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La EMPLEADA DOMÉSTICA Y EL CEO IDIOTA.

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LIBRO 1 — DUOLOGÍA AMORES IMPROBABLES

**********♡*********

Analu es una joven llena de vida que, a pesar de haber pasado por momentos difíciles en sus diecinueve años, no ha perdido la esperanza y la alegría de vivir. Rechazada por sus padres biológicos, encontró en el regazo y el amor de su abuela la única razón para seguir luchando. Soñadora y llena de planes, ve en un anuncio de periódico la oportunidad de trabajar como empleada doméstica y así poder cursar la tan anhelada carrera de psicología y ofrecer un futuro cómodo para la persona que siempre lo ha dado todo por ella: su abuela.

Pero lo que no sabía es que su jefe sería nada menos que el arrogante, prepotente y frío Santiago Fizterra. Después de perder a su prometida de una manera brutal, él se ha cerrado por completo a cualquier posible relación amorosa y hará todo lo posible para hacerle la vida imposible a Analu, convirtiéndose en un obstáculo en su camino.

A partir de ahí, comenzará una disputa entre una pantera y un león. ¿Quién saldrá victorioso? ¿La espontánea y afilada lengua de Analu, o el poderoso y misterioso CEO llamado Santiago Fizterra? ¿Acaso surgirá una ardiente pasión en medio de sus enfrentamientos verbales?

¡Ven y descúbrelo a partir de ahora!

⚠️OBRA DEBIDAMENTE REGISTRADA EN ISBN Y AVCTORIS⚠️

⚠️PROHIBIDA CUALQUIER TIPO DE ADAPTACIÓN O COPIA SIN AUTORIZACIÓN⚠️

Autor original: Fire Books

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En búsqueda de mis sueños
“No siempre las cosas salen como se pretende. A veces, no hay justicia, igualdad. En realidad, la vida es un momento, una etapa donde todos buscan realización, felicidad, armonía. Sucede que todo debe ser conquistado con empeño, con fuerza y con irreverencia. Es por eso por lo que solo los audaces, los valientes, alcanzan sus objetivos. No hay tiempo para tener miedo al cambio; es él quien determina el éxito. Sin miedo, arriesga y cambia todo lo que está mal en ti, en tu mundo”. Analu ¿Sabes cuando tienes sueños pero no tienes dinero para llevarlos a cabo? Ese es mi caso, mi sueño es estudiar psicología, pero para eso necesito dinero. Y fui tras mis sueños y así es como todo comenzó. [...] Estaba mirando el clasificado del periódico cuando vi un anuncio que se ajustaba a mis horarios. Se busca auxiliar de limpieza. Horario de lunes a viernes De 07:00 a 18:00 horas Todo el sábado Domingo libre Soy una chica de diecinueve años, comenzando la vida, el trabajo me privaría de vivir muchas cosas, pero necesito graduarme y sé que valdrá la pena el esfuerzo. Salto del sofá, tomo una ducha, me pongo unos jeans, una blusa de manga larga y zapatillas, anoto la dirección y voy al lugar, que está un poco lejos de donde vivo. Bajo del autobús y camino un poco hasta llegar, paro frente a una enorme mansión y no puedo creer que sea aquí. Verifico una vez más el papel y sí, es aquí. Toco el timbre y en pocos minutos, un hombre uniformado me atiende. —Buenos días, señorita... —Buenos días, señor, mi nombre es Ana Lucía y vine para la entrevista... —¿De auxiliar? ¿Está segura? —Me mira desconcertado —Claro, absolutamente segura —respondo levantando la ceja izquierda. —Está bien. ¡Entre! Entro mirando todo, la casa es enorme y lujosa, con una decoración antigua. Pero hay un silencio mortal en este lugar, algo que me molesta, y a mí me encanta la música y mucho ruido, no sé cómo viven en este silencio aterrador. —La señora Morgana la recibirá. —¡Gracias! «Ella debe ser la dueña de la casa», pienso para mí misma. Permanezco en una inmensa sala observando todo. Observo detenidamente los cuadros que podrían pagar mi carrera universitaria por lo caros que son y también veo una estantería llena de fotos. Me acerco a mirar, pero soy interrumpida por una voz firme. —¡Buenos días! —dice una mujer. —¡Buenos días! —me volteo sonriendo mientras la mujer me mira con desprecio. —Soy Morgana, la ama de llaves de la casa. —¡Mucho gusto! Soy Ana Lucía, pero puedes llamarme Analu si prefieres —hablo sonriendo, pero ella se mantiene seria. «Dios mío, parece que estoy frente a una bruja». —¿Sabes que esto es una entrevista para auxiliar de limpieza? ¿Estás en el lugar correcto? —Me examina de pies a cabeza. —¡Por supuesto que lo sé! No soy tan inocente como parezco. Necesito ir a la universidad y necesito un trabajo para pagarla, ese es el motivo por el cual estoy aquí —hablo mirándola fijamente. Vivo con mi abuela, mis padres nunca se preocuparon por mí, no sé ni quiénes son, siempre luché por mis sueños y nunca bajé la cabeza ante nadie. Y ahora no sería diferente. —Por curiosidad, ¿cuántos años tienes, chica? —Ella habla con el dedo apuntándome. —Tengo diecinueve años, señora, nunca he tenido privilegios, mucho menos facilidades, si es eso lo que está pensando —respondo de inmediato. —Mira, como te dije, soy la ama de llaves de la casa. Nuestro empleador está en un viaje de negocios, me gustó tu... digamos osadía y actitud. Pero el trabajo manual será duro y no creo que sea para ti. ¿Sabes cocinar? —ella pregunta. —¡Vaya! ¡Claro que sí! Sé muchas recetas deliciosas y pasteles maravillosos. —¡Genial! Te dejaré en la cocina ayudando a Vera, si te desempeñas bien, te quedarás allí con ella, de lo contrario... Acabada… —Ella habla firmemente la última palabra —Recuerda que el Sr. Fizterra es muy exigente. Su fecha estimada de regreso es en veintiún días, tendrás quince días de prueba, yo te evaluaré, si tienes éxito, perfecto, si no, te despediré antes de que él regrese. ¿Entendido? —¡Sí, señora Morgana! Juro que no se arrepentirá —hablo emocionada. —Así espero, pequeña chica. Mañana a las siete en punto te espero aquí. Regreso a casa emocionada para darle la noticia a mi abuela de que conseguí el trabajo. Al principio, ella no lo encuentra muy adecuado ya que pasaré mucho tiempo allí, pero me apoya por la determinación de perseguir mis sueños. Duermo como un manojo de nervios y ansiedad, necesito que todo salga bien en el primer día. A las cinco de la mañana ya estoy despierta. Me ducho, me pongo unos leggins, una blusa larga, unas bailarinas y me hago una coleta. A las seis salgo de casa dándome quince minutos de adelanto en el servicio. —¡Buenos días, chica! ¡Has vuelto! —dice el hombre uniformado que supongo es el mayordomo. —¿Y por qué no volvería? Estoy dispuesta a trabajar —digo firme y lo veo sonreír. —¡Entra! Ya te están esperando. Entro en la casa y una vez más sigo observando todo, parece un castillo de lo grande que es. —Buenos días, Analu. Confieso que pensé que te ibas a rendir —Morgana me llamó por mi apodo, eso debe ser una buena señal. —¡Buenos días, señora Morgana! Soy hueso duro de roer, no me rindo fácilmente —digo con entusiasmo. —¡Bien! Ven a mi oficina para mostrarte cuánto será tu salario si te quedas, y darte un uniforme provisional. Cojo el contrato y lo leo detenidamente. El salario es absurdamente grande para mí, podré pagar la universidad y ayudar a mi abuela en casa. Así que tengo que hacer que valga la pena. —¿De acuerdo? —preguntó después de un tiempo. —Claro que sí, nunca había visto tanto dinero en mi vida —musito emocionada y ella sonríe sarcásticamente. —Ve a cambiarte que Vera te está esperando en la cocina. Voy al baño, que es del tamaño de mi habitación, tiene un espejo enorme y la bañera es suficiente como para dos personas. Todo aquí es tan ostentoso que da miedo tocarlo. Me pongo unos pantalones y una blusa blanca que parece un vestido. El uniforme es claramente más grande que yo, que solo mido un metro sesenta y cinco, pero está bien ya que será provisional. Ya en la cocina, me presentan a Vera, una mujer un poco más joven que mi abuela, y al instante le tomo cariño. —Tan joven, deberías estar persiguiendo sueños en lugar de estar atrapada en la cocina —dice ella en cuanto la señora Morgana se va. —Y estoy persiguiendo mis sueños, por eso estoy aquí, necesito el dinero para la universidad y también para ayudar a mi abuela. Ella sonríe y las arrugas de su rostro se marcan alrededor de sus ojos. —Entonces vamos allá. El almuerzo de hoy será pato en salsa de naranja. Te voy a enseñar cómo se hace, es uno de los platos favoritos del señor Fizterra. Y él es muy exigente con la comida. —¿Con naranja? Mi abuela hace uno con pasta que está para chuparse los dedos. Nuevamente ella sonríe... —Empezaremos con el condimento. Vera me va mostrando todo. Y así fue nuestro primer día, con el almuerzo listo sin ningún elogio, pero también sin ninguna queja. En el segundo día hice un pan con queso para el desayuno y la señora Morgana lo probó, aunque una vez más no dijo nada. Pero sé que le gustó, porque se comió dos rebanadas y el señor Otávio, el mayordomo, también le gustó. Al menos él me felicitó y dijo que ahora sí iba a engordar un poco, ya que tendría comida con “sustancia” como él mismo dice. —La última vez que comí un pan tan delicioso fue cuando era niño, hecho por mi abuela —dice el señor Otávio mientras toma un sorbo de café. —Sí, tiene ese sabor de abuela, es la receta de mi abuelita —digo toda contenta. La cocina es uno de mis lugares favoritos, siempre me ha gustado cocinar. Mi abuela trabajó durante mucho tiempo y tenía que arreglármelas para comer, y fue entonces cuando empecé a aprender a cocinar y a disfrutar de ello. Sé muchas recetas, no tan sofisticadas, pero muy buenas, creo que me irá bien aquí. [...] Después de una semana de experiencia, hice rabo de toro para ellos. Al principio, doña Vera dijo que estaba loca por arriesgarme, la señora Morgana me juzgó, pero cuando lo probó, se le manchó la boca de grasa de tanto que comió. Y al final del turno me llamó para que firmara el contrato que consiste en tres meses de experiencia, y si todo sale bien, lo renovarán. Estoy radiante y por primera vez todo está saliendo bien en mi vida. Y como estamos en octubre, solo empezaré la universidad el próximo año, tiempo suficiente para ahorrar un poco más de dinero y dar un adelanto para el curso. Gracias a Dios, todo marcha bien y me acerco cada vez más a alcanzar uno de mis sueños. Solo espero que la llegada del señor Fizterra no cambie nada del lugar y que siga trabajando aquí en esta casa durante mucho tiempo en paz. Mi nombre es Ana Lucía, pero me llaman Analu, tengo diecinueve años, mido un metro sesenta y cinco, blanca, cabello pelirrojo, tengo un cuerpo normal, ni delgada ni gorda. Pero nada de eso es más importante que hacer realidad mis sueños y cada día que pasa me doy cuenta de que voy por el camino correcto, y pronto podré ofrecerle una vida mejor a mi abuela. Después de todo, ese siempre ha sido mi objetivo más grande: que quien me lo dio todo y me dio tanto amor, tenga una vida tranquila. ¡Y así será! Continuará...

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