CORAZONES FRACTURADOS

Capítulo 3

Christián se arrepintió por la mañana al sentir el intenso dolor de cabeza, así era siempre después de cada borrachera y prometía no volver a beber, algo que solo cumplía un par de días y luego terminaba bebiendo con sus amigos en un bar.

Se dio cuenta que estaba en su habitación y poco a poco los recuerdos de la noche anterior empezaron a aparecer.

Había bebido con Sloane casi la mitad de la botella de whisky, hablaron de lo absurdo que era el ser humano al pensar que sería el único ser vivo en todo un universo, entonces empezaron a decir cómo serían los extraterrestres, no había nada coherente en esa charla y tampoco nada personal, cuando se fue suficiente licor, él tuvo que detenerla antes de volver a servirse, la ayudó a ir al baño, se quedó afuera esperando a que se cambiará y luego la llevó a la habitación de invitados, ella se dejó caer en la cama, el pantalón corto que él le había dado Christián se le subió un poco, él logro ver una cicatriz entre su muslo, fue como un reflejo que iba a tocarla, pero la mano de Sloane lo detuvo.

–¿Buscas algo más? –le preguntó ella.

–Tu herida –contestó él desviando la atención –. No te muevas demasiado en la noche o se te abrirá y no volveré a coserte.

Se levantó y se fue sin despedirse, apenas llegó a su cama y se dejó caer para quedarse dormido profundamente.

Ahora recordaba esa cicatriz, no sabía muy bien si estaba demasiado ebrio anoche o no como para saberlo, se levantó y lo primero que hizo fue café, al tomar su primera taza sintió que volvía a la vida, entonces empezó a hacer el desayuno porque luego que de que el dolor de cabeza fuera desapareciendo empezó a sentirse con hambre, recibió el mensaje de Emma de cada mañana en su teléfono, ya estaba acostumbrado, cuando no se quedaban juntos ella siempre le escribía o lo llamaba para desearle buenos días.

Pasaron un par de minutos cuando Sloane apareció sujetándose de la pared, el dolor de la pierna no era nada comparado con lo que sentía en la cabeza.

Christián se dio cuenta que ella venía y se apresuró a ayudarla a sentarse en una silla.

–Me hubieras llamado –le dijo él.

–No soy una inválida.

–Técnicamente ahora lo eres –comentó él al servir la taza de café –. Esto te hará sentir mejor.

–Gracias. –Sloane primero sintió el aroma del café y luego le dio un sorbo disfrutando de su sabor –. Está muy bueno.

–El mejor y funciona muy bien para la resaca.

–Sí, un imbécil me hizo beber anoche después de que me hirieron y ahora no sé qué me duele más, si la cabeza o la pierna.

–Ten cuidado, siempre hay psicópatas por ahí.

–Ya sé, no tienen nada mejor que hacer que torturarte.

–Claro, hasta te pueden secuestrar, ya sabes, eso de llevarte a su apartamento y encerrarte para pedir tu rescate.

Ella tocó la ropa y se dio cuenta que no era suya, parece que ni siquiera se acordaba haberse cambiado de ropa, luego empezó a ver a todos lados.

–Tus cosas están ahí –señaló Christián hacía la sala –. Las dejaste ahí justo anoche, no creo que secuestrarte sirva de mucho, para eso necesito a alguien que pague tu rescate.

–Odiaría arruinarte tu negocio –dijo ella.

Christián sirvió el desayuno y ella vio los huevos estrellados con tocino, dos rodajas de pan y ensalada de tomate con espinaca en su plato, estaba tan estético que ni siquiera pensaba en probarlo. Christián también sirvió jugo y luego se sentó a comer frente a ella, unos minutos después se dio cuenta que ella seguía viendo su plato.

–¿Qué? ¿No te gusta? ¿Eres alérgica a algo?

–¿Tú lo hiciste? –le preguntó ella.

–Los platos sucios están justo ahí –señaló Christián –. ¿Por qué?

–Es que se ve tan perfecto que no dan ganas de comerlo.

–Tienes que comer si no morirás de hambre –se burló Christián.

Ella siguió viendo el plato asombrada, eso hizo sentir bien a Christián, hace mucho que nadie admiraba su comida de la forma en que ella lo estaba haciendo, recordaba que su madre lo había felicitado cuando aprendió a cocinar, ella era más gentil y menos estricta que su padre, Elizabeth estaba feliz con que Christián pudiera hacer huevos, pero Robert, su padre, le exigía que tenía que hacerlos bien.

"Si vas a hacer algo, siempre hazlo excelente, Christián"

Esas eran sus palabras y por eso se esforzaba tanto desde que vivió con ellos.

–Si quieres te hago otro plato para que lo admires –mencionó al ver que Sloane no comía nada –. Pero ahora debes comer para recuperarte.

Ella se dio por vencida o mejor dicho, fue su estómago quien exigió comida y tomó el tenedor para empezar, lo que le asombro fue que no solo se veía tan bien, sino que también estaba delicioso, por sus gestos Christián adivino que nunca había probado una comida así.

–¿Y de dónde eres, Sloane Kendrick?

–Necesitas saber a dónde pedir mi rescate –cuestionó ella.

–En realidad es para saber si vives en un lugar cercano y también quisiera saber si alguien puede cuidarte antes de que puedas ir, además, me gustaría que al menos alguien te revise la herida, tengo un amigo que es médico.

–Sin hospitales.

–No es un hospital –aclaró él –. Es un amigo que es médico y puede verte.

Ella no dijo nada, solo movió el tenedor en la comida antes de comer un pedazo de pan. El teléfono de Christián empezó a sonar, se levantó y respondió, era Emma, hoy tenía que ir a un almuerzo con su familia y por poco lo olvida, le dijo que estaría ahí, cortó y volvió con Sloane, aún tenía que pasar a arreglar unos documentos a la oficina, él estaba a cargo de una firma de abogados que pronto llevaría su nombre al frente, no podía quedarse o su día se retrasaría por completo.

–Mira, no pienso retenerte –comentó –. Ahora tengo que ir a hacer unas diligencias, luego tengo un almuerzo, pasaré por mi amigo que es médico y regresaré al apartamento, si estás aquí, lo tomaré como un sí, pero si no estás también lo respetaré –se levantó –. Solo no te esfuerces demasiado en caminar y solo podrás abrir la puerta una sola vez, tiene contraseña digital y no te la daré.

Dicho eso se fue a tomar una ducha, Sloane no lo vio más, ni siquiera cuando salió del apartamento, ahora ella tenía que tomar una decisión, irse y no saber más de Christián Anderson o quedarse y aceptar su ayuda.