Bella se despertó la mañana de su boda con el sonido del teléfono. A su lado, Alex se movió en la cama para contestarlo.
—No, no vengas aquí. Estoy de acuerdo en que tenemos que hablar, pero... —dijo con voz tensa mientras se pasaba los dedos por el pelo revuelto.
Bella se levantó y se puso la bata. Fue a la cocina a hacer café para que él tuviese intimidad durante lo que parecía ser una conversación importante. Cortó unas rebanadas de tarta de café con nuez que había hecho el día anterior y luego puso la íntima mesita de roble de la cocina.
—Bien, claro que es importante —oyó que Alex decía en el dormitorio—. Por eso estaba a punto de sugerir que nos reuniésemos en la obra. Puedo estar allí en veinte minutos.
Bella suspiró al sentarse y tomar un trago de café. ¿Pensaba trabajar el día
