BRAIS
Estábamos intentando calmar a Jara cuando de pronto las lobas presentes se transformaron, incluso Jara que solo segundos antes estaba en el suelo. Las demás llegaron al lugar gracias a la habilidad de Isabel y así como llegaron se fueron todas.
Reconocía esta sensación, la última vez casi me matan, también hieren a Arti, ¿cómo olvidarlo? Mi hombro había quedado con una larga cicatriz como muestra de mi único enfrentamiento contra las lobas y del cuál casi no salgo vivo, de no ser porque Erick intervino.
Las lobas estaban bajo el hechizo.
Corrí de regreso a casa de ella en busca de Arti.
—¡Brais! ¡No sé que pasó! ¡Solo desaparecieron!
—Estaba con ellas, Arti. Creo que se debe al hechizo, Owen las está utilizando.
—Seguro está en problemas y recurrió a ellas. Tengo miedo. Quizás…van a pelear contra la reina.—comenzó a ir de un lado a otro, estaba tan nerviosa como yo.—¿Crees que hayan ido a Chmarat?
—No lo sé. Antes de todo esto, Jara estaba sufriendo, estábamos practicando y ella tenía mucho dolor, se retorcía y gritaba sin parar. Luego…vi cuando se activó el hechizo.
—¡No quiero que nada les pase!
—Tranquila, Arti. Son fuertes.—Pero si era un peligro mayor que Owen, quizás sí estaban en peligro ellas también.—Debemos confiar en ellas, vimos de lo que son capaces a la hora de activarse el hechizo, son peligrosas, hemos sido testigo.
Arti se fue a su habitación para al menos intentar localizar a las lobas, saber dónde estaban.
Esperé abajo mientras iba informando a Lucero de las cosas actuales.
Solo me pedía que no me involucrara. Ni siquiera porque tenía que ver con Owen. Ella nos quería alejados de todo lo que tuviera que ver con las lobas y sus asuntos, pero yo le había prometido a Owen que cuidaría de ellas en este mundo en el que ellas ya estaban bien adaptadas, y las seguiría cuidando hasta que Owen pudiera salir de allí. Gracias a él Lucero no tenía a Jara en su interior, gracias a esos dos sacrificios, el de Owen y el hecho de que Jara perdiera todos y cada uno de sus recuerdos. Lo menos que podíamos hacer era estar cerca de las lobas.
Vivíamos cerca y teníamos buena relación, nuestros hijos eran felices y sobrellevábamos bien la condición con la que ambos nacieron, pero al inicio todo fue como un trauma para Lucero, ya que ella quería alejarse de esta vida, sin embargo, todo ya estaba en armonía.
Excepto por su recelo hacia Jara, me lo hacía saber, la desconfianza que tenía de ella a pesar de que Jara ni siquiera recordaba de que hubiera algo entre nosotros, de que alguna vez existió un lazo, una conexión antes de ella estar con Owen. Lucero sabía que no iba a pasar nada, pero ahora que Jara tenía su propio cuerpo, despreciaba más a Jara.
No dejaba de verla como una amenaza.
Como si yo fuera capaz de estar con ella.
Jara no me veía mas que como un amigo, parte de su familia, su jefe, quizás un poco de admiración, eso era todo.
Si bien era cierto que sentí cosas por ella, pero…todo eso se fue con la otra Jara y la que veía era como una niña para mí, no había nada de mí hacia ella, ni siquiera las veces que la vi transformarse, esta era otra persona y yo no tenía sentimientos hacia ella, solo hacia Lucero.
—¡Brais!
Corrí escaleras arriba para ver qué pasaba con Arti.
—¡Arti!—abrí la puerta de su habitación y la vi sobre la cama.—¿Qué pasa?
—No las encuentro.—dijo con horror.—Es como si no existieran.
(…)
OWEN
En mi mente escuchaba mucho ruido, aquella fuerza, aquella energía, todo aquello tan oscuro que antes quiso apoderarse de mi cuerpo, ya no estaba o sí, solo que controlado.
Juraba que escuché un fuerte alarido.
Empezaba a sentirme bien, pero…¿no estaba muerto?
Lo último que recuerdo era estar rodeado de demonios. ¿Por qué seguía con vida?
Abrí mis ojos al sentir una lengua muy caliente recorrer mi cara, bajaba por mi brazo, mis hombros y donde quiera que se posaba ya no me dolía.
Espera…
¡¿Lara?! No era posible.
Abrí los ojos y luego lo sentí, lo sentí al verlas aquí.
El hechizo estaba activado, pero no recuerdo ni cuando lo hice, a lo mejor se debió a que estaba al borde de la muerte y eso…activó el hechizo, como un método de supervivencia.
Las observé a las diez mientras los demonios estaban tirados por todos lados.
Esta solo era la primera puerta y ellas habían acabado con todos y cada uno de ellos.
Cuando Lara terminó de sanarme, verifiqué si alguna de ellas estaba herida, pero estaban bien. Me detuve frente a Jara y toqué su rostro.
Era la primera vez que la veía en esta forma luego de muchos años, seguía siendo ella.
Hundí mis dedos en su pelaje y dejé reposar mi cabeza en su cuello, capturé su olor, la abracé contra mí y luego le di un beso en el hocico.
—Les ordeno que regresen a la normalidad.—dije con autoridad.
Y sucedió.
Las lobas miraron a todos lados viendo donde estaban.
Jara lamió mi cara al volverme a ver.
Comenzaron a quitar su transformación y yo les hice ropa a cada una de ellas.
—¡Owen!—Amaris corrió hacia mí y me derribó ante aquel abrazo, de pronto me vi rodeaba de nueve lobas sobre mí mientras Jara observaba de lejos.
“Te quieren.”—me dijo ella.
Decían muchas cosas todas a la vez y no me dejaban entenderlas. Escuché un gruñido y ellas se pusieron alerta. Había un demonio agonizando en el suelo.
¿Por qué dejaron a uno vivo?
—Lo siento, no quise hacerlo, hace un rato estaba muriendo y al otro Lara curaba mis heridas. Creo que…al estar al borde de la muerte el hechizo se activó.
—Oye…está bien. Sabemos que nunca nos usarías, pero ¿dónde estamos? ¿Qué haces aquí?—Amaris comenzó a mirar el área, notando que había una barrera para poder avanzar. Colocó una mano en ella y esta desapareció. —¡Wow! Esto…¿acaso es…?
—Sí, tengo que conseguir este reino para Rainelys, de ese modo quedaré libre, el problema es que…ella espera que no lo logre. Espera que muera.