Mia.
Con el corazón acelerado, me pongo de pie de inmediato en cuanto siento las gotas de sudor recorriendo mi cuerpo. Con una ventana abierta permitiendo que el aire frío de Montana ingrese para así poder dormir mejor, o al menos obligarme a quedarme en la cama, de igual manera las pesadillas hacen de las suyas en mí, despertándome otra vez de madrugada.
Con la casa vacía y todo el rancho en completa oscuridad, me tomo unos minutos para poder respirar profundo, intentando calmar los latidos desesperados de mi corazón, el cual parece que va a salirse de mi pecho.
Es increíble cómo una simple pesadilla puede desarticular todo tu pensar, tu cuerpo y tu corazón. Ahora mismo, siento que todo me duele. Me siento prisionera de mis propios recuerdos los cuales creí que se irían poco a poco,
