Ian se hallaba derrotado, caminando aún en su forma lobuna cerca de los territorios humanos que conocía, pero no tenía ni un solo rastro de la chica que era su hermana, razón por la que estaba especialmente frustrado. Había salido en su búsqueda, no era justo que se hubiera quedado sin un resultado, sin pruebas. Cuando escuchó el aullido de ayuda de parte de Harmon, supo que algo malo sucedía, así que se hallaba de regreso hacia la manada como pudiera, pero los ánimos no los podía subir ni porque le pagaran. Mientras recorría la vegetación del bosque, fue que sintió el tan anhelado aroma familiar de la caña de azúcar, quien solo lo tenía su hermanita. El primer rastro que pudo sentir en mucho tiempo después de no tener nada. Su disposición de inmediato salió a la luz, dejándose guiar p