PARTE 17

2216 Words
Ni en toda su vida podrá entender lo que está pensando. —¡4 de septiembre tu cumpleaños número tres!. —sigue explicando mientras mantiene a Clare sin habla. —Bueno, no es como que me importe si recuerdas o no. Se bufa de la situación con descaro. Suspendida e inmovilizada, Clare sigue reflexionando lo mismo una y otra vez. ¿Dónde demonios conoció a este hombre? La respuesta ya la tenía: 4 de septiembre. Pero ¿Qué paso el 4 de septiembre? Morgan, la alza levantándola del suelo. —¡Escucha cariño! —musita. —No me gusta que jueguen conmigo y justo eso fue lo que hiciste. El pasado ya no importa, te conocí, me olvidaste y todo quedó atrás, hay que concentrarse en el presente ¿Verdad? —No recuerdo haberte conocido. —Lo sé. —confirma él. La confución la toma desprevenida cuando el lobo n***o entra en acción, reconoce de inmediato a Daez e intenta forcejear, pero la daga amenaza con degoyarla. Morgan observa la angustia en sus ojos y se regocija en la vana sensación de satisfacción. —Mira, quién ha venido sobre su blanco corcel. —se burla y Daez pela los dientes dando dos pasos delante, pero se detiene con el roce de la daga que presiona la piel de Clare haciendo derramar el líquido carmesí. Mientras tanto, del otro lado del bosque, el general Robinson es informado sobre el estado de su hijo. —Lo estamos llevando a la central. —le informan. —Bien. —el hombre saca su ametralladora makarov, empuñándola junto con las dagas que guarda en sus botas. Pisa el lodo mojándose con la lluvia y le da un vistazo a su rival. Junto a Peind Wilson están rubí y Daniel rodeados de más de cincuenta soldados. Un trato se respeta y Morgan le dio la ubicación de su hijo y ahora él debía cumplir con su trato y entregarle a Peind Wilson, la niña Natanael se escapó, pero ya habría tiempo para encontrarla. Peind Wilson es un dios en su mundo, sus habilidades físicas, mezcladas con su dote de inmunidad, lo hace invencible, pero… Este no es su territorio y su rival es un mero humano, sin dote, sin habilidades, lo cual le da la ventaja en cierto modo. El problema era el gen licano. La ametralladora en sus manos contiene balas fabricadas para lycans y cuando la detonación impacta contra Peind Wilson, el río carmesí no demora en mostrarse. Rubí y Daniel abren los ojos con impresión. «Es imposible» pensaron, la piel de un lycans es tan dura que fue nombra como piel de hierro, era imposible que una bala logrará herir el brazo izquierdo de Piend Wilson. El general alza la makarov y los tres sujetos que estaban confiados espabilan rodando por el lodo, esquivando todas las detonaciones. —¿Qué demonios fue eso? —pregunta Daniel con afán. —Mierda. Peind Wilson toma su brazo sacando la bala de su piel y lo que ve es un sin fin líquidos extraños. La lluvia de bala mengua y Peind Wilson le pide a Daniel que avise a los demás sobre esto. Daniel parte dejando atrás a rubí y al viejo. Daniel cruza los senderos de roca, encontrando a Joshua en el suelo con perforaciones en el cuerpo. Se apresura a tomarla, se quita la chaqueta cubriendo su desnudes e intenta hacer presión en la herida. —Mierda lárgate. —lo empuja advirtiéndole, pero ya es demasiado tarde y la bala traspasa su abdomen cortándole el aire por completo. —Tenemos a dos. —informa el hombre. —Llévenlos a la central. —exige el general Robinson. La lluvia empieza a menguar y Peind Wilson rasca su camisa cubriendo la herida. Se levanta dando la cara y el general tira la ametralladora empuñando su daga. Los soldados se dispersan y rubí se aleja cuando diez soldados se vienen contra ella. Le rompe el brazo a dos e inmoviliza a uno. La descarga de electricidad le contrae los músculos y grita, pero no cede, toma la pistola eléctrica y la destruye rompiéndole la mandíbula al hombre. Dos se le lanzan encima y cae al suelo tomando aire para sacar la daga que tenía entre las botas. Otra descarga de electricidad la enfurece y degüella a tres, otros cinco soldados sueltan las detonaciones y ella rueda cubriéndose entre los árboles. —¡Yo me encargó de ellos! —le grita a peind Wilson. —Bien. —Confirma él. Rubí lleva a los pocos soldados que quedan colina abajo, dejando al general con su adversario. Se acechan como si fueran bestias y el general lanza la daga que peind esquiva y termina clavada en la madera del árbol. El viejo cae al suelo con la segunda bala que lo tumba y no sabe cuándo el maldito general saco el arma. Se cubre la herida con las manos, mientras el general sonríe con la pequeña victoria. El general no es idiota, peind Wilson en una bestia con una fuerza descomunal, si logra acertarle un solo golpe será su fin, su única manera de ganar es mantener una batalla a la distancia. El viejo Peind lanza un escudo para las balas y el general sonríe cuando no le funciona. No sabe cómo fueron creadas esas balas, pero Morgan le prometió invalidarian el gen de los lycans y anularian los conjuros de un brujo. La tercera bala cae en su muslo y Peind Wilson maldice cuando siente la anemia nublar su mente. Un hombre salta por detrás y lo golpea con la solapa del arma dejándolo caer sobre el lodo. —Se creen invencibles, pero no lo son. —Muérete. —Peind escupe y el general enfurece lanzando golpes directos al rostro. El soldado le da un collar metálico y el general lo coloca sobre su cuello. Lo suben a la camioneta. Y sí. Están en problemas. Joshua va en otra camioneta junto a Daniel. Mientras rubí sale rodando cuando una bala le impacta el tobillo. Cae colina abajo y los soldados dejan volar el centinela que la acorrala mientras otro soldado la toma lanzando sin piedad las descargas de electricidad que la dejan temblando. Le ponen el collar metálico y cuando rubí recupera un poco el movimiento intenta lanzarse sobre el soldado, no obstante, la descarga descomunal la contrae y termina sacudiéndose como loca en el suelo. Los soldados se ríen a carcajadas y uno de ellos, la alza tomándola por los mechones de cabellos, acertándole una bofetada que la tumba nuevamente. —Llévensela. —ordena el soldado y rubí cae junto al cuerpo de Peind Wilson que se está desangrando en el proceso. —No se puede morir. —habla nuevamente el hombre. —Detengan la hemorragia. El general dejo todo a cargo y se fue en busca de la segunda víctima llamada «Clare Wilson» Marcus estaba en las profundidades del bosque y no encontraba a nadie, parecían haber desaparecido y el ruido de la camioneta lo saco del trance. Corrió tan rápido como puedo pisando a los soldados que había matado. Se concentró en los hombres que manejaban y su dote hizo que las camionetas se volcaran. Una se estrelló contra el árbol de roble y la otra rodó sobre sí misma quedando boca abajo. Los vidrios polarizados no dejan ver el contenido de adentro y Marcus rompió las ventanas ayudando a sacar a Daniel y Joshua; sin embargo, la camioneta donde estaba peind Wilson y rubí fue interceptada por la FMA y es que el general Robinson no perdería su objetivo. Las detonaciones lo obligaron a retroceder y es que los soldados disparaban a diestra y siniestra sin contemplar la idea de dejar sobrevivientes. Joshua cayó sobre su propio peso cuando el collar metálico mando descargas a cada una de sus moléculas, mientras tanto Daniel se obligó a soportar el dolor intentando deshacerse del tedioso collar sin éxito alguno. Marcus los lanzó hacia un lado cuando una granada cayó a su lado y la explosión los mando a volar dos metros, destruyendo los árboles a su alrededor. El sonido era nulo y los huesos crujieron cuando intento levantarse. Intento usar su dote y le fue imposible, pues una bala lo alcanzó. Mierda. Mierda. Mierda. Se levantó como puedo tomando a su esposa que no podía respirar con tantas descargas, fue por Daniel y este lo empujó para que se marchara. —Váyase. —Marcus era el líder del clan Freman y Joshua, su esposa, no podía arriesgarse a dejar que los atraparán. —¡Lárguense ahora! —Volvió a gritar. —Que valga la pena Freman. Daniel se levantó corriendo en dirección contraria, mientras Marcus tomo a su esposa, alejándose con la decepción y el desespero envenenando sus sistemas. Un joven se sacrificó por él. ¿Cómo lo pudo permitir? Pero ahora mismo solo podía ayudar a Joshua y claramente esta situación se salió de control, los humanos crearon cosas fuera de su entendimiento. Se detuvo cuando Joshua se lo pidió y uso toda su energía para arrancar el collar metálico, volviéndolo añicos. —¡Mierda, Clare! —no podía regresar ¿Tal vez logro huir? No, incluso peind Wilson fue atrapado. Palmeo el rostro debilitado de su esposa. —¡Necesito que te quedes aquí! —le pidió. —Debo ir por Clare. Joshua estaba más desmayada que consiente, pero como pudo acepto. Marcus se adentró nuevamente y cuando creyó que todo estaba mal, el misil que impacto contra el ya evacuado búnker mandó una onda expansiva que trunco sus planes. SEGUNDOS ANTES... Mientras todos luchaban por sus vidas, Clare estaba con el filo de una daga que amenazaba su vida. Miro al enorme lobo n***o que rondaba con desesperación. —Entra en desfase. —Exigió Morgan. Daez obedeció volviendo a la normalidad y Morgan rio internamente con su docilidad. Era increíble ver a toda una bestia sumirse por una mujer. Sí, la chica Freman posiblemente lo valía. Pero jamás lo pensó del hombre más arrogante y egoísta que había conocido. Por qué eso era Daez Brhazo, un malnacido que siempre piso a todos para alcanzar su prometido y verlo tan… La explosión los mando a volar, impactaron contra los árboles y el Terrero lleno de árboles se volvió el infierno terrenal, sus poros ardían y el olor a ceniza cosquillaban en su olfato. La calor hizo casi imposible respirar y cada célula de su cuerpo parecía estar ardiendo. Sus músculos entumidos y su cabeza deliraba con el pitido que resonaba en sus oídos. Las ramas expansivas y los árboles en llamas caían a su alrededor y parpadeo cinco veces antes de poder visualizar un poco. Daez estaba a dos metros intentando recuperar la compostura, mientras Eliot se arrastró hacia ella tomando su talón. —Maldita. —Verbalizó con pesar. Tenía un río de sangre que recorría su rostro y las pupilas dilatadas. Empujó como pudo soltándose de su agarre y se levantó tapando el dolor en las costillas, posiblemente tenía algunas fracturas internas, pues sus pulmones le estaban cortando el aire y sentía que se estaba ahogando. Se recostó de un árbol tosiendo y solo termino vomitando sangre. —Carajo. —se limpió con el dorso, vio el cuerpo de Daez a menos de un metro y empezó a arrastrarse de rodillas hasta llegar a él. —Daez, levántate. —suplico y si ella estaba golpeada el peor. La explosión la tomo de frente, pero Daez estaba más cerca y fue quien resivio el golpe directo. Si hubieran Sido humanos normales ya estuvieran muertos. Daez sacudió su cabeza intentando mantener la conciencia y es que todo su cuerpo no reaccionaba. —Ese imbécil, sí que tiene cojones. —Expreso entre burlas. —Ya muérete imbécil. —hablo Clare manteniendo el aliento que se le escapaba. Las ramas crujieron y el general Robinson llegó analizando la escena. —¿Qué mierdas tienes en el cerebro? —le reclamo Eliot. —No fui yo, imbécil. —aclaro el general. Clare solo pudo escuchar, estaba perdiendo la conciencia y no tenía energía para nada, el hombre a su lado estaba en peores condiciones. —¿Entonces quién demonios fue? —exaspera Eliot y el general lo toma por el cuello de la camisa listo para arrancarle un par de dientes. Los helicópteros toman el aire y ambos sujetos saben que tienen que evacuar. Morgan toma a Clare y el general alza su arma apuntando a Daez directo en el cráneo y Clare se pierde en la desesperación. —Alto, por favor, por favor, déjenlo. —toma a Eliot encarándolo. —Maldita seas, por favor. —No podemos dejarlo vivir, cariño. —se burla y el general quita el seguro del arma. —Yo soy tu objetivo, no él. —¿Te sacrificarás por él? —su sarcasmo es jodidamente malo y solo él cree que es gracioso. —Sí. —responde sin dudar. Eliot sonríe con su desesperación y toma a Clare por el rostro. —Vas a desear estar muerta. —la voltea para que vea el cuerpo de Daez. —Cuando me ruegues que te mate, miraras a tras y te darás cuenta de que él no valía la pena. —se burla. —Lo culparás a el de tus desdichas. CONTINUARA…
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