CAP. 3 SAMANTHA

1440 Words
NARRA SAMANTHA:   No podía creer lo que estaba haciendo; sentía que una parte de mi se iba con aquella caja que estaba a punto de botar o dársela a alguien más. Salí de mis pensamientos cuando sentí a alguien entrar dándome cuenta que se trataba de mi madre; así que volteé a verla mientras encogía los hombros sosteniendo la caja.   — ¿Qué estás haciendo? si son tus objetos más preciados — Dijo sorprendida, escarbando por toda la caja.   — Un cambio de vida madre — Manifesté sin pensarlo, porque sabía que iba a iniciar con su interrogatorio —, No te preocupes, nada le va a pasar a tu hija loca.   — Desde que te decoloras el cabello, dudo de ti y tus acciones — Sentenció entrecerrando los ojos, colocando sus manos en su cintura —, ¿Estas bien? sé que no soy una buena madre, pero puedes contar conmigo.   — Lo sé, no te preocupes es solo un cambio igual la remodelare con otras cosas — Mentí mordiendo mi labio, porque realmente no sabía que poner en su lugar —, ¿Porque no estás con papá?   — Se fue a trabajar, lo conoces así que me iré a la hora de café con mis amigas — Dijo en medio de risitas, solo rodeé los ojos y asentí.    Salió de la habitación donde le seguí el paso con mi caja, abrí la puerta para dirigirme hacia el andén arrodillándome para dejarla en el suelo sintiendo que mi corazón se partía en dos. Cogí uno de los peluches de los Minions, recordando a Carlos, mi mejor amigo quien murió en medio de un accidente dejándome sola; siempre iba todos los años a visitarlo en su tumba y faltaba poco tiempo para volver a ir; puede sonar extraño, pero siempre iba a celebrar un año de fallecimiento, no porque estuviera feliz de que muriera sino porque se fue el mismo día de su cumpleaños. Salieron unas lágrimas por mis ojos, decidí que iba a ser el único peluche que iba a conservar colocándome de pie con él entre mis manos, para irme nuevamente a mi habitación dejándolo sobre la cama.   Suspiré, salí de la casa nuevamente con mi bolso y las llaves, había tomado una decisión. Me dirigí hacia el chofer, saludándolo con amabilidad como siempre para pedirle que me llevara donde Tomas. Él siempre había sido quien me llevaba o traía, así que era cómplice de mis locuras y lo adoraba como un padre más; fue media hora de camino mirando por la ventana pensado si la decisión que estaba a punto de tomar era la correcta o no; pero me obligue a pensar que así era porque ya estaba en una relación seria, decían que el sexo era fundamental y debía creerlo, aunque no opinara igual.   Llegue agradeciendo a mi chofer, pidiéndole que se fuera y lo llamaba cuando lo necesitara. Me obedeció porque sabía que estaba con Tomas, si no seguía órdenes de mi madre de no dejarme sola ni un instante; tal vez por eso mismo me seguía sintiendo como una niña. Golpee la puerta, esperando que abriera para verlo mirándome de arriba hacia abajo con su cara de molesto todavía, así que me coloque de puntillas para darle un fugaz beso en los labios e ingresar a su humilde hogar; realmente se diferenciaba las clases sociales entre nosotros, pero no importaba, mi familia había logrado aceptarlo.   — ¿Qué haces aquí? lo último que recuerdo era que estábamos discutiendo — Dijo dirigiéndose hacia la sala, sentándose para colocar sus pies sobre la mesa >.   — Vine a ser clara, ¿por qué quieres tu prueba de amor? — Pregunté sin pensarlo, si no actuaba de una vez me iba a arrepentir después.   — Porque te amo bebe, eso es normal entre una relación de novios además te he respetado por más de un año así que me lo merezco, por mi buen comportamiento — Comento mirando para poner su mano sobre el asiento, diciéndome que me sentara a su lado.    — Sabes que soy virgen ¿no?, por eso me da miedo — Confesé mirándolo con ternura, mientras sentía que mi cuerpo temblaba cada vez más.   — Lo sé, pero no debes tener miedo, ¿confías en mí? — Cuestiono, lo pensé y asentí con la cabeza mientras entrelazamos nuestra mano derecha —, Entonces solo déjate llevar del momento.   Cerré los ojos, como signo de dar permiso. No sé qué cara coloco, solo sé que sentí una de sus manos sobre mi mejilla mientras me daba un suave beso en los labios sintiendo que subía al cielo, realmente amaba el movimiento que hacíamos en sincronía con ellos. Me tense, cuando sentí que su mano había bajado de la mejilla hacia mi pecho agarrándolo suavemente, suspire en medio de nuestro beso mentalizándome que todo estaba bien. Después, bajó sus labios hacia mi cuello lentamente mientras con la otra mano seguía estimulando mi pecho más fuerte ocasionando mi primer jadeo. Me dejé recostar sobre el sofá, mirándolo con nervios al momento que se colocó encima después de quitarse su camisa dejándome ver su torso desnudo; sentí que me había colocado roja de la imagen que tenía presente porque amaba su buen cuerpo. Me beso en mis hombros bajando la blusa debido a que no tenía tiras; para dejar libres mi pecho con mi brasier blanco con puntos rojos. No tenía ropa interior sexy, otro punto para incluir en mi cabeza; debía comprar. Vi como sonrió con burla sintiéndome mal, pero negó con la cabeza desabotonando el brasier para que me tapara con mis manos no dejándome quitarlo por reflejo.   — Todo está bien, no te preocupes eres hermosa — Susurro de forma seductora, ocasionando que soltara mis manos para dejarme quitar el brasier y por primera vez un hombre viera mis senos totalmente desnudos —, Fantástico, eres única.   Se acercó a ellos brindándome besos que causaban cosquillas en mí, para después agarrarlos y morderlos con sus labios. Gemí de placer, sentí una sensación extraña como un corrientazo por todo mi cuerpo mientras cerraba los ojos para sentir sus labios sobre mi abdomen dejando besos. Todo iba bien, hasta que iniciaron a golpear con fuerza la puerta principal con desespero, arruinando nuestro momento y ocasionando que me relajara, porque definitivamente no estaba preparada todavía.   — Mierda… ¿quién será? — dijo con fastidio, viendo que no dejaban de golpear y escuchamos la voz de su mejor amigo, Luis —, Vístete rápido, allá en la cocina.   Me sentí mal cuando me dijo eso, pero igualmente cogí mi brasier para irme a la cocina donde me lo coloqué, me subí la blusa y salí con pena viendo como le abría la puerta a su amigo, dándole un abrazo con palmadas disimulando una sonrisa; porque sabía que estaba molesto por interrumpirnos. Luis había venido con urgencias porque había logrado conseguir el primer toque; ya que estaban intentando conseguir sitios para tocar, debido a que él cantaba como los dioses y Tomas se encargaba de tocar la guitarra.   — No te molesta que me vaya ¿verdad? — preguntó mirándome, donde negué sin pensarlo —, Por eso te amo, adiós.    Vi cómo se fue con su mejor amigo, dejándome ahí parada como si no hubiera sucedido o estuviera a punto entre los dos. Decidí mirar hacia todos lados, recordando que su madre trabajaba todo el día y en la noche solo venía a dormir, era hijo único así que era el consentido por todo el mundo y tal vez por eso mismo, era tan famoso en el colegio. Recordé que teníamos trabajo para mañana, así que salí con velocidad de la casa, cerrando con seguro y dirigiéndome hacia el auto; ya que en la cocina había llamado a mi chofer para que me recogiera.    Me encontraba a mitad de camino, cuando recibí una llamada de mi hermanito menor sorprendiéndome. Así que, decidí contestar para saber que necesitaba y cerré los ojos al darme cuenta que hoy tenía una reunión con la profesora, además tenía una presentación donde iba a bailar bachata con sus compañeros; además su pareja no era ni más ni menos que la chica que le gustaba. Mi madre había quedado de ir a acompañarlo, supuse que se quedó con su hora de café olvidándose de su hijo tal como hacía conmigo; así que decidí cambiar los planes.   — Nos vamos para el colegio de Jonathan, por favor — Ordene al chofer con amabilidad, quien asintió mientras me quedaba mirando a la ventana recordando lo que estuvo a punto de pasar.
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