Christián pasó a la firma de abogados Stand donde trabajaba actualmente, fue a verificar unos documentos y cumplir con sus diligencias, ahora que estaba a punto de convertirse en socio debía trabajar más, llevar un ascenso y planificar una boda era mucho trabajo, pero él podía hacerlo.
Al salir de la firma pensó en llamar a Jay para contarle sobre la chica en su casa, tampoco era demasiado confiado, había dejado informado a los guardias para que lo mantuviera informado si pasaba algo importante, además que dejó programada la puerta de su apartamento para solo entrar y salir una sola vez, así que lo más que podía hacer Sloane con una pierna lastimada era robarle la decoración.
Antes de salir de la oficina pasó a la clínica médica para hablar con Jefferson Grey que ahora a parte de ser el director médico de un hospital tenía una clínica gratuita que atendía en su tiempo libre, el lugar se llenaba de personas, Christián fue a hablar con la secretaria y al final tomó lugar para esperar a que pudiera pasar, miró su reloj, le quedaba poco tiempo para ir Emma, pero sabía que la única forma de poder hablar con Jeff era está.
Cuando el moreno salió de su consultorio se fijó directamente en Christián que resaltaba con su traje carísimo y bien lustrado.
–Christián.
–Hola Jeff.
En realidad, nunca se habían dado un calificativo para su rol en la familia, pero digamos que Christián era tío de Jeff, aunque a veces Jeff era mucho más maduro y centrado que su propio tío, no se llevaban demasiados años y habían crecido juntos un tiempo, ahora casi no compartían, principalmente porque Jeff se la pasaba trabajando todo el tiempo y cuando no lo hacía, se iba a ver a su familia, pero no importaba la distancia o el tiempo, ellos sabían que podían contar uno con el otro.
–Ven, pasa –le pidió.
Jeff se disculpó con sus pacientes y les pidió un momento antes de entrar a la clínica detrás de Christián.
–Lamento no haber podido asistir a tu fiesta de compromiso...
–Está bien –habló Christián –. No había nada emocionante –señaló –. Ya sabes como un corazón abierto.
–Los corazones son buenos –sonrió Jeff –. Cuando se quedan dentro de tu cuerpo.
–Sí –sonrió Christián.
–¿Cómo estás? ¿Te ha pasado algo?
–A mi no –contestó –. Pero necesito tu ayuda con alguien, aún no estoy muy seguro si va a querer recibir la ayuda, pero le prometí llevar a un médico por la tarde.
–Voy a necesitar más información –expresó Jeff.
–Es una chica que está en mi apartamento.
–Chris.
–Tranquilo Jeff, está vez no he hecho nada –levantó las manos –. Alguien le hizo una herida en la pierna, la he curado, pero no estoy muy seguro de haberlo hecho bien, así que le dije que iba a salir y que regresaría con un amigo que es médico.
–Dejaste a una chica sola en tu apartamento todo el día.
–Hay un guardia en el piso y otro la entrada del edificio, además de las cámaras y le he dejado la puerta programado, podría salir, pero no volverá a entrar–explicó –. No soy idiota.
–A veces si lo eres, ¿por que tanta seguridad?
–Solo es precaución –contestó –. ¿Me vas a ayudar o no?
–Solo Christián Anderson viene a pedirme un favor y me exige que me apresuré –suspiró –. Pasa por mí a las cuatro, supongo que a esa hora has terminado de comer con Emma.
Christián a veces se asombraba de lo bien que lo conocía Jeff, el moreno sabía que al menos tenía que ver una vez al día a Emma.
–Gracias, Jeff, pasaré por ti a esa hora.
Christián salió de la clínica y se fue al almuerzo de los Robinson, Emma había apartado una sección de la terraza del restaurante para poder comer tranquila con sus padres. Christián se sentía demasiado estresado con todo el trabajo, lo de la boda y ahora con la chica en su apartamento, su teléfono sonaba mucho, todo el tiempo, él intentaba asegurar que todo el trabajo saliera al día y que Emma estuviera tranquila con él pero a veces necesitaba descansar un poco de todo eso, dio su nombre a la mujer de la recepción y ella lo guio a la familia Robinson, los padres de Emma eran personas amables y agradables, Christián ni siquiera se ponía nervioso al verlos, los conocía desde que tenía diez años de edad y se fue a vivir con sus padres a Seattle, ellos tenían una importante empresa hotelera, además de toda una cadena de orfanatos que ayudaban a los niños donde sus padres habían trabajado por años, Emma fue la primera en verlo y su sonrisa fue inmensa.
–Buenas tardes, disculpen la tardanza –saludó.
Jack Robinson le dio un apretón de manos, un hombre de cabello castaño, luego saludó a Selina, su futura suegra, la principal característica de la mujer era que tenía los ojos de diferente color, uno café y otro gris, ahora ya se había acostumbrado, pero al principio para Christián era casi imposible dejar de mirarla, nunca había visto a alguien así.
–Está bien, Christián sabemos que estás ocupado –contestó Jack con tranquilidad.
–Christián está a punto de ser ascendido en la firma –dijo Emma con emoción –. Verdad cariño.
–Sí –sonrió él –. Eric me ha ofrecido el ascenso, solo tengo que llevar un cliente importante.
–Y es bastante sencillo –contestó Emma –. Christián es muy astuto.
–Ya tienes los hoteles de está zona con Emma como cliente, eso podría ser suficiente –mencionó Selina.
–Sí, fue mi entrada a la firma –explicó él –. Y les agradezco la confianza que depositaron en nosotros, Emma es mi cliente favorita.
Emma lo besó en la mejilla al escucharlo, se sentía muy afortunada de tener a Christián a su lado, ellos se habían conocido cuando eran niños y a pesar de que se llevaban algunos años, sus adversidades los unieron, Christián siempre estuvo al lado de Emma incluso cuando ella enfermaba, él estaba ahí para cuidarla y cuando se fue a vivir a Nueva York, Emma lo siguió, sus padres tenían un imperio hotelero que había quedado en manos de Hugo su hermano mayor y Emma, la menor. La única que no había aceptado nada era su hermana mayor Ariana que se había encargado de seguir su sueño de ser futbolista en la liga femenina, ahora era toda una estrella del mundo deportivo, sus padres nunca faltaban a un juego y se dedicaban a estar en la vida de cada de uno aunque fuera un poco difícil con la distancia.
–Con todos los clientes que has llevado a ese lugar, podías colocar tu propia firma –comentó Jack.
–La firma Stand fue donde mi padre trabajo –explicó Christián –. Incluso su nombre estuvo en la pared, por eso me interesa estar ahí.
Eso era algo que Selina y Jack entendían, se vieron sin decir nada, así de buena era su comunicación, ambos habían mantenido vivo el legado de sus padres de la misma forma, por eso entendían perfectamente lo que Christián estaba diciendo.
–Mientras sea algo que te haga feliz –comentó Selina.
–Y no pierdas tu camino –siguió Jack –. Será un sueño posible.
Pidieron el almuerzo y hablaron sobre la familia, los padres de Emma preguntaron por los padres de Christián y él aclaró que estaban ocupados, pero que tal vez en otra ocasión podían comer juntos, lo cierto era que no les había dicho nada de comer con Emma porque a Elizabeth le gustaba visitar a su hermana cuando venía y le gustaba tener tiempo con ella, pedirle venir a un almuerzo era quitarle ese tiempo tan valioso que la hacía tan feliz, a pesar de intentar incorporarse en la conversación Christián estaba pensando en Sloane, si realmente se había ido de su casa o no, quería salir pronto, aunque Jeff le había dicho que pasará por el hasta las cuatro, aún faltaban dos horas para eso, cada minuto se sentía como una eternidad.