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4455 Words
No me creía lo que estaba pasando ahora mismo, quizás el miedo no me dejaba procesar todo. Es posible que haya muerto y ahora estoy imaginando cosas. No sé cómo será la muerte, pero esto se sentía demasiado real. -Rebecca...Míreme, nadie puede hacerte daño ahora. ¿Te has lastimado mucho? -Murmuró apartándose de mí, pero no tanto. Sostuvo mi rostro con ambas manos, apartando las lágrimas de mis ojos. Mi labio tembló al tiempo que asentía. -Respóndeme cuando te hablo, por favor. -Ordeno y sentí un nudo en mi garganta. Aun así, recordando lo de la primera vez que nos vimos, me esforcé por hacerlo. - -Si señor…e-estoy bien. -Murmuré con voz ronca, me miró por un tiempo bastante prolongado, sentí frío debido a la brisa helada de la noche. Dominic volvió a abrazarme, apegándome más a su cuerpo. Esta vez, sabiendo de quién se trataba rodee su cuerpo con mis brazos aún temblorosos por todo lo que acaba de pasar. Nos quedamos así por unos momentos hasta que sentí como me elevaba. Me llevaba en sus brazos, por lo que tuve que abrazarme a su cuello y así se le hiciera un poco más sencillo llevarme. No dije nada, él tampoco dijo nada. Me llevo a su auto que estaba al comienzo del callejón, aun con las luces encendidas.  Mientras avanzábamos, ahí en un lado del callejón estaba mi asaltante, posiblemente muerto o inconsciente. Esperaba que al menos fuera lo segundo, pero una parte de mí en lo más profundo de mi ser esperaba que fuera la primera. Aun en la oscuridad si se prestaba atención a su cuerpo, se podía ver como respiraba, aunque le costaba bastante hacerlo.  Oculté mi rostro en el cuello de Dominic, cerré mis ojos, queriendo no parecer tan patética y asustada en su presencia. Pero no lo lograba y eso me estaba matando por dentro. Sus pasos eran calmados y calculados. Finalmente habíamos llegado a su auto, me llevo a la parte trasera, parece que delante se encontraba alguien. pero el espejo de grueso vidrio n***o no me dejaba ver. Y comprobé esto debido a que el auto arrancó enseguida Dominic ordenó irnos. ¿A dónde me estaba llevando?, no lo sabía. puesto que aun me encontraba en sus brazos. luego de algunos momentos, tomé valor para preguntar, la curiosidad me estaba matando y con ella, también una punzada de miedo. -¿A dónde vamos?-Pregunté en un murmuro, el cual sabía que él escucharía, pude sentir como se tensaba en unos segundos. Luego respondió con total calma. -Te estoy llevando a mi casa.-Respondió brevemente.-Quiero asegurarme que no tienes daños graves. Mi doctor va a checarte así sabremos que ese imbécil no te hizo un daño superior.-Alcance solamente a asentir con la cabeza.  Mis ojos pesaban y tenía unas enormes ganas de dormir al menos por unos tres días como máximo. Me di cuenta de que me encontraba con Dominic Spencer, un hombre lo bastante rico y poderoso. Aquel que me habló muy grosero en la primera vez que nos vimos. Pero ahora,  él estaba aquí, llevándome a su casa, para asegurarse de que estuviera bien. Quería pellizcarme así me aseguraría de que no estaba soñando, alucinando o algo por el estilo. Sin embargo, una pregunta no dejaba de darme vueltas  en la cabeza. ¿Cómo llego a donde estaba? (...) -Ella parece estar en perfecto estado, Lo único sería su tobillo inflamado. Tengo la teoría de que al tiempo de caer al piso, este cayó de mala manera. Teniendo como resultado que no pueda apoyarse en su pie. Le daré unas medicinas para la inflación. Luego de eso,  afortunadamente el asaltante no llegó a dejarla inconsciente, de no ser porque usted señor Spencer,  ha llegado justo a tiempo...Quizás no estaríamos aquí y ahora.-Un escalofrío me recorrió ante la manera en la que el Doctor lo había dicho. Tenía razón, pese a ser extraño que Dominic haya aparecido de la nada. Me ha salvado la vida y, extraño o no. Ahora mismo estoy respirando. -Le debemos la vida al sexy, pero controlador multimillonario.-Se expresó mi conciencia, al tiempo que se mantenía cruzada de brazos.  Yo por otro lado estaba observando todo de un lado a otro. Este hombre tenía el dinero suficiente para tener un consultorio médico en su propio hogar, junto a un personal médico extenso. Hace no más de dos horas habíamos llegado a la residencia, personalmente deje de prestar atención a las palabras que salían de la boca del doctor, queriendo ser discreta miraba a  Dominic, su cabello n***o estaba alborotado, a él solo le habían puesto unos vendajes junto a pomada en sus nudillos, los cuales habían quedado bastante lastimados. Todo esto a causa de que golpeo a mi asaltante. Él se había dado cuenta de que lo estaba mirando y rápidamente aparté la mirada, sintiéndome avergonzada.  -Si no hay más recomendaciones, entonces podemos retirarnos.-Escuche decir a Dominic, su voz aún se encontraba calmada, el Doctor le había dicho como último que debía ponerse esa pomada cada ocho horas. Aquello pareció no gustarle, ya que Dominic le dio una mirada fría. Hasta logró que me sintiera intimidada.  El pobre hombre salió del consultorio, diciendo como excusa un “-los dejare solos.”, yo miraba cualquier cosa que no fueran los ojos de Dominic, mi atención fue a mi tobillo, si hacía algún movimiento me dolía bastante. Así podría evitar hablar con Dominic,  pero sabía que no podría estar así  para siempre. -Gracias…-Murmuré con voz ronca, me costaba un poco hablar.- -¿Que?-Respondió con tono desconcertado.-Si me vas a dar las gracias, al menos puedes mirarme a los ojos, Rebecca.-Cuando dijo mi nombre un escalofrío involuntario me recorrió por completo.- -Yo....quería darte las gracias por salvarme la vida.-Murmuré, tratando de sostener su penetrante mirada azulada.-De no ser por ti, seguramente estaría...muerta.-La idea de aquello me causó malestar. Baje la mirada finalmente, estando así unos momentos, pude sentir la cálida palma de Dominic en mi mejilla, hizo que nuevamente lo mirara.- -Si tengo que hacerlo mil veces más, solo para tenerte conmigo. Lo haría.-No entendía, no supe realmente qué quería decir con aquello. Hice un leve gesto con la cabeza, queriendo no hacerme ideas extrañas o algo por el estilo.-Te ayudaré a bajar.-Se ofreció, no dije nada. Sus manos fueron a mis muslos, y me atrajo a él, tenía la intención de que rodeara su cintura con mis piernas.  Un calor envolvió mis mejillas, por la posición, nuevamente no dije nada y me abrace a su cuello. Dominic me levanto con facilidad, mientras salíamos del consultorio, tome la libertad de volverme a esconder en el hueco de su cuello. Inconscientemente aspirando su olor tan limpio y masculino. -Hazlo todo lo que quieras, de todos modos será la última vez que le veamos.-Susurro mi conciencia. Esto estaba mal, le debía la vida sí, pero seguro que él tenía cosas más importantes que hacer. Debo decir que me perdí en mis pensamientos, solo pasamos por pasillos, y más pasillos, el último parecía más largo que el anterior. Quería cerrar los ojos y desvanecerme en el mundo de los sueños. Sin embargo algo me lo impedía, era que estaba en los brazos de alguien que apenas conocía. Agregando el recuerdo de Anne,  ella estaría preocupada si llamaba a mi puerta y nadie respondía. Cuando me di cuenta, estaba en una gran habitación cubierta de cuadros elegantes, una gran cama en el centro, con sábanas blancas, mesitas de noche a cada lado de la cama hechos de madera, un candelabro delicado estaba colgando del techo, delante a unos metros un balcón junto a una puerta corrediza de cristal. En la pared lucía un alto armario de pared, lo supe por las puertas de mármol que lucia.  -Demasiado lujo para una sola persona.-Hablo mi conciencia, tan asombrada como yo. Quiero decir, era un edificio completo para él, y sus empleados. Posiblemente era de esos millonarios que hacían fiestas con mucho lujo, seguro que tenía una y mil residencias en todo el país. -Si no es que fuera de él.-Dijo de manera acusadora mi conciencia.- Me di cuenta de que mi trasero tocó el suave y esponjoso colchón, apenas deje de sentir el cálido tacto de Dominic en mi. Nuevamente me encontré su mirada, seria y sin aparente expresión alguna. No supe por cuanto tiempo me estuvo observando pero fue el tiempo suficiente para que sintiera arder mi rostro.  -Debo volver a casa.-Dije en un murmuro que se perdió en aquella gran habitación donde nos encontrábamos. Su mirada pareció cambiar a una, que no sabría cómo llamar. Parecía casi sorprendido y me atrevería  a decir que también molesto. Pero su rostro permanecía imperturbable. -No puedo dejar que te vayas.-Respondió seco. No evite levantar una ceja ante lo que dijo. Luego aclaró su voz.-Es muy tarde y podría ser muy peligroso.-Eso tenía sentido. Pero el recuerdo de una muy preocupada Anne volvió a mi mente. -No pasa nada, puedo tomar un taxi a casa.-Hablé sin pensar, volví a mirarlo a los ojos y ahora sí que tenía una mirada de enojo, sus cejas estaban ligeramente fruncidas. Se pasó la mano por el pelo antes de portar una sonrisa ligeramente torcida. -Te acaban de asaltar debido a que saliste sola, ahora planeas ir sola en un taxi podría ser igual o más peligroso Rebecca. ¿En que estas pensando?-Me sonó como un regaño y junto al suyo mi conciencia también me estaba regañando. -Tiene toda la razón, una mujer sola a altas horas de la noche solo podría significar desastre.-Solté un suspiro bastante bajito, sino me quedaba de otra entonces podría regresar mañana a primera hora del día...Aunque quizás…- -Tienes un chofer...él podría llevarme…-Sugerí al mismo tiempo que empezaba a jugar con mis dedos. Pero eso no pareció gustarle en lo absoluto. -Ya no está laborando.-Respondió casi de inmediato. Volvió a mirarme.-Incluso un tirano como yo deja a sus empleados descansar.-Me encogí de hombros ante su respuesta.-Puedes descansar aquí por esta noche...Quizás hasta que te recuperes.-Bien, eso me había dejado sin habla.  El pequeño recuerdo de lo que dijo horas atrás llegó. ¿Quiere estar conmigo? por unos segundos mi corazón latió de manera apresurada por ese fugaz pensamiento.  -¡Eso es una completa tontería, tienes que mirarlo a él, luego mirarte a ti!-Se burló de mí conciencia, por una vez quería hacerla callar. Aunque tenía razón en aquello. Dominic Spencer es un hombre que lo tiene todo, mujeres, autos de lujo, joyas, propiedades, éxito, fama, una cantidad de personas trabajando para él todo el tiempo y más mujeres. ¿Por qué había de quererme a mi?. No tenía ningún sentido. -Me quedaré hasta mañana.-Aquella mirada de enojo desapareció, solo hizo un leve asentimiento con la cabeza. Se levantó y parecía que quería decir algo, incluso abrió su boca, pero nada salió.-¿Señor Spencer?-Le llamé, me miró con suma atención.-Gracias...-Lentamente una pequeña sonrisa surco en su rostro.  -Es un placer, Señorita Park.-Juraba que no era algo normal que al decir mi nombre sintiera como miles de escalofríos me recorrieron, la sensación de peligro se apodera de mi. Eso me hacía pensar. ¿Por qué sentía peligro? ¿De qué exactamente debo escapar?, decidí ignorar el sentimiento. Dominic colocó su palma en mi mejilla, dándome una leve caricia. Sin decir una sola palabra se alejó lentamente, y sin más salió de la habitación donde estaba. El cierre de la puerta fue fuerte, seguro. y sus pasos resonaban hacia algún lugar del gran departamento.  Por mi parte aun me preguntaba qué estaba pasando, mañana podría ser una oportunidad para preguntar cómo había llegado a donde estaba. -Posiblemente iba de casualidad por una de las muchas mujeres que frecuenta, o iría a una elegante fiesta llena de bellezas.-Me miró de manera acusadora mi conciencia. -Sácatelo de la cabeza Rebecca, no es un hombre para ti. No estas a su altura, ni en esta vida ni en la siguiente.-Murmure para mi misma, me desplome en la cómoda cama, la almohada era tan suave y esponjosa. ¡No quisiera salir de esta cama!. Pero mañana a penas volviera el sol debía volver a mi realidad. También debía de contarle a Anne porque no pude ir, quizás me llenaría de preguntas y me sacudiría. Para al final terminar llorando y la conocía bastante para saber que así sería. (...) No podía escapar de donde estaba, por más que lo quería algo me lo estaba impidiendo. Traté de gritar por ayuda, sin embargo de mi boca no salía una palabra. Y me di cuenta de que una mano estaba haciendo la presión suficiente para que nadie me escuchara. La desesperación empezó a invadirme de sobre manera. Cuando pensaba que nada podría ser peor el aire empezaba a hacerse escaso, mire a todos lados, también hacia el cielo, completamente n***o, llovía con furia acompañado de relámpagos y truenos que lograban iluminar todo débilmente. Con la luz que alumbró todo pude ver un arma blanca asomarse a mi vientre. Temblaba, lloraba, quería escapar de aquí y sin embargo luchaba con todas mis fuerzas no podía irme. El agua me llegaba hasta las rodillas y de un momento lo bastante rápido el agua llegaba hasta mi cuello, la persona que me mantenía presa solo se reía de manera espeluznante. -No te vas a escapar de mí....-Murmuró en mi oído, quise voltear para descubrir de quién se trataba pero por mas que lo intentaba no podía.  Finalmente el arma desciende con velocidad entre las aguas, iba a apuñalarme justo cuando nuevamente el cielo se alumbraba por los relámpagos. Desperté entre un mar de temblores y jadeos, mi corazón latía con gran velocidad hasta el punto de sentir que se me escaparía de mi pecho. Quería llorar ante aquella horrible pesadilla, todo se mantenía a oscuras desorientada no sabía donde estaba  hasta que las luces cegadoras se encendieron. Cuando mi visión se acostumbró a la luz repentina vi a una figura en la puerta. Dominic me miraba con expresión preocupada, camino hacia donde estaba y lentamente para no asustarme tomó asiento delante de mí. -¿Te encuentras bien? te escuche gritar por ayuda.-Murmuró con voz ronca, sólo había sido una pesadilla y me sentía estúpida. Pude sentir como mis mejillas ardían.- -Solo he tenido una pesadilla…-Respondió acercando mis piernas a mi cuerpo. Dominic solo levantó una ceja e hizo una leve negación con la cabeza. -Estás a salvo aquí. Tuve que alertar a todo mi personal de seguridad. Si bien es imposible que alguien entre aquí, temí por unos momentos que alguien pudiera hacerte daño.-Evite mirarlo, sus palabras lograron que mi cuerpo se viera tomado por escalofríos-Solo fue una pesadilla, nadie puede dañarte ahora.-Su cálido tacto se posó en mi mejilla, se sentía muy bien. No quería que se alejara, pero al mismo tiempo no evitaba sentir nervios, ansiosa sin ninguna explicación aparente.  -Lamento las molestias, no pensé que gritaría al tener una pesadilla.-Murmure, mi conciencia gritaba un “¡Idiota!”, era de las pocas ocasiones donde estábamos de acuerdo. Dominic apretó mi mejilla queriendo llamar mi atención. -Las pesadillas revelan nuestras preocupaciones o sentimientos negativos.-Hizo una breve pausa.-Sin embargo, no tienes nada que temer. Es hora de volver a la cama.-Asentí con la cabeza, estaba cómoda así. Finalmente lo mire. -No te vayas, no te vayas por favor. Quédate conmigo.-Rogué en silencio. Pero no me atrevía a decir nada parecido.- -Buenas noches señor Spencer.-Murmuré y él por su parte mostró una pequeña sonrisa, amigable.- -Llámame Dominic. Creo que ha pasado suficiente esta noche para que estemos con formalidades.-Mis mejillas ardieron.- -Dominic.-Su sonrisa acrecentó.- -Buena chica, Rebecca.-Acarició mi cabello, y mientras se alejaba se llevaba consigo uno de mis mechones. Hasta que acabó por volver a su posición.-Si necesitas algo, mi habitación está al fondo justo a la derecha. Otra cosa, el desayuno se sirve a las 7 en punto de la mañana, si quieres decirme algo antes de esa hora estoy disponible...Buenas noches.-No espero una respuesta mía para apagar las luces y luego cerrar la puerta. Me quedé mirando hacia la oscuridad. -Es tan perdida Rebecca…-Murmure para mi. Estaría disponible antes de la 7 de la mañana, la imagen de un Dominic sin ropa en su habitación apareció en mi mente, no necesitaba verme al espejo para saber que estaba posiblemente tan  roja como un tomate. Inmersa en mis pensamientos desconozco el momento donde me quedé completamente dormida.  Esta vez no hubo pesadilla alguna, ahora soñaba con cálidas manos que rodeaban mi cuerpo haciéndome sentir bien y protegida. Me gustaba esa sensación.  Para la hora de la mañana ya estaba acostumbrada a levantarme bastante temprano. Pero no sabía que hacer exactamente en esta habitación tan grande. Con duda me levanté para buscar donde estaba el baño, una gran puerta estaba a unos metros de lo que era la habitación, pensaba que era otro closet pero afortunadamente era un baño. ¡Y qué baño!, era muchísimo más grande que todo mi apartamento. El lavabo estaba tan impecable y delicado. La pared estaba forrada de espejos enormes, también justo como en la entrada, en el techo colgaba una lámpara lo bastante cara. No muy lejos se encontraba una bañera y al otro lado una ducha de pie. Justo en medio de ambos se encontraba el inodoro. Entonces otra vez mi conciencia dijo -Demasiado lujo para una sola persona.- Y no podía hacer más que darle la razón.  Me encogí de hombros y opté por darme un baño en la bañera de pie. Luego de todo ¿Cuándo sería la próxima vez que estaría en un lugar así?, si bien sería una pregunta difícil de responder lo mejor sería aprovechar. Más tarde volvería a mi realidad. El agua estaba justamente como la esperaba, cálida, mis ojos se enfocaron en lo que eran unos productos para la higiene, incluso había un jabón líquido con aroma a Pitahaya, esto era el paraíso. Absolutamente todo lo que necesitaba estaba ahí. Al momento de salir de la ducha me fue muy difícil convencerme para salir, pero con un suspiro resignado no tuve más opción que salir de ahí. Me encontraba en la toalla cuando ya estaba fuera del baño y encima de la gran cama alguien había dejado una nota, diciendo que yendo al closet de pared podría encontrar ropa, podría escoger la que quisiera.  El recuerdo de Dominic llegó a mi cabeza y con él, la vergüenza.  Camine hacia el gran armario, y abriendo ambas puertas me dejó bastante anonadada. Sin pensarlo tome lo que estaba mas cerca a mis ojos. La ropa que tenia en mis manos no se compraba con mi uniforme de trabajo. Y bueno, siendo fin de semana no debería llevar puesto mi uniforme, así la curiosidad pudo conmigo. Mordí mi labio inferior la ver la camisa de delicado algodón blanco, junto a una falda linea A de cuero n***o acompañado de unas zapatillas de tacón bajo. Para dar el toque final un collar de perlas. Toda esta ropa al menos equivalía a 8 meses de sueldo. -Quizás hasta mas que eso.- Pero aquello no fue lo que me dejó sorprendida, era la lencería de encaje de rosas bastante hermosa, erótica, delicada, en color n***o. Los colores se subieron a mi rostro al imaginarme con esto puesto. ¡Jesucristo era una completa locura!, la lencería era perteneciente de Victoria´s Secrets!. Sentía que mi boca estaba golpeando el piso, pero no teniendo una opción más que ponérmela con delicadeza de romper algo. Me quedaba tan bien, la tela me hacía cosquillas pero aun me miraba en el gran espejo de la habitación. Desde adelante hacia atrás estaba encantada con la ropa, quizás la falda estaba unos dos dedos más arriba de mis rodillas, pero aun así no dejaba de verme bien. -Pareces una de esas elegantes mujeres de la empresa de Dominic.-Dijo mi conciencia. No se equivocaba en lo absoluto. Mis ojos fueron al reloj electrónico de una de las mesitas de noche, eran aún las 6 de la mañana. Podría ir a ver a Dominic, darle las gracias por el cambio de ropa y luego irme. Lo último que quería era tomar el desayuno con él cuando ha tenido tantas molestias conmigo. Mi cabello permanecía en un estado decente pero al mismo tiempo desarreglado. Suspiré con fuerza, con todos los acontecimientos de anoche si no estaba vuelta un desastre era por un verdadero milagro.  Tomé mi uniforme junto a los zapatos en una bolsa de tela, procedí a tender la cama y dejarla justamente como la encontré anoche. Sin más mire la enorme habitación antes de salir. No había salido el sol, pero las luces del lugar eran lo suficientemente fuertes para iluminar hasta el más mínimo rincón. La idea de ir a hablar con Dominic apareció en mi cabeza. ¿debería ir a darle las gracias por la ropa? ¿quizás estaría dormido aún? Era desesperante tener que elegir, al darme cuenta estaba caminando sola, me alarmó al llegar una puerta de fuerte caoba diseñada con una D en lo que parecía ser oro blanco. -Será la habitación de Dominic.-Dijo con sarcasmo mi conciencia, levante mi puño para tocar estaba a nada de que mis nudillos golpearan.  Sin embargo algo me detuvo lo bastante tiempo como para que la puerta se abriera, dejando ver a Dominic Spencer. Su cabello estaba elegantemente recogido hacia atrás, su vestimenta estaba compuesta por un pantalón y chaqueta de corte ejecutivo azul oscuro, perfectamente entallado a su cintura. Gracias a que llevaba chaleco sus brazos lucían con la suficiente musculatura como para hacerme babear. -Buenos días Rebecca.-Su voz ronca me trajo de vuelta a la realidad. Mis mejillas ardieron por ser descubierta.-¿Necesitabas algo?-No supe que decir, no me atrevía a mirarlo. No hasta que su mano tomó mi barbilla con delicadeza, haciendo que lo mirara fijamente.-Respóndeme cuando te hablo.-Murmuró con cierto tono que me hizo jadear. -Buenos días Dominic…-Respondí, su rostro alumbró una sonrisa ladeada. Sentí sus ojos escanearme completamente. ¡Dile algo!. Me grite.-Gracias por la ropa, a-aunque no era necesario, tenía mi uniforme y…-Me cortó de inmediato.- -No iba permitir que salieras de aquí con esa ropa vuelta un desastre, Rebecca.-En sus ojos un brillo de enojo pasó por solo unos segundos. Me soltó lentamente.-Vamos a desayunar, esto solo es el comienzo del día.-Salió delante de mí. No comprendí con exactitud qué quiso decir, aun así  le seguí con torpes pasos. La sala de estar era lo bastante enorme, el comedor de cristal tenía la capacidad para al menos 17 personas.-si no es quemas.- En las paredes colgaban cuadros de diferentes artistas, no las entendía pero eran bonitas. Dominic tomó asiento en la cabecera de la gran mesa, yo miré con nervios algún lugar que estuviera a una distancia prudente, al menos donde él no notara mis nervios.  -Me sentare aquí.-Avise y él solo hizo un asentimiento rápido con la cabeza, casi tropezaba con mis pies debido a los tacones. Aun con la vergüenza que sentía me atreví a mirarlo y parecía divertido. Me senté al otro extremo de la mesa. -¿Tomaste asiento tan lejos de mi porque te intimido?-Pregunto al tiempo que apoyaba su palma en su rostro, sosteniéndose de la mesa.-Suelo causar ese efecto en las personas.-Dijo como si eso fuera algo para estar orgulloso. -Yo…no es eso, quizás quisiera tu espacio.-Me excuso, el negó con la cabeza.- -Tu compañía es diferente.-Dijo, por unos segundos parecía que sonreía.-Así que no tengo problema alguno con que estés cerca, acércate.-Aquello fue una orden.- -Pero…-Dudé unos momentos.- -Acércate, Rebecca.-Y sin  dudarlo dos veces cambie de lugar justo al lado suyo. No quisiera hacerlo enojar, luego de todo solo estaba siendo un buen anfitrión ¿no?.- El desayuno había estado lo bastante silencioso pero tranquilo, no sabia de que hablar con Dominic Spencer, y si aun así hubiera algo creo que lo mejor seria que no dijera nada. Yo no era de esas chicas interesantes, donde su día a día se pasaba con cosas interesantes. Tampoco tenía una vida social lo bastante activa como para salir. Haciendo hincapié en Anne, quien desde el tiempo que llevo viviendo en la ciudad era a la única que podría llamar “Amiga”. Cuando llegó la hora de irnos le agradecí una vez más a Dominic por el hospedaje, la ropa y la comida. Jurando que se lo pagaría así me tardara unos 10 años con la ropa.  La vista desde el 8vo piso del departamento privado de Dominic la vista era hermosa, junto al amanecer que anuncia un nuevo día. La suave caricia de la mañana me rodeó casi de inmediato. Gire hacia Dominic quien me esperaba para irnos, así lo hicimos. Estando en el primer piso, él se ofreció a llevarme, lo cual me pareció un poco extraño dado que tenía incluso un chofer privado. Le hablé sobre esto y con una expresión despreocupada se encogió de hombros. -Llegaremos mas rápido así. Dame tu dirección, la pondré en el GPS-Supongo que estaba bien hacerlo. Mi dirección fue algo que su GPS captó inmediatamente. La tecnología sí que estaba muy avanzada, me dije. Todo el auto tenía su aroma, sería mi fragancia favorita. Si tan solo pudiera tenerlo más tiempo conmigo. Desee secretamente que se quedara un poco más de tiempo a mi lado. Sin embargo no tenía la más remota idea de como hacerlo.- Siendo sábado las carreteras estaban desoladas, decir que llegamos más rápido de lo que me gustaría es decir mucho. Alguien me dijo una vez que no debería sentir vergüenza de donde venia, pero ahora mismo estaba dudando de aquello. El complejo de apartamentos era bastante pequeño, descolorido. Rezaba porque me dejara una o dos esquinas antes de llegar. -Puedes decirme donde resides y te dejaré ahí.-Su voz me tomó por sorpresa, haciendo que pegue un pequeño salto en el auto.- -Podrías dejarme aquí.-Le dije, inmediatamente levanto una ceja, se veía intrigado.-El lugar no está en un buen estado, no quisiera que veas eso.-Me excuse, la línea recta que porta en sus labios pasó a ser una media sonrisa. Una que no sabía ponerle nombre. Medio esperanza de que cambiara de idea.- -Si lo dices así, entonces. Quiero entrar a tu hogar.-Toda esperanza se fue, y yo me quedé sin habla. Quería ver mi hogar, no se tenía que ser tan poco observador para notar que él, no estaba acostumbrado a cosas de bajo nivel. Siempre obtenía lo mejor y solo lo mejor.  Sin embargo era más que eso ahora. Estaría sola con Dominic Spencer en mi casa.
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