Capítulo 4

1449 Words
Después de aceptar el supuesto acuerdo con Joe Drexel salió de la habitación y no lo he vuelto a ver, han pasado varias horas, me he quedado dormida después de que el doctor viniera a examinarme, me informó sobre la primera operación en la pierna, ha sido demasiado trabajo, a las pocas horas de mi salida del quirófano volví a entrar cuando presenté una hemorragia severa, fue cuando perdí a mi bebé, ellos no sabían que estaba embarazada hasta ese momento, me han curado algunas laceraciones y tengo el oido derecho dañado, no hay nada que hacer con eso, es mejor escuchar con el izquierdo a partir de ahora, ese es el menor de mis problemas, quedar medio sorda ante una acusación de homicidio, un esposo infiel, la incertidumbre de dónde está mi hijo, sin un centavo y terminar haciendo un trato con el enemigo jurado de mi esposo, o pronto ex esposo. Joe Drexel prometió demasiado y las personas que prometen demasiado son las que menos cumplen, así que debo curarme y salir de aquí lo más pronto posible, solo quiero irme lejos, muy muy lejos. –Doctor, ¿Cuándo podré iniciar con la recuperación, tengo que volver a caminar pronto. El gesto desagradable y lastimero que hizo me pareció poco profesional. –El señor Drexel, no ha hablado con usted. Sí que hablamos, pero no de mi salud. –Muy poco –contesté –. ¿Por qué? –Él ha dicho que se iba a encargar, pero si no le ha informado debo arreglar y… –No se preocupe –comenté –. Le pedí que fuera a resolver unos de mis asuntos primero, seguro cuando regresé me indicará lo demás. –Muy bien, estaré atento a su recuperación. –Gracias por todo lo que hace, doctor. Me sonrió antes de irse de la habitación, ya está haciendo demasiado escondiéndome en este hospital, no quiero ponerlo en más aprietos, no sé que está haciendo Joe. No tenía hora, ni tampoco televisión, no había nada en ese lugar, así que antes de volverme loca esperando que dos agentes de policía aparecieran en la puerta listos para llevarme, que alguien finalmente confesaría que estaba ahí, decidí centrar mi mente en otra cosa, primero empecé a recordar desde el primer momento cuando llegue a la empresa Davis, su asistente había renunciado por una mejor oferta, no ofrecían mucho, sin prestaciones y con el riesgo de que la empresa no pasaría el año, pero necesitaba el trabajo y me arriesgue, no pensaba en el futuro, solo en que necesitaba la experiencia y el dinero para tener un techo y comer, cuando entendí el manejo de la empresa idee una estrategia para poder subir ganancias y mejorar, Timothy me tuvo confianza o ahora que lo pienso simplemente estaba desesperado, mi plan funcionó, me encargue de todo y cuando iban a reconocer el éxito de la empresa, le dije a él que lo hiciera, fue así como él se llevaba todo el crédito de mi trabajo, aunque algo que me llamó la atención es que Joe Drexel sabe que es mi trabajo, tal vez todos lo han sabido todo este tiempo. Pasé más tiempo encerrada en esa habitación con las enfermeras llegando de vez en cuando a revisarme y colocarme medicamento, le pedí papel y lápiz, lo primero que hice fue hacer una línea de tiempo de lo que había pasado entre Timothy y yo, después de un par de horas de tortura, lo cambié para pensar en lo que se podría hacer con la empresa Drexel, aún me faltaban detalles y recursos, pero algo básico podría complacer a Joe. –Parece que has estado ocupada. Reaccioné al levantar la mirada, Joe trae una ropa informal, camisa azul y vaqueros, es extraño verlo de esa manera, siempre lo he visto con un traje formal. –Solo intenté adelantar algo, recordar algunos movimientos actuales y empezar a buscar un plan para la empresa. –¿Cuál? –preguntó. –Cómo hacer que la empresa Davis llegue a la quiebra. Él sonrió, eso fue extraño. –Ese plan me gusta –señaló –. Pero ahora tenemos que irnos. –¿Has conseguido traer a Max? –Estoy en eso. –No lo has hecho –expresé, no era tonta, sabía que no lo iba a hacer –. No voy a ningún lado hasta que tenga a Max conmigo. –No puedo llegar a tu casa y robarme al niño, aún estan buscando tu cuerpo y eso solo levantaría sospechas que sigues viva. –¿Cómo? ¿Ellos creen que me morí? Joe solo apretó la mandíbula y afirmó con la cabeza. –No puede ser –sollocé –. Mi hijo creerá que su madre murió y que soy una homicida. –No llores así, creo que esto podría ser una oportunidad. –¿Cómo cara.jos va a ser una oportunidad? ¡Estoy muerta! –Es lo mejor, tengo una casa en las afueras de la ciudad, llevaré todo lo que necesitas para tu recuperación y hacer un plan para mí, te daré los recursos necesarios, cuando todo este listo volverás. –¿Y qué pasa con mi hijo? –No es tan fácil sacarlo, nos van a descubrir, pero te prometo que estará a salvo. –No quiero que esa mald.ita mujer se acerque a mi hijo. –No lo hará. –¿Cómo se supone que te crea? No sé que pasa afuera, no te creo nada. Volvió a darme esa mirada afiliada y habló firme. –No estás en condiciones de negociar, soy tu única salida, tu eres quien decide si aceptar lo que te ofrezco o ir a la cárcel, te puedo entregar ahora mismo. –Estarías involucrado –le señalé –. Debiste dejarme en esa calle y esperar a que la policía llegará, pero ahora me tienes aquí, diré que me has secuestrado. –¿Y a quién le van a creer? –cuestionó –. A un empresario o a una homicida. –¡No me llames así! –le grité. –Entonces escoge. Tomó su teléfono y lo dejó frente a mí con el número de la policía, tenía el dedo a pocos centímetros del botón verde para llamar, pensé que no lo haría, no se atrevería, pero otra parte de mí pensaba que tal vez si lo haría, que no dudaría en entregarme, nadie iba a creerme, ya había perdido todo y no iba a permitir que Timothy tomará esta parte de mi vida bajo su control. –Está bien, iré contigo –acepté. Apagó el teléfono y lo guardó. –Excelente decisión, nos vamos ahora. –¿Ahora? –Todo está listo, el auto está afuera, te dolerá el cambió, tendrás que moverte mucho, pero no podemos estar más tiempo aquí, no tardan en revisar todos los hospitales de la ciudad y no correremos más el riesgo, nos vamos ahora. Entraron dos hombres a la habitación, detrás venía el doctor, primero que quitaron todos los cables de encima, el doctor iba indicando que hacer, cuando llegó el momento de moverme, uno de los hombres se colocó en mi espalda para empujarme por atrás y el otro estaba al frente para sostenerme, ojalá hubiera sido tan fácil, pero en el momento que me intentaron poner de pie grité del dolor. –¡No! ¡Por favor! ¡Aaah! –No se detengan, tenemos que irnos –ordenó Joe y siguieron. Lo intentaron hacer despacio, me dolían otras partes del cuerpo, pero no como mi pierna, era demasiado, sentía que iba a desmayarme, intenté suplicar, prefería que me la cortarán en ese momento, el dolor se sentía hasta en el cabello. –Basta, por favor, basta –sollocé temblando y sudorosa cuando me dejaron en la silla –. Ya no, ya no. –Oye –exclamó Joe –. Deja de llorar, vamos a salir y no tienes que hacer ningún sonido, tenemos que irnos en silencio, sin llamar la atención o quieres que te encuentren. –No –intenté controlarme –. No quiero. –Entonces cállate. –Señor, esto es demasiado para ella, es demasiado pronto para moverla –le habló el médico –. Debe volver a la cama. Estaba sudando, mi cuerpo estaba frío y tembloroso del dolor, aún debía subir al auto y faltaba lo del caminó, esto es el infierno. –No. –Las palabras salieron de mi boca sin control –. No voy a volver a esa cama, vámonos de este mal.dito hospital. No sabría como describir la mirada que Joe me hizo, pero luego le sonrió al médico. –Ya la escuchó, nos vamos.
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