Capitulo Diez

3418 Words
Los dias en Wiltshire Court estaban siendo mejor de lo que esperaba, los sirvientes la querian mucho, Caden le hablaba más, a la hora de acostarse no habia mucha conversación pero su relación estaba mejorando, comparada a como era al principio. Se estaba dando la oportunidad de conocerla, era muy diferente a todo lo que habia escuchado sobre ella. Addie también había hecho sus investigaciones. —Necesito que seas más habil, si hicieras todo tal y como te digo ya hubieses terminado, inutil—. Addie le gritaba al chico que la ayudaba con el jardín. Todo la ponia de mal humor, Caden y ella estaban distantes, le habia dicho que queria tratar de arreglar su matrimonio, eso implicaba las confianzas con Addie. Ya le habia enviado una carta a su padre, le pedía ayuda para anular el matromonio de Caden, habia pasado un mes y ellos aún seguían comportansose como extraños, no se creia aquel cuento de que habían consumado el matrimonio. Dejando el jardín subió a su habitación. Ultimamente Anna casi no estaba en casa, todas las tardes salia a pasear, lo raro es que no iba con una acompañante. Ivette se la pasaba en la biblioteca leyendo libros que Anna le había recomendado. Caden tenía tantas ocupaciones que solo llegaba a dormir, tampoco pasaba mucho tiempo en casa. En ocaciones Ivette lo extrañaba, aveces solia contarle la historia de sus padres y el castillo, era lindo escucharlo hablar tan bien de su familia. Estar acompañada de Rossabel era lo unico que la entretenía, Caden había mandado a traerla. Con ella Ivette se acostumbraría mejor a la vida en el castillo. Se emocionó mucho al verla. Una tarde llegó una carta, Arthur habia sido el primero en leerla, lo que decia le habia dejado asustado. El padre de Addie estaba avisando que ya habia solicitado al vaticano la anulación del matrimonio, con sus influencias no tardarían en darle respuesta. Se la dio a Caden... La carta no contenia ningún saludo, estaba dando a notar su desagrado. «En nada te pareces a tu difunto padre, él si era un hombre de palabra. aunque yo mismo tenga que hacerte enviudar antes de tiempo te casarás con mi hija y cumplirás con lo acordado. Lo que acabas de ignorar es algo que estaba pactado antes de que tuvieras conocimiento, te convertirás en un hombre y le responderás a mi hija, el solo hecho de casarte con la hija de un comerciante de vino es humillante. Nos veremos pronto, espero que mi hija sea bien tratada. No se despidió, toda la carta estaba sujeta a amenazas, habia desatado su furia en aquellas palabras. —¿Qué le responderás?—. Arthur estaba preocupado, el padre de Addie tenia fama de conseguir las cosas a cualquier modo. —No le haré esto a Ivette. —Sabía que sentías algo por ella. —No es eso, era tu voluntad que me llevara bien con ella, ahora no salgas con eso—. Tartamudeaba, las palabras de su tio lo habían puesto nervioso. Se acercó de unas zancadas, que terco era su sobrino, habia conocido a Ivette, era igual de terca, si acaso sentía algo jamás lo diría, aquel matrimonio empezó como un juego a quien tiene más orgullo. Sería dificil que alguno diera su brazo a torcer. —En el fondo querias hacerlo, mi petición solo te impulsó. Si sabes que podias negarte, ¿verdad? —. Los nervios que Caden trataba de disimular eran cada vez más evidentes. Ignorando por completo la pregunta de su too salió del despacho, necesitaba despejar su mente, pensar en una solución para aquella tontería, por una parte lastimaría a Addie nuevamente, y por Odra dañaría a Ivette de la peor forma, al menos Addie tenia opción, solo insistía en estar con él por su orgullo herido. La discordía entre Addie e Ivette era algo que aumentaba dia por dia, no se dirigían la palabra, solo fingían llevarse bien si había alguna cena con hacendados y personas importantes, fuera de eso ni siquiera se dedicaban miradas. Ivette contemplaba la hermosa vista que tenía desde su habitación, agradecía a Dios porque Caden no era el monstruo que ella pensaba, su matrimonio estaba siendo tolerable. —La señorita Sophie ha venido, ¿la hago subir o desea usted ir a ella?—. Preguntó Rossabel mientras miraba a otro lado. Volteó antes de responder. —Que suba, poe favor, desearía tener privacidad con mi hermana, Addie están en cada rincón escuchando platicas que no le incumben—. Se giró nuevamente hacia la ventana. Rossabel se retiró a buscar a Sophie. Algo en ella habia cambiado, desde que Ivette se casó perdió toda esperanza, conocía más que ella, a estas alturas ya había sido poseida veces incontables, o al menos eso pensaba. Fantaseaba con tenerla, que ahora fuera de otro mataba todas sus fantasias, se habia hecho la idea de que no existía posibilidad de que así fuera. —La señora espera—. Se sentía raro referirse así a Ivette. Sophie se levantó y la siguió, iba acompañada por una nueva chica más o menos de su edad, era algo timida pero el lado de alguien como Sophie no era lugar para ser timido. —¡Oh hermana! Estás tan hermosa, estar casada te sienta bien. La miró incredula, hablaba como si ella tuviese el matrimonio perfecto, esa palabra solo la hacía pensar en Roger y Marie. Se dieron un abrazo fuerte, hacia mucho no compartían tiempo juntas. —Te vez palida—. Ivette acariciaba su rostro y lo obserbaba detenidamente. En los ultimos dias Sophie había estado un poco enferma, a Ivette no le habían avisado para no preocuparle. —Hablemos de tí — Se sentaron al lado de la ventana— Marie está en cinta, la proxima eres tú. Casi se ahoga con su propia saliva. —¿Qué? No sabes lo que dices, es muy pronto para saber algo así —. Aquello era imposible, solo habia pasado un mes. —No seas tonta, escuché parte de la conversación con la señora Jones, Marie ya estaba en cinta antes de casarse, naturalmente en nuestra familia negarán que asi haya sido, lo importante es que sabemos. Le impresionaba con la tranquilidad que hablaba Sophie, si supiera como se engendraba un bebé, estaría espantada. —Mi madre sabía —. Todos sabían, menos ella. Sophie la miró fijamente, se veía algo cambiada, ya no llevaba los mismos peinados, no diría nada de sonreir porque su hermana no era alguien a quien le gustara reirse mucho. —Dime, ¿Qué tal van las cosas con tu marido? —Nos estamos llevando bien, tenemos una buena amistad. ¿Amistad? escuchar aquello le resultó absurdo. —Bien, supongo que es totalmente normal que lo unico que tengas con tu marido sea una amistad —. Abrió los brazos e hizo un gesto con la boca. Ambas querían echarse a reir, Sophie no había cambiado nada. —Es un buen comienzo —. Dijo mientras ponia una mano en el hombro de Sophie. La sonrisa en su rostro cambió a una expresión de preocupación, no sabía si con decir aquello le hacia daño o la tranquilizaba. —Antes de que me arrepienta debes saber algo —. Tomó sus manos entre las de ella y se acercó a una distancia que todo lo que dijera solo pudieran escucharlo ellas dos. —Habla, por Dios, terminarás matandome de curiosidad —. Tanto misterio la hacia entrar en medio de la desesperación. —Dawson no deja de acosarme para que lo ayude a hablar contigo, dice que hay cosas importantes que deben hablar, por supuesto no le creo, tu tampoco, ¿Verdad? Ignoró su pregunta, estaba pensativa, sentia un poco de emoción por saber que Dawson la tenía pendiente, pero a la vex sentía miedo de que en sus intentos por verlas causara un problema con Caden. El castillo estaba bien vigilado, penetrarlo sería dificíl. Pero Dawson no existía la palabra dificil. —¿Hablas en serio? Sophie le lanzó una mirada asesina, en su voz notó cierto entusiasmo. —Si, hablo tan en serio como que estás loca si piensas acceder a verlo poniendo en riesgo muchas cosas que el nunca te dará. Le dirigió una mirada de incredulidad. —Sophie, nunca dije que sacrificaría nada, solo me da curiosidad. Estos muros son impenetrables, puedes estar segura de que no entrará aquí —. Sus palabras eran para tranquilizar a su hermana, no sabía nada del castillo, solo quería escuchar lo que Dawson tenía que decir. Sin quedar satisfecha con aquellas palabras continuó el tema. —¿Lo amas? Aquello tomó a Ivette por sorpresa, no esperaba que Sophie aún se preguntara eso. —Yo no... No lo se, siento que solo estoy acostumbrada —. Titubeaba, no estaba segura de sus sentimientos por Dawson. —Si la respuesta es si, eres una masoquista. Sabes, sueñas mucho con eso de encontrar el amor de tu vida, yo soy menor que tú y tengo los pies en la tierra, no siempre necesitas a la personas que amas, aveces solo a aquella que te ama a ti. —Hablas como si Caden me quisiera. —Es imposible que lo sepas si todo lo que haces es alejarlo y tener solo “Una amistad” acepta que lo de Dawson no era amor y serás feliz. —Hablas como alguien con experiencia en el amor, pero en el fondo eres una atolondrada —. Aquello fue en tono chistoso para romper la tensión. Se paró del asiento y empezó a caminar tocando la pared con la yema de los dedos, se detuvo en unas rosas de papel, tomó una y se volteó hacia Ivette. —Muchas veces quienes siempre tienen una sonrisa y actuan como si estuvieran dementes, son los que están más rotos. La demencia es el pegamento que une sus partes destrozadas. ¿Qué había escuchado? Sophie hablaba como alguien que estuviese sufriendo. Fue casi corriendo hacia ella y la abrazó. —Alguien te hizo daño, debiste contarmelo, yo siempre te voy a escuchar —. Dijo mientras acariciaba la espalda a su hermana, esta se quedó con los brazos abajo, no correspondió al abrazo. La alejó despacio para verle a la cara. Una risa contagiosa surgió de ella, parecia que le hubiesen hecho algún chiste, Ivette no comprendia por qué lo tombaba como un chiste. —Gracias, pero no lo dije por mí, vi esa cita en un libro y quise repetirla, soné muy inteligente, ¿verdad? —. La pregunta iba en serio, todo el tiempo estuvo bromeando. Ivette la miró pestañando varias veces como si tratase de ver algo con claridad. —Has estado dandome consejos que viste en libros, que interesante. Sabía que tu cabecita hueca no daba para tanto —. Luego de una larga mirada las dos sonrieron. —No me quedaré mucho tiempo, cuentame como es todo por aquí. La tomó de las manos y la llevó a darle un recorrido por toda la casa, queria mostrarle la biblioteca, de seguro le encantaría estar sumergida entre cientos de libros, la mayoria de romance, según tenía entendido todos pertenecian a la madre de Caden. Caminaron varios minutos, demoraban más porque se detenían mucho a observar detenidamente cada lugar. Se habían chocado con Addie pero ignoraron aquello por completo. —¿Por qué no la invitaste a caminar con nosotras? —. Tenía curiosidad aún no sabía nada de las diferencias entre Ivette y Addie. —Se puso en mi contra, en realidad era ella quien debía estar casada con Caden, estaban comprometidos, Sophie — hizo una pausa —. Por eso Caden insistió en casarnos tan rapido y que fuera algo privado, Addie era su prometida desde que eran niños. En la mente de Sophie solo habia una sola pregunta que retumbaba “¿QUÉEEEEEEEEEEEE?” Queria gritarlo, imaginó todo menos eso, Caden había dicho que Addie era como una hermana para él, jamás imaginó que tuvieran planes de casarse. —Ese no es el unico motivo por el que no se llevan bien, cuentamelo todo por favor, te conozco. No queria contarle a Sophie que se había molestado por ver a Caden abrazandola, de seguro se burlaría. Sophie la miraba con atención, estaba a la espera de que le contara. Ivette no tuvo más remedio que decirle. —Primero se estaban abrazando, luego ella se molestó porque Caden y yo dormimos en la misma habitación, los confronté, aunque mi matrimonio no haya sido deseado Caden ahora me debe respeto, y como señora de esta casa, ella también —. Al decirlo no miró a Sophie a los ojos, esperaba una carcajada. Le dio otro abrazo y empezó y dar saltos, ¿en serio eso le había alegrado? —Siempre supe que eras dura de domar, te amo Ivy, mamá se alegrará cuando le cuente. No te dejes intimidar por esa estirada, si se casó contigo fue por algo. Lo decía y no lo sabía. Le dio unas suaves palmadas por la mejilla y continuaron caminando. Queria la opinión de Sophie, aquello le avergonzaba, no era el tipo de persona que hacía eso. —¿Te pareció ridiculo? —. Se detuvo de golpe al pie de unas escaleras que conducían a la torre donde se encontraba la biblioteca. El lugar estaba algo descuidado, casi nadie se interesaba en leer además de que Caden y Anna eran muy celosos con la biblioteca, solo ellos tenían acceso. —¿Que sientas celos? No, no me parece ridiculo, es normal, te llevaste el mejor partido de Wilshire, y no lo digo por su ocupación. —¿Celos? ...Yo no... Por supuesto que no eran celos, solo quiero respeto, no cambies lo que dije. No queria incomodarla, fingió estar de acuerdo con ella y continuar rumbo a la biblioteca. —¿Cuando tendré un sobrino? —Tonta, tendrás uno dentro de poco, ya sabes que Marie tendrá un bebé. —Quiero uno tuyo, ¿te imaginas un Caden en miniatura? Aquello le causó gracia, la verdad no se imaginaba como serían sus hijos con Caden. Luego de recorrer todo el castillo y parte del patio, llegó la hora de Sophie irse a casa, Ivette la acompañó a la salida, y se quedó allí hasta que fuera tan lejos que ya no pudiera verla. *** Al anochecer la cena no tuvo nada de especial, todo fue aburrido. Al final todos fueron a sus aposentos, ni siquiera se habían reunido en la chimenea a hacer viejas historias. Ivette ya se había metido a la cama Caden se estaba desvistiendo con ayuda de un sirviente. Cuando hubo terminado se metió a la cama. Como olvidando lo timida que era Ivette a la hora de acostarse la atrajo hacia él, esa noche sentía la necesidad de estar con ella, a lo mejor no era dificil, tal vez ella no se opondría. En ocaciones había tomado la iniciativa besandolo, tal vez ahora sería igual y dejaría que le haga el amor. —Te deseo... Te deseo ahora Enrredó las manos en su pelo, mientras acariciba sus piernas, sediento de lujuria iba justo a quitarle la bata, fue cuando notó que Ivette estaba temblando, lo miraba como un pajarillo asustado. Se colocó sobre ella, pensó que ral vez eran nervios por ser su primera vez. Al volver a besarla notó que continuaba igual. Se levantó y se sentó en el borde de la cama a tomar un vaso de agua. —¿Qué pasa? —. Preguntó mientras la tomaba de la mano. —Yo... Perdón, se que debo ser valiento, pero... — Estaba temblando, se estaba cubriendo con la sabana — No es mi inteción incomodarlo, si desea poseerme no pondré resistencia, al final es mi marido. ¿Valiente? Le sorprendió aquello. Se acostó a su lado, aquellas palabras la hacian ver tierna, de verdad parecía asustada. —No soy un violador, no quiero que tengas que ser valiente para dejar que te haga el amor, quiero que desees que hagamos el amor, quiero que también lo disfrutes no que quedes traumada. Su miedo se había casado, Sophie tenía razón, debía darle una oportunidad a Caden. Se había casado con un hombre maravilloso, solo que aveces solía reprimir sus emociones. Su alegría al escuchar aquello la hizo llorar, se sentó a horcajadas en su regazo y lo abrazó. —Gracias por comprender. Él aún estaba excitado, que Ivette estuviese encima no le ayudaba en nada, solo hacía crecer más su deseo. —Esperaré a que estés lista, ahora por favor evitemos este tipo de abrazos, no sabes lo dificil que es para un hombre —. Casi sonreía, se sentía frustrado por no poder tenerla, pero tampoco la forzaria. Se retiró de encima, ya iba a dormir. —¿No me vas a abrazar? —. Preguntó algo avergonzada. —Me preguntaba si lo pedirías, ven aqui —. Acunandola en sus brazos se quedaron dormidos, a pesar de no haber tenido sexo, se sintió my bien dormir así. Ese señal de que las cosas entre ellos mejorarían. En la madrugada Ivette despertó varias veces y se quedaba observando a Caden, era demasiado hermoso a la luz de la noche, dormido parecía un ángel. —Tengo suerte de que hayas sido tú —. Dijo entre susurros cuando también empezaba a quedarse dormida. Addie estaba desvelandose y decidió salir a caminar, mientras lo hacía escuchó unos ruidos no podia distinguir las voces pero parecían venir del cuarto de Arthur, Anna ya estaba dormida hace rato. —Necesito que por favor me toques, adueñate de mi cuerpo. No importan los demás, ellos ya deben estar dormidos, hazme gemir, quiero sentirte. Tocame allí abajo. —Shhhh... —. Alguien le indicó callar. Era la voz de una mujer, una mujer que por como se escuchaba estaba muy excitada y suplicaba ser poseída. La voz no era muy clara, a lo mejor Arthur le pedía que hablara bajo, no estaba casado, aquello podía ser un escandalo. —Que pervertido, a lo mejor se acuesta con las sirvientas, es asqueroso escucharlos —. Dijo Addie mientras se daba la vuelta para volver a su habitación, no era nada agradable escuchar a alguien teniendo sexo, más si se trataba de alguien que conocias. «Deberia llamar a Anna para contarle, pero siempre se acuesta muy temprano, a lo mejor estaba en un sueño profundo.» No pudo dormir, aún escuchaba las voces cuando cerraba los ojos. Al amanecer todos se levantaron muy temprano, Caden como todos los dias estaba en sus ocupaciones, Anna en su lectura, Ivette también empezado a leer algunos libros. Addie estaba en la salida cuando un jovencito llegó con un sobre en la mano, parecía asustado, miraba de un lado a otro como buscando a alguien. Se dirigió hacia él, aquel muchacho parecía sospechoso. —¿Puedo ayudarte? —. Le preguntó con una sonrisa brillante. —Busco a la señora Ivette —. El muchacho conservaba la carta pegada a su pecho, aquello despertó más curiosidad en Addie. —Soy yo, ¿pasa algo? —. Mintió, porque sabía que esa carta podía serle util, el chico parecia un callejero, si hubiese sido enviada por un familiar de Ivette, la entregaria un sirviente en otras condiciones. Sin dudarlo se la entregó, verla vestida tan bien lo hizo creerle. —Esto es para usted, quien la envió dice que la queme en cuanto sea leida —. El muchacho se fue corriendo, parecía que sus instrucciones eran entregarla y desaparecer. —Que curioso, veamos que dice. Miró a todas partes asegurandose de que nadie la estuviese observando, se puso detrás de unas columnas a leer la carta. El contenido le dio una idea, le entregaría la carta a Ivette. Fue a buscarla a la biblioteca y se la entregó. Se sentía extraño que Addie fuese tan amable, pero solo tomó la carta, dejó los libros, esperó a que Addie la dejara sola, no tardó en hacerlo. Abrió la carta rapidamente, no había mucho que leer, pero lo poco que había la dejó sorprendida. «Hay algo que debes saber, tu marido no es quien piensas, y debes alejarte de él o algo malo puede pasar, te lo contaré todo mañana en la noche. Te espero en la cabaña, no vengas con nadie, es más seguro.» Era Dawson, la citaba en la cabaña de los padres de Caden.
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