Jonathan El fin de semana había sido una completa mierda. Desde que vi esa foto de mi hermano con Eliza, no pude sacarla de mi cabeza, no importaba cuánto ejercicio hiciera, cuántas horas pasara en reuniones o qué intentara para distraerme; su imagen seguía ahí, fija en mi mente. Había algo en esa foto, en la forma en que lo miraba, que me revolvía por dentro de una manera que no podía controlar. El único alivio que tenía era que Natalie había regresado a Nueva York por unas semanas, dándome un respiro de esa tortuosa fiesta de compromiso que solo hacía crecer una duda constante y punzante. Aquello, todo el compromiso, toda la maldita actuación, había sido un error desde el principio y había pasado horas pensando en cómo podría terminarlo sin que todo se desmoronara, pero no encontraba