[SAMUEL]
Horas después
Me cuesta asimilar la noticia de que Maia está embarazada de otro hombro. Me duele saber que la perdí. Miro la botella de vodka completamente vacía frente a mí en esta habitación y no tengo idea de cómo sigo pudiendo recordar lo que me dijo en aquel baño. El enorme espejo que hay en una de las paredes me muestra la imagen de un hombre derrotado, uno a quien la vida le dio un golpe tras otro. Me da vergüenza verme a mí mismo.
El sonido de mi celular me regresa a la realidad y al sacarlo de mi bolsillo, veo el nombre de Mateo Montenegro en la pantalla. Respiro profundo y tomo el valor para responderle, aunque sé que la respuesta no será la que él espera —Señor Montenegro— Respondo cerrando mis ojos.
—¿Cómo fueron las cosas con Maia?— Averigua.
—No como usted esperaba— Resumo y apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá.
—¿Qué quieres decir con eso?— Inquiere en un tono más serio.
Resoplo —La perdí para siempre, lo siento… lamento haberle insistido tanto para esto y que resultara un fracaso absoluto— Le confieso y sé que no puedo decirle lo que me dijo Maia, no es correcto hacerlo.
—Espera— Me pide y lo escucho caminar —Ahora sí, ¿Qué me quieres decir? ¿Envié a mi hija a Las Vegas para nada? ¿Tan pronto te rendirás? Creía que la amabas, que sin ella no podías respirar y no sé cuántas otras cosas. Samuel, me has insistido casi un año para esto, me trajiste de todo tipo de cosas para demostrarme que no habías hecho nada y que todo fue una trampa, te creí, confié en ti para darte una segunda oportunidad de conquistarla, ¿y ahora esto? Es decepcionante— Me reclama.
No sé cómo decirle que no puedo hacer nada, que su hija esta embaraza y que se va a casar —Usted no me dijo que estaba con él, ¿Por qué no me advirtió?— Respondo y es que en esto vamos a partes iguales.
—¿Con el corredor de fórmula uno?— Inquiere.
—Si, llego a la reunión y me dejo sin poder actuar— Declaro y ahora lo escucho resoplar a él.
—Ay Maia…— Se queja en voz alta —Sabes, no sé qué le ve a ese hombre, la tiene embobada o algo así— Continua.
—Señor Montenegro, no me ayuda con eso— Me quejo esta vez.
—No lo digo en un buen sentido, digo que él siempre se sale con la suya— Aclara.
—De todas maneras, eso no hará que ella y yo tengamos una nueva oportunidad— Insisto y me echo de espaldas en el sofá —Tal vez deba renunciar a este trabajo, o usted deba hacer que Maia regrese allá— Sugiero.
—¿De verdad te rendirás así? No debí ni siquiera ayudarte, creí que tu amor por mi hija era de esos que ella soñó siempre, pero veo que me has mentido todo este tiempo— Insiste.
Estoy frustrado por no poder decirle lo que pasa —Hable con su hija, tal vez ella tenga cosas que contarle—
—Samuel, no me hagas ir hasta allá. Si mi hija te dijo algo, dímelo— Me exige y sé muy bien cómo puede llegar a ser el señor Montenegro cuando quiere.
—No me corresponde decírselo a mí, pero sabe que, me he bebido una botella entera de vodka yo solo y voy a culpar al alcohol por lo que voy a hacer— Anticipo mientras me desabrocho la camisa.
—Samuel, habla— Insiste —No me importa si es por el alcohol o porque seas un idiota, pero habla— Me exige y cierro mis ojos.
—Su hijita se va a casar con ese imbécil, tiene un enorme y ridículo anillo de compromiso en su mano… ¿y sabe que? Eso no es todo, esta noche le dirá a ese imbécil que va a ser padre, si es que no se lo dijo ya. Señor Montenegro, va a ser abuelo, prepárese… y no es mío, si fuera mío le juro que estaría feliz, pero en cambio estoy con ganas de tirarme desde la ventana de este absurdo hotel…— Digo y miro hacia los cristales —Olvídelo, no se abren, no me puedo tirar— Relato y siento que no puedo hablar —Maldita sea el vodka y ese imbécil que conquisto a su hija…— Continuo y solo se oye silencio del otro lado —¿Señor esta ahí?— Cuestiono.
—¿Has dicho que voy a ser abuelo?— Inquiere.
—Si, será abuelo, ya sabe, su hija tuvo sexo con ese imbécil ¿y que cree? No usaron condón, ni pastillas… ni nada, arghhh… es que lo quiero matar— Balbuceo.
—¡Samuel! ¡¿Cállate?! ¿Quieres que te eche por decirme esas barbaridades?— Me regaña.
—Pero ¿Qué dije? ¿Acaso no sabe cómo se hacen los bebés?— Inquiero.
—Llamare al room service del hotel para que te lleven algo para la borrachera que traes, mañana hablamos y de verdad te digo, no me des motivos para arrepentirme de lo que hice por ti— Sentencia y solo escucho el “tu-tu” de fondo.
Alejo el celular de mi oído y miro la pantalla —Me colgó— Murmuro cuando el celular se me cae en la cara y solo puedo agarrarlo para lanzarlo a alguna parte de esa solitaria habitación.