Ninguno de los lobos podía creer lo que estaba ocurriendo, cada momento que tenían para ellos solos siempre parecía verse interrumpido por algún factor exterior, y eso no era para nada bueno. Teniendo en cuenta la situación que estaban viviendo, la cual no era para nada normal, no era de extrañar que lo que sucediera a partir de ahí fuera solo caos. No era que el pequeño lobo fuera un mal presagio o algo por el estilo, pero para la omega, quien había confiado ciegamente en un niño solo por ser inocente y luego le habían clavado un puñal por la espalda, era algo difícil de volver a llevar a cabo. No podía tampoco echarle la culpa al pequeño lobo, quien no tenía para nada algo que ver en la malicia grabada en el cerebro de algunos hombres mayores, pero de alguna manera, había actuado como