Analu —¿Dónde están todos, Santiago? —pregunto con miedo, pero sin demostrarlo. Apaga su puro, sonríe de lado y dice: —Oh, mira... ¡La pantera se convirtió en una conejita asustada! —¡Respóndeme! ¿Qué pasó? —hablo irritada, sintiendo que mi plan se está yendo al traste. Se acerca caminando hacia mí. Tiene una manera de caminar seductora y segura. Cerca de mí, coloca un mechón de mi cabello hacia atrás. —¡Hice que todos se fueran! Trago saliva. «¡Estamos solos! Mierda, esto no estaba en mis planes», pienso al instante. —¿Y por qué hiciste eso? —Mi voz sale débil, porque sus manos están acariciando mi espalda, causándome escalofríos. —¡Porque puedo! ¡Porque mando! Porque así lo quise. Así que la gente siempre hace lo que ordeno, pensé que lo sabías, pantera. Sé que no es correcto,