volver a ser un vampiro, tomar sangre, sanar mis heridas y expulsar esta sangre de demonio que estaba en mi sistema, matándome con mucha lentitud.
Lo peor de todo esto era que aquello en mi interior se hacía con mi cuerpo y mientras más débil estaba era como si eso ganara fuerzas, temía que se apoderara de mí y yo perdiera mi consciencia.
Cerré mis ojos al saber que Jara sufría por mi culpa y todo eso me llenó de ira. Las lágrimas se deslizaron por mis ojos y de pronto el estómago que quemaba, algo se acumulaba allí con mucha intensidad, comenzó a esparcirse por todo mi cuerpo y yo solté un grito, pero no de dolor, era de resistencia, resistiéndome a esto que se esparcía en mí, pero ya no había nada que hacer, estaba tomando mi fuerza, cubrí mi boca al escuchar los fuertes pasos de los demonios que venían hacia mí, la sombra de todos ellos cubrió mi cuerpo.
Creo que aquí iba a morir, lo presentía.
Con lo último que me quedaba…envié un cálido abrazo a Jara y corté la conexión entre los dos para que ella no pudiera sentir mi muerte.
Supongo que esto era lo que quería la reina Rainelys.
Era mi fin.