NARRA GLORIA:
— Hemos llegado, por favor paguen y recojan sus maletas — Ordenó el conductor, mientras guardaba mis audífonos para colocarme mi saco de lana por el frío que estaba haciendo, por algo le decían la nevera a Bogotá.
Agradecí al conductor, bajándome para pagarle y coger mi pequeña maleta del baúl donde traía un par de mudas, nada más. Porque en mi bolso pequeño traía todos mis documentos, con el celular. Camine un par de cuadras, para poder coger otro bus que me llevara a Villa Granada; el barrio donde vivía Alejandro. Iba llegando al paradero, cuando sentí que alguien rapaba algo de mis manos, pero logré sostenerlo con fuerza antes de que se lo llevaran; abrí mis ojos al darme cuenta que se trataba de un ladrón.
— Suéltalo desgraciada o ¿es que quieres morir? — Sentenciaron sacando una navaja del bolsillo de su pantalón, ocasionando que hiciera caso —, Así me gusta princesa, nos vemos después.
Vi cómo se alejaba con mi pequeña maleta, dejándome plasmada. Acababan de robarme llevándose mi leve ropa decente; menos mal del afán no se dieron cuenta de mi bolso pequeño donde tenía lo realmente valioso; pero me dolió porque era ropita que compraba hace poco con mi pequeño sueldo que ganaba en la frutería los fines de semana. Me dirigí al paradero con tristeza, por lo que acababa de suceder cogiendo el bus para esperar media hora hasta llegar al destino, me bajé con precaución cuidando mi bolso pequeño porque no quería otro robo más, sentía mis ojos llenos de lágrimas, pero no me iba a permitir llorar por nada del mundo.
Llegué por fin a la casa de mi novio; sorprendiéndome por lo bella que era esta vez que cambio de barrio. La casa tenía paredes blancas en madera, una bella puerta color café con ventanas pequeñas; además un pequeño jardín al frente, sabía que era de su tía política quien se la había alquilado para bajar gastos. Timbre, con nervios y frustración hasta que me abrió conectando con esa bella sonrisa que me brindó acompañada de un fuerte abrazo.
— ¡Amor!, Que gusto verte — Dijo con emoción, donde intenté corresponder a su abrazo, pero no podía fingir mis sentimientos —, ¿Que sucedió? ¿No te alegra verme?
— Acaban de robar mis cosas — Susurre soltando una lagrima haciendo pucheros, mientras colocaba su mano sobre mi mejilla limpiando —, Me costó conseguirlas, odio tu ciudad.
— Sabes que en todo lado sucede, solo que hoy tuviste la mala suerte, tú — Dijo encogiendo los hombros, llevándome de la espalda hacia adentro —, Lo más importante es que tú te encuentras bien.
— Extrañaba verte — Murmuré cambiando de estado, para rodear su cuello con mis manos, darle un profundo beso y subir mi pierna derecha como en los cuentos de hadas; realmente era una mujer muy imaginativa, vivía en otro mundo y creía en los finales felices de los cuentos; aunque sabía que todo no era perfecto y lo aprendí con la muerte de mis padres, dos seres que se amaban con todo su corazón y el destino quiso llevárselos a ambos en medio de las llamas.
— También te extrañe, princesa — Mencionó dándome otro fuerte abrazo, para después dirigirme hacia la cocina donde me tenía preparado chocolate con arepa debido a que me había venido muy temprano. Desayunamos, jugamos con la comida y reímos demasiado; más que mi novio lo sentía mi mejor amigo y como no si al final lo conocía desde pequeña sintiendo que el destino me gritaba que mi futuro era al lado de él, aunque no negaba que tenía miedo de que no pensara o se proyectara igual que lo estaba haciendo.
Decidí salir de la casa, para coger otro bus dirigiéndome a la sede de la universidad porque en parte era verdad la mentira que le había dado a mi tía; solo que estaba un poco atrasada con el trabajo; porque no era la tesis realmente todavía me faltaba un año para eso. Mientras que, Alejandro se quedó para unas sesiones fotográficas que debía realizar. Observe la sede de la universidad dándome cuenta que era más bella, mejor estructurada y organizada que la que había en mi ciudad; podría venir a vivir al lado de él, pero perdería el apoyo de mi tía quien era la que me ayudaba con el p**o del semestre, así que debía aguantar un poco más y ser agradecida, porque gracias a ella soy quien soy.
Después de entregar los papeles, volví a dirigirme hacia la casa con emoción porque me había aprobado el proyecto para la clase; así que iba a celebrar además que tenía en mente dar un nuevo paso al lado de mi amado. Cuando llegue, abrí la puerta porque me había dado una copia de las llaves para escuchar de fondo como ordenaba a la modelo que cambiara de posición, tenía entendido que eran fotos adecuadas donde no debía preocuparme; así que me dirigí hacia el patio sintiendo una mezcla de emociones dentro de mí al verla; era una mujer alta, tez blanca, cuerpo proporcionado con unas buenas caderas y senos sintiéndome una mujer simple con mi cuerpo donde me agarre de mi falda, todavía no se había dado cuenta de mi presencia.
— Bien bella, ahora gira y sonríeme con esa esplendida sonrisa que tienes — Dijo Alejandro, donde la modelo asintió guiñándole el ojo, mientras se movía perfectamente su cabello largo y n***o que combinaba con sus ojos color miel.
Sentí frustración, deseos de ahogarla, pero especialmente celos porque no estaba con ropa adecuada sino se encontraba en un mini bikini de baño, pero cuando digo mini es mini donde se ve más de lo que uno se puede imaginar. Sentí que me había mentido, aguantaba las ganas de discutir apretando el puño de mis manos; pero no logré contenerme golpeando a la puerta ganándome la atención de ambos; definitivamente me ignoraban.
— Llegaste amor, te presento a Claudia, mi modelo favorita — Mencionó con descaro, viendo como su sonrisa cambiaba a un semblante serio al darse cuenta de mi cara de enfado —, Perdóname, aparte de la ropa adecuada también debe ser de playa.
— Entiendo, ¿ya acabo señorita? — Dije con molestia, ella abrió los ojos donde Alejandro la miró asintiendo —, Entonces se puede largar.
— Se decente por favor, estoy trabajando — Comentó Alejandro acomodando la cámara, mientras se colocaba su camisa y falda para después despedirse de un beso en la mejilla de aquella modelo flacuchenta —, Debes contenerte y confiar en mí.
— ¡Me mentiste! con eso ya dañas toda la confianza — Confesé cruzando mis brazos, sintiendo como suspiraba para colocarse de pie mientras se escuchaba el sonido de la puerta principal cerrándose con fuerza.
— Lo siento, se cómo te pones por eso no quería alarmarte, pero debes entender que es mi trabajo, tienes que confiar en mí — Dijo Alejandro cogiéndola de la mejilla, mientras lo seguía mirando molesta.
— ¿Es más bella que yo? — Pregunte haciendo pucheros, para ganarme una burla de su parte dándome un abrazo —, Te odio por reírte de mí.
— Te amo, mi celosa hermosa — Confesó sorprendiéndola porque era la primera vez en seis meses que soltaba esa palabra con el significado tan grande que tenía —, Eres más bella que ella y que cualquier otra mujer.
— ¿Me amas? — Interrogó con los ojos abiertos, Alejandro se dio cuenta de lo que había ocasionado, sonriéndole de oreja a oreja mientras asentía con la cabeza —, Eres un amor, definitivamente.
Decidí que era hora de dar un nuevo paso juntos, así que lo separé de mi lado para entrelazar mis manos en su cuello profundizando nuestro amor en un apasionado y necesitado beso, donde me correspondió cogiéndome de la cintura. Cada vez, el beso se hacía más intenso en medio de su estudio fotográfico visualizando que se encontraba una colchoneta ahí; realmente no me importaba donde pasará si no con la persona que sucedía y los sentimientos, emociones que podría llegar a sentir.
— Hazme tuya — Susurre en su oído, sintiendo como todo su interior se erizaba y bajando mi mano hacia su pene —, Estoy segura de dar el próximo paso contigo, mi amor.