Capitulo Once

3414 Words
Luego de leer la carta, la empuñó, quería deshacerse de ella, aprovecharía cuando estuviese sola. Algo que también le preocupaba era Addie, ella fue quien recibió la carta, temía que la hubiese leído. Decidió buscarla y preguntarle, las posibilidades de que le dijera la verdad eran pocas pero al menos lo intentaría. La encontró en el salón de principal, estaba a punto de tocar el piano, algo en lo que era muy buena. Ocultando su nerviosismo caminó hacia donde estaba Addie, se paró a su lado. —¿Por qué recibes mi correspondecia? —. Preguntó mirandola fijamente, quizás así pudiese ver si ocultaba algo. Girandose hacía Ivette, Addie alejó sus manos de las teclas del piano y le procedió a responderle. —¿Preferías que la recibiera Caden? Escuchame bien, no perderé mi amistad con él, si eso implica llevarme bien contigo entonces lo haré —. A Ivette no le parecia que estaba siendo del todo sincera pero sus palabras la tranquilizaron un poco. —Tu repentina amabilidad no me convence. —Respeté tu privacidad, no leí esa misteriosa carta que ni siquiera contiene ningún sello en el sobre. Eso deja mucho que pensar, sin embargo te la entregué intacta —. Volvió sus manos a las teclas, pretendía empezar a tocar. Sin más que decir Ivette se alejó de allí, no sabía si Addie estaba siendo sincera. De haber leído la carta ya la habría acusado. O eso pensaba. Mandó llamar a Rossabel, le avisaría que podía tomarse el día libre. —Hoy no te necesitaré, puedes tomarte el día e ir a casa de tu madre o como prefieras —. Su voz contenía cierto nerviosismo, Dawson había sido muy claro cuando le indicó ir sola, Rossabel jamás la traicionaría pero aún así prefería ir a verlo sola. Asintió dejandola sola. Addie aún se preguntaba por esas voces que había escuchado la noche anterior, sabía que la conocía solo que por ser susurros era un poco dificil adivinar de quien venía. También pensaba en la carta que había recibido Ivette, ella solo había visitado la cabaña con Caden, ¿Por qué alguien más la estaba invitando allí? Todo era muy confuso. Ivette estaba en su habitación pensando si debía o no escuchar a Dawson, en la carta afirmaba que sabía cosas horribles de Caden. Ella no conocía bien al hombre con quien se había casado, tenía gana de saber mas sobre él, Caden era el tipo de persona que le dejaba conocer a los demás solo lo que el quería. «Iré, y será la última vez que lo vea.» Olvidando el papel arrugado sobre la mesa, salió a tomar aire fresco. También aprovecharía para preguntar a que hora volvería su esposo. Todos los sirvientes concordaban en lo mismo. Caden volvería tan tarde que solo iría directo a la cama, ni siquiera estaría presente para la cena. Perfecto, eso le daría tiempo para ver a Dawson y volver para cenar y que nadie notase su breve ausencia. ¿Como diablos iría? no sabía montar muy bien, hacerlo de noche sería como cavar su propia tumba. —Maldito Dawson Miller, te olvidaste de esa parte, será imposible que te vea. Irse caminando sería riesgoso, la cabaña no estaba muy lejos y todo era propiedad de Caden, pero no sabía que peligro podría encontrar. Luego de tanto pensar decidió que se arriesgaría y montaría a caballo, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Bueno, caerse y romperse el cuello, casi nada. Dio algunas vueltas por los establos, ya sabía en que caballo iría. El Alaltanero, el caballo favorito de Caden, un semental de color n***o. La llevaría directo a la cabaña, conocía el camino. Ivette ya tenía plameado el modo em que haría las cosas, la noche ya estaba cayendo, como pasaba la mayoría del tiempo leyendo en su habitación o la biblioteca, no notarían su ausencia, haría todo muy rapido. Preguntó a una de las cocineras por Anna y Addie. —La señorita Anna debe estar en la biblioteca, y Addie tal vez en el salón principal —. La chica se quedó esperando una respuesta de Ivette, esperaba algún mandato u algo, sin embargo no fue así. —Saldré a esperar a mi marido, si los demás preguntan, diles eso, puedes irte —. Señaló hacia la cocina con su dedo. La chica sabía que Caden volvería a altas horas de la noche pero aún así no cuestinó a su señora, y se marchó. —Perfecto, entonces irás a tu cita misteriosa —. Susurró Addie, estaba detrás de una pared, sigilosamente había seguido a Ivette todo el día, también la seguiría al bosque, aquello era la oportunidad perfecta para sacarla de su camino. Esperó a que Ivette subiera a su habitación, cuando volvió la vio bajar con guantes y una capa, la noche era fria. Mirando a todos lados salió al patio trasero donde se encontraba el caballo. Addie aprovechó para subir a la habitación, la carta estaba arrugada y tirada en el suelo, Ivette la había olvidado, no sería tan tonta de dejarla allí. Pensó cogerla pero descartó la opción y la dejó sobre la mesa con una Rosa encima. Si Caden volvía la vería de inmediato, la rosa llamaría su atención. Addie se sentía eufórica, la oportunidad había llegado antes de lo esperado. También fue a su habitación por una capa. Ya sabía que Ivette había escogido al altanero, que tonta, si no la mataba Caden la mataría el caballo de una caída, solo él podía montarlo. Era un caballo muy rebelde, bueno de ahí vino su nombre. Addie estaba en el patio trasero cuando escuchó que alguien llegó a casa, era Caden. Maldita sea, eso cambiaba las cosas. De inmedianto montó el caballo y salió a camino. Ivette iba arrepintiendose, el altanero aveces hacía ruidos extraños, tenía miedo a caerse, sin saber de donde sacó valor y golpeó el caballo para que fuera más rapido. Como si hubiese visto el diablo el altanero empezó a galopar demasiado rapido, llevando a Ivette mas allá de la cabaña. Pasó al lado de Dawson sin poder detenerse, este la siguió, a esa velocidad podía matarse. El altanero se detuvo luego de que Ivette tirara de las riendas. Se bajó nerviosa del caballo, y allí estaba Dawson, luciendo tan despreocupado. —Olvidé que no sabes montar amor mio —. Dijo examinando que no tuviese ninguna lesión. —Casi muero, esto es una señal de que debo irme —. Tomó la soga y partió de vuelta hacia la cabaña, el deció acompañarla para luego desviarse por otro camino, no insistió en contarle, no quería presionarla. Por otro lado Addie había llegado al lugar, no vio a nadie. Decidió acercarse a la cabaña, tal vez estaban hablando allí. Cuidando cada una de sus pisadas se situó en la ventana, en el interior de la cabaña había petalos de rosas por doquier y muchas velas encendidas. Sorprendida por lo poco que había visto, escuchó la voz de la noche anterior, pero esta vez más clara, era la voz de Anna. —Se que esto es lo que quiero, pero no estoy segura de ti, no quiero que te sientas presionada. —Asquerosa, pecadora, te acuestas con tu tio —. Murmuró para sí misma. No podía ver bien así que se colocó más cerca a la ventana, lo que vio fue peor que imaginar incesto, Anna besaba apasionadamente a Rossabel, la criada de Ivette, también se tocaban de forma obserna a pesar de estar vestidas aquello era dificil de presenciar. —Esto es más asqueroso y pecaminoso aún —. Eso no lo dijo en voz baja. Espantandose Anna y Rossabel se separaron, sin tiempo a quitarse de la ventana Addie fue vista por ellas. Nerviosas salieron, Anna buscaba la forma de explicarle a Addie lo que estaba pasando. Ninguna hablaba así que Addie decidió romper el hielo. —Si que este día me ha sorprendido. Nadie respondió a eso. Se veían dos faroles, personas se acercaban, era Caden, iba acompañado de algunos sirvientes. Ivette también se unía al encuentro, iba a pie sosteniendo al altanero por la soga. Caden estaba a más distancia. Antes de que llegaran a ellas, Addie sostuvo a Anna del brazo apretandola fuerte para que entendiera que aquello se trataba de una amenaza. Le susurró de forma intimidante. —Vinimos por Ivette porque teniamos miedo de que algo malo le pase, es eso o contarle a Caden que su hermanita la pura y castabes una sucia pecadora que se acuesta con mujeres, sirvientas para empeorar. Tu “Novia” perderá su trabajo y todos la van a señalar como in bicho raro, tu serás enviada a un convento para que limpies esos deseos y esa preferencia repugnante que tienes. ¿Qué diablos? Anna nunca habia hablado de su sexualidad con nadie, cuando conoció a Rossabel, todo cambió, pero Addie tenía razón, si alguien sabía de aquello la más afectada sería Rossabel, necesitaba el trabajo. Ivette llegó a su lado, estaba muy confundida, Addie habia leido la carta y le contó a los demás, o era una muy rara coincidencia. Sencillo solo fingiría que todas andaban juntas, Addie y Anna eran amigas, Rossabel le servía, perfecto, sería la excusa más creible. —¿Que hacen aquí? Solas —. Caden era firme al hablar, las miraba a cada una como si no supiese que pensar. —Llegamos hace poco, vinimos por Ivette, temiamos que algo malo le pase, esa carta de ese hombre pidiendo verla aquí nos dejó muy asustadas, además salió sin su criada —. Addie hablaba con voz temblorosa, estaba siendo perfecta fingiendo miedo, lo peor es que Caden le creyó. —Mientes ¿De qué carta hablas? —. Hizo mal en confiar en Addie, había sido una tonta al creer que tan facil iba a ser su amiga. Caden sostuvo la carta abierta a la altura de su cabeza para que pudieran verla. —Vayan a casa, quiero hablar con mi mujer —. Dijo sin apartar la mirada de Ivette, no mostraba rastro de enojo, eso era lo que más daba miedo. Haciendo caso Addie, Anna y Rossabel se marcharon a casa con los sirvientes. Cuando los faroles dejaron de verse Caden se giró hacia Ivette con total calma. —Podría sacar conclusiones pero prometí confiar en ti, vamos adentro, quiero escuchar lo que tienes que decir —. Dijo Caden señalando hacia la cabaña. Con toda la seguridad Ivette lo siguió hasta allí, el se detuvo en la puerta al ver lo arreglado que estaba todo, velas, petalos de rosas, sin duda allí había pasado algo. La tomó del brazo alejandola a una distancia que no resultara herida con lo que haría. Soltando un grito enfurecido arrojó su farol a la cabaña consumiendola entre las llamas. Ivette no entendía lo que pasaba, ¿por qué aquella reacción? —Caden para, ¿Por qué haces esto? Es tu lugar favorito, no lo arruines. La agarró del cuello del vestido con las dos manos, no con intensiones de matarla. —Cierra la boca, antes que lleve mis manos a tu hermoso cuello y lo apriete hasta romperlo, no queremos eso ¿verdad? — Había cambiado, hasta su voz daba miedo, no pensaba que Caden tuviera una parte así —. Iremos a casa. Ambos se dirigieron a la casa en el altanero, ninguno hablaba, Ivette tenía miedo a que cumpliera con eso de extrangularla, y él también, en ocaciones se temía asimismo. Llegaron a casa, tomandola nuevamente del brazo la condujo al interior haciendola subir a la habitación donde se encerró a llorar. El se quedó en el salón, quería encontrar otra explicación que no fuera de Ivette acostandose con Dawson. Preguntarle a Anna lo sacaría de dudas, Addie podía mentir, las mujeres enamoradas aveces son peligrosas, pero Anna no lo haría, solicitó su presencia con uno de los sirvientes. Acudiendo al llamado de su hermano Anna llegó al salón, lucía como alguien que había llorado mucho. —Dime la verdad —. Preguntó Caden sin vacilar, no alargaría más la conversación. Estaba nerviosa, no quería hacerle daño a Ivette, pero conocía de la atracción de su hermano por ella, la perdonaría con el paso del tiempo. Sin embargo a ella no, Rossabel también sufriría las consecuencias, no le importaba vivir en un convento, pero saber que Rossabel sufría carencias era algo que simplemente no podía aceptar. Ya lo había decidido. —Las cosas son como dijo Addie —. Se sentía como la persona más miserable del mundo, arruinando la vida de alguien para salvar su propio pellejo. Caden se fue, ahora hablaría con Ivette. Addie estaba escuchando todo, se. acercó a ella y le dio unas palmadas en el hombro. —La verdad es que no pensé que me escucharías, pero tu secreto está a salvo conmigo, siempre y cuando mantengas esta versión de los hechos —. Addie se estaba comportando muy diferente. —Pensé que eramos amigas —. Anna se derrumbó totalmente y empezó a llorar. —Ah querida, lo somos, sencillamente aveces las amigas necesitan favores y tienen que usar metodos un poco extremos para conseguirlos — Dio un beso en la mejilla de Anna —. Pero eso no quita que tengamos una linda amistad. —No es mi culpa que mi hermano la haya elegido a ella, no tenías que hacerme esto. La agarró por la cara aprentandola muy fuerte, quería dejarle claro que estaba dispuesta a conseguir lo que quería. —No es mi culpa que hayas estado en el lugar equivocado, a la hora equivocada. Quiero algo, no me importa a quien arrastro conmigo para conseguirlo, limpiate esas lagrimas o desaparece a llorar para otro lado. Las cosas habían salido mejor de lo que planeaba, tenía la fe en que el altanero matara a Ivette de una caida lo cual había una baja posibilidad de que pasara , pero con la presencia de Anna las cosas se tornaron mejor, la escena romantica, la carta, todo señalaba a que Ivette tenía un amante. Chantajear a Anna fue necesario. En la habitación Caden miraba a Ivette, esta no hacia más que mantener la cabeza baja y llorar. Él respiraba como una bestía enfurecida y lista para atacar a su presa, sus ojos estaban enrojecidos como las llamas del mismisímo infierno. parecía que hubiera otra persona dentro de él. Trataba de buscar las palabras correctas, no queria decir algo de lo que después pudiera arrepentirse. —¿Por qué tuviste que ir justo ahí? —. Preguntó obligándola a verlo a los ojos —Te juro que solo quería escuchar lo que tenía que decir —. Su voz era baja, llorar tanto la estaba dejando ronca. Ivette tenia cara de animalito asustado, la mirada de alguien que estaba temblando de miedo. A Caden solo le parecía que estaba mintiendo, no creía en ella, para él era una mentirosa y nada más. Se acercó más a ella, la tomó por los hombros y nuevamente le preguntó. —¿Qué diablos hacías ahí? si es verdad que solo querias escucharlo, ¿por qué mentiste? Querías que creyera que llegaste ahí con Anna y las demás. Te aconsejo que me digas la verdad, o las cosas se pondrán muy difíciles para ti. —Deja de sentirte ofendido, y hacerte el esposo celoso. A fuerza quisiste comprar a una mujer que jamas te va amar, todo lo que siento por ti es odio y asco. Aquellas palabras habían herido su orgullo, tenía la esperanza de que en algún momento Ivette bajara la guardia y tratara de llevar su matrimonio bien. Se equivocaba, estaba dispuesta a hacer de sus vidas un infierno, si ella no era feliz, él tampoco lo sería, jamás iba a ceder. —¿Quieres que sea el malo? bien, a las damas se les complace en lo que quieren, más si es tu esposa—. Dijo en tono frío, la ira ardia en su interior, tenia ganas de salir a buscar a Dawson y matarlo con sus propias manos. —¿Qué quieres decir? —. En ese momento se asustó más, ni siquiera cuando se casaron se portó tan frio. La tomó del brazo y la llevó hacia la cama. —Tienes razón, te compré, por lo tanto eso te hace de mi propiedad. Tal vez nunca me ames pero me conformo con tu odio y asco, que son gual de intensos que el amor. Llevamos casi dos meses casados y no has cumplido con tu deber como esposa, no estás aquí para pasearte por mi casa como un adorno más—.sus palabras habían asustado a Ivette, aún la tenia agarrada del brazo. Salió de la habitación y volvió con una criada. —Mi esposa desea un baño, lo de desvestirse lo puede hacer sola, eso está más que demostrado —. Le hablaba a la chica. Ivette no entendía nada. —Yo no deseo... Caden la interrumpió. —Querida esposa, el olor a humo en tu piel debe ser insoportable, necesitas este baño —. Dijo con total desprecio, abandonó la habitacion también se daria un baño. La chica cumplió con lo que le ordenaron y le preparó un baño de agua tibia a Ivette, esta vez recogió su pelo para que no fuese mojado. Cuando terminó la ayudó a ponerse su bata y se marchó. Ivette no se metió a la cama de inmediato, se quedó mirando por la ventana, tal vez Caden estaba en el patio desquitando su enojo. Sacandola de su equivocación Caden abrió las puertas de par en par y entró a la habitación, cerró con llave y luego caminó hacia Ivette. La hizo voltearse, empezó a oler su piel con desesperación. Aquello estaba asustando a Ivette, actuaba como un loco. Bajó los tirantes de su bata proporsionandole caricias, nada delicadas por cierto. —No me toques, alejate de mi, ahora, estoy cansada y quiero dormir. Tomandola bruscamente del brazo la llevó hasta la cama donde la arrojó con fuerza y empezó a desabrocharse la camisa y los pantalones. —No ma rose, no vas a dormir, me queda claro que no eres tan inocente después de todo —. Hablaba en serio. Esto aterrorizó a Ivette, trató de levantarse y huir, esa noche estaba dispuesto a tomarla cuando la noche anterior había asegurado no hacerlo hasta que estuviese lista. —Estás enfermo. No la persiguió, no tenía adonde huir a menos que se tirara por alguna de las ventanas. Había cerrado la puerta con llave, se imaginó aquella reacción. Dandose cuenta de que no tenía escapatoría Ivette fue hacia el, le imploraría que no le hiciera eso. No entendía que lo había hecho faltara su palabra, ni siquiera alcanzó a hablar con Dawson, se había puesto nerviosa y lo abandonó en medio del bosque. —Por favor no me hagas esto, ayer prometiste... Sin dejarla terminar desgarró su bata por la mitad haciendola quedar desnuda totalmente. A pasar de estar enojado pudo apreciar la belleza de su cuerpo, parecía hecho por Dioses. Ella lloraba de una forma desconsolada mientras trataba de taparse, esa noche Caden le haría todas esas cosas que su madre le contó. Ignoraba su llanto. La arrojó nuevamente a la cama y luego terminó de desvestirse liberando por completo su gran erección. Se fue encima de ella y empezó a besarla, ella se retorcía cerrando las piernas y empujandolo, volteaba la cara rechazando sus besos. Tomando su brazos y sujentandolos con fuerza encima de su cabeza, la obligó a besarlo, ella trataba de cubrise con las sabanas. Todas las acciones de Caden estaban cargadas de furía, no estaba tratando a Ivette con la delicadeza que se suponía implicaba su primera vez. Harto de los juegos se metió debajo de las sabanas con ella, de nuevo se colocó encima dejando sus piernas bien abiertas, soltó sus manos al tiempo que le plantó un beso y la embistió salvajemente. Ivette continuaba llorando, no de dolor, Caden habia pasado los límites a pesar de ser su esposo. Tan sorprendido como enfurecido Caden se separó de ella rapidamente, sus dudas habían quedado claras, si pasó algo en la cabaña. —No eres virgen — Dijo frustrado, pasandose las manos por el cabello. — Estuviste con tu amante justo en el lugar donde te confie cosas importantes de mi vida, tu disfraz de oveja mansa volvió a confundirme.
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