Alex le había dado una tarjeta de crédito, diciéndole que podía comprar lo que necesitase para ella y la casa. Bella no era frívola, pero le encantaba saber que podía comprar lo que quisiese en Pueblo. Disfrutaba de su nueva vida al máximo, pero seguía sin confiar en ella. Alex le hacía el amor prácticamente cada noche, sumergiéndola en un mundo de sensaciones tan hermoso que ella deseaba encontrar más formas de satisfacerlo. No tenía ninguna duda de que estaba enamorada de él, pero no se atrevía a decírselo. ¿No habían hecho un pacto al principio? El nunca mencionaba la palabra «amor» mientras se acariciaban, aunque le susurrase otras palabras tiernas o a veces gritase su nombre en la cúspide de su éxtasis. Pero a los diez días de su boda, comenzó a notar un cambio sutil. Alex parecía d