Capitulo Cinco

4032 Words
Sin darles más vueltas al asunto volvieron a la celebración, todo estaba más animado, los hombres estaban reunidos tomando vino y hablando de politica. No habia rastro de Marie, al parecer habia subido a su habitación a tener aquella conversación acerca de la noche de bodas, su madre era quien debía darsela. Gregor levantó la cabeza y observó a Ivette con un gesto imposible de descifrar. Era muy extraño que no se hubiese agarrado a golpes con Caden, conocía demasiado bien a su padre, estaba ocultando algo. —Quite esa cara, actua como si la llevarán a la horca por besarme. —No me lo recuerde, no fue chistoso que hiciera eso. —¿Qué hice?—Preguntó con descaro—. Yo le di un abrazo amistoso y usted sé abrazó a mi como un animalito indefenso, luego la besé para romper la tensión. Lo miró horrorizada, ¿estaba poniendo en duda que era una señorita decente? Addie fue hacia ellos acompañada de Anna, miraba a Ivette de una forma despectiva, cualquiera notaría que entre ellas estaba surgiendo cierta rivalidad. —Caden, tenemos que hablar. Estaba enfurecido con ella, habia actuado de forma infantil, pensaba nada le daba derecho a meter las narices en su vida. Que fuera por el señor Chadburn mientras que Caden besaba a Ivette fue algo que jamás le perdonaría, él no quería ningún tipo de compromiso, Ivette le atraia pero no hasta ese punto. —Lo haremos de camino a casa—. Dijo con un tono frío. Tanto Ivette como Addie se miraban como dos fieras a punto de atacarse. Ivette quería por un momento olvidar que era decente y arrancarle los ojos, cachetearla hasta dejar su rostro deforme, mientras que Addie tenía los mismos pensamientos. «Es imposible que me odies más que yo a ti» Pensó Addie al percibir la mirada acusadora de Ivette. Anna por otro lado no parecia darse cuenta de nada, sencillamente no entendía lo que pasaba y tampoco tenía ganas de hacerlo. —Señorita Ivette—Dijo Rossabel a su espalda. Rompiendo el contacto visual con Addie volvió su atenció hacia la chica. —¿Si? Rossabel se acercó hasta que solo Ivette pudiera escucharla. —Alguien quiere hablar con usted, supongo que ya debe imaginar que se trata de Dawson Miller, la espera en los establos. Su corazón se aceleró, sentía un nudo en el estomago, ¿Que le diría? Quería negarse a su petición, quería mandarlo al infierno y decirle que jamás la buscara pero tal cosa no era posible, aún quedaban cosas pendientes, sin duda hablaría con él, quería escuchar todo lo que tenía que decir, despues de todo le debía una explicación. —Vamos—. estaba decidida, por primera vez reunía valor para volver a verlo. Estando todos centrados en la celebración no notarían su ausencia, hablaría con Dawson y volvería en seguida a mantener las apariencias. De camino a los establos aún sentía ese nudo en el estomago, se preguntaba como sería estar de cerca con él, sentir su tacto, pensamientos que se disolvieron, aún sentía rabia hacía él, no ignoraría lo que pasó. Allí estaba, oculto detrás de una sombra, aquellos ojos no podian apartarse de ella, por más que quisiera negar, aún quedaba algo... muy dentro. —Estás tan hermosa como te recordaba, como has vagado en mi cabeza—. Con esas palabras se acercó, ella tragó saliva sin saber como responder, sus mejillas empezaban a enrojecerse. Tomando la iniciativa se acercó hacia él manteniendo el contacto visual. —Lo de mi apariencia es algo que ya sabía. Puedes empezar a hablar cosas coherentes o bien te puedes largar y no hacerme perder el tiempo. Hubo un repentino destello de fuego en sus ojos mientras parecia estar pensando en algo, su mirada reflejaba culpa, arrepentimiento, las palabras de Ivette habian sido como cuchillos afilados. —También estás diferente—. Dijo mientras apartaba el pelo de su cara, ansiaba tocarla aunque fuera por um segundo. —No siempre encuentras lo que dejas, aunque creas verlo así,— Queria herirlo con cada palabra, que le doliera haberse marchado— Necesito que empieces a hablar o tendré que volver adentro. —Se que debes odiarme pero las cosas no son como piensas, no me fuí por lo que pasó, sabes que jamás te haría algo así. Fui un tonto, pensé que jamás podría hacerte feliz, tu debias estar con un hombre que te merezca, luego me di cuenta que debía convertirme en ese hombre. Regresé unica y exclusivamente a recuperarte. Lagrimas rodaban por las mejillas de Ivette, aquellas palabras habían abierto una vieja herida que según ella estaba curada. —¿Como hago volver esa confianza que se perdió? —!Maldición Ivette¡ se que tu padre planea que te cases, yo no podría soportar verte al lado de otro hombre. Deja de lado el orgullo, permiteme demostrarte que lo nuestro es real, se que tu tampoco deseas casarte. El enfado y el dolor de su abandono ardian en su interior, no hizo nada para ocultarlo. Dejó salir toda su ira. Se le fue encima golpeandolo en el pecho. —Maldito, mil veces maldito, no tienes idea de todo lo que pasé y ahora regresas como si nada con palabras baratas esperando a que te perdone, eso si que es descaro. El sostuvo sus manos mientras lloraban juntos. La abrazó con fuerza, había amado a aquella mujer con toda su alma, no iba a renunciar a ella tan facil. Solo estaba enojada, sabia que también le queria. Irse fue lo más tonto que pudo haber hecho pero sirvió para abrir los ojos y solo fortalecer más sus sentimientos por ella, esta vez no la perdería, haría lo que fuese. —Debo regresar, si me ven contigo tendré problemas, y tú no vales un regaño de mi padre—. Dijo fríamente mientras se apartaba de él. —Promete que pensarás las cosas. Sin responder a eso, se marchó con Rossabel hacia el gran salón donde se encontraban todos, se preguntaba si aquellas palabras de Dawson eran ciertas, su corazón empezaba a debilitarse y tenia ganas de darle esa oportunidad que habia mencionado. Caden bailaba con Addie, aún en su rostro se podia notar incomodidad por lo sucedido, pero pretendía disimular. Le guiñó un ojo a Ivette mientras le daba la vuelta a Addie. Anna se acercó a Ivette. Esta se preguntaba que querría la menor de los LeBlanc. —Tu casa es muy linda, muy colorida todo lo contrario a la mia que tiene aspecto de funeral, todo gris, Caden prometió mandar a cambiar esa horrible decoración pero hasta ahora está sumergido en otras cosas. Addie no hace más que distraerlo. —Por lo visto son muy unidos. Anna se volvió hacia donde bailaban Caden con Addie. —Oh si, desde siempre han sido grandes amigos, Addie espera que eso se convierta en algo más. Y yo aveces creo que terminarán juntos, serían perfectos como pareja. Permanecieron en silencio la conversación estaba siendo incomoda, a Ivette parecia molestarle la relación entre Caden y Addie, no eran celos solo era un pequeño rencor hacia aquella chica que la había delatado. La siguiente semana fue un torbellino, Roger y Marie se habian ido a vivir a una propiedad que poseía Gregor en Lincoln. Enviaron cartas a su familiares sobre lo bien que era la vida allá, los habian recibido con mucho agrado, la comida y la gente era excelente. Caden estaba cumpliendo con lo acordado y todos los días enviaba rosas a Ivette, la idea es que Gregor creyera que había ganado. —¿Por qué solo envía rosas blancas?—. Preguntó Sophie con curiosidad. Ivette se preguntaba lo mismo, luego de haber conocido el significado de las rosas jamás las vería igual. Caden había dicho que las rosas blancas significaban perdón, inocencia y pureza, en su mente ninguna encajaba con ella. —No lo sé—. Inhalaba ese embriagador perfume que poseían las rosas, sostenía una en su mano mientras observaba su belleza, lucían tan delicadas que no le extrañaba que significaran pureza. Sophie llevaba varios minutos caminando de un lado a otro como si quisiera decir algo pero no reunía el valor, hasta que se decidió a decirlo, no se sentiría en paz hasta obtener una respuesta. —¿Como lo llevas? —¿Qué cosa?— preguntó con una gran confusión. —Ya sabes, lo de Dawson, que haya vuelto y encima de eso estuviera en nuestra casa. Recordó la conversación que tuvieron en los establos, había olvidado en lo obsulato su existencia. Ahora que Sophie lo mencionaba empezó a preocuparle. —Estoy bien. Sophie abrió los ojos como platos. —¿Estás bien? ¿Estás bien?— Aún no cabía en su cabeza esa respuesta tan ambigua que Ivette le había dado— regresa la creación de satanás que te hizo la vida miserable, ¿y tú dices que estás bien? esto es digno de pasar a la historia, tenia fe en que la loca de la familia era yo, de verdad que puse mis esperanzas en ti Ivy Chadburn. —Mostrar debilidad solo hace saber que te dolió, jamás verá una lágrima mia... jamás. Al hablar recordó aquel día. Con esa respuesta era más que suficiente para que Sophie cambiara el tema. —Sophie necesito que nos dejes solos—. Era la voz de su padre que acababa de entrar al salón de música donde se encontraban las jóvenes. Obedeció marchandose hacia el jardín. Se sentó al lado de Ivette mientras contemplaba las rosas. A decir verdad no le había enojado hallar a Ivette besando a Caden, era una buena oportunidad, emparejar a su hija con el heredero al condado era lo mejor que podía pasarle, Ivette solo le había dado un buen motivo para arreglar un compromiso. Con esta unión su economía sería estable, no estaban en banca rota ni nada por el estilo pero el negocio de vinos estaba un poco defectuoso, las exportaciones habian bajado. Caden sería la solución a todo. Ivette también se había preguntado por qué alguien con el carácter como el de su padre no había acudido a la violencia tras presenciar aquella acción con Caden. —Para no querer casarte te veo muy tranquila. Lo miró fijamente, no podían ser ciertas aquellas palabras. Sabía que eso de no querer casarse era totalmente cierto. —¿Como desea qué esté querido padre? Se levantó y fue hacía las ventanas, contemplaba lo hermoso del día. —Si te soy sincero imaginé un berrinche, creí que me vería en una situación donde debía utilizar la fuerza. Aún no me convence esta aceptación tan repentina, solo te diré que sea lo que sea que pienses no cambiarás mi opinión, te casarás a la llegada del otoño. —Justo por esto no tengo interés en hacer berrinche, se que tomaste tu decisión. Tomó su cara entre sus manos y besó su frente, estaba manipulando a su hija para lograr su objetivo. Darse cuenta de que Caden tenia un pequeño interés por ella la había convertido en el blanco de su padre. —Me alegra que lo comprendas, hago todo esto por ti, me lo agradecerás algún día. Y por cierto quedé en visitar a tu prometido, nos vemos luego. Pon esas rosas en agua o se marchitarán. Al terminar con aquellas palabras hipócritas se marchó, había dejado a Ivette con el corazón congelado. Desconocía a su padre, jamás hubiera pensado que la entregaría a un hombre que ni siquiera conocían bien, era la ambición de poder lo que lo hacia comportarse de aquella forma. *** Las paredes no dejaban ver hacia adentro, eran extremadamente altas, los LeBlanc eran celosos con su privacidad. —Buen día señor Chadburn, avisaré al joven que usted ha venido a visitarlo—. Era Blair, la joven cocinera. Gregor esperaba en el despacho de Caden mientras ella iba a por él. Observaba las decoraciones de las paredes detenidamente, no era un lugar cualquiera, era un castillo otorgado por el mismisimo rey de Inglaterra, como conde de wiltshire este le pertenecía a Caden que aún no había asumido el cargo pero pronto lo haría. Otra cosa que le extrañaba era por qué nunca habían cambiando el aspecto, toda la decoración era negra y gris. «Sophie se asustaría viviendo aquí». Pensó. Solo habia visitado aquella mansión dos veces, cuando murieron los padres de Caden y ahora que había asistido para hablar sobre el matrimonio. —¿Admirando nuestra decoración? A mi hermana le parece tenebrosa mientras que yo la veo fascinante, pero bueno, las mujeres quieren todo rosa. Caden estaba detrás, en el umbral de la puerta que conducía al despacho. El piso era de mármol, totalmente delicado mientras que las pareces y ventanales tenían aspecto gris, cristales oscuros que no permitían ver hacia adentro, los padres de Caden eran amantes a la arquitectura francesa así que hicieron pequeñas remodelaciones al castillo. Caden prefería que permaneciera así, la verdad no le importaba en lo absoluto, había vivido toda su vida en Francia, no sentía a Wiltshire Court como su casa, por el único motivo que había vuelto era para sumir su responsabilidad como conde, era algo que aunque quisiera no podía negarse. Negarse afectaría el futuro de Anna, solo por ella no había rechazado aquello. Su tío Artur había sido el administrador de todo hasta que Caden tuviera la edad y madurez para asumir el cargo, era hora de tomar las riendas. —¡Oh si! la decoración es exquisita, aunque concuerdo con su hermana de que resulta un poco tenebrosa, ya es hogar de una señorita, debería complacerla y hacer algunos cambios. —Lo tomaré en cuenta—, Dijo Caden mientras iba hacia el escritorio y señalaba el asiento de en frente— sientese por favor y digame de qué desea hablar, se que tiene que ver con su hija, pero adelante. —Está usted en lo cierto. Solo venia a decirle que tenemos pactado que nuestra hija se case en la temporada de otoño, es una costumbre que tenemos con las hijas, pero si usted tiene algún inconveniente con gusto lo escucho. Caden lo analizaba con la mirada, la tranquilidad de este hombre le daba mala espina, cualquiera lo abría desafiado a un duelo, sin embargo el pareció alegrarse de lo sucedido y decidió el compromiso así, sin más. —¿Qué me garantiza que esto no fue planeado, y usted usó su hija para forzar un compromiso conmigo? tengo varias razones para pensar así, soy el futuro conde y hombre más importante de la región, hay motivos de sobras para querer emparejar su hija conmigo. —Sus motivos no me importan, deshonró a mi hija y ahora le cumplirá. Lo he Observado desde el primer dia, usted ha tratado de llamar su atención y ella no hace más que ser grosera, mi Ivette no es el tipo de mujer que busca a un hombre, ella atrae como un imán. —Solo le comentaba mis inquietudes, tengo honor, si quisiera romper este absurdo compromiso ya lo hubiera hecho. Usted sabe que tengo el poder y los medios para hacerlo. —Fue bueno verlo, me alegra que hayamos quedado en un acuerdo—. Una sonrisa bastante forzada se curvó en sus labios. Con esas palabras se despidió y salió hasta donde esperaban sus sirvientes en un carruaje para devolverlo a casa. No le importaban las sospechas de Caden, no se echaría atrás tan fácilmente, se casaría con Ivette aunque tuviera que arrastrarlo hasta el altar. No dejaría que un pilluelo lo intimidara por grande que fuese su cargo. «Mi hija no se quedará así, mi economía tampoco». Pensó. Luego de haberse retirado el señor Gregor Caden se quedó en el despacho pensando en lo descabellado que habia sido aquel plan con Ivette, su padre iba en serio, sería muy difícil idear un plan para romper aquel compromiso, salvo que usar su poder como futuro conde. —¿Qué tanto piensas hermano mayor?—. Anna iba con un poco de té para Caden, acostumbraban a desayunar juntos y platicar, tenían una relación muy buena como hermanos, aveces Anna acudía a él cuando necesitaba algún consejo. Caden nunca lo había hecho, siempre iba con Addie cuando se sentia inquieto. —Esta vez soy yo quien necesita que lo orientes, hice una tontería, creo que es la mayor que se me ha ocurrido. —Te escucho—. Tomó asiento donde hace unos minutos estaban el señor Gregor, y puso la bandeja en la mesa. —El día que estuvimos en casa de los Chadburn, ya sabes en la boda de tu amiga Marie. Ese día seguí a la señorita Ivette hasta el jardín, ella lloraba desconsoladamente, yo quise abrazarla y decirle que todo estaba bien pero una cosa llevó a la otra y la besé, un beso bastante fuera de lo decente. El fin es que Addie avisó al señor Gregor y este insiste en que me case con Ivette. Yo le propuse fingir que estamos de acuerdo, pero hoy me di cuenta que esto va muy en serio. Anna estaba sorprendida, siempre había tenido una imagen muy ruda de su hermano, jamás lo habia imaginado siendo tierno con jovencitas y menos tratando de consolarlas. Algo que le resultó muy gracioso fue que no quisiera entrar en detalles con lo del beso. —Dime algo hermano, se que tú no eres el tipo de hombre que maltraría a una mujer pero... ¿Me obligarias a casarme con alguien a quien a penas conozco y no sabes si me hará feliz? ¿Como te sentirías si me ves llorar por algo así? Anna tenia razón. —Te juro que pensé todo eso, sabes bien que jamás permitiría que seas infeliz. No me gusta abusar del poder pero, ¿crees que la haría feliz si rompo esta farsa? Su padre no podría contra la voluntad de alguien superior y ya sabes lo que usaría como pretexto. —Me parece perfecto, además no puedes casarte, ¿se lo dijiste verdad? No había tenido oportunidad de contarle aquella parte a Ivette, de todas formas el compromiso era una farsa y seria un imposibilidad llevarlo a cabo. —Si, al contarle de mi plan también le dije que no puedo casarme—, Mintió él— te pido que seas discreta, no comentes esto con Addie. —Se que no debo hacerlo, nunca habias hablado así conmigo, por lo tanto supongo que esta vez no podías tratar el tema con ella. —Gracias—. Otra vez volvió con ese semblante de persona con pocos amigos, se sentía raro contarle sus inquietudes a su hermana, aún era una niña, no entendía como podía comprenderlo tanto. Mañana iría a casa de Ivette y hablaría con su padre, le daría fin al compromiso que desde el principio estuvo mal, no sería participe de arruinar la vida de alguien. —Me gustaría acompañarte, ¿crees que se pueda?— Anna tenia curiosidad por volver a aquella casa. —Claro, solo debes estar lista a tiempo, sabes lo que pienso de esperar mucho. La joven cerró la puerta al salir. Sus palabras habían hecho que Caden fuera empatico con Ivette, estaba decidido a ayudarla. Addie llevaba días sin dirigirle la palabra a Caden, se encontraban en la cena pero ella no le dedicaba ni una mirada, estaba enfurecida, y con sus razones. Sentía que Ivette le robaba algo. *** —Dijo que estuviera lista a tiempo y ahora es él quien parece señorita a punto de hacer su presentación en sociedad, en fin, mi hermano—. Anna le hablaba al sirviente que iba al frente del carruaje, el encargado de conducir los caballos en el camino, este se quedaba inmuto, no opinaría nada sobre Caden, solo la escuchaba con ganas de reirse. —Tu puntualidad me sorprende, acabasde ganarte nuevas joyas. ¡Buen día! Corrió hacia él y le dio un fuerte abrazo. —Buen día hermano, ¿A donde tan guapo? Los dos rieron. Subieron al carruaje, Anna se sentó de lado de la ventana, quería ver todo con más calma. —Estás haciendo lo correcto, creeme. También te evitarás un problema. Permanecía en silencio, pensaba en las palabras que le diría al señor Chadburn, sería ser firme y le dejarle claro que ningún chantaje cambiaría su decisión. Al cabo de un rato estuvieron en la puerta principal de la mansión Chadburn, los sirvientes los ayudaron a ponerse cómodos. Había sido una visita improvisada, nadie sabia que estaban ahi, ni siquiera Gregor. —El señor está cazando, no tardará en llegar, puedo avisar a sus hijas que están aquí—. Dijo Rossabel con educación. —Prefiero que no les avise, me daré una vuelta por el jardín y prefiero hacerlo solo. ¿Vienes conmigo Anna? —No, prefiero quedarme aquí, y que la joven me de un poquito de agua—. Miraba fijamente a Rossabel, nunca había visto una criada tan hermosa y sobre todo que no lucia como tal, su ropa estaba en perfectas condiciones. Caden se levantó y fue hacia el jardín. —¡No puedo... quieres hacer eso! Las voces se escuchaban distorsionadas, estaban un poco lejos de Caden, eran Ivette y Sophie quienes estaban en una pequeña mesa en el jardín desayunando. Quiso acercarse sigilosamente, parecia interesante aquella conversación, no acostumbraba a eso pero esta vez sintió un impulso. Se sitúo detrás de unos arbutos. ¡Qué hermosa estaba Ivette aquella mañana! llevaba el pelo recogido, con algunos adornos de flores de plata en su pelo. —¿Lo amas?—. Dijo Sophie con la boca llena. —Aveces piensas que olvidaste y el amor solo está en un rincón de tu corazón, descansando. Caden sabía que no trataba de él, en seguida pensó en ese hombre que fue a la boda y en las palabras de Ivette sobre la persona que habia destrozado su vida. Se trataba de él, Ivette estaba enamorada de aquel hombre. —¿Qué hay de tu trato con el señor Caden? —¿A quien le importa ese idiota mujeriego? nunca me enamoraría de alguien así, deberia tomarle la palabra a Dawson y escaparme con el, toda la responsabilidad quedaria sobre Caden y yo muy feliz lejos de aquí. Algo cambió en Caden, el iba dispuesto a ayudarla y ella pretendía huir y dejarlo en ridículo. «Te enseñaré a jugar sucio pequeña fingídora, debí parecer un idiota tratando de hacerte sentir mejor» Se dio la vuelta en total silencio, regresaba hacia la casa. Anna permanecía donde la había dejado pero esta vez conversaba con el señor Gregor. —Sabe usted mucho de arte francés—. le decía Gregor a Anna. —Debemos hablar de inmediato. Anna puedes ir al jardín con las hijas del señor Chadburn, en cuanto tengamos esta conversación nos iremos. Anna miró sus ojos, no parecía la misma persona con la que había hablando el día anterior, esta vez parecía aquel descarado que solía ser en Francia. Conocía bien a su hermano, si no salia cuanto antes de allí le elevaría la voz que hasta en Londres se escucharía el eco. —No esperaba una visita tan rápida, ¿en qué puedo ayudarlo? —Quiero casarme con Ivette lo más pronto posible, esa acostumbre de otoño es la de ustedes no la mía, asi que quiero desposar a su hija en dos días, pronto asumiré mi cargo como conde y necesito una esposa a mi lado que me de hijos. De no aceptar debo decirle que romperé todo compromiso, se que sus negocios no van del todo bien, yo podría cambiar eso. Gregor estaba confundido, ¿que demonios le pasaba a aquel hombre? El día anterior no le importaba esperar para casarse y ahora le pedía casarse en dos días y como si fuera poco también ofrecía su ayuda. Todo estaba saliendo mejor de lo esperado. —No será problema, en dos días se casa entonces. —Quiero algo muy, muy privado, ni siquiera mi hermana estará presente. Espero que usted comprenda el concepto, que solo haya personas necesarias allí.
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