-Estoy esperando, Rebecca.-Mordí mi labio con ligera fuerza. No seria buena idea, me sentía ridícula por algo tan tonto como esto.-
-Dominic, realmente no creo que sea buena idea, tu no eres el tipo de persona que acostumbra lugares como esos.-Mi comentario pareció enojarse lo suficiente como para que sus cejas descendieron hasta fruncirse.-
-Impedí que aquel infeliz de anoche te hiciera daño, te brinde refugio en mi casa, cama cálida, ropa y comida. ¿Y tu no puedes hacer algo tan pequeño por mi?. Eso es muy injusto Rebecca.-No lo mire, me mantenía jugando con mis dedos queriendo distraerme. Pero vamos, él tenía razón. Estaba en deuda con él. Aunque no evitaba sentirme un poco mal-Estoy esperando.-Su voz era amenazadoramente baja.-
-E-esta bien. Una pequeña visita no hará mal.-Murmure, y pese a que no lo miraba podría jurar que ahora estaba sonriendo en victoria.
Guíe a Dominic hasta el apartamento donde me quedaba. La pintura de fuera se estaba cayendo en pedazos, en la acera de más adelante yacía un hombre completamente ebrio. La puerta de entrada estaba maltratada pero servía al menos para cuidar que nadie entrara. La mirada de Dominic parecía juzgar hasta el más diminuto detalle. Pero le había advertido de esto, no había vuelta atrás.
-Es por aquí.-Hice una seña con mi mano. Agradecía que siendo tan temprano en fin de semana las calles no estuvieran tan alborotadas de personas, lo que incluía el piso donde estaba. Sentía vergüenza de cada pequeña cosa, el pasillo estaba en remodelación, por lo que tenía escombros y tierra. Según el dueño sería cosa de una semana, pero ya serían tres meses así desde que empecé a trabajar en la cafetería.
Podía sentir la mirada de Dominic en mi espalda, mirando cada movimiento, con dedos temblorosos saque la llave que estaba en la bolsa donde previamente había puesto mi uniforme. Una vez la puerta se abrió por completo me posé a un lado para que él pudiera entrar.
-Pasa por favor, no es nada comparado con tu palacio de ocho pisos pero es lo más decente que tengo.-Le dije con una sonrisa. ¿Por qué sonreía?, parecía estúpida seguro.-
-Es bonito...tan pequeño.-Eso fue lo bastante breve. Dominic se abrió camino por mi departamento, el cual había sido decorado por mi. Tan mi estilo, femenino y ligeramente acomodado con tonos pasteles. No me gustaban mucho, prefería los colores cálidos. Pero al menos con el paso del tiempo podía ir decorando como realmente me gustaría.-Tomaré asiento aquí.-Aviso señalando el sofá de una sola persona más grande que tenía en mi hogar. Color rojo vino, había sido un regalo de mi abuelo ya fallecido, y sin embargo no estaba pidiendo permiso o algo parecido. Haría lo que quería siempre que quería. Siendo el jefe de miles de personas, no estaba acostumbrado tampoco a pedir permiso o esperar una respuesta afirmativa.
-De acuerdo. ¿Quieres algo de tomar?-Ofrecí. No respondió tan rápido como de costumbre. Tomó su tiempo. Creo que quizás pensaba en que no tenía nada que ofrecerle.-
-Agua estará bien.-Descolocada asentí con la cabeza. En unos pocos metros estaba también la cocina, así que su mirada me siguió hasta en el más pequeño movimiento. Rápido regresé a donde estaba. Tome asiento delante de Dominic. Antes estaba deseando estar junto a él un poco más, pero ahora me arrepiento ya que nunca he sido una buena habladora. Disfrutaba más de escuchar. Mire sobre mis hombros solo para ver como me observaba, miles de escalofríos recorrían mi cuerpo ante su atenta mirada. Trague saliva queriendo calmarme, es posible que tenga que irse antes. Si, trate de convencerme de que así sería.
-Aquí tienes.-Murmuré tomando asiento delante de él, el pequeño sillón que tenía no era nada comparado como el que tenía en su hogar. Mi pequeño sillón tenía la capacidad para dos personas cuando mucho, sin embargo el de él podría tener hasta 10 personas. Un incómodo silencio se instaló. Eso hasta que se aclaró la garganta.-
-¿Desde hace cuanto vives aquí?-Preguntó en tono neutro. Pensé un poco, ¿preguntas personales? Espero que pueda hacer lo mismo.-
-Desde hace 5 años.-Respondí en un tímido murmullo.-Recuerdo haber llegado aquí completamente perdida, sin nadie.-Mi mente fue reviviendo aquellos momentos oscuros de mi vida, tenía poco dinero pero lo suficiente para poder dormir una noche aquí. Pasado un tiempo logré encontrar trabajo, el cual me daría la oportunidad de vivir en la “Gran ciudad”, sin dudas soñar con aquello sonaba muy fácil, una vez que la realidad te golpea tienes las opciones de rendirte o seguir. De eso estaba bastante orgullosa. Sentía orgullo de mi-
-Interesante.-La voz de Dominic logró traerme a la realidad, la sonrisa que estaba segura portaba en mi rostro desapareció lentamente. Tomó el agua y sin dudarlo dos segundos la bebió completa, si se prestaba la suficiente atención su manzana de adán subía y bajaba con bastante calma, y aun así no buscaba una explicación a que me gustara aquello. Su rostro no mostraba signos de disgusto o algo parecido. Cuando se dio cuenta de que lo estaba observando sentí mis mejillas arder con fuerza.-
-Lo siento.-¿Porque te disculpas? ¿No puedes dejar de parecer ridícula al menos unos segundos?. Me regaño mentalmente. Quería saber tantas cosas sobre él, pero al mismo tiempo no sabía cómo sacar el tema a flote. Por otro lado, los ojos de Dominic brillaron en diversión.-
-Algo me dice qué quieres preguntar algo.-¿Como lo supo?, no evite mirarlo con expresión sorprendida.-
-Yo bueno...si, es correcto.-Solté un suspiro. Me había descubierto en cuestión de nada, suponía que era bastante transparente.
-Adelante.-Apoyó su codo en uno de los brazos del sillón rojo. Su rostro devela una sonrisa coqueta, tintada de arrogancia y me atrevería a decir que de superioridad.-
Bien, podía preguntarle cualquier cosa. Pero ¿Qué se le preguntaba a una persona que podía tener todo lo que quisiera incluyendo cosas inimaginables?, trataría de no ser cohibida y preguntar todo lo que pasara por mi mente, cuidando claro lo que saliera por mi boca.
-¿Que edad tienes?-Bien, era una pregunta sencilla, no era atrevida.-
-Por un segundo imaginé que seria algo mas interesante que mi edad.-Pareció burlarse por unos segundos.-Tengo 32 años, mido 1.83 ¿algo más que desee preguntar Rebecca?.-Pregunto y sin embargo lucía tan joven, estaba segura de con el pasar del tiempo ni siquiera aparentaba su verdadera edad.-
Vamos Rebecca, puedes preguntar algo mucho más interesante que eso, me dije y estaba determinada a hacerlo.
-¿Tienes alguna debilidad?-Sus ojos parecieron cambiar por unos pocos segundos, luego volvió aquella mirada cargada de arrogancia.-
-Yo no tengo ninguna debilidad, la vulnerabilidad no es algo que vaya conmigo.-Hizo una pausa.- Y aun así la tuviera seria imposible que mis enemigos pudieran descubrir de qué se trata.-Aires de misterios parecían cubrirlo desde los elegantes zapatos que traía hasta su peinado.-
-¿Cual ha sido tu mayor logro en la vida?-Estaba curiosa al respecto, el solo soltó un pequeño suspiro.-
-He tenido muchos logros a lo largo de mi joven vida, pero sin duda el mayor de todos sería el de mi empresa, invertir tiempo, sudor y mi alma en aquel proyecto es sin duda mi mayor logros.-Y sin que se diera cuenta él portaba una sonrisa de orgullo, orgullo por lo que había logrado. Si yo podía sentir aquello al poder sustentarme por mi misma, no podría imaginar que sentía él al respecto de su empresa.-
-¿Significa que tienes tiempo ya de salir con muchas mujeres?-Mordí mi lengua cuando el me miró con una ceja levantada, pero ya estaba. Era una pregunta que salió sin mas.-Quiero decir...has de haber tenido muchas novias.-Murmure, y por alguna razón que no entendía el desagradable sentimiento de los celos se instaló en mi pecho.-
-Por supuesto, he tenido a las mejores mujeres para mí. Modelos de todos los lugares, llenas de curvas, cabelleras preciosas, diferentes personalidades. Sin embargo todas logran aburrirme luego de un tiempo.-Su mirada parecía perdida en aquel recuerdo.-Todas al final son lo mismo...no hay nada diferente en ellas.-Volvió a mirarme.-
-¿Qué es lo que buscas en una mujer?-Pregunte, me estaba metiendo en lugares que no debía, lo sabía.-
-Principalmente, que sea diferente.-No entendía aquello, pero asentí con la cabeza.-Y el día que logre encontrarla, no la dejaré ir.-Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. La manera en la que dijo aquello logró que estuviera ligeramente inquieta.-
-Entiendo.-Nuevamente hubo silencio entre ambos. Mientras yo me estaba comiendo la cabeza, ¿Qué quería decir con una mujer diferente?, literalmente había tenido lo mejor de lo mejor en su
cama. ¿Qué más podría pedir?.
Si que es un hombre peculiar. Pensé para mis adentros.
-¿Has tenido novios alguna vez, Rebecca?-Su voz me tomó por sorpresa, sentía mis mejillas arder. Aquello fue algo de mucho tiempo atrás, pero no significa que a veces no lo recuerde con cariño. Hice un pequeño asentimiento con la cabeza.-
-Hace tiempo tuve novio, mi primera y única pareja para ese momento. Se llama Lysandro. Es de esas relaciones que crees serán para siempre y que jamás tendrán un fin.-Si bien lo recordaba con cariño, hace mucho tiempo no hemo hablado, muchas veces solía pensar ¿Qué hubiera pasado si tan solo me hubiera quedado a su lado para ese momento?, me ofreció cielo y tierra por estar a su lado. Y sin embargo, con el tiempo las cosas fueron cambiando.-
-¿Seguirás estando en las nubes?-La pregunta de Dominic se escuchaba casi como una queja, su rostro se mantenía serio.-Si tanto piensas en tu ex pareja ¿Qué te impide ir con él?.-Si las miradas mataran, juraría que ahora mismo estaría seis metros bajo tierra. ¿Qué le sucedía?.-
-Oh, no no. Fue hace mucho tiempo ya. Lo máximo que podría pasar entre nosotros es ser buenos amigos.-Sonreí un poco, tratando de que el ambiente tenso desapareciera.-
-Como sea, debo irme.-Sin esperar una respuesta Dominic se levantó. Estaba lo bastante confundida ahora mismo, se supone que teníamos una plática agradable. ¿Será que lo he imaginado todo?.-
-P-Pero ¿ya tienes que irte?-Me levanté también, Dominic ya había dado unos pasos hasta la puerta. Él solo se giró para verme y asentir con la cabeza.-¿Porque?-No debía preguntar, lo sabía pero estaba perdida.-
-Tengo cosas que hacer ahora mismo, Rebecca.-Jamás superara la manera en la que dice mi nombre. Me pone de puntas todos los vellos del cuerpo.-
-Yo...de acuerdo.-Murmuré, Dominic terminó de salir por la puerta, tan altivo como se esperaría. Mi mirada estaba siguiéndolo. Cuando creí que no volvería a verlo, que quizás había arruinado todo. Se giró para hablarme fuerte y claro desde el pasillo.-
-Nos vemos luego.-Ahí, dejándome en la puerta de hogar le vi marcharse hasta desaparecer por el pasillo.-
Me vería luego. ¿Volvería? ¿aquí?. Ni siquiera había pasado tanto y ya sentía los nervios a flor de piel, Dominic Spencer era un misterio, no sabía en qué pensaba y quizás no podría saberlo nunca.
(...)
En el transcurso de dos semanas desde la visita de Dominic, no había sabido nada de él en absoluto. Y es decir, ¿quizás dije algo mal? ¿Hice algo que lo ofendiera? ¿tal vez solo se reía de mi?. Mientras más lo pensaba solo me daba dolor de cabeza. Pero vamos, él tendría sus motivos para no volver, tal vez estaba muy ocupado en sus cosas.
-Quizás dos bellísimas modelos francesas e italianas estaban en su cama. Mientras que tu a penas y duermes pensando en el.-Hablo mi conciencia. Y pensar que tal vez tenía razón me deprimía bastante.-
Dominic Spencer no era un hombre para mí, jamás lo sería. Debía meterme eso en la cabeza pero pronto. Aun recuerdo que luego de su partida Anne llegó a mi puerta, lloriqueando y al mismo tiempo reprochándome el hecho de que no apareció en toda la noche del viernes.
-Estaba a punto de llamar a la policía si no aparecías.-Fueron sus palabras, su nariz y ojos estaban ligeramente rojos por cómo estuvo llorando momentos antes.-Como estaba con mis padres pensé que tal vez estabas ya en casa, y sin embargo llamé varias veces a la puerta y nada.-
-Lo siento tanto, no quería preocuparte.-La mire con angustia.-
-Esta bien, pero realmente necesitas un teléfono para estar comunicada. Eres la única persona que conozco que no porta un teléfono. ¡Incluso mis padres con casi 60 años tienen uno cada uno!-Negué con la cabeza. No podía darme el lujo de tener un teléfono por más que fuera necesario. Tenía que pagar unas deudas antes de.-
-Prometo comprar un teléfono más tarde. Estoy bien y estoy aquí.-Anne me miró con cierta sospecha.-
-¿Donde estuviste toda la noche?.-Mordí mi lengua, no le podía decir que estaba en casa de un hombre sumamente rico, no solo económicamente. También estaba segura de que si le decía, no me creería para nada.-
-Bueno...fui a dar un paseo nada importante. Llegue a casa muy cansada y por eso no respondí a tu llamada.-Mentí, no me gustaba hacerlo. Pero tampoco pensaba en una buena excusa.-
-Bueno no diré nada al respecto pero somos amigas, y si necesitas decirme algo así será lo más insignificante. Aquí estoy.-Me sentía mal, por mentirle a ella más que a nadie.-Solo tengo una pregunta pequeña.-Murmuro.-
-Claro ¿Qué es?-Pregunte mirándola con atención.-
-¿Por qué tienes marcas en el cuello?-
Si bien fue difícil evadir esa clase de pregunta Anne no volvió a preguntar al respecto. Y agradecida con todo mi ser que no lo volviera a hacer. Para ese momento no le pude sostener la mirada, y cuando no lo hacía ella paraba de preguntar. Las marcas en mi cuello desaparecieron con el pasar de los días. Mi tobillo ya no me dolía. Pero no podía forzarlo tampoco. Para Anne y mi jefe, me había resbalado.
Y ahora estaba por empezar un nuevo día en la cafetería. Tan temprano en la mañana que ya habían unas 10 personas como mínimo, queriendo desayunar o tomar un café lo bastante cargado. Mi cabello estaba vuelto una cola de caballo baja. Mi uniforme sin duda no era nada comparado con la fina ropa que Dominic me había regalado. Me preguntaba ¿Quién sería su asesor de ropa? tenía un gusto muy caro debía mencionarse.
Trataba con todas mis fuerzas de no pensar en él aunque parecía imposible. Sus ojos me perseguían en sueños, anhelando tenerlo cerca mío, esconderme en sus brazos. Todos los días desde que lo conozco, no abandono mi mente. -Estas tan perdida.-Decía mi conciencia, y yo, no podía hacer más que darle la razón.
-¡Rebecca la orden la mesa cuatro está esperando!-Escuche decir a mi jefe quien se encontraba en la cocina junto a dos cocineras más. Anne y yo estábamos fuera, ya sea limpiando o llevando órdenes. Mis días favoritos eran sin duda cuando los amables clientes dejaban propina. Así podemos darnos el lujo de comprar uno de los ricos postres de María.-
-Enseguida voy.-Respondí llevando la bandeja que encima de esta traía un desayuno simple, pan tostado, huevos revueltos, café y tocino. La persona de la mesa cuatro era una señora que rondaba los 50 y tantos años. Con una sonrisa murmuró un gracias y yo fui a mi lugar.
Así serían las horas siguientes hasta llegar a las 10 de la mañana. Mientras yo limpiaba una de las mesas sentí el insistente apretón de Anne.
-¿Qué sucede?-Murmure deteniendo mi labor.-
-Un hombre sumamente apuesto acaba de llegar.-Chillo bajito, solo yo podría escucharla.-
-Si bueno pero ¿Qué tiene? muchos hombres guapos llegan aquí.-Solté una pequeña risita.-
-Vamos Rebecca, ¿Cuántos hombres guapos llegan en traje, tienen unos intensos ojos azules y para colmo de deja de mirarte?-Mi corazón golpeó fuerte contra mi pecho. Solo conocía a un hombre con esa descripción.
-No puede ser posible.-Negué para mi misma. Anne me miró sin entender.-
-¡Estoy segura de lo que hablo, no deja de mirarte desde que entró por esa puerta!-La sonrisa de Anne era lo bastante grande para hacerme saber que era cierto.-Desde que llegó solo pidió un café, hasta entonces no se movido de su lugar.-Me dijo.-
No quería ver, por mas que la curiosidad me estaba matando por confirmar aquello no quería hacerlo. Mire por sobre mi hombro, girando tan lenta mi cabeza. Finalmente cuando lo hice los ojos azules de nada más que Dominic Spencer me estaban observando. Tan atento, tan frío y sin expresión alguna. Voltee casi tan rápido el se dio cuenta de que lo estaba mirando.
De pronto mi estómago se encogió y yo ya no me sentía tan bien.
-¿Qué te ocurre Rebecca? estas pálida de pronto.-Anne me miro con expresión preocupada. ¿Había palidecido tan pronto?.-
-Yo estoy bien, creo que solo es un mareo.-Me excuse. Con el pañuelo que limpiaba la mesa rápidamente lo apretaba en mis manos. Queriendo no pensar en el hombre que había sido protagonista de cada uno de mis sueños. Decir que estaba sobre las nubes era decir poco, casi dejaba caer algunos pedidos, estaba haciendo el ridículo frente a Dominic, pero él parecía estar divertido observando. Para mi hora de almuerzo él había pedido de comer.
Desearía con todas mis fuerzas que fuera yo quien pudiera llevarle la comida, pero Anne estaba libre y fue enviada por nuestro jefe. Yo estaba en mi hora de descanso. Dominic platicaba con alguien por teléfono, ni siquiera miró a Anne cuando le llevaron su pedido.
-Sujetos como ese deberían venir más a menudo aquí.-Comento mi jefe. Las chicas rieron y yo ladee la cabeza.-
-¿Por qué dices eso?-Mi jefe portaba una sonrisa de costado. Levantó una ceja al escucharme.-
-¡El sujeto ordenó langosta! ¿sabes cuánto cuesta tener al menos un buen trozo de ese manjar? mucho dinero he de decir. Pero vamos, quizás está aquí por la excelente comida que preparan mis manos, están bendecidas.-Carlos beso sus manos.-
-Si sigue así se creerá la gran cosa.-Murmuró María, causándonos reír por las ocurrencias de mi jefe. Este día pudimos salir antes, debido a circunstancias personales de Carlos. Anne estaba muy emocionada al respecto. Podríamos descansar un poco más. Y empujándome hacia la puerta trasera no me dio tiempo de mirar si Dominic se había retirado. Con un nudo en la garganta no tuve más opción que salir.
-Estas muy callada el día de hoy, ¿será por ese hombre del café?-Anne para bien o para mal sabía muy bien como atraparme.-Usualmente lo hubieras negado con ferocidad.-Me encogí de hombros.-
-Su presencia me perturba un poco.-Murmure, la manera en la que me miraba, sin duda no podía descifrar jamás que significaba. Sin embargo la sonrisa que portaba Anne al hablarme de él era grande. Parecía que ella no sabía quién era Dominic.
-Yo digo que tiene un aire misterioso, quién sabe puede que tengas delante tuyo al padre de tus hijos y ni siquiera te das cuenta.-Me codeo en juego, por mi parte solo pude sonrojarme. ¡Era demasiado temprano para pensar en cosas como esas!. Pero una parte muy oculta de mi, deseaba.
-Oh, vamos Anne, mírame. El y yo somos de mundos muy distintos, jamás podríamos estar juntos cuando se ve que él ha estado acostumbrado al mejor de los lujos.-Anne soltó un “Todo puede ser posible”. No quería hacerme ilusión alguna, pero parecía imposible. Mi cuerpo tenía la necesidad de estar a su lado.
Pasadas unas horas me había tomado un baño bastante relajante, en mi cuello colgaba una toalla blanca para poder secar mi cabello, invite a Anne a mi casa así podríamos ver películas. Ella traería las palomitas mientras que yo, bueno la invitaba a mi hogar.
-Ya deberían hacer algo con el piso del pasillo.-Se queja Anne estando sentada justo en el mismo sillón donde Dominic había tomado asiento. Admitía que le había dejado un poco de su fragancia limpia y masculina.-
-La señora Cris ya ha hablado con el arrendador, no se que espera para poner ese piso.-Suspiré con fuerza, era molesto tener que llenarse los zapatos de polvo por culpa de la negligencia de otros.-
-Tendremos que usar el arma pesada.-Se burló Anne haciendo un gesto con las manos en forma de bate de béisbol. No he podido contenerme y me he echado a reír, se siente bien olvidarse por un momento de todo y todos.
-Por más que trates no logras sacarte al sexy hombre de traje de la cabeza.-Me murmura mi conciencia. Suspiro y escucho que tocan la puerta. No esperaba visitas a parte de Anne, la cual me mira sin mucha atención ya que mira fijamente la pantalla de televisión.-
-¿Esperabas a alguien más o encargaste comida?-Pregunta volviendo su mirada a la pantalla casi de inmediato.-
-Ninguna de las dos.-Respondo y los toques se vuelven más fuertes, casi de manera agresiva.-Bueno, de todos modos iré a ver.-Aviso y Anne suelta un bajo “Claro.”. Me apresure lo más rápido que me permitían mis pies. Mire por el rabillo del ojo de la puerta, sentí como mi corazón golpeó fuerte contra mi pecho al ver de quien se encontraba del otro lado de la puerta. Mi pulso estaba ligeramente tembloroso. Pero no debía de tener nervios, por más que fuera Dominic.
¿Verdad?
-Tardaste mucho tiempo en abrir.-Eso fue lo primero que salió de su boca nada más abrirle. Mordí mi lengua, oh vamos que no había tardado tanto. Solo me estaba mentalizando para hablar con el causante de mis desvelos constantes.-
-¿Si?, ni siquiera lo note.-Me recosté en el marco de la puerta. Tratando de hacerme la interesante, Dominic levantó su ceja derecha, y nada repito nada me preparaba para lo que hizo. Su mano estaba en mi rostro, siendo más preciso en mi labio, bajando lentamente mientras que su atenta mirada estaba sonrojándome.
-Te fuiste sin que te viera…-Hizo una pausa.-Te estaba esperando en la cafetería, teniendo la esperanza de que salieras a verme. Pero eso no sucedió.-Susurro, tan cerca y cada vez más cerca. Quería besarlo, saber a qué sabe su boca.-
-Yo pensé que te fuiste antes...No pude verte, estaba ocupada.-Me excuse, Dominic sonrió de costado, al mismo tiempo que soltaba un pequeño suspiro.-
-Debiste avisarme que salías.-Su sonrisa se borró, dejando ver su ceño ligeramente fruncido. “Bipolar.” gritó mi conciencia y quise callarla.-
-No tenía como, bueno no tengo cómo hacerlo. Y tú, tú desapareces de la nada.-Puede que esté ocupado en sus cosas.-Quizás acostándose con supermodelos europeas.- Pero no significaba que me dejara menos confundida.-
-Supuse que eso podría pasar.-Dijo. ¿Qué quería decir eso? .-Por eso te traje esto.-Vi como Dominic buscaba en sus bolsillos, algo plateado, brillante.-Esto es para ti, Rebecca.-Me quede sin palabras. ¡Era un teléfono nuevo!.-
-No puedo aceptarlo.-Dije casi de inmediato.-Ya me has dado mucho, la ropa, las atenciones.-Con ambas manos aparte el aparato.-
-Rebecca.-Dijo mi nombre de aquella manera que logró hacerme estremecer. Su postura era recta, segura tan Dominic.-No aceptaré un no como respuesta, quiero poder comunicarme contigo no importa donde estés.-Estaba dudando y sin embargo quería saltar de alegría.-Así, también podrás estar comunicada con tu familia.-Resople.-
-Esto es demasiado, realmente no puedo aceptarlo ¿Qué hay de ti?-Lo que fue una risa burlesca salió de sus labios, la mano que tenía libre acarició de manera sutil mi pelo, tomando un mechón y colocándolo detrás de mi oreja.-
-Puedo comprar uno igual a ese junto a cientos más. Por favor, no me hagas repetirlo nuevamente y acéptalo como regalo, Rebecca.-Por más que no quisiera aceptarlo tampoco podía ser grosera, no estaba acostumbrada a recibir regalos. -No tan caros como este.-Pero tampoco quería que se enojara y entonces ahí, sí que no podría remediar las cosas.-
-De acuerdo, muchas gracias Dominic.-Le agradecí con una sincera pero pequeña sonrisa, él por su parte solo hizo un pequeño asentimiento. Iba a decir algo, puesto que su boca se abrió un poco pero fue interrumpido por la escandalosa risa de Anne. Pronto, su expresión de calma pasó a ser una distinta.-
-¿Alguien esta contigo?-Alucinaba, pero de pronto parecía estar molesto. Observe con disimulo como apretaba su puño.-
-Si, Anne creo que ya la habías visto en la cafetería hace unas horas.-Pareció divagar un momento, luego solo murmuro un bajo “por supuesto.”.-Me preguntaba si tú...querrías pasar, estamos viendo una película.-Ya con el teléfono en mi mano, me centre en poder mirarlo.-
-No.-Su respuesta fue directa, cruda y tan fría. Sabía que mi expresión cambió ante aquella respuesta, lo bastante lejana a lo que esperaba.-Tengo unos asuntos que atender, de poder hacerlo no estaríamos charlando en la puerta.-Se aclaró la voz.-Pasare por aquí otro día, recuerda mantenerte en contacto conmigo así necesites la cosa más insignificante. ¿De acuerdo?-No lo estaba mirando, no tenía fuerzas para hacerlo.-
-De acuerdo…-Murmuré, esperando que ya no se encontrara en la puerta, me trajo a la realidad unas manos en mi rostro, tomándome y alzándome con una delicadeza digna de una verdadera princesa. Así, Dominic procuraba mirarme de manera atenta.-
-Debes mirarme y responderme siempre que yo te hable. ¿Lo olvidaste ya?-Ese momento donde lo conocí por primera vez llego a mi mente, pero contraria a esa ocasión, sus ojos brillaban de manera diferente, y a las justas no sabia que era.-
-No lo he olvidado.-Posiblemente jamás podría.-Gracias nuevamente por el teléfono.-Mentiría si no me sentía derretir por su tacto, cálido, pero al mismo tiempo fuerte y seguro. No quería que me soltara, no cuando se sentía tan bien.-
-Llámame.-Susurro, y ahora mismo podría hacerle competencia a la mantequilla.
-Lo hare.-Odio la manera en la que me soltó, tan lentamente. Puesto que no quería que lo hiciera, tampoco es que podía obligarlo a quedarse, no cuando tiene cosas por hacer.-
Con pasos firmes y seguros Dominic, se alejó por completo y recorrió el camino del pasillo, incluso estando de espaldas era perfecto. Su espalda era ancha y su cintura estrecha. Un perfecto triángulo invertido. Yo me dedique a cerrar finalmente la puerta. No evitando suspirar como una colegiala.
¿Estaba enamorada?, no era muy pronto para afirmar aquello. Pero sea lo que sea aquel sentimiento era agradable, cálido y me hacía estar de buen humor.