Capitulo 3

2101 Words
Eliza Su boca enseguida busco la mía de nuevo, gemí ante la sensación de su lengua exigiendo entrada, y ese sabor tan suyo estaba amenazando con volverme loca. La forma en que movía su cuerpo contra el mío era embriagadora y mis manos desesperadas por tocarlo, por sentirlo, exploraban la piel de sus brazos, de su espalda. Aparta sus labios de los míos y los mueve hacia mi cuello, provocando que la piel se me erice, mi cabeza cae hacia atrás cuando recorre un camino de besos hasta mi clavícula. En el momento en que llega al valle de mis pechos, su mirada se oscurece de deseo y se muerde el labio, mientras delinea el contorno de mi pezón endurecido con su dedo índice. Su respiración se entrecorta, igual que la mía, son tantas las sensaciones que me está haciendo sentir que inevitablemente cierro los ojos, perdida en esa bruma en la que me encuentro. ―Joder, Eliza, eres la perfección― susurra, antes de inclinarse y golpear mi pezón con su lengua. Gimo y sonríe mientras repite el movimiento antes de cambiar de lado y hacerlo todo de nuevo. Me retuerzo debajo de él, apretando su cabello entre mis dedos, mientras juega con mis pechos. Mi columna se arquea, y sigue provocándome. Sonríe mientras baja, besando mi esternón, y luego mis costillas para seguir bajando lentamente, respiro con dificultad y mis ojos arden. Jadeo cuando agarra mi pierna y la coloca sobre su hombro antes de besar el interior de mi muslo. Gimo suavemente y me muerdo el labio reprimiendo el sonido, avergonzada. ―No lo hagas― me dice―. No me ocultes esos sonidos perfectos, nena. Quiero escucharte, déjame oír lo mucho que te estoy complaciendo. Inhalo profundamente cuando vuelve a dejar otro beso. ―Eres jodidamente hermosa, Eliza― nuestras miradas se cruzan y Jonathan gime cuando tiro de su cabello, acercándolo más a mi cuando deja un beso sobre mi entrepierna. Cierra los ojos y respira hondo. ―Jonathan…. ―Dios, eres malditamente perfecta― susurra, inspiro profundamente y mi espalda se arquea cuando lo siento arrastrar su lengua hacia abajo. Gimo más fuerte y mi talón se clava en su espalda. ―Oh dios…. oh por dios, Jonathan…― no puedo soportar la cantidad de sensaciones que me está haciendo sentir, me siento sobre estimulada y mi respiración sube y baja de manera errática. Agarra mi otra pierna y la engancha sobre su otro hombro abriéndome más de piernas, permitiéndose follarme con su lengua, probándome, lamiéndome, hasta que la cordura desaparece de mi mente. Nunca me había sentido así, tan excitada, tan frenética, tan desbordada. Es como si mi propia piel no me perteneciera, y fuera suya, incluso antes de saberlo. Rodea mi clítoris hinchado y en respuesta, mis uñas rozan su cuero cabelludo. Mis jadeos de manera instantánea se convierten en gemidos y estos en gritos de necesidad mientras me empuja hacia el borde de manera lenta y rotunda, dejándome desesperada por la liberación que se niega a darme. ―Jonathan…. ― jadeo―. Por favor…. por favor… Acerca su lengua un poco más antes de retirarla. ― ¿Por favor que, Eliza? ― mi mirada debe mostrar toda la desesperación que estoy sintiendo porque él, simplemente sonríe. ―Por favor, déjame correrme. ― ¿Acaso eres consciente de lo hermosa que te ves rogándome así? ― gimo cuando su lengua da una lamida―. Estas acabando conmigo, Eliza y no tienes idea de lo que me estás haciendo cuando me miras de esa forma. Me muerdo el labio y cierro los ojos un momento, incapaz de entender o soportar lo que estoy sintiendo, es mucho más de lo que alguna vez llegue a imagina. Suspiro y me aferro a su cabello. ―Por favor, Jonathan…. no puedo soportarlo más…. Por favor, has que me corra. ―Te daré cualquier cosa que quieras, nena― me susurró antes de finalmente darme lo que tanto necesitaba. Su lengua, implacable torturó mi clítoris de manera letal. Mi espalda se arqueo y gemí fuerte su nombre mientras me corría en su boca. Sonríe mientras besa mi muslo de manera suave. ―Quiero otro, nena― inhalo temblorosamente y mis ojos se abren cuando empuja dos dedos, dentro mío, antes de curvarlos provocando que todo mi cuerpo se estremezca. ―No puedo…. oh dios…― respiro―. Yo nunca he…. ―No estaba preguntando, Eliza― me dice―. Lo harás, como la buena chica que eres. Jadeo cuando su boca vuelva a torturar a mi clítoris aun hinchado e hipersensible, mientras sus dedos siguen enterrados en mi interior. Lo hace más suave, más tranquilo, pero, aun así, no hay manera de que pueda aguantarlo, es demasiado, siento como si mi piel quemara y respirar ardiera. Todo se siente muy caliente. ―Jonathan…― gimo, moviendo mis caderas, que el sujeta y mantiene firmes. Usa la punta de su lengua y lame en círculos, de arriba hacia abajo, hasta que siento que mis piernas comienzan a temblar. Inevitablemente mis uñas raspan su cuero cabelludo y de nuevo, me corro gimiendo su nombre. Jonathan no retira sus dedos hasta que mis músculos se relajan y suspiro mientras apoya su cabeza sobre mi vientre, aun con mis piernas sobre sus hombros. ¿Qué fue eso? Dios, mi mente esta embotada, aturdida y la cantidad de estímulos me han sobrepasado, así y todo, necesito más, quiero mucho más de él. Lo quiero todo. ―Jonathan…― susurro, con la voz ronca. Él, mira hacia arriba y nuestras miradas se encontraron―. Te deseo. Sus ojos brillaron con demasiada intensidad y se levantó sobre sus antebrazos para verme mejor. ―Eliza, ¿estas segura? ― preguntó, con un ligero temblor en la voz―. No haremos nada más si no estás preparada, esto…― niego con la cabeza y llevo mis manos hasta que mis dedos rozan su sien. ―Estoy lista― le digo―. Estoy muy segura, quiero que seas tú― se muerde el labio inferior, mientras me mira, analizando si lo que le digo es verdad, cuando no dice nada, intento levantarme―. Lo siento, yo… Mi respiración se vuelve irregular, y corro la mirada, pero, el me detiene. ―No hay vuelta atrás, después de esto― murmura poniéndose de rodillas. Mi mirada lo recorre entero, su pecho, sus abdominales, la manera en que agarra su polla, dura y grande y bombea una y otra vez. ―Jonathan, eso…― sonríe mientras se termina de poner el condón, y se coloca entre mis piernas. ―Nena, lo tomaremos tan despacio como quieras, te lo prometo― susurra―. Si quieres parar, solo dilo, ¿de acuerdo? ― asiento, y arrastra su polla por mi entrepierna, provocando que se me escape un gemido. Lo hace de nuevo. Y luego, me penetra ligeramente. Jodida. Mierda. Quizás no estaba tan lista como pensaba, porque esa cosa estaba partiéndome al medio. ―Oh por dios― su gemido, fue ronco, profundo y mis ojos se cerraron. ―Joder, es demasiado― susurro―. Eres muy grande para mí. La mano de Jonathan, acaricia mi rostro y veo una sonrisa arrogante cuando abro los ojos. ―Nena, es solo la punta― murmura. Mis labios se abren y su frente cae sobre la mía. Se desliza un poco más dentro mío y mi cabeza cae hacia atrás, se inclina y me besa el cuello, su mano se envuelve en mi cabello y se retira solo un poco. ―Mírame, Eliza― ordena, y obedezco. Nuestros ojos se encuentran de nuevo mientras me penetra un poco más profundo, estirándome y llenándome―. Te sientes tan increíble nena, estoy empezando a creer que tu coño fue creado para mí. ―Oh dios, Jonathan… ―Joder, Eliza, aun no estoy completamente dentro tuyo y podría correrme en este mismo instante. Gimo mientras empuja más profundamente dentro de mí. Unos segundos después hace una pausa, con su respiración entrecortada, dándome tiempo para adaptarme a él, a su tamaño. ―No puedo…. no… ―Nena, estas tomando mi polla tan bien― me susurró, mordisqueando mis labios, y penetrándome más profundamente―. Lo estás haciendo de maravillas, incluso ya, estoy a mitad de camino. Pasa sus dedos por mi cabello y su otra mano alrededor de mi cuello, dios, nunca he experimentado algo como esto, la forma en que me mira, en cómo me está haciendo sentir. Mi corazón late tan fuerte, tan rápido que siento que puedo romperme en este preciso instante, pero al mismo tiempo, armarme de una manera tan liberadora. Una que no había experimentado jamás. ― ¿Puedes aguantarlo un poco más, nena? ― asiento, incapaz siquiera de decir una sola palabra―. Nena, necesito palabras, dime que puedes o me detendré. ―No…. no te detengas― mi voz es apenas un jadeo, un susurro, me arde la piel y los ojos, pero no quiero que detenga―. No pares, puedo soportarlo. Asiente y retrocede un poco, sus ojos en los míos mientras se desliza hasta tocar fondo, gimo y mis uñas se clavan en la piel de su espalda. Mi respiración se corta, mis pupilas se dilatan y siento que voy a explotar. ―Respira, Eliza― me susurra con su frente sobre la mía―. Solo respira. Lo hago, temblorosamente y me sonríe. ―Jonathan…― mis lágrimas se desbordan, incapaz de contener el cumulo de estímulos que estoy sintiendo, el pasa su lengua por mis mejillas y se desliza hasta mi oído. ―Tan buena chica― dice, quedándose quieto―. Eres increíble, nena. Lentamente mi cuerpo se relaja debajo del suyo, mueve sus caderas hacia atrás, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, mientras no deja de mirarme. Se aleja un poco más, follandome lentamente, haciéndome disfrutar cada segundo. Tomo su cara entre mis manos, el deseo iluminando sus ojos y estoy segura que también los míos. Se sale por completo y vuelve a penetrarme con más fuerza, y gimo, fuerte y profundamente. ―Acabare enseguida, si vuelves a gemir de esa manera, nena. Mis manos, ávidas por tocarlo, recorren su cuerpo mientras yo, comienzo a mover mis caderas encontrándolo empuje tras empuje. ―Quiero que te corras por mí― digo, y echo la cabeza hacia atrás, cuando empuja más fuerte, más adentro. ―Pasa tus brazos por mi cuello, nena― me susurra, follandome con golpes más fuertes y más rápidos, cada uno de sus gemidos no solo lo acercan a él, sino que me empujan al borde a mí. Jadeo cuando gira sus caderas y sonríe al darse cuenta lo mucho que me ha gustado aquello. Repite el movimiento una y otra y otra vez hasta que nuestros gemidos se vuelven más fuertes e incoherentes. ―Oh dios…. oh por favor…― susurro. Mis ojos se cierran, mientras siento como me contraigo alrededor de su polla. ―Acaba para mí, nena― solo falto aquello para que me deje ir en un orgasmo que me desarmo por completo, de manera contundente y profunda, Jonathan siguió empujando mientras surfeaba la ola de placer a la que me había arrojado. Varias embestidas después, él se corrió gimiendo mi nombre sobre mis labios y sin dejar de mirarme. Se inclinó y me dio un último beso, suave, casi reverente. Jonathan permaneció a mi lado, nuestros cuerpos aun entrelazados mientras nuestras respiraciones lentamente volvían a la normalidad. Lo mire, mis manos acariciando suavemente su rostro, viendo en sus ojos algo que nunca había visto, vulnerabilidad. La tormenta seguía rugiendo afuera, pero, aquí dentro, todo se sentía en calma, y por primera vez, supe que no había nada que lamentar. Había querido esto. Mis ojos se cerraron pesados y cansados al igual que mi cuerpo, después de lo que se sintió una eternidad en la que me relaje sobre su piel y los latidos de su corazón, sus fuertes brazos me alzaron y me acurrucaron en su pecho. Un momento después, estaba arropándome en mi cama, quise abrir los ojos, pedirle que no se fuera. No hizo falta, su calor me envolvió enseguida, abrazándome y acercándome hasta él, pegando mi espalda a su fuerte pecho. ―Descansa, mi dulce Eliza― me susurró al oído, mientras el sueño se apoderaba más y más de mi―. Nunca olvidare esta noche. Eso fue lo último que escuche antes de que la bruma de la inconsciencia me arrastra y me durmiera profundamente en sus brazos.
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