NARRA GLORIA:
— Me quedaré en la casa de mi abuela materna, mientras cuadramos para que tu prima se vaya conmigo ¿te parece? — Manifestó abrazándome, después de haber llegado cerca al barrio.
— Claro que sí, te adoro — Dije sonriendo mientras miraba mi reloj para ahogar un grito —, ¡Mierda!, está muy tarde.
— Ve y no te preocupes, no quiero que te regañe tu tía — Concluyó dándome un último beso, para correr camino a mi casa debido a que eran las 9 de la noche; mi tía nos había limitado llegar por tarde a las ocho por la seguridad de la ciudad. Aunque, siendo sincera sentía que no nos quería dejar crecer, sino mantenernos como dos pequeñas niñas a su mando.
Coloque la llave intentando no hacer ruido para girar la manilla, abriendo para entrar con cuidado, pero se encontraba la luz prendida, esperándome en la sala. A los cinco minutos llegó mi prima, dándome cuenta que habíamos sido las dos las que habíamos desobedecido las reglas así que sería peor. Como me imagine, nos esperó la gran discusión donde inicialmente metió el tema de mi prima de irse a vivir a Bogotá, enseguida que como hermana mayor por decirlo así tenía que obligarla a quedarse. Pero era su vida, mi tía tenía que entender que las aves volaron del nido.
— Entiende mamá, debo estudiar y salir adelante — Manifestaba ella mientras encogía sus hombros, solo las miraba —, No podré hacerlo amarrada a ti.
— Puedes estudiar aquí, como hace Gloria — Sentenció donde cerré los ojos, no quería ser centro de comparación —, ¿Cuál es tu intención de irte lejos de tu madre?
— Dejar de estar sobreprotegida, vivir mi vida realmente — Confesó subiendo sus brazos para dirigirse al segundo piso. Vi como mi tía caía a la silla destrozada, estaba molesta y estaba de acuerdo, pero al mismo tiempo entendía su sufrimiento al quedarse sola sin nosotras. Sin embargo, tenía que entender que nunca la íbamos a abandonar solo haríamos nuestra propia vida, la abrace con fuerza antes de que se soltara bruscamente y se dirigiera a su habitación. Suspire, seguir su camino apagando la luz, para dirigirme a mi habitación, cambiándome, cepillándome los dientes e ir a dormir, después de darle las buenas noches a mi amado por mensaje de texto.
Al siguiente día, me levanté animada para asistir a la universidad contándole a Oscar lo bien que me había ido con Alejandro. Se alegró por mí, hablamos más de la vida y me enteré que estaba soltero hace seis meses, porque su novia había fallecido en un accidente de tránsito, eso me causo bastante dolor y se notaba que seguía en luto por ella. Me ofrecí a ser su apoyo fundamental, dándole un fuerte abrazo y siendo correspondido para terminar las clases, finalmente.
Alejandro había venido a recogerme, dándome un suave beso en los labios para irnos a comer y a pasear en el parque principal de la ciudad. Pasamos una buena tarde juntos, comiendo helado, hamburguesa y terminando de cuadrar detalles para lo de mi prima, no iba a negar que me iba a hacer demasiada falta al ser mi apoyo fundamental; pero también tenía que dejarla volar además confiaba en los dos. Al rato, nos dirigimos para el barrio estacionando a dos cuadras de mi casa, para evitar que mi tía nos viera.
— Mañana debo devolverme de nuevo, mis estudios me esperan así que, si tu prima necesita todavía días para venirse conmigo, solo me avisas — Comentó mientras entrelazamos nuestras manos —, Me da duro cada vez que me voy, porque duele tenerte a kilómetros de distancia.
— Será por un tiempo más, solo un año y medio que termine el tecnólogo y terminó los estudios en Bogotá — Manifestó con alegría, tenía pensado conseguir un mejor trabajo para ayudar en la casa, pero también ahorrar —, Gracias por ser el mejor hombre del mundo.
— Gracias a ti, confía en mí y en nuestro amor a pesar de la distancia — Susurro rodeándome por la cintura para darnos un beso apasionado de despedida, realmente me iba a hacer falta. No sabía en qué momento llego, pero lo sentí cuando me jalaron el cabello con fuerza, me volteé enfadada pero mis ojos se abrieron cuando vi de quien se trataba.
— Tía… — Susurre mientras temblaba, volviendo a ser cogida con brusquedad del cabello observando cómo miraba con odio a Alejandro.
— ¡Suéltala! la está lastimando ¿acaso no se da cuenta? — Manifestó furioso intentando que me soltara, pero evité que se acercara para evitar —, Si la quiere tanto como dice, no la trate como una extraña porque a un familiar, no se lastima.
— Usted sobra acá, lárguese porque no dañara la vida de mi sobrina — Comentó soltando mi cabello, pero para agarrarme del brazo —, Usted no es digno para mí, tiene su guardado.
— ¿Me detesta porque mi padre no la prefiere a usted sobre mi madre? no es mi culpa — Confesó observando cómo se retaban con la mirada —, Entienda, usted quiso meterle a su hija por los ojos, pero no logró hacerlo, porque ni siquiera usted sabe quién es el padre.
— ¡Alejandro! — Grité para que se calmara, mientras mi tía me soltó para darle una cachetada —, Por favor, vete.
— Nos vamos, Gloria — Sentenció cogiéndome con dureza, me estaba lastimando mi brazo derecho mientras llegábamos a la casa, siendo el centro de atención de todo el mundo.
Abrió la puerta, me mandó hacia adentro e iniciamos a discutir. No entendía qué pasaba, no era solo porque era Alejandro, porque era verdad lo que él había dicho; no se sabía con exactitud quien era el padre de mi prima, aunque ella juraba que él lo era por eso mismo fue que ellos se fueron de Bucaramanga. Sin embargo, su familia me aceptó sin problema en su vida porque entendieron que no se tenían que mezclar las dos situaciones, a cambio de mi tía que los odiaba por eso nunca le conté de mi relación, no solo eso si no que desde hace años cada joven que intentaba acercarse me lo espantaba.
— ¿Qué te sucede, tía? ya soy mayor de edad, no puedes seguir tratándome como una niña pequeña — Dije soltando finalmente lo que tenía retenido —, Te adoro y te agradezco por haberme criado, después de lo de mis padres, pero debes dejarme volar y vivir mi vida.
— No junto a él, no lo voy a permitir — Sentenció mirándome con desagradado —, Eres igual a tu madre, pero tienes que decidir.
— ¿Entre qué? ¿me vas a poner a decidir entre tu y Alejandro? — Pregunte con ironía, no iba a dejar que controlara mi vida jugando con mis sentimientos.
— Escoger entre Alejandro o tu universidad — Afirmó, antes de dar media vuelta. Dejándome ahí de pie mirándola con dolor, porque ella sabía que contaba con su apoyo fundamental para al menos terminar el tecnólogo; ya que lo que ganaba no me alcanzaba para pagarlo. Me fui a mi habitación cerrando la puerta con fuerza, llorando de la impotencia por lo que estaba haciendo, no podía hacerme escoger, no manejaría mi vida, pero definitivamente no sabía qué hacer, sentí como mis ojos me pesaban por culpa de las lágrimas hasta quedarme dormida.
Me desperté, no sabía a qué hora era solo que había anochecido, salí de mi habitación dándome cuenta que se encontraban en el comedor comiendo. No la voltee a mirar, me dirigí directamente a la cocina para servir mi plato aprovechando que estaba caliente, parecíamos tres desconocidas que comían juntas; ninguna se dignaba a hablarle a la otra, aunque no había problemas entre mi prima y yo, no podíamos hablar de nuestros asuntos en frente de mi tía. Hace unos dos años, aproximadamente había iniciado a cambiar sin que sepamos la razón aparente, se volvió más sobreprotectora, regañona y malgeniada al punto de que entre más crecemos, más nos prohibía todo hasta irnos de fiesta, eso no me gustaba porque quería volvernos sus títeres o al menos eso sentíamos.
— ¿Hace cuanto está con ese joven? — preguntó de repente, ocasionando que me atore por la repentina interrogadora —, ¿Usted también tiene novio?
— Hace seis meses, estamos juntos — Confesó mirándola a los ojos, no servía de nada mentir —, Seguiremos mucho tiempo más.
— No tengo, pero igual te digo que mañana me voy para Bogotá a cumplir mis sueños — Sentenció donde brincamos juntas al sentir como mi tía colocó con fuerza el vaso de agua en la mesa, de milagro no se rompió —, Es una decisión tomada.
— Lárgate, desde hoy dejas de ser mi hija — Afirmó colocándose de pie, mirándome directamente a mi —, Mañana me das tu decisión final, a ver si también dejas de serlo.
Vimos cómo se dirigía hacia su habitación dejando la comida a medias. Mi prima no entendía nada, terminé contándole lo que había sucedido y la terrible decisión que debía tomar, recordé que no le había contestado a Alejandro los mensajes de texto, pero tenía miedo porque no quería decidir finalmente. Estaba nerviosa, hasta que mi prima me dio la mejor alternativa, siendo siempre el cerebro de los malos pasos entre las dos, por eso la amaba.