Capitulo Tres

3263 Words
—¿A quien se le ocurre embriagarse de ese aroma tan horrible a esta hora? , algo así deberia ser considerado intento de homicidio.—dijo Marie con los ojos cerrados mientras estiraba el cuerpo. Al parecer Sophie fue la primera en levantarse y estaba en la habitación esperando a que despetaran, observaba a Ivette respirando livianante, no queria ser la que arruinara su descanso pero la ocasión lo ameritaba. —Mi perfume no es horrible, y para que sepas, fue un obsequio traido desde Francia, te falta sentido de la moda. Las quejas de Sophie terminaron por despertar a Ivette. —De verdad que maldigo el dia en que la tía Jeanne te regaló ese maldito perfume, Marie tiene razón, es una atrocidad usar eso a esta hora. Las tres soltaron una carcajada, hacia mucho tiempo no pasaban momentos así, donde todo era diversión. Alguien llamó a la puerta, y el sonido las volvió a la realidad, se trataba de Rossabell que iba a preguntar si Ivette había despertado. —Puedes pasar— gritó Marie. —Debe acompañarme señorita, es hora de prepararse. Lady Clarence quiere que lleguen temprano para que ayuden al padre Martin en algunas cosas antes de que empiecen a llegar demasiadas personas. Se levantó en seguida y la siguió hasta la habitación donde se suponia debía dormir. Su ropa ya estaba lista sobre la cama, llevaría un vestido rojo con con una raya dorada en forma de cinturón que iba ceñido a la cintura. De solo pensar en esa crinolina y el corset le daba dolor de espalda. La tina de madera estaba a un lado de la cama. Rossabel lavó el pelo de Ivette, lo seco lo más que pudo con una toalla y luego le hizo dos trenzas para que se secará ondulado, su pelo era de textura muy lacia, lograr que se ondulara era cosa que solo Rossabel dominaba. —Perfecto, vamos a vestirla.— La dejó ponerse la ropa interior mientras buscaba cuales joyas agregar al atuendo. Cuando hubo terminado soltó las trenzas que estaban algo humedas pero el pelo lucia un poco definido. —Está hermosa Señorita— Dijo Rossabel. Ivette se miraba en el espejo mientras se ponia unos pendientes con forma de una gota de agua. —Gracias, puedo notarlo— Dijo con altivez. —Deberia llevar una capa, el sol está realmente fuerte hoy— Sugirió Rossabel. Le hizo caso y tomó una capa del mismo color del vestido que habia sobre la cama. Miró por la ventana, el dia estaba hermoso, era un excelente día para la feria. Bajaron a desayunar rápidamente, todo lucia delicioso y ese olor que embriagaba la casa lo confirmaba. Casi no probaron bocado puesto que las ganas de ver como marchaba la feria las tenia ansiosas. Un carruaje las esperaba en el patio delantero. Subieron junto con sus criadas, unos hombres que trabajaban para los Jones las acompañaban. *** El trayecto fue tranquilo aunque se podía notar el alboroto de las personas debido a la feria. Ivette se encontraba distraída mirando la belleza del campo, estaba lleno de girasoles y las mariposas que revoloteaban alrededor de ellos, realmente era hermoso. —Oh desde aquí puedo ver la iglesia de San Andrés—Dijo Sophie con entusiasmo. Ivette y Marie vieron hacia delante y pudieron confirmar lo que decia Sophie, el patio y las calles estaban ocupadas por los vendedores que exhibian las diferentes especies de flores. El hombre que iba al mando de los caballos los golpeó con su latigo para hacerlos ir más rapido, sirvió de algo, habian llegado a la iglesia de San Andrés. Las tres jovenes bajaron del carruaje, afuera las esperaba el padre Martin con los brazos abiertos. —Hay mucho trabajo para ustedes señoritas. Sus padres deben estar por ahí recibiendo a las personas. Marie te necesito con los musicos, quiero que hagas lo posible por hacer un espacio solo para ellos. Sophie tu estarás conmigo.—El padre Martín hablaba con mucho aprecio, desde niñas las había tratado como sus hijas, siempre podía contar con ellas para todo. Ivette esperaba con las manos en la cintura, esperaba que el padre también le dijera su papel en la feria, este se volteó hacia ella y la miró con ternura. —¡Oh Ivette, mi pequeña Ivette¡ quiero que te encargues de poner las flores de una misma especie juntas, y que coloques los nombres de esta, para que quienes vengan buscando alguna la puedan encontrar más rápido. Casi sonrió de emoción, le había encantado lo que tenia que hacer. —¿Y yo que haré a su lado padre? siempre que vengo usted solo me hace quitar el polvo de los santos y las reliquias, eso no tiene nada que ver con la feria.— A Sophie le parecía horrible solo caminar al lado del padre o limpiar la iglesia. Ivette, Marie y el padre Martin estallaron en una carcajada, Sophie parecia decepcionada pero a la vez su queja le había parecido graciosa. —Sophie puede venir conmigo padre, necesitaré ayuda, de limpiar la iglesia nos encargaremos las tres cuando acabemos con lo encargado. —Marie contenía las lágrimas que se le habían salido de tanto reírse, trataba de salvar a Sophie. —Muy bien—dijo el padre asintiendo con la cabeza—Ustedes ganan, ahora manos a la obra antes de que esto se llene de personas. Marie y Sophie fueron a hacer lo acordado mientras que Ivette pensaba por donde debía empezar con la tarea asignada a ella. «Bien, empezaré de atrás hacia delante. atrás es donde está más abarrotado, necesito organizar el desorden.» Pensó Ivette mientras de dirigía allá. Los vendedores estaban casi encima del otro. Ivette se sitúo al centro para lograr llamar la atención, subió a un taburete con ayuda de Rossabel y alzó la voz. —!Buen día para todos¡ Hoy seré la encargada de organizar sus lugares pero necesito de su ayuda, por favor los que vendan la misma especie de flores necesito que levanten la mano para así poder ubicarlos y que nadie se confunda a la hora de comprar. Fue una excelente idea, estaba arreglando todo más rápido de lo que imaginó, las personas fueron muy amables al hacer caso a su aviso. —Bien hora de ir al otro lado— mientras caminaba sus ojos escudriñaron la zona a través de las personas que caminaban felices de un lado a otro, estaban empezando a llegar muchas. Fue en ese momento cuando lo vio, no podía equivocarse, era él, el irritante hombre que habia conocido en el rio. Esta vez iba vestido como si fuese a visitar al mismísimo rey de Inglaterra, iba vestido de n***o y algo de gris, tenia una chaqueta larga de excelente corte en su diseño que se abotonaba hasta la cintura, los botones eran dorados. También llevaba un sombrero de copa alta que ocultaba su pelo. Se concentró tanto en observarlo que no se había percatado de que iba acompañado por una chica, era jóven, parecía de la edad de Sophie, y por su forma de vestir no era una señorita cualquiera, pertenecía a buena familia. La chica tenia la piel morena, el pelo n***o y risado le daba a los hombros, era hermosa si no fuese porque sus lentes le quitaban un poco de atención a su físico. Luego observó que se unió otra mujer a quien el ofreció su brazo. Era rubia, tenia el cabello recogido, de solo verla se le hacia alguien desagradable, no logró ver su rostro pero también parecía alguien de la elite. Él ni siquiera había notado su presencia, estaba distraído hablando con las dos chicas. Ivette no se había dado cuenta de que se había quedado paralizada mirándolo hasta que sus miradas se encontraron y tuvo que tuvo que desviar sus ojos a cualquier otro lugar que no fuera él. Rossabel tocó su brazo. —Señorita, ¿Qué le pasa, se ha quedado paralizada? —Oh, tienes razón, continuemos organizando.—Dijo Ivette parpadeando como si hubiese despertado de un sueño. Habían llegado a donde estaban las rosas, el aire estaba impregnado de ese olor tan agradable. No había mucho que hacer púes al parecer las personas que estaban aquí ya se habían empezado a organizar. Pidió que se moviesen las mesas de madera y se colocaran las rosas del mismo color juntas. Mientras juntaba las rosas rojas un pequeño ramo de rosas negras captó su atención. —Oh, que raro, nunca había visto una rosa negra.—Dijo Ivette observando con interés la pequeña cantidad que habían, al lado estaban las azules que tampoco había visto nunca. —Es raro porque solo se cultivan al sur de Turquía, la mayoría de los vendedores no logran conseguirlas y pintan las rosas blancas de n***o, pero las reales solo nacen allá.—Dijo alguien a su espalda. Reconoció esa voz de inmediato, era el extraño del rio. —Su información no era necesaria, eso ya lo sabia.—mintió Ivette. —No puede ser posible, lo acabo de inventar para llamar su atención.— Dijo mientras se le dibujaba una pequeña sonrisa. —Yo también lo inventé para poner fin a la conversación—Ivette se sentía un poco avergonzada, de verdad había caído como una estúpida. Se quitó el sombrero y se pasó la mano por el pelo, se veía tan sexy haciendo esto. —Es broma, no lo inventé, solo quería doblegar un poco su ego.—Dijo mientras miraba las rosas. —Verá, señor, no puede doblegar algo que no está a su alcance. Otra vez se dibujó una sonrisa en su rostro pero esta vez era una sonrisa maliciosa, la sonrisa de alguien que odiaba ser retado. Tomó una de las rosas blancas y se la dio a Ivette, no quería aceptarla pero algo en ella actuó impulsivamente y la tomó. —Solo porque las rosas me encantan. —¿Sabe que significan?— dijo mientras observaba la rosa en su mano. Ivette negó con la cabeza, era cierto eso de que le encantaban las rosas pero nunca se había puesto a pensar o investigar si tenían un significado, solo amaba verlas en su jardin, para ella daban un aire de tranquilidad y relajación a todo. —Será un gusto explicarle mientras le ayudo a ordenar, escuché que es la encargada. Bien empecemos por las blancas—Dijo mientras las soatenía y miraba casi con nostalgia—Significan la inocencia, pureza y el perdón. Rojas: Intensidad y pasión de un amor. Azules: anhelo de que algo sea eterno. Y por último las negras que significan toda esperanza abandonada. Esas son las que menos agradan, son atractivas pero a la hora de dar un mensaje no las recomiendo para nada. A Ivette le pareció interesante escuchar eso, era amante de aprender cosas nuevas y más si se trataba de algo que le gustaba tanto. Quería preguntar si le había dado la rosa blanca con intención de dejar algún mensaje pero prefirió callar, no era su amigo, no pasaría el dia hablando con él como si se conocieran de toda la vida. —Bien, desde aquí veo a “sus amigas” observandonos sin ninguna intención de disimular, debería ir con ellas.—Dijo Ivette con una tono que no llevaba nada de simpatía y más al mencionar la palabra “Amigas”. El hombre continuó poniendo las rosas en orden haciendo caso omiso a las palabras de Ivette mientras que esta lo miraba con incredulidad, «Maldito, tienes cara de que me darás problemas.» En ese momento llegó Sophie acompañada de sus padres y Marie, al parecer habían terminado lo encargado. Una música de armonía empezó a sonar, era totalmente calmada, una melodía casi efectiva para dormir bebés. —Buenas, hija mía veo que por fin empiezas a socializar— Dijo el señor Gregor mientras miraba a Ivette y el desconocido con curiosidad. —Ivy es una joven muy agradable, sin duda— agregó Eva mientras abrazaba a su hija con cariño y daba un beso en la frente. —No es cierto madre, Ivy es rara, siempre dices que se comporta como alguien que sufre demencia, igual que los LeBlanc. Los ojos del señor Gregor y su esposa se abrieron como platos, no sabian como ocultar la vergüenza que sentían por el comentario de Sophie frente al propio Caden, Caden LeBlanc, el heredero al condado del Wiltshire, había arruinado cualquier posibilidad de hacer negocios o alguna amistad con esa familia. Si no fuese por aquel evento habían abofeteado a sophie. Ivette no sabia nada de la situación por lo que solo reprendió a Sophie. —No deberías hablar así de una familia que nunca has conocido, por el simple hecho de que sepan elegír sus amistades y no se mezclen con todo el pueblo, eso no quiere decir que sean dementes.—Estaba algo incómoda, en ocasiones Sophie era más atolondrada de la cuenta. Por otro lado Caden solo escuchaba a Ivette, maravillado, la niña malcriada no solo tenia la cabecita para usar caros sombreros, solía ser razonable también. —Es mi madre quien lo dice, yo solo lo repetí. Sophie no tenia arreglo, era una preciosa jovencita que parecía frágil como una muñeca de porcelana, tenia el pelo castaño casi a la cintura, ojos como el café y labios finos. era menuda y delicada, no tan alta. Caden observaba fijamente. El comentario de Sophie no pareció haberle molestado en lo absoluto, todo lo contrario, le divirtió ver la cara de vergüenza de los señores Chadburn, se habían puesto rojos como el tomate. —Oh querido aquí estás, te perdí de vista por un momento y pensé que te habías ido a casa—Dijo una voz femenina, era una de las chicas que estaba con Caden, la de los lentes, iba acompañada por la otra que estaba con ellos antes. —Absurdo pensamiento, jamás las dejaría aquí solas. Su voz se tornó suave al decir esto, le estaba hablando con cariño a aquella chica, una punzada de incomodidad surgió en Ivette, odiaba sentir que le quitaban atención. «Una de ellas debe ser su prometida» Pensó. Las dos chicas observaban a los demás con curiosidad. —Que malos modales tengo, vengan, les presento al Sr y Sra Chadburn, sus hijas Ivette y Sophie.—Dijo Caden sosteníendo la mano de la chica. «Tan asqueroso como todos los hombres, ayer insinuó sus deseos de besarme y hoy se muestra con su prometida» Ivette se mordía el labio, mientras esos pensamientos abordaban su cabeza. Caden volvió a hablar. —Señores, esta es mi hermana Anna LeBlanc—Al escuchar a Caden decir el apellido quiso que el mundo cayera sobre ella o que algún animal salvaje la devorara, la imprudencia de Sophie le pareció aún mayor de lo que había sido. Marie hizo un gesto con su cabeza hacia Anna, algo así como un saludo. Caden continuó hablando. —Y ella es Addie Williams, debo decir que también es como una hermana para mi, y la mejor de las amigas. Yo soy Caden pero creo que eso ya deben saberlo. Gregor conocía muy bien la familia Williams, ella era la única hija del conde Ronald, por lo tanto heredera al condado de Gloucester, se preguntaba que hacia con los LeBlanc, tal vez tenían algún acuerdo de matrimonio para aumentar el dominio de ambos condados. —Es un placer.—Dijeron casi al mismo tiempo. Addie miraba a Ivette de pies a cabeza, en ningún momento apartó la mirada de ella, la observaba con curiosidad y se preguntaba que hacia Caden hablando con ella, no era el tipo de hombre que conversara con cualquiera. —¿De donde se conocen?— Preguntó Addie sin vacilar. —Oh...ah nos conocimos hoy, el señor vino a preguntar sobre las rosas negras y azules.—Dijo Ivette con voz poco convencedora. —Ya veo.—Addie no pareció satisfecha con esa respuesta, sabia que había algo más, nunca habia visto a Caden interesado por rosas, lo conocia demasiado bien. Eva no hallaba las palabras ni el tema de conversación para usarlo como disculpa por la estupidez cometida por Sophie. Solo se le ocurrió que invitar su familia a la boda de Roger, eso seria considerado algo amistoso. —Mi hijo y Marie se casarán en cuatros dias, por supuesto están invitados, mandaré la invitación mañana mismo. Espero ser honrada con su presencia. —Me encantan las bodas, con gusto iremos, Marie no sabia que te ibas a casar ya— Anna parecía emocionada de verdad. Caden la miraba como si quisiese arrancarle la lengua, no pensaba aceptar aquella invitación, su familia no hacia amistad casi con nadie y quería continuar así, aunque por otro lado anciaba ver a Ivette aunque solo fuera para molestarla con su presencia. Disipando la tensión del momento empezó a sonar una melodía diferente en la que destacaba un instrumento parecido al piano, se escuchaba casi romántica, de pronto empezaron a formarse parejas que realetizaban sus pasos. Caden se giró hacia Ivette y estiró su mano haciéndole una invitación a bailar. Addie lo confundió y casi le da la mano, luego de escuchar a Caden pronunciar el nombre de Ivette retrocedió hacia atrás con un poco de vergüenza, en todos los eventos Caden solo bailaba con ella, Ivette empezaba a caerle mal. —Señorita Ivette, ¿me haría el honor de bailar conmigo? Pensaba rechazarlo, pero su madre le dio una mirada de advertencia, era bailar con Caden atenerse a un mes lleno de regaños, Eva y Gregor asumían que siendo amables con Caden podían obtener algún beneficio. —Claro, será un gusto—Dijo ofreciendo su mano. Lo demás caminaron hacia la orilla haciendo espacio para quienes iban a bailar. Caden se giró hacia ella y pasó un brazo alrededor de su cintura, acercándola, Ivette pasó sus brazos alrededor se su cuello, hasta que pudiera hablar bajo. —Me cae horrible— Dijo mientras fingía una sonrisa. —Eso es lamentable, a sus padres les caigo bastante bien— Había un total descaro en la voz de Caden. Era inútil, nada perturbaba la serenidad de este hombre, su vida era el sarcasmo y el descaro, parecía que ninguna palabra podía avergonzarlo. Ivette se balanceaba al son de la música, aún con la mano de Caden firme en su cintura. De preguntaba por qué le caía mal, no le había hecho nada, tal vez era su despreocupación y lo coqueto que había sido en el río, lo cierto es que tampoco se sentia incómoda a su lado, ni su tacto le parecía asqueroso. Suspiró mientras sintió sus fuertes manos contra su piel, sin pensarlo puso una mano en su pecho y sintió sus músculos, el la observó con un destello de fuego en sus ojos, por lo que ella se sonrojó y apartó su mano de inmediato. —Luce irresistible cuando pone esa cara—Dijo Caden con aquella sonrisa maliciosa. Ivette se sintió avergonzada, ¿Qué iba a pensar de ella? se había comportado como esas solteronas urgidas de matrimonio, Caden no le agradaba en lo absoluto pero por alguna razón lo que pensara de ella si le imporaba. —Ha sido sin querer, deje de mirarme así, con esa cara lujuriosa—Había espanto es la voz de Ivette. —No la he mirado de esa forma, quizas su problema está en que cuando desea algo cree verlo—dijo mientras se acercaba y le rozaba la oreja con los labios.
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