Analu Después de ser atendida y recibir tres puntos en la planta del pie, Santiago me lleva a su casa. —Cuando te sientas lista para contarme lo que sucedió —dice, una vez que estamos en el coche—, estaré aquí para ti. Me quedo en silencio, tratando de entender cómo terminó en mi casa. —¿Qué ibas a hacer que volviste a mi casa? —pregunto curiosa. —Olvidaste tu celular en el coche, iba a regresártelo hasta que escuché tus gritos y entré como un loco —dice seriamente. Suspiro aliviada, gracias a Dios esto sucedió, de lo contrario, todavía estaría allí y solo Dios sabe qué me habría pasado en manos de esos buitres. —¡Gracias! ¡Siempre apareces cuando más necesito ayuda! —Mi voz suena como un suspiro y él toma mi mano y la besa suavemente. Al llegar a su espeluznante castillo, carga nu