JARA
Aquella noche cené poco y me dormí muy temprano, alegando que estaba cansada, por el trabajo, por los estudios.
Apreté mis ojos tanto como pude, pensando en una sola cosa, soñar con Owen o al menos hacer esa cosa a la que Lucero llamó proyección.
Retrocedí un paso y algo chocó con mi espalda, frente a mí estaba él, a lo mejor era un sueño, producto de lo mucho que deseé verlo antes de dormirme. Quería saber todo sobre Owen, pero por mí misma, no solo las cosas que me contaban mis hermanas, tenía mucha información solo a través de ellas, de sus experiencias con Owen, yo quería las mías.
—Estás…aquí.—dijo él.—Aún sigo sin saber si es un sueño, Jara.—extendió su mano y tocó mi rostro.
—Owen, ¿por qué te tienen encerrado? ¿Estarás aquí los próximos seis años? ¿Te dejarán aquí el tiempo que falta? ¿Qué hiciste? Creí que eras un prisionero, pero no un enemigo de ellos, pensé que la reina quería analizarte o al menos esas cosas dicen mis hermanas.
—Es…complicado.—hablaba con lentitud, como si le costara. De un día para otro parecía un poco consumido, tenía sed.
Quizás debía darle de mi sangre.
—Dicen que tienes los poderes de mis hermanas, ¿por qué no solo huyes o al menos sales de aquí? ¿Podrías hacerlo?
—Prometí diez años, no importan las condiciones, los voy a cumplir.
—Owen…¿por qué siento que sufres? Siento un poco de tu dolor y eso es triste. No creo que esto sea un sueño, tu hija me habló de las proyecciones, Lucero. Puede que esto sea eso. Es real, estoy aquí, contigo, no estás soñando.
—¿Real? No, no lo creo. No me gustaría que me vieras en este estado, me atormentaría que me vieras de esta manera, encerrado o creyendo que estoy sufriendo. Es un sueño, sé que es un sueño.—creo que por el momento era mejor dejarlo creer que así era, que era un sueño.
—Cierto, es un sueño. —Yo tampoco estaba muy segura de si era alguna otra cosa—¿Podría darte una gota de mi sangre? Solo es un sueño, ¿qué daño haría eso? Incluso en los sueños puedes beber, ¿no es así? Vamos, Owen.—sentí que mi piel se erizaba cuando la boca se me hizo agua al sentir en mí la sed que tenía él, hasta me dieron ganas a mí también de beber lo que fuera.
—¿Beber de ti?
—Claro.—dije en voz baja. Su mano recorrió mi cuello y yo cerré los ojos. Parecía una caricia, sus dedos fríos recorrieron mi cuello y se deslizaron por mis hombros.—Puedes hacerlo, Owen.
Su rostro se acercó, su otra mano rodeó mi cintura y me pegó a él, su cabellera causó cosquilleo al rozar mis brazos, pero fue más la sensación que me recorrió cuando sentí el aliento de Owen en mi cuello.
Creo que iba a beber de mí.
Me asaltó una emoción increíble.
Su mano sostuvo mi cabeza y yo sentí cuando sus colmillos se clavaron en mi piel, solté un suspiro ante tan suave dolor, sus labios estaban sobre mi piel y sus manos me sostenían con firmeza.
Dejó su rostro pegado al mío cuando terminó de beber.
—Hueles a ella.—tocó mi cabello y deslizó sus manos por mis brazos hasta llegar a mis manos, las tomó y entrelazó nuestros dedos.—Hueles a real, hueles a…bosque, un lugar salvaje y sobre todo, hueles a su loba. Jara—regresó sus manos a mi rostro.—Jara…eres Jara. ¿Me conoces?—creo que ya Owen sabía que esto no era un sueño. Quizás la sangre que acababa de tomar de mí le ayudó a ver que esta era la realidad. ¿Entonces lo era?
—Claro que te conozco, eres el hombre al que voy amar, eres el vampiro que me ama, a quien veré sus ojos y sabré qué es el amor. Ahora que lo pienso, debí traer algún encender o un cerillo, es que ya quiero amarte y me urge ver tus ojos.—él soltó una corta risa y luego me abrazó.
Yo me sentí pequeña entre sus brazos.
—Lo siento. Lo siento mucho, no me arrepiento de lo que hice pero…debió pasar de otro modo, te perdí mientras estabas tan triste y a la vez tan enojada, no pude decirte nada cuando tenía tanto qué contarte. ¿Eres feliz?
—Oye, tranquilo. Soy muy feliz. Y créeme, conozco a Lucero. Detestaría vivir dentro de ella. Estoy muy bien y no recuerdo quien fui antes, pero ésta que soy ahora te agradece por lo que hiciste por nosotras, amo mi cuerpo, amo quien soy y amo la vida que estoy llevando junto a mis hermanas, he aprendido muchas cosas, tengo un trabajo, estoy estudiando y Brais nos ha llevado a conocer muchos lugares. Todo eso fue gracias a ti. Te lo agradezco.
—Me siento muy, muy feliz de que estés siendo feliz, teniendo una buena vida.
—Y recordándote. No soy la última Jara que viste, pero esta de ahora también te pertenece, la eternidad la tenemos para querernos, seis años restantes serán nada. Quiero estar cerca de ti, quiero y tengo que conocerte, Owen.—también sostuve su rostro entre mis manos y me acerqué a él, el peso que ejercí en su cuerpo hizo que él quedara pegado hacia atrás. Cerré mis ojos y me acerqué a sus labios. Pero solo recibí un dedo sobre ellos. Cuando abrí los ojos Owen me estaba alejando.—Quiero un beso, Owen. No me iré sin eso.
—Alguien se acerca.—dijo en un susurro.—¡Tienes que irte!
—¡Dame un beso! No me iré sin eso.
—Owen…—escuché una dulce voz que decía su nombre desde fuera. Parecía como si la tierra se estuviera abriendo en dos o la estuvieran abriendo.—¿Tienes visitas?
¿Esa era la voz de la reina?
—Jara—en medio de un abrazo me susurró al oído.—Vete, tienes que irte. No puedo transportar a una proyección, tienes que irte por ti misma.
—Mi beso.—tomó mi rostro y unió sus labios con los míos.—¿eso es un beso? ¿Ya es todo?
—¿No has…besado?
—¡¿Cómo crees?! ¡¿A quién?! ¡Bésame bien o no me iré!
—¡Maldición!—volvió a tomar mi rostro y mi espalda chocó con brusquedad contra algo, sus labios golpearon los míos en un torrente beso. Hasta…sentí su lengua. Algo burbujeaba en mi estómago.
Lo que sea donde estuviera Owen encerrado fue abierto y alzado a los cielos, luego lo bajaron con cuidado hasta quedar sobre la tierra, mis manos se aferraban a su pecho y Owen mantenía la calma, pero yo no.
—Estás…con una loba.—miré hacia atrás e intenté no prestar atención al lugar que nos rodeaba.
Allí estaba la reina junto a otro hombre al lado.
Espera…¡había bastante claridad en la noche!
Giré mi rostro con lentitud y entonces lo vi, el rostro de un Owen.
Contuve el aliento cuando mis ojos lo contemplaron, la imagen que me mostró Gwen de él no le hacía juicio.
Mis labios se separaron ante tanta belleza, su cabello demasiado largo se esparcía tanto por su espalda como por su pecho, sus labios algo rosas y aquel rostro pálido perfectamente creado, sus ojos…
Me miró y yo solo pude sonreír al verlo.
Eran los ojos del hombre que me acababa de enamorar. Realmente no pensé que fuera a pasar así, pero al mirarlo mi corazón se alborotó, mi cuerpo quedó nervioso y solo quería mirarlo, observar a este hombre siempre, para siempre.
¿Esto era amar?
¿Cómo es que él me amaba? Me sentía un poco pequeña para él, para sus hazañas, para su inmenso amor.