Christián fue a su oficina, le pidió a Amy cancelar todo lo que tuviera afuera porque quería estar atento de lo que sucedía con Eric, aunque para su suerte Eric lo conoce demasiado bien y entró a su oficina casi una hora después.
–Creí que tenías una reunión con los Bennet.
–Tengo muchos informes pendientes –justificó Christián –. Así que la he dejado para mañana.
Eric confiaba en el buen juicio y buen trabajo de Cristhián, tal vez no tenía la preparación que los otros socios, a Christián le había costado un poco más llegar hasta donde está ahora, no tuvo una educación de primera desde el principio, le costaba entender algunas cosas y era algo que siempre sucedía, además de que por más que intentará aprender otro idioma apenas podía decir un poco, según le había dicho a su madre Elizabeth debido a las dificultades y exposición que tuvo en sus primeros años de vida, resulta que si habían cosas de tu pasado que siempre te iban a definir, aún así Christian logró llegar hasta donde está ahora, siendo un socio de la firma Stand dónde su padre perteneció la primera vez, su meta era que el apellido Anderson volviera a estar en la pared y ahora está muy cerca de lograrlo.
–Sloane Kendrick se quedará a trabajar en el bufete, la he enviado a Recursos Humanos para que se realice un contrato, trabajará en relaciones internacionales, nos ayudará con los clientes extranjeros y nos va a acompañar a las conferencias, parece que es una chica muy preparada a pesar de sus limitaciones, parece que solo necesita una oportunidad.
–Entiendo, gracias Eric.
–Deja de traer personas a mi oficina, Christián.
–No prometo nada.
–Para la próxima lo descontaré de tu paga –le advirtió –. Y recuerda que te falta ese cliente.
–Si, gracias Eric.
Christián sabía que mentía, siempre le decía lo mismo, que a la próxima persona que trajera para un trabajo le quitaría a él de su paga, pero nunca fue así, terminaba aceptando a las personas que venían, de todas maneras iba a seguir arriesgándose, porque si no fuera por eso ahora no tuvieran una traductora para los clientes extranjeros.
–Señor Anderson –le habló Amy –. Una chica llamada Sloane Kendrick quiere hablar con usted.
–Dile que pasé.
–Está bien.
Amy salió y pronto entró Sloane, Amy se quedó en la puerta viendo a Christián, la rubia la vio a ella, incluso con sus tacones Amy era un poco más bajita que la chica de n*gro.
–Gracias Amy –le dijo Christián.
–Desea que le traiga algo.
–Estamos bien, gracias –le habló Sloane y Amy la ignoró, sabía que de vez en cuando aparecía una chica creyendo ser la dueña del lugar solo porque conocía a Christián.
–Señor Anderson.
–Estamos bien, Amy, gracias.
Amy salió y los dejó solos, Sloane fue a tomar asiento frente al escritorio.
–Bueno, lo lograste conseguirme algo –comentó ella.
–Lo he hecho antes –encogió los hombros.
–Me da curiosidad a cuántas personas has ayudado –cuestionó –. Eric dijo que dejarás de traer personas.
–¿Eric?
–Intenté llamarlo señor Stand pero dijo que el señor Stand era su padre –justificó ella –. Es agradable y guapo.
–Te vas a enamorar de todos los hombres a los que te presento.
–Eso importa.
–No –contestó –. Pero te recuerdo que ahora es tu jefe, igual que yo.
–Bien –se levantó –. Debo pasar a ver mi cubículo para empezar a trabajar.
–Espero que sepas aprovechar la oportunidad –expresó Christián.
–Lo haré –sonrió ella –. Tal vez te invite a comer con mi primer sueldo.
–Estaré pendiente.
Christián realmente se sentía bien cuando hacía algo así, darle la oportunidad a alguien para poder cambiar su vida, la oportunidad de salvarse, su madre Elizabeth le había enseñado una frase, “Salvar a uno es salvar el mundo”. Habían muchas personas allá afuera que lo único que necesitaban era una oportunidad y es lo que él intentaba darles, personas como Sloane que tenían otras habilidades y con gran potencial, solo debía descubrirlas.
–Señor Anderson, el arreglo de flores ya fue enviado.
–Gracias Amy.
–Señor Anderson.
–Sí.
–¿Quién era la chica que entró por la mañana?
–Ah… es una nueva empleada de relaciones internacionales.
–¿En serio?
–Sí, Eric me lo dijo esta mañana –explicó –. ¿Por qué?
–Por nada, es solo que creo que ya la he visto antes –murmuró –. Seguramente cuando vino a solicitar el trabajo.
El teléfono de Christián se escuchó y él vio que era un mensaje de Emma, le había enviado flores con una invitación a cenar, se levantó porque ya era hora de irse, no quería que ella se quedará esperando demasiado tiempo.
–Ya me voy, si algo pasa… bueno, no estoy.
–Sí señor Anderson –suspiró Amy que ya lo conocía bien.
Fue directo al apartamento de Emma, ella ya estaba lista, lo abrazó en el momento que lo vio entrar.
–Gracias por las flores, estan preciosas.
–Todas son tuyas –la besó –. Ya estás listas.
–Sí.
–Me cambio de camisa y vamos –le mencionó al entrar.
Él tenía la mayoría de sus cosas en el apartamento de ella, prácticamente vivía ahí, después de cambiarse salieron juntos al restaurante, Emma siempre vestía espectacular, le encantaba la ropa de temporada y siempre estaba pendiente de los estilos recientes, al llegar Christián se encargó de ordenar.
–Por favor, sin alcohol –le repitió al camarero.
–Por supuesto, caballero.
Tomó el menú y se retiró, siempre se encargaba de que Emma no bebiera nada, el alcohol y la diabetes no se llevaban nada bien.
–Estaba pensando –le habló Emma.
–Dime.
–Pues que ahora que nos vamos a casar, podemos empezar a ver una casa, podríamos sacar el dinero vendiendo los apartamentos.
–¿Quieres vender tu apartamento?
–Christián, vamos a casarnos y tenemos que pensar en donde vamos a vivir, podemos tener una casa grande en un buen lugar, el dinero puede salir de nuestros apartamentos.
–Cariño, si quieres una casa solo tienes que decirmelo, vamos a ver algunas y compramos la que quieras, hay muchas formas de p**o.
–Pero dejaremos de usar los apartamentos –señaló ella –. De hecho, ni siquiera sé por qué aún tienes el tuyo, pagar el mantenimiento y no vives ahí, vives conmigo.
–Bueno, es que el apartamento es de mi padre –aclaró –. Me lo dio cuando vine a vivir aquí, por eso no lo puedo vender.
–Creí que te lo había pasado con papeles –frunció la cejas ella.
–No –contestó él –. Dijo que yo lo vendería al tercer día por alguna tontería, además, sabes como es con sus cosas, solo me encargo que todo este como a él le gusta.
–Si, entiendo.
–Pero eso no impide que podamos ver algunas propiedades –propuso –. Aunque primero debemos planear la boda y eso será un gasto bastante grande.
–Mis padres se encargarán de eso –mencionó ella.
–No quiero abusar del apoyo que nos han dado todo este tiempo –aclaró él –. Solo les pediremos lo necesario.
–¿Estás molesta? –le preguntó él cuando ella movió la boca hacía un lado, sabía que la respuesta no le gusto.
–No –contestó ella –. Es solo que… –se detuvo –. Bueno, ahora debemos planear la boda.
–Claro que si –se acercó y la besó –. Nos vamos a casar.
–Nos vamos a casar –sonrió ella.
La comida llegó y disfrutaron de su cena, Emma le habló a Christián sobre lo que quería para su boda, desde que un lugar en el plaza aunque tuviera que ase.sinar a alguna novia para robar su lugar hasta un enorme pastel que tuviera el mismo diseño de su vestido, pero debía ser al final de la temporada de juegos de su hermana para que pudiera estar presento y eso tomaría alrededor de seis a ocho meses, así que tenían tiempo para planear todo a detalle.