Capitulo Seis

3175 Words
Gregor aún estaba absorto en sus pensamientos, no entendía aquella repentina decisión de Caden. Se preguntaba si habían motivos ocultos, quería solucionar lo de su negocio, pero tampoco era tan desalmado para entregar a su hija así como si nada. —¿Puedo saber a qué se debe este cambio de planes? Ayer dudaba y hoy quiere casarse lo antes posible. Lo miró directamente a los ojos mientras pensaba en darle una respuesta convincente. Aún estaba furioso por lo que había escuchado en el jardín, pero permanecer sereno sería lo más adecuado si quería convencer al señor Chadburn de que todo iba bien. —Usted lo dijo, desde el principio mi interés por su hija ha sido evidente. Solo no quiero que corran los rumores de lo que pasó en su jardín, y si pasa que ya estemos casados. Las palabras sonaban tiernas pero el rostro de Caden no tenia ese aspecto, dijo aquellas palabras como si lo estuviesen obligado. Tampoco le hacia feliz casarse con Ivette, solo quería hacerla sufrir, se creía muy mala pero él jugaría mucho mejor. —Muy lindo... pero esa explicación no me convence. —Bueno, no quería tener que decir esto, pero usted no deja opción. Se bien lo de su hija con ese tal Dawson, a menos que quiera tener a una solterona deshonrada empiece a hacer lo que le digo. Le estoy haciendo un favor, sea agradecido y no me cuestione, mis motivos son lo de menos. Tenía razón, Ivette no tenía muchas opciones en esos momentos. Si alguien se enteraba de lo que pasó en el jardín no la aceptaría como esposa, solo él podía hacerlo. Gregor asintió con la cabeza, de inmediato enviaría un mensaje al padre, solo necesitaría de la presencia de él y Eva. —Que conste que así no es como queríamos que fuese la boda de nuestra hija. —Usted lo que quiere es alardear de que su hija será condesa, podrá hacerlo, pero no en mi boda—. Caden tenía un tono drástico, sus planes no eran que Ivette se sintiera especial, y también tenía otras razones para desear algo muy intimo. El señor Chadburn no tuvo más remedio que aceptar, no estaba en posición de negarse, necesitaba este matrimonio y la ayuda que vendría con él. —Que así sea entonces. —Solo tengo algo más que decir—, Centró toda su atención en Gregor, quería que prestara mucha atención a aquellas palabras.— Su hija tiene una loca idea de querer escapar, asegúrese de que eso no pase, luego de que sea mi esposa eso no será preocupación. Pase feliz resto del día, debo volver a casa, tengo asuntos que atender. —Digale a mis hijas que solicito su presencia. Salio hacia el Jardín y fue a por Anna, que estaba sentada junto a las chicas. Reían a carcajadas, menos Ivette que se levantó de la mesa y camino hasta donde se encontraba Caden. —¿Ya pudo sacarle esa absurda idea a mi padre? Espero que esto que hablaron sea la solución, no sé como podría agradecerle, no sabía si confiar en usted pero ha demostrado tener palabra—. Ivette estaba ajena a lo que sucedía, pensaba que Caden había ido a romper el compromiso, estaba feliz, no tenía ni idea de lo que se avecinaba. —Solo espero que le agraden las sorpresas. —¿Bromea? es la mejor sorpresa que he recibido esta año, disculpe por todo lo sucedido, sus intenciones eran ayudar—. Aún no había entendido el sarcasmo. —Tiene razón, lo eran—. La dejó con la palabra en la boca y continuó caminando en dirección hacia Anna. Ivette lo siguió. —¿Por qué me deja hablando sola? No volteó siquiera a mirarla, solo continuó caminando, a lo que pensaba que responder, estaba enfadado, quería que Ivette se hiciera ilusiones y que luego su padre le soltara la noticia. —Disculpe, es que yo no tengo nada más que decir. Caden no solía ser tan descortés, era extraño que no estuviese coqueteando con ella. —Ya que todo esto se terminó, ¿dejará de frecuentar mi casa? Estalló en una carcajada carente de humor, quería decirle él mismo que a penas era el principio, quería ver su cara cuando supiera que se casarían en dos días. Ella lo miraba confundida, ¿habia dicho algo estúpido? por primera vez estaba siendo amable y despreciaba el gesto, mientras caminaba a su lado el parecía no notar su presencia, el aire están cargado de tensión, hasta que Ivette decidió romper el hielo, pensaba que tal vez con lo que le diría volvería a ser como antes. —Me equivoqué con usted, creo que podríamos ser amigos. No acostumbro a socializar con nadie, así que ya podrá entender mi actitud con usted al principio, suelo ser solitaría. Volteó hacia ella quedando frente a frente, mirándola a los ojos le respondió cortante. —Creo que eso no será posible. Por cierto su padre solicita que se presenten usted y su hermana en su despacho. Ella detuvo el paso. Anna se despidió de Sophie con aquel saludo típico de Francia, un beso en cada mejilla, caminó hacia Caden. —Me alegro de que hayas hecho esto, era lo correcto. ¿Nos vamos ya? —Si—. Fue todo lo que respondió. Sophie se dirigió hasta donde estaba Ivette, ambas caminaron hacia la salida acompañando a los hermanos a subirse a su carruaje. —Fue encantador verte otra vez Anna, esperamos que nos visites pronto—. Dijo Sophie con una sonrisa. —Lo mismo digo, en cuanto arreglen algunas cosas pueden venir a visitarme. Y así partieron hacia su casa, Caden iba en total silencio, sentía algo de arrepentimiento por haber decidido en medio de un arrebato. Por otro lado solo pensaba en lo hipócrita que era Ivette, sus palabras no podían tener sinceridad, no si pensaba irse con otro hombre y dejarlo en ridículo. Tanto Ivette como Sophie fueron en seguida al despacho, su padre sostenía un pluma en las manos, parecía que acababa de escribir una carta pero no había rastro del papel, tal vez lo había mandado con aquel sirviente que iba saliendo cuando ellas llegaron. —¿A quien esperamos?—. dijo Ivette con curiosidad. —A tu madre, no debe tardar. Como si la hubiesen llamado con el pensamiento, Eva entró al despacho con un pequeño espejo con marco dorado, siempre solia estar mirando si ya le empezaban a salir arrugas. —Sientense por favor, lo que diré es breve pero preferiría que estén sentadas. Haciendo caso a su mandato las tres tomaron asiento. A Ivette le sudaban las manos, esperaba una ola de regaños porque Caden había roto el compromiso, estaba pensando en que le diría a su padre, trataría de calmarlo y decirle que se casaría ese año, solo no quería sentirse presionada. —Seré directo—, hizo una pausa y luego miró a Ivette con lástima— el señor leBlanc ha venido porque desea que se apresure el curso de las cosas, pronto asumirá el cargo de Conde y quiere que para ese entonces Ivette sea su esposa, en dos días se casarán, ya envíe una carta avisando al padre. La noticia fue como una golpe en la cara para Ivette, tenia que ser una broma pesada de su padre, Caden le había dicho en el Jardín que todo se había arreglado, estaba muy serio cuando lo dijo. Jamás imaginaría que el motivo de su visita sería este. Tal vez por eso fue aquella carcajada, sabía que las cosas no terminarían allí. «Maldito desgraciado sin palabra». Pensó. —Querido esposo, ni siquiera hemos hecho invitaciones, no se han encargado vestidos, en dos días no tendremos todo eso. Tienes que decirle que no se puede tan pronto. —Las invitaciones y vestidos nuevos no harán falta, será algo muy privado, ni Sophie podrá presentarse, solo tú, el padre y yo. Y los novios por supuesto, Ivette puede usar cualquier vestido, tiene tanta ropa que un año no alcanzaría para usarla toda. No sabia que decir, no tenia sentido pensarlo o discutirlo, su padre había tomado una decisión, y sus decisiones se caracterizaban por ser definitivas. Le dolía el pecho por una sensación de vacío desgarrador, era como si alguien hubiese atravesado su corazón con una flecha. Se hizo un breve silencio. —Vas a entregarme en manos de un hombre que a penas conoces, al menos deberían estar mis hermanos presentes, mande una carta a Roger, así él estará presente cuando cierre el negocio—, empezaban a correr lágrimas por sus mejillas— Ah perdón, que es mi boda, es que parece más un negocio. Vendes a tu hija a cambio de que tu negocio se expanda, bien jugado. —Nada de esto estaría pasando si no hubieras accedido a ver ese maldito de Dawson Miller, me parece que ese es el motivo. Ni te atrevas a negarlo porque desde el día de la boda de tu hermano lo supe—. Gregor estaba enfurecido, había contenido sus deseos por cachetear a Ivette. Dio unos pasos hasta quedar de frente con su padre, tomo su cara entre sus manos. —Te equivocas padre, nada de esto estaría pasando si tu ambición no te hubiera cegado. No puedes obligarme a hacer esto, la iglesia ha decretado que ninguna mujer sea forzada al matrimonio, prefiero escapar y vivir en pecado con Dawson. Consumido por la ira le dio una bofetada. —Si se te ocurre escapar te encontraré y enviaré a la abadía de Barking, prefiero que vivas toda tu vida encerrada a tener una hija descarriada, mi familia nunca ha sido avergonzada, tú no serás quien cambiará eso. Te casas y fin de la conversación, ahora desaparece de mi vista. Se fue corriendo hacia su habitación, Sophie también lloraba, decidió seguirla, no abandonaría su hermana, sabía todo lo que le había dolido aquello. Su padre había ido muy lejos, su sed de ganar fama en otros lugares había traspasado los límites, se preguntaba si con ella también sería así. Entró de prisa a sus aposentos, ni siquiera se preocupó en poner seguro a la puerta, solo se derrumbó en su cama a llorar. ¿Por qué Caden le había mentido? ¿Que ganaba cansándose con ella? No comprendía nada, el era superior a ella en cuanto al estatus económico, lo debido era casarse con la hija de algún duque. Sophie se unió a ella junto a la cama, la abrazaba y acariciaba su pelo, no encontraba las palabras para aquel momento, solo abrazarla. —Todo estará bien, yo estaré contigo. Levantó la cabeza para mirar a Sophie, tenia los ojos enrrojecidos al igual que su cara, lucia derrotada. —¿Estará bien estar unida toda la vida junto a un hombre que no despierta nada en ti? La abrazo aún más fuerte, la verdad no había palabras de consuelo ante aquella situación. —Debo verlo, si le pido que haga que mi padre cambie de opinión lo hará, ha sido gentil conmigo, solo debo pedirselo amablemente. Sophie la miraba con preocupación, hasta ella habia notado algo que Ivette no, Caden ya no parecía el mismo hombre insistente de la feria, o la boda de Roger. Parecía más al antisocial que Marie había descrito aquel día durante su paseo por el pueblo, no quería decirlo, eso empeoraría las cosas. Aunque no había solución, tampoco quería que Ivette saliera corriendo despavorida. —Mi padre no dejará que salgas, ya expusiste tus deseos de querer escapar, te aseguro que a estas alturas ya todos los sirvientes saben que no deben dejarte salir. El día habia parecido eterno, no tenía ganas de nada, ni siquiera habia bajado a la mesa. Tenia los ojos inchados de tanto llorar. Su padre asumió que todo se trataba de un chantaje, no se moriría de hambre, solo buscaba mortifircarlo, no lo conseguiría. Sophie tampoco había querido cenar. —Mañana debo comprar algunas cosas, Ivette me acompañará. Aún estaba enfurecido por el comportamiento de Ivette en la mañana. —¿Y arriesgarme a que Ivette intente escapar? No. Puedes llevar a Sophie, Cuando Ivette vuelva a salir de esta casa será como la esposa del futuro conde. —¿Acaso dices que no puedo controlar a mi propia hija? Has sido un egoista, es normal que reaccionara así, al menos dame un momento con ella. —Ese tono conmigo no va, has el favor de dejarlo. Puedes llevarla, pero si hace una locura será tu responsabilidad. *** El día estaba nublado, por las ventanas se colaba un aire tan frío como si hubiese nieve. Ivette estaba despierta pero parecia desconectada de la realidad, aún creía que lo del día anterior había sido un sueño, no quería levantarse de la cama, quería quedarse ahí todo el día. Alguien llamó a la puerta, era Rossabel que a lo mejor iba a vestirla. —Puede pasar. No se había equivocado, la joven llevaba la ropa que usaría ese día, detrás de ella estaban otras dos criadas que llevaban agua para llenar la tina. Sin ganas de nada se levantó, y se metió a la tina. Rossabel lavaba su pelo, estaba un poco grasiento. Solo los sirvientes podían ver a sus amos desnudos, ¿Irónico no? Tomo una esponja y la empapó de aquel jabón perfumado que Ivette solía amar, pero ella ni siquiera pareció notarlo, estaba distraída, dejaba que Rossabel hiciera todo el trabajo. «Tendrías que verte como yo lo hago, ninguna palabra basta para describirte... Ni siquiera perfecta». Pensó Rossabel al ver su cuerpo desnudo, esa piel tan pálida y sin ninguna mancha. Aquellos labios, todo en Ivette era perfección, le dolía no poder expresar lo que sentía, se habia enamorado de ella desde el momento que llegó a su casa. Se echó hacia atrás a lo que Rossabel pasaba la esponja por su pecho, al llegar a su abdomen soltó la esponja y pasó sus manos muy cerca de su sexo, con rapidez la retiró, se había dejado llevar, nuevamente volvió a tomar la esponja y la frotó en sus senos, sus pezones estaban endurecidos, tal vez era por lo fría que estaba el agua. Maldita sea, tenia ganas de besarla. —¿Sabes algo de sufrimiento?—. Dijo Ivette con los ojos fijos en el agua. Rossabel pareció sorprendida, Ivette nunca solía hablar con ella. —Creo que ver al amor de tu vida perdiendo el tiempo con alguien que jamás le va a corresponder, cuando tú has estado ahí dispuesta a dar todo, es el peor de los sufrimientos. —Creo que esa persona es un ignorante si no te corresponde—. Dijo sosteniendo las manos de Rossabel entre las de ella, luego de unas miradas intensas la soltó, las cosas empezaban a parecer raras. Ojalá supiera que se trataba de ella. —Su madre desea que la acompañe a comprar algunas cosas, por eso he venido tan temprano. Fue una sorpresa escuchar aquello, pensaba que no la dejarían salir, era la ocasión perfecta para ir a casa de Caden y pedirle una explicación, estaba confundida. Se levantó de la tina y cogió dos toallas, usó una para secarse el pelo. Se había vestido a toda prisa, no le importaba mucho su apariencia en ese momento, solo se había hecho una trenza, saldría así mismo. Su madre esperaba en el patio, ya estaba en el carruaje, las compras serian rápidas, el trayecto también. Subió y se sitúo junto a su madre, apoyó la cabeza en su hombro, hacia eso cuando era niña y se sentía asustada, Eva le acariciaba el pelo, también sentía pena pero si lloraba solo le daria más inseguridad. —Te quiero mi niña. Permanecieron abrazadas en todo el camino, hacia mucho tiempo no estaban así. Sintieron el carruaje detenerse, habían llegado a su destino. —Solo daré un par de vueltas, puedes venir conmigo o puedes esperarme y dar un paseo. Tu padre dice que puedes escapar, pero yo confío en que no me harás eso. Si se quedaba allí tendría oportunidad de ir hasta donde Caden, era la oportunidad perfecta. No escaparía, sabia que las consecuencias serían para su madre. —Daré un paseo, Rossabel estará conmigo. Le dio un cálido abrazo y luego se marchó. Dejándolas cerca de unas ruinas, parecia una casa quemada, solo quedaban restos de las paredes. —Iremos a casa del señor Caden. —No está bien que usted frecuente la casa de su prometido, más si se casarán mañana, se podría malinterpretar. Se acercó más hasta que solo ella pudiera escucharla. —Iremos a pie, y usaremos capas, no llamaremos la atención. Miraba fijamente el lugar donde estaba Ivette, o tal vez no era a ella a quien observaba. —No será necesario, el señor LeBlanc está justo detrás de usted, no voltee ahora porque esta mirando hacia acá. —¿Estoy guapa? ¿Debí soltarme la trenza? —Eso ya no importa, está caminando en nuestra dirección. La curiosidad la torturaba, quería disumular pero a la vez quería verlo. —Buen día señoritas. Dejando las cortesías a un lado, solo quería hablar con él a solas, hizo un gesto con la cabeza a Rossabel para que la diera un poco de privacidad. —¿Fue tentado por el diablo? Creí que teníamos un trato. Se está comportando como alguien sin honor, faltó a su palabra. Ignorando por completo lo que decía Caden la miró de pies a cabeza. —Yo también creí eso. —Por favor, exijale a mi padre que desista de esta locura, no puede hacerme esto, usted dijo que me ayudaría. —¿Recuerda aquel dia en la feria, donde solo le pedí que tratara de ser un poco más amable y me dejó en ridículo? Trate de recordar cuales fueron sus palabras. Lo miró confundida, no podía ser cierto que guardara rencor por algo que pasó al principio, pero haciéndole caso recordó sus palabras las cuales salieron solas de su boca. —Abandone sus intentos por agradarme, todos van a fracasar. ¿Qué tiene que ver con esto? Dio un paso más hasta tenerla contra la pared, Ivette tenia la respiración entre cortada. Caden parecía otra persona. Con voz ronca musitó casi las mismas palabras. —Abandone sus intentos por convencerme de hablar con su padre, todos irán directo al fracaso. Mañana será mi esposa y es todo lo que tengo que decir. Ella puso una mano en su pecho, del lado donde se sentían los latidos de su corazón que palpitaba con rápidez. —Es un monstruo, se hizo la víctima amistosa conmigo para luego salir con esto—, presionó su mano contra su pecho con fuerza— No le late un corazón, tiene una maldita piedra palpitando en ese oscuro vacío. —Se equivoca, yo nunca he sido victima, el papel de detonador es más interesante que solo llorar o quejarse, señorita Chadburn, o debo decir, ¿Futura esposa?
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