—Escucha —dijo él, titubeante—. No tenía pensado dejarte sola tan pronto, no te molestes. Lo que pasa es que hay tanto que hacer, y tan poco tiempo —dijo Alex, deteniendo la camioneta frente a la casa, pero sin bajarse. —Comprendo —dijo ella rígidamente, recogiendo su enorme falda de satén como si estuviese, recogiendo ropa limpia. ¡Demonios, ni siquiera entraba con ella. Tendría que cruzar el umbral sola el día de su boda! Alex la agarró del brazo antes de que pudiese salir. —No comprendes lo importante que es esto, Bella —le dijo. —Oh, sí. —¡No! —dijo él con fiereza, tirando de ella a través del asiento para tomarla en sus brazos de repente. La besó posesivamente en la boca—. Te lo prometo. Esta noche te demostraré dónde quiero estar en realidad. A Bella se le agarrotó la garganta