Tipo de Narrador: omnisciente.
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Mientras la lluvia avisaba el mal augurio, los relámpagos azotaban las antenas de la FMA y eso complicaba su operativo.
Casi dos semanas. Dos semanas dónde el general Robinson descargo su furia en su personal de trabajo. Inútiles que no le daban respuestas del paradero de su hijo. Todos estaban agitados, asustados y mientras tanto, el consejo de la FMA buscaba las pruebas necesarias para dejar en el olvido al capitán John Robinson. Sí, la encontraron.
La encontraron en la declaración de la ahora cautiva Vaiana Glodder. Su hijo, el único que la vida le dio, había Sido capturado y transformado en una bestia.
La legalidad de las reglas se respetan y toda búsqueda menguo. Pero no por mucho tiempo, cuatro días después, sin aparentes, ni sospechosos, los miembros del consejo; murieron.
Uno de los señalados, tuvo un extraño accidente de auto donde sola mente murió el . El otro fue brutalmente asesinado Después de caer preso por supuestos fondos ilícitos. Fondos que nadie supo de dónde salieron y podría contar las demás muertes, pero, ya entienden por dónde va todo esto.
Nadie, ni ellos, ni nadie toca lo suyo, eso pensó el general Robinson y cuando el departamento de avanzada genética, tocó sus puertas, llegaron las arcadas de vómito mezclado con la verdad. Su buen juicio dictaminó que debía eliminar al departamento de genética, no solo por romper la ley, sino también, por aliarse con el enemigo… Eliot Morgan, la peor basura que había visto, saco de su maletín una jeringa que inyectó en el lycans que mágicamente se levantó habiendo depurado un 30% de los genes lycans.
¿Cura? Claro que no. Pero ¿Podría ser una? Claro que sí. Menguo sus altitudes y las negociaciones surgieron. Morgan exigió solo tres cosas. Uno: a Clare Wilson, esa pequeña princesa le debía una y ya había planeado como someterla. Dos: los poderes de Peind Wilson eran la clave para eliminar los genes lycans. El viejo tenía un poder capaz de anular todos los dotes, erá una joya. Si lograba patentarla solo dios sabe los alcances de dicho poder y por último exigió a la niña Natanael.
Tres insignificantes personas que no podrían importarle menos a cambio de su hijo. Claro que aceptaría.
Los siguientes días fueron mortíferos, más trabajo, más deber, más preocupación. Le dejo el rastreo del aquelarre a los Morgan y se dedicó enteramente a mantener la fachada y entonces su espera valió la pena.
Eliot Morgan rastreó por todo el mundo a los Freman, en los lugares más inhóspitos y desolados, pero en específico, en Grecia, Pensilvania y Rumania.
Joder, sí, Rumania. El paraje que alberga la paz para todo antinatural, era el lugar seguro, pero claro, quién creería que un antinatural traicionaria a su especie.
Encontrar el búnker fue la parte fácil. Como se sabe, Marcus pierde una vez, no dos veces y está vez se aseguró de no volver a cometer los mismos errores creando una defensa de evacuación como ninguna.
Adentrarse a ella sería imposible y si el general atacaba de frente, la evacuación sería tan rápida que no les daría el tiempo de sobrevolar el área siquiera.
¿Entonces, cómo lo lograron? Solo vasto sembrar la duda en una sola persona y ese fue un m*****o del consejo. No es para nada equitativo sentir envidia de un Freman, mucho menos cuando ese Freman tiene el apoyo, mientras su misera presencia es más vana que la de una mascota.
Uno de los pocos sentimientos que comparten los humanos y los antinaturales es el egoísmo, pensar en uno mismo sobre los demás. Y eso hizo el hombre que no vendió a su gente, pero si a Marcus y a su sobrina.
Le dio al capitán, la satisfacción de saber que su padre lo estaba buscando. Claro, el capitán ignoró lo demás, aún más cuando lo convenció de todas las perversiones de Clare Wilson, cosas como traición y mentiras.
«Ella te engaño» «Míralo por ti mismo» las fotos tomadas desde un ángulo nada favorable para la pequeña princesa Freman junto a su pareja, la hizo ver cómo una mentirosa. Una mentirosa que claramente lo volvió a engañar. «Te prometió ayudarte, ¿Entonces por qué estás todavía en una celda?» Una psicología de la cual el capitán ya estaba acostumbrado al ser un soldado. Negó y negó, pero al final solo era un humano en los huesos de un antinatural y fue entonces dónde decidió irse.
«Está bien» se dijo el mismo, no puedes obligar a nadie a quererte, esa es la única verdad y si llegara a dudar de su integridad, entonces, solo sería una escoria más. Lo mejor era irse, regresar a lo que era antes de conocerla. La pequeña nota donde le confirmo a Clare que mantendría en secreto las coordenadas, fue tirada a la basura por el concejal traidor que estaba dispuesto a todo.
Las dudas estaban, pero, era su padre y sabía que sin importar la bestia que ahora era, su padre no lo abandonaría y no se equivocó, pues liberado su hijo, el general desplegó a su tropa sigilosamente y cuando las alarmas sonaron y el búnker se evacuó, sintió que todo se fue al demonio, pero no, la pequeña princesa demostró ser ingenua y confío en que su antiguo capitán no la traicionaría y no lo hizo, pero, entre ellos ya había un destino marcado por la traición.
—Hay movimiento. —le avisan por el micrófono. —Arréstenlos. Ahora. —grita y mientras los soldados atacan al equipo de Piend Wilson, Daniel y rubí, su hijo llegó al lugar donde debería estar seguro, pero no lo estaba, pues alguien llegó antes que él.
Daez se quita la camisa detonando hombría, nada de miedo o dudas en sus acciones, el capitán era una hormiga que debía aplastar y podría arrancarle la garganta sin problemas. Pero se contuvo pensando en la persona de ojos grises.
—¡Creo que tú y yo tenemos un asunto pendiente! —le dice y el capitán se encorva mostrando los colmillos. ¿Se atrevió? Oh, joder sí, lo hizo. Se atrevió a mostrar los colmillos a él, Daez Brhazo el alfa que nació para liderar y que está por encima de él, ¿Un simple beta se atrevió a gruñirle?
Los colmillos le salen tan rápido que se lastima la cara interna de los labios, las garras se muestran y los ojos dorados surgen cuando, Daez se encorva y la transformación empieza. Sus huesos crujen debajo de su piel y se acoplan a su nueva forma. La saliva se derrama cayendo al suelo y sacude su pelaje oscuro tratando de alivianar la lluvia que lo moja.
Kristen se aparta cuando el enorme lycans de pelo n***o y ojos dorados golpea sus patas en el lodo, acechando al capitán que por un segundo se sintió amenazado y cohibido. Sacude su pelaje marrón recomponiendo su cordura. No lo hará, no acachara la cabeza y obedecera como un bebé. «No ante él»
No cederá un minúsculo de hombría por el bastardo de Daez Brhazo. puede que muera, pero lo hará con orgullo, pela los dientes desafiando al lobo n***o y un matiz de confusión se pinta en los ojos de Imei que también se mantiene en guardia. Ni siquiera el mismo a podido desafiar a su primo y que un beta lo haga es insólito.
Se rodean al acecho buscando la brecha y el capitán corta el terreno enterrando las garras en el suelo. Los gruñidos se intensifican y lobo n***o cierne la mandíbula en su costado. El dolor es soportable, pero mortífero y en una hazaña por liberarse de los colmillos que se entierran cada vez más en su gruesa piel, gira su enorme cabeza tomando el lomo oscuro de su oponente para quitárselo de encima, las patas con garras lanzan un segundo ataque sobre sus costilla y aullido sale del lobo marón.
El lobo n***o (Daez) gira sobre su lomo cuando el capitán lo lanza lejos de él y para su sorpresa el aburrido y simplón capitán, no pelea tan mal. Lo admite, tiene potencial, si entrenará posiblemente en unos años esta pelea fuera más reñida.
—¡Detenlos! —grita Kristen en medio de la intensa lluvia. Imei ve todo con asombro como si fuera una pelea de leones. Siendo vampira, Kristen siente la euforia a todo dar y antes de darse cuenta ya está girando para alejarse de los lycans que la enferman.
El disparo atraviesa la capa del sonido de la lluvia e Imei se gira detallando a la mujer que rueda en el suelo sobre la maleza. Kristen, se mira el costado untado de sangre y no sabe en qué momento su cuerpo reaccionó primero que su mente y lo agradece por qué el disparo Iba directo a su cráneo. El dolor la hace temblar y ella vocifera groserías cuando Imei la carga con la mirada revoloteando en todas partes.
—¡Vete! —le grita ella a Imei y este niega con la cabeza. —Te van matar idiota. —vuelve a gritar. La segunda bala roza en el brazo derecho de Imei.
—¡Daniel me matará si te dejo! —le asegura él y ella sonríe ante tal ironía.
Imei se cubre con ella detrás de las rocas y nunca antes había odiado tanto la lluvia. Los otros dos lobos siguen en lo suyo. Daez no deja de pensar en el sonido metálico con olor a pólvora que se disuelve en la atmósfera. Chilla cuando el capitán entierra sus colmillos en su pata delantera. El enojo lo siega y lleva los colmillos al rostro del enemigo mientras gruñe pelando los dientes con odio.
La otra pata delantera hace presión en la herida provocada por el mismo y el capitán aúlla con dolor. Lo mataría, pero nuevamente esos ojos grises le recuerdan que no.
El desfase del capitán empieza a hacer efecto y el encorvado cuerpo empieza a volver a la normalidad. Los sonidos metálicos se intensifican y Daez mira a su alrededor notando a los soldados que se camuflan con arma en mano y gafas nocturnas. Corre hacia ellos y las detonaciones empiezan, esquiva algunas y las otras solo impactan contra su duro cuerpo sin lastimarlo, la piel de hierro de un lycans es un beneficio.
muerde sus gargantas marchando su hocico de sangre, le gruñe a su primo y acto seguido este se levanta yendo colina arriba con la mujer en sus brazos.
Daez sale disparado hacia su otra prioridad y es que mientras él corre ella está en una situación aún peor. Los camuflados se adentran en la selva acechando y en su infinito sentido auditivo escuchan a lo lejos los retumbados de las detonaciones.
La traición la vuelve nada, pensando que todo fue un error, que no vale la pena confiar en nadie. Marcus la jala del brazo delicadamente y sin querer el ruido de las ramas, alerta a los soldados presentes.
Marcus despliega el conjuro que los protege de las balas y Joshua entra en fase, desmembrando a los soldados. Clare se va detrás de los árboles y saca la daga que lleva siempre con sigo, la empuña y una mano la lleva hacia atrás. Grita mientras dobla su cabeza acertando un golpe en el tabique del sujeto que está por detrás de ella.
El hombre la mira con frialdad y ese mero acto, la hace tragar amargo. «Es Eliot Morgan» el muy malnacido , no está por deber, está por gusto propio, no le gusta ser usado y eso fue lo que hizo la princesa Freman. Tiene cuentas pendientes y si contamos que se atrevió a seducirlo, pues las cosas se veían mal para la princesa Freman que trago amargo con la presencia de dicho hombre.
Eliot repara su atuendo de arriba abajo y los ojos grises se clavan en él con osadía. «Bella» los mechones rubios platinados se oscurecen con la lluvia y él ve esa inocencia que repara ese bello rostro. Los labios carnosos se vuelven de color cereza por el frío y se ve fascinado con la chica.
—¡Te ves bien! —dice con la lujuria apretando su pretina. Sí. Le gusta. Esa inocencia que se vuelve fría cuando los témpanos de hielo cubren su rostro.
Ella gimotea con el aire cortando sus pulmones y se pregunta ¿Qué demonios hace este imbécil aquí? Él da un paso y ella retrocede dos antes de chocar con el cadáver del soldado que Joshua desmembró.
Se incorpora y el sujeto ya está sobre ella tomando su muñeca antes impactarla en el suelo. Forcejea intentando zafarse y él hace tanta presión que un agudo quejido sale de su garganta. Es un enfermo que se excita al escuchar ese ruido, pensando en las Miles de maneras en las cuales puede volver a escuchar un gemido igual.
—¡Shuuu! Corazón, no pasa nada. —soba sus labios sobre los de ella y el sabor le sabe a ácido en estado de putrefacción.
La tiene totalmente inmovilizada, la daga sigue en sus manos y ella se incorpora un poco, pero es en vano, pues, Eliot le roba la daga y presiona su rodilla en su muñeca mientras la otra mano la presiona con su talón.
La lluvia hace todo más difícil, impidiendo que pueda abrir por completo los ojos sin ser abatida por las gotas de lluvia. Sus pies están libres y ella se empuja sobre el suelo, pero solo logra maltratar su espalda contra el suelo. Intenta acertar una patada y no lo logra. El hombre pasa el filo sobre su mejilla en una clara advertencia de quedarse quieta.
Empuña el cuchillo cortando unos mechones de su cabello guardandolos para el recuerdo. Baja el cierre del abrigo de Clare y los montículos de sus pechos sobresalen por encima de la blusa delgada. El Pierde la vista en los picos erectos de color rosa que se marcan por la lluvia. Asquerosamente depravado.
El repudio mezclado con el asco la obliga a forcejear queriendo quitar la mirada deparada de ella. «Concéntrate Clare» se dice para sí misma y el carmesí de sus ojos la invade liberando su dote. Morgan cae rodando a un lado sosteniendo su cuerpo con dolor, mientras ella se incorpora con rapidez. De un momento a otro siente que va a perder la cabeza y decide comprimir su dote. «No volverá a suceder lo mismo» no importa, al menos ahora ya está libre.
No visualiza a Marcus por ningún lado y el hombre a su izquierda se incorpora con furia en las venas. —¡Joder que poder! Eres fascinante. —sacude su cabello hacia atrás.
Su abrigo es pesado y opta por quitárselo.
—¡Hermosa vista! —dice él haciéndola sentir más qué asco. No se limita a contestar, pues no quiere darle largas a una conversación.
Se retuerce cuando el muy sínico masajea la erección en sus piernas y ella se contrae con repudio, no hay manera de evadirlo es matarlo o morir por qué este asqueroso posiblemente terminará haciendo algo peor que la muerte.
El tipo salta y en dos zancadas ya está frente a ella. Le lanza el cuchillo y ella lo evade por pura suerte. Le tuerce las muñecas y ella sigue la secuencia soltándose.
Ella manda el talón a su pierna que se dobla haciendo tocar su rodilla en el lodo. No le da tiempo y rápidamente ella acuna su rostro con sus manos antes de clavar su rodilla en su asqueroso rostro. Se aleja y él escupe la sangre.
Se levanta con furia y bate la pierna con rapidez en el aire, Clare se agacha dándole nuevamente en la pantorrilla y remata en las rodillas haciendolo maldecir cuando por segunda vez toca el suelo.
—¡Qué perfección de mujer! Cuántas mujeres tienen el privilegio de decir que me pusieron de rodillas dos veces. —se ríe con la secuencia de sus alagos.
Ella no fanfarrea, sabe que no está en condiciones. Ella es más baja, más delgada y más débil, pero su debilidad se convierte en virtudes. Más ágil, más rápida y eso le da unos segundos más a sus movimientos, por encima de los suyos. Pero aun con todos no deja de pensar que está jodida.
Lo ha visto pelear antes y sabe que es mucho mejor de lo que está demostrando y sin mencionar la carta de triunfo que seria si el muy malnacido decide transformarse, pero, no, solo está jugando con ella, por qué la quiere someter y la simple idea le hiela los órganos.
No tendrá más oportunidades y es ahora o nunca. Las runas están prohibidas, pues, no puede conjurar tan rápido y evadir sus movimientos y su dote no es una opción si termina perdiendo el juicio.
El hombre intenta alcanzarla y ella rueda por debajo alejándose, pero él sostiene un mechón de su cabello y termina atrayéndola hacia él. —¡Quieta, cariño! —trata de cubrirle la boca y ella lo muerde tan fuerte que termina por soltarla.
Si corre, él se transformará y rápidamente la atrapará y no quiere ni pensar en las cosas horribles que este le hará si la atrapa. Las ramas crujen con el movimiento y ella sale disparada hacia él, toma su nuca y lanza sus piernas sobre sus hombros doblándolo en el proceso, cae al suelo y ella toma sus manos inmovilizándolo.
—Te gusta tenerme en tus pies, ¿verdad?
Es tan menuda que con un solo empujón, él se alza y ella lo suelta aceptando la derrota, se apresura a alejarse, pero... La sujeta estrellándola contra el suelo. Sus mejillas golpean la tierra mojada y el tuerce sus brazos sobre su espalda, causandole uno de los dolores más grandes. Su mente se bloquea y aunque quiere, no puede usar su dote por segunda vez. Entierra las uñas en la mano que la sostiene y él maldice.
—¡Carajo! —enfurece y con enojo estrella su cabeza con el suelo. No mide la fuerza y la brecha se abre dándole paso a la sangre cuando impacta con una roca.
—¡Ya vasta! —musita tomando su ensangrentado rostro. —No voy a tolerar más caprichos.
—¿Quién demonios te crees, imbécil? —grita por primera vez y su voz cosquillea en sus oídos.
Siente que su rabia mengua un poco y nuevamente pasea sus manos acariciando los mechones, mientras ella vocifera como caballo tratando de huir.
—¡Me lo debes todo, Clare Wilson! Y quiero mi recompensa. —musita lamiendo la sangre que el mismo derramó.
«¿De. Que. Demonios. Está. Hablando?»
—Conoces a la escoria de Daez Brhazo y te olvidas de quién no debías. —todo en el se envenena con la furia creciente que hace hervir su sangre.
No hay palabras de por medio, por qué no sabe de qué está hablando tal hombre. —¡No te conozco imbécil!—le grita con un hilo de voz ahogada por la lluvia.
—¿¡No me recuerdas!? —le pregunta como si no fuera obvio.
CONTINUARÁ….