Unos días más adelante, estaba entretenida con el teléfono que Dominic me había regalado y ciertamente me sentía como una pequeña niña en navidad, era tan curiosa e inexperta que me sentía un poco tonta. Todos tenían un teléfono y yo tuve que arreglármelas para poder entender el aparato brillante que tenía en mis manos.
Justo como le había prometido a Dominic, lo llamaba todas las noches, cuando creía que no estaba haciendo nada. Nuestras pláticas eran mi momento favorito del día, donde podía hablarle sin que me mirase, Así no me sentía intimidada por su profunda mirada azulada. Las noches bien parecían hacerse realmente cortas cuando platicábamos hasta muy entrada la madrugada. Aprovechaba cada oportunidad para saber más de la persona que los demás decían describir de Dominic. Quería conocerlo a profundidad, saber sus secretos, sus miedo aunque parecía que no los tenía junto a sus vulnerabilidades.
-¿Si pudieras elegir qué comer durante un año que sería?-Pregunte recostada en el sillón de color rojo que tenía en la sala, estando de noche la vista era hermosa, y no había nada mejor que ver toda la ciudad iluminada desde aquí.-
-Rebecca…-Murmuró mi nombre, casi podía verlo sonreír a través de línea.-Es imposible que una persona pueda comer algo todos los días durante un año sin que logre aburrirse al instante.-Dijo, con mi dedo daba vueltas a mi pelo, abultando los labios.-
-Pero es para ponerse a pensar…-Susurre.-Debes elegir de manera sabia, no puedes solo ver lo que tienes delante.-Rei bajito ante su estruendoso suspiro.-
-Este juego es muy tonto.-Mordí mi labio, si bien hablaría de cosas más tontas con él, con tal de poder escucharlo un poco más.-Pronto serán las 4 de la madrugada, debes trabajar.-Me regaño.-
-Tú igual debes hacerlo.-Le dije, no siendo la única que lo hacía. Su risa ronca logró darme aquella sensación típica de “mariposas en el estómago''.
-Recuerda que yo soy el jefe, puedo llegar tarde tanto como quiera y nadie puede decirme que hacer o no.-De su parte escuche una pequeña risa, como si estuviera burlándose de mí.-
-Solo cinco minutos más.-Pedí, él no respondió, no de inmediato. Sabía que lo estaba pensando.-
-Eso dijiste hace media hora...Si lo que quieres es escucharme toda la noche, solo tienes que decirlo.-Se que no me veía, pero ahora mismo sentía mis mejillas arder. Él siempre me dejaba sin palabras.-
-Puede ser…-Suspire.-Puede ser que no quiera dejar de escucharte y por eso te mantengo retenido conmigo.-Murmuré, confesando uno de las tantas cosas que tenía que decirle.-
-Langosta…-Luego de segundos aparentemente interminables, hablo. Pero me tenía fuera de sí.-
-¿Qué?-Pregunté con tono claramente confundido.-
-Si tuviera que comer únicamente un platillo durante una temporada sería langosta.-Casi de inmediato a qué se refería, y me sentía tonta porque había olvidado la pregunta que le había hecho momentos anteriores.-
Aunque no me veía sonreía, al final de cuentas había respondido a mi “tonta pregunta” justo como la había llamado.
Recordar aquello lograba que una gran y nada disimulada sonrisa apareciera en mi rostro. Suspiraba desde el comienzo del día hasta el final de este. Todo gracias a que Dominic Spencer me llamaba todas las noches.
Eso hasta que de pronto y sin pistas al respecto dejó de responder, mis mensajes no eran contestados. Los minutos fueron horas, las horas fueron días y los días se convirtieron en semanas. Sin un solo rastro de él, nada en absoluto. No sabía a quién llamar para preguntarle por él. Nadie más que su secretaria y el imaginar nuevamente que tendría que hablar con aquella espeluznante mujer. Era un completo no.
Solo me quedaba esperar y rogar porque estuviera bien.
-Rebecca creo que ya te lo había dicho, pero me preocupas.-Anne me sacudió ligeramente, para ese momento estábamos en el vestidor, acabando la tanda vespertina de trabajo. Dado que luego de aquel incidente de noche, le rogué a mi jefe que ya no quería quedarme hasta entrada la noche. Claramente le había explicado el porqué, su rostro pese a estar sin expresión alguna se compadeció de mí, me pagaría lo mismo pese a que ya no trabajaría de noche.
Anne se enteró de esto pero tampoco es que había preguntado al respecto. También se unió a mí con no querer estar en el turno nocturno, solo estaríamos el de la mañana y tarde. Carlos realmente dudo pero al final de cuentas había aceptado. Ahora que debíamos salir, no estaba tan concentrada como de costumbre. ¿Cómo lo estaría?, mi preocupación era causada por un hombre el cual tenía la capacidad de hacerme temblar con una sola mirada. -Debe estar de vacaciones o en reuniones de trabajo.-Murmuró mi conciencia, queriendo hacerme escapar de aquella preocupación constante. Suspire y baje mi la blusa de tono amarillo pastel, mi uniforme estaba en el locker junto a los zapatos y los accesorios obligatorios que formaban parte de dicho uniforme.
-Creo que solo necesito descansar un poco Anne, estoy bien.-Le sonreí a mi amiga quien frunciendo ligeramente el ceño no parecía convencida.-
-Vamos al centro comercial.-Soltó de la nada, yo la mire incrédula.-
-¿Para que?-Anne torció los ojos.-
-Debes despejar tu mente, así que pensé que lo mejor sería ir a comprar ropa, comida o lo que sea. Algo debes querer para tu hogar. -Expreso extendiendo ambos brazos a los lados, casi imitando un aleteo de una mariposa. Si lo pensaba un poco tenía bastante razón, entonces solo asentí con la cabeza.-
-De acuerdo podríamos pasar por helado.-El cual dicen es bastante bueno para aliviar los pesares. Los ojos de Anne parecían iluminarse cual niña pequeña. Sin más que hacer salimos de la cafetería, Carlos junto a María se encargaron de cerrar el lugar.-
Sin duda alguna debía distraerme y Anne no sabía cuánto le agradeció al respecto.
(...)
-Puedes decir lo que quieras, pero yo digo que María y Carlos tienen algo.-Comentó mi amiga frunciendo un poco el ceño.-El otro día los encontré infraganti en la cocina, muy cariñosos. Considerando que el es bastante gruño, verlo en esa situación con Maria logro dejarme sin habla. Ya no puedo mirarlos a los ojos a los dos.-Reí bajito ante la imagen que me describía.-
-Bueno, ellos pueden hacer lo que quieran son adultos mayores y responsables.-Respondió encogiéndome de hombros.-
-¡Exacto! lo peor es que fracasan bastante al intentar ocultar sus sentimientos el uno por el otro, parece una clase de amor prohibido de aquella familias de las telenovelas. “Carlos y María un amor prohibido por sus padres”-Ambas reíamos ante la sola idea de aquello, solo sabía que el día que ellos pudieran gritar su amor a los cuatro vientos estaré muy feliz con ellos. Muy en lo profundo de mi, deseaba poder tener una bonita relación amorosa con alguien, hacer aquellas cosas cursis como tomarse de la mano, compartir la comida o dormir juntos.
A mi mente el recuerdo de Dominic llegó, y con él el sentimiento de melancolía. Quería verlo pronto, cuanto antes. Y lamentablemente solo me quedaba esperar a que volviera.
-Rebecca entremos aquí, tengo hambre.-Se quejó Anne, delante nuestro estaba un restaurante del tipo familiar, donde podrías ir con tu familia o amigos. En este caso éramos dos para almorzar algo, mientras veía que pedir tenía la extraña sensación de que me estaban observando, mira a los lados del lugar pero no veía nada fuera de lo normal. Personas hablando entre ellas, parejas que compartían comida.-
-No es nada, cálmate y disfruta.-Susurro mi conciencia, decidí hacerle caso. Cuando nos dieron una mesa, el chico en caja nos sonrió de manera amable, comentando que pronto nos traerán la comida. Anne le había sonreído también y yo mientras solo asentía con la cabeza.-
-Es bastante lindo.-Me susurraba Anne sacando su teléfono, decidí imitarla y sacar el mío también, aquel que Dominic me había dado.-Wow, wow ¿de donde sacaste ese teléfono?-Casi de inmediato trate guardarlo, pero Anne fue mas rápida para quitármelo de las manos.-
-Oh...fue un regalo.-Me encogí en mi lugar, mi amiga veía encantada el aparato.-
-¡Debe costar muchísimo!-Exclamó.-Y se ve en buenas condiciones, vamos este no fue un simple regalo. ¿Quién fue?-Pregunto para mirarme a los ojos.-
-A-alguien...si.-Alargue, ella me miró con sospecha.-
-Nadie da nada aunque tenga la mejor de las intenciones, creo que quien te lo dio dejó muy en claro que quiere algo más contigo. No me mientas ¿es ese chico guapo de traje?-Levantó las cejas con picardía, sentía mi rostro arder por el sonrojo.-
-Claro que no, solo fue un amigo.-Amigo no es como quisiera catalogar a Dominic, un conocido sonaba mucho peor. Pero tampoco podía hacerme a la ilusión de que seríamos algo.-
-Que lastima, ustedes serian una muy buen pareja, sobre todo se ve que el es de buen vivir.-Le quite el teléfono a Anne de las manos, por un momento juraba que estaba vibrando, pero tal vez no era nada importante, quizás una de esas aplicaciones del teléfono.-
Justo cuando estaba por responder, el chico de la comida apareció con nuestros platos, Anne chillo bastante contenta tanto que atrajo la mirada de más de uno y yo, solo pude soltar un suspiro.
¿Dónde estás Dominic?
-La comida ha estado muy buena.-Me sentía satisfecha, con mi estomago ligeramente abultado por la comida, me encontraba bastante contenta solo con el simple hecho de comer. Y podía decir que Anne también estaba como yo, ambas salimos del lugar, aún nos quedaba comprar unas cosas para mi hogar, cambiando las cortinas. Las que ya tenía estaban bastante viejas.
-El chico que nos trajo la comida no dejaba de mirarte.-Soltó de la nada Anne, y yo solo pude verla de manera incrédula.-
-Por favor Anne…-Murmure desechando esa idea.-
-No estoy jugando, no quito la mirada de ti en todo el momento que estuvimos dentro y ahora viene para acá.-El sentimiento de pánico envolvió mi pecho y no mentía para nada cuando decía que aquel chico caminaba hacia nosotras, con una pequeña sonrisa en su rostro. Aún portaba su uniforme. Supongo que está de descanso.-
-Hola…-Saludo con un gesto tímido. Anne respondió y yo solo pude hacer un gesto lento con la mano.-Emm...soy Scottie, y bueno trabajo aquí.-Se presento.-
-Eso lo sabemos.-Respondió Anne sin ocultar una sonrisa.-
-Bueno la cosa es que, mi amigo y yo queremos...pues ya sabes sus números.-Cuando dijo amigo me incliné un poco y claramente más atrás en el área de caja su amigo saludaba con su mano derecha.-Se llama Oscar.-Aviso.-
-Oh...la verdad es que no creo que sea buena idea y -Anne me cortó de inmediato.-
-Nos encantaría, ella es Rebecca y yo soy Anne. Respectivamente podemos darte nuestros números.-Anne se colgó de mi brazos y sin que ahora Scottie me viera me apretaba con su mirada me daba el mensaje de “¿Que estas haciendo?”. Solo pude apretar los labios un poco.-
-¿De veras? iré a buscar papel de inmediato.-Sin esperar respuesta Scottie salió directamente hacia donde se encontraba su amigo. Momento perfecto para que Anne me mirara feo.-
-Rebecca no seas así, se ve que es bastante lindo además no ha dejado de mirarte desde que llegamos.-Lo sabía, pero no podía hacer algo como eso. ¿Por qué? la respuesta estaba escrita ya.
Dominic Spencer.
-Sabes que no tengo tiempo para salir con alguien Anne.-Murmure peinando mi cabello, colocándolo en mi hombro, era algo que solía hacer para distraerme.-
-No sales con nadie, no vas de fiestas y eres lo suficientemente bonita como para que los chicos te miren, así sea el hombre más inalcanzable del mundo.-Dude un poco. Pero era cierto, además Dominic y yo no éramos nada. No le había mal a nadie que aceptara darle mi número al lindo chico del restaurante.
Suspiró en derrota, desconocía el paradero de la persona que se mantenía en mis pensamientos día y noche. Quizás lo había ahuyentado y yo aquí preguntándome si estará bien. Así que ¿Qué tenía que perder?.
-De acuerdo, me convenciste.-Le di una suave mirada a Anne quien con ojos cubiertos de emoción asintió con rapidez. Scottie, regresó con papel en mano excusándose por no tener su teléfono en mano, dado que debían guardarlo en sus casilleros de ropa. Aparentemente sus jefes eran muy estrictos con el dicho de “No teléfonos”, así acabe dando mi numero. Dijo que inmediatamente tendría la oportunidad de llamar, sinceramente no tenía la esperanza de que lo hiciera. Sin más salimos del lugar, con la idea de comprar y regresar a casa para dormir hasta el día siguiente.
Por extraño que parezca no dejaba de mirar hacia todos lados. Me sentía observada pese a no haber nadie, era aquella sensación de peligro que hace tiempo tuve. Trate de relajarme y convencerme de que no era nada, solo eran ideas mías. Todo estaba bien, estaba con Anne. Nadie atacara a la luz del día ridículo pensar aquello. ¿Verdad?
-Rebecca ¿me estás escuchando?-Bramo Anne y solo pude dar un saltito en mi lugar. Ella se había cruzado de brazos.-
-Por supuesto que sí.-Respondí no estando nada segura.-
-Bueno ¿de que estaba hablando?-Mierda, pensé estaba atrapada.-
-De lo lindo que era…-Piensa Rebecca vamos.-Oscar si, así se llama.-La expresión de enojo de Anne desapareció y solo alcanzo a abultar en un pucherito su boca.-
-Bien supongo que si prestas atención a lo que te decía.-Salvada, pensé.-Vamos por el helado y podremos dar el día por finalizado completamente.-Mi atención sí que estaba puesta en ella inmediatamente dijo helado. La llevé rápido a la heladería, el aire frío nos llegó de golpe haciendo que suspiramos. Hacía calor y algo de aire frío era lo que nos vendría bien.
Anne pidió un helado de chocolate y jarabe de caramelo, yo contrario a eso pedí uno de dulce de leche y jarabe de chocolate. La chica que nos atendió fue tan amable en darnos extra jarabe y una cereza encima de los helados. Llegamos a una de las mesas del colorido lugar, tonos brillantes comunes en una heladería debía decir.
El postre frío logró hacerme olvidar por unos momentos mis pesares, sabía que inmediatamente acabara ellos regresan. Pero, un día diferente a mi monótona vida era lo que necesitaba. Cuando empezó a oscurecer ya estábamos de camino a casa y solo me apetecía llegar para así darme un baño de pies a cabeza, tal vez comer algo y finalmente pero no menos importante, descansar. Al despedirme de Anne con la mano la he dejado en su hogar, de camino al mío me encuentro con la señora Cris, quien tiene cierta mirada de victoria. me cuenta que por fin había podido hablar con el arrendador, iba a arreglar el piso del lugar por fin. Solamente que a consecuencia de esto, debía subir más el p**o de la renta. Aquello me preocupó en el sentido de que mi sueldo iba directamente para pagar la renta. Tenía una pequeña cantidad de dinero en el banco, podía sustentarme hasta entonces pero no sería lo mismo.
Finalmente y con cuidado de no tropezar llegue a mi hogar, saqué mi teléfono de mi bolsillo y al encenderlo justamente en la pantalla de inicio tenía un total de 160 llamadas perdidas de Dominic. Mi corazón se estrelló contra mi pecho. No estaba alucinando cuando sospechaba que mi teléfono estaba vibrando, eran las llamadas de Dominic.
Seguramente ha de pensar que no he querido hablar con él o algo parecido. Hice respiraciones con la boca, ya que sentía no respirar normalmente por la nariz.
Dejé todo encima de la mesa y quise contactarme con él, todos los intentos fueron fallidos pero solo mostraba que no era posible hablar con él, mi teléfono estaba apagado.
-Maldición…-Murmuré para mí, me recosté en la pared, cayendo lentamente al suelo. Lo había arruinado todo, no teníamos nada y sabía de sobra que lo había arruinado.
(...)
Son las tres de la mañana y lo se debido a que he tomado mi teléfono para ver la hora, y este se ha quedado encendido iluminando con debilidad la habitación. la lluvia fuerte me ha despertado y sobresaltado inmediatamente un trueno ha retumbado por todos lados. El cielo se ilumina por segundos gracias a los relámpagos que los acompañan. Llueve de manera furiosa, turbulenta y las gotas de agua se estrellan contra mi ventana haciendo que esté alerta.
No puedo dormir así lo intente, pareciera una noche de pesadilla.
Me senté en la cama cuando los golpes provenían de mi puerta estaba muy segura de ello. Con fuerza mi corazón golpeó contra mi pecho, asustada me mantenía alerta de todo. No quería levantarme bien, podría solo ahogar el sonido resonante de los golpes de la puerta con mi almohada y salir al día siguiente. Sin embargo los golpes solo se volvieron más insistentes y violentos.
Podría ser un ladrón, un asesino también alguien que necesitaba ayuda y pedía con golpes a todas las puertas, quizás a la que le respondiera primero.
Ambas eran razones para no levantarme y levantarme de la cama.
-¿Y si es Anne?-Murmuró mi conciencia, la idea de que ella estuviera ahí fuera hizo que me levantara, si bien podía mirar por el rabillo del ojo y confirmarlo.
Quería encender la luz pero la tormenta parecía haberse llevado la luz, tenía velas en esos casos así que encendí unas cuentas para no tropezarme con nada.
Nuevamente los toques a mi puerta me trajeron a la realidad, suspiré con fuerza y con piernas temblando me encamine a la sala, tomé lo primero que vieron mis ojos un paraguas grande y con sus años. lo apreté con fuerza mientras avanzaba, di un salto en mi lugar por los ruidos mezclados de la puerta y los truenos. Los odiaba tanto que solo quería estar en cama hasta que pasara la tormenta.
Tome una bocanada de aire, había llegado por fin a la puerta, mire por el rabillo de la puerta. Un relámpago dejando ver a la persona que estaba al otro lado de la puerta, enorme fue mi sorpresa al ver a Dominic ahí. El peso que tenía en mi pecho fue reemplazado por el alivio casi de inmediato. De manera inmediata llegó la pregunta de oro ¿Qué estaba haciendo aquí?.
-¿Dominic?-Murmure abriendo la puerta la cual revelaba a un Dominic con cabello empapado, chaqueta de cuero bajo esta una musculosa de color blanco, pantalones de mezclilla y botas aprueba de agua.-¿Que haces aquí? es muy tarde ya. Podría haber sido peligroso.-Le dije, pero una parte de mi estaba contenta de verlo nuevamente.-
-¿Por qué no respondiste mis llamadas, Rebecca?-Murmuró en aquel tono de voz ronco. Lo miré con expresión extraña.-Respóndeme.-Ordeno.-
-Yo…¿hoy? estaba de compras con Anne.-Me sentía encoger ante su mirada, la cual de ser posible podría cortar una manzana.-
-Tuviste tiempo suficiente para andar todo el día, sin embargo no pudiste responder a mis llamadas.-No sabia que pensar ahora mismo, es decir ni siquiera tenía el derecho de preguntar no éramos nada. No somos nada.-
-Tuve un día ocupado, lo siento.-Me disculpe, él soltó un resoplido.-
-¿Tu día estuvo lo suficiente ocupado como para coquetear con chicos?-Su tono estaba cargado de ironía. El recuerdo de aquel chico en el centro llegó y con ellos muchas preguntas.-Me preocupé por el hecho de que no respondieras...
¿Estaba celoso? su expresión estaba fruncida y sus ojos permanecían mirándome fijamente. Aquella idea era absurda, tonta. Y al mismo tiempo era lo bastante lógica.
-Dominic tu…¿Acaso estas celoso?-Pregunto lo bastante interesada, él por su parte solo soltó un gruñido cual vestía enojada, y eso solo confirmo mis sospechas.-
-Eso es ridículo.-Exclamó.-Los celos no son algo que vayan conmigo ni hoy ni nunca.-Evite rodar los ojos, iba a responder hasta la caída sorpresa de un trueno el cual logró que saltara directo hacia Dominic, el por reflejo me apretó contra su cuerpo. La lluvia parece haberle caído también ya que su chaqueta estaba mojada con pequeñas gotas.
-¿Cuánto tiempo estuviste esperando? .-Pregunte no importando si me podría enfermar o no. No me importaba realmente. El tardo en responder, siempre respondía de inmediato pero ahora parecía que lo estaba pensando.-
-Hora y media.-Murmuró pero lo escuche, me miraba con bastante atención y es cuando caigo en cuenta de que estoy lo bastante cerca de Dominic, robando su espacio personal. Casi de inmediato me obligó a apartarme de él.-
-Lo siento, por favor pasa. Llueve a cántaros allá a fuerza.-Él no responde y solo asiente con la cabeza, yo me encargo de cerrar la puerta.-Si gustas puedes pasar la noche aquí.-Le digo.-
-De acuerdo.-No tuvo mucho que pensar al respecto y eso logró que sonriera de costado, al darme cuenta él ya se estaba sacando sus zapatos para el agua, junto a sus botas. Tome su chaqueta en el perchero que tenía en una esquina cercana a la puerta. -Puedes dormir en mi cama, yo me quedaré en el sillón.-Ofrecí, sintiendo pena por el hecho de que solo tenía una cama, mediana ni siquiera era grande. Pero vamos, yo no esperaba visitas.-
Dominic tomó mi mano, en el mismo proceso apagó las velas que tenía encendidas, quedando en completa oscuridad, tirando de mí seguía llevándome hasta mi habitación, no entendía qué estaba haciendo ni porque me trajo hasta aquí. Pero de inmediato entendí el mensaje cuando sus brazos rodearon mi cuerpo con delicadeza, tomando mi nuca entre sus manos y acercándome más a su pecho bastante duro y cálido. Ambos caímos en la cama, acompañados de los relámpagos y lluvia de la madrugada.
-Quedémonos así…-Murmuró con voz ronca, me quede inmóvil, juraba que mi corazón estaba latiendo tan rápido que él sería capaz de escucharlo.
-Si…-Murmure y rodee su cuerpo con mis brazos, perdiéndome en su colonia limpia, masculina. Dominic Spencer estaba conmigo y el simple hecho de pensarlo lograba ponerme de buen humor.-Dominic...-Le llame en un susurro.-
-¿Mm?-Aquello fue para que siguiera. Me tome mi tiempo, no queriendo decir algo de lo que se seguramente me arrepienta, pero maldita sea mi curiosidad. debía saberlo.-
-Tienes muchos lujos...¿no te importa estar en mi pequeño y nada exclusivo apartamento?-Pregunte, si bien era cierto que no era nada comparado con lo enorme de su hogar, el cual seria uno de tantos que poseía. Dominic Spencer podría comprar un sinnúmero de cosas al rededor del mundo y aun así seguiría teniendo dinero suficiente para unas 20 vidas mas.
Luego de lo que pareció una eternidad él respondió.
-Porque estas tu...Desconozco principalmente lo que me motivo a llegar tan entrada en la madrugada, supongo que quería asegurarme de que estabas bien.-Una de su manos se perdió en mi cabello, mientras hablaba podía quedarme dormida con ese simple gesto tan relajante.-Podrías estar en el peor infierno de todos, yo estaré ahí para asegurarme de que estas a salvo de quienes querrán hacerte daño.-Murmuro.-
Finalmente Dominic no dijo mas, su respiración se volvió lenta y pausada. Supuse que se había quedado dormido, conmigo a su lado en una cama que nos mantenía juntos solo para no caer. Y yo ya no tuve miedo de los fuertes rugidos de la lluvia que azotaba toda la ciudad, tampoco de los truenos que solían despertarme en medio de la noche.
Todo aquello había quedado de lado al instante de la llegada de Dominic, de alguna forma el tenerlo cerca me hacia ver que el mundo también seria seguro.-Pese a que no es así.-
La sensación de tenerlo cerca era agradable, me gustaba mucho y se sentía lo bastante bien saber que él estaba conmigo, que no le había pasado nada. Una pequeña sonrisa surgió. Podría tener todos los lujos del mundo en la palma de su mano, pero aparentemente prefería estar en mi deplorable apartamento, pese a los dañado del piso, aunque mi cama no era lo mejor.
Él quería estar a mi lado también.