Rivales.

1017 Words
Theodore la miró de arriba abajo, con una mezcla de asombro, lascivia y desprecio. Su mente no terminaba de asimilar la belleza que tenía enfrente, a quien juraba que había quitado de en medio la noche anterior, porque por más atractiva que fuera, aquella mujer era un problema para sus planes. Era el vivo retrato de Katherine, claramente era el mismo rostro, el mismo cuerpo, pero en su mirada había un destello que no poseía la mojigata de la fallecida, por lo que no entendía cómo aquellas dos mujeres podrían estar emparentadas y mucho menos, parecerse tanto. —¿Irina? —Theodore saboreó su nombre, como buscando una explicación que le diera sentido a todo esto. Contra todo pronóstico y a pesar del horrible sentimiento que albergaba por él y ahora por su hijo, ella no puedo soltar una carcajada vacía. —Es la hija de los señores Sheffield, la hermana gemela de la difunta Katherine —fue Peter en brindar la explicación, sin poder ocultar el regocijo que sentía de que hubiera una esperanza después de todo. —¿De qué demonios estás hablando, viejo deslenguado? —Theodore estaba cada vez más enojado. —Sí sabía que Sheffield había tenido dos hijas, pero creí que estaba muerta. —¿Fue eso lo que mi padre le contó? —preguntó ella con desprecio y su voz resultaba tan atractiva como su cuerpo. —Lamento traerles tan malas noticias, pero aquí estoy vivita y coleando—todo ápice de alegría desapareció. Irina se acercó hasta quedar frente a todos los hombres de los Bolton, pero poco le importó el número o la reputación de aquellos bastardos. Había regresado con un propósito y nada la desviaría de su plan, después de todo, mientras ella viviera, no iba a dejar que la memoria de su hermana quedara impune. —Y si eres tan osada como aparentas ser, ¿dónde demonios estuviste todo este tiempo? ¿Por qué no saliste a dar la cara antes? —le espetó Theodore sabiendo que su aparición traería muchos problemas. —Yo a usted no le debo explicaciones, señor Bolton, no le debo nada y usted no es nadie para reclamarme —Irina estaba enojada y no lo podía disimular ahora. ¿Quién rayos se creía ese viejo decrépito para venir a cuestionarla de semejante forma? —Quizás no lo sea, pero sería bueno que pensaras en tu hermana suicida y en el infierno que la llevó a quitarse la vida, mientras tú estabas por ahí haciendo tu vida. ¿Ahora que ha muerto, apareces convenientemente para arrebatar lo que es tuyo? Si era herirla que quería, el viejo Bolton lo consiguió, porque ese golpe fue tan bajo que sus ojos se llenaron de lágrimas. James estaba perplejo, atónito por la beldad de aquella muchacha, al punto de no haber podido articular ni media palabra. —¡Usted no es nadie para hablar de mi familia! —replicó ella, irónicamente usando la misma frase que James había empleado con Katherine. —No me conoce, pero créame que lo hará más temprano que tarde. Así que, salga ahora mismo de mis tierras. ¡Largo de aquí, si no quiere que los saque yo misma! El joven Bolton nunca había visto una mujer con tanto carácter y, a pesar de que todos sentidos le gritaban que se mantuviera alejado, no podía evitar sentir esa extraña atracción hacia ella. No obstante, si algo tenía seguro es que nadie iba a dejarlo en vergüenza y menos aquella recién llegada. El rancho estaba en su poder ahora y si tenía que usarlo para lograr sus objetivos, lo haría, por mucho que le molestara a la señorita. Sin medir palabra, tiró de las riendas de su caballo y eliminó la distancia entre ellos, bajando de un salto, para inundarse con el perfume más exquisito que hubiera apreciado nunca. Se aclaró la garganta, tratando de recuperar el autocontrol, ya que de cerca era mucho más bella. —Señorita Sheffield, creo que está usted equivocada. Como sabrá usted, me he casado con su hermana, quien trágicamente ha cometido suicidio, por lo que, este rancho me pert… —Una sonora bofetada dejó a todos perplejos, interrumpiendo a James antes de que pudiera terminar la frase. —¡No se atreva a hablar de Kate! ——Irina rugió como una fiera tras golpearlo y el dolor era notorio en sus ojos. —No puedo demostrar lo que han cometido con ella, pero estoy segura de que llegaré al fondo de esto y usted, señor Bolton, y su padre, van a pagar caro lo que han hecho. James estaba que echaba chispas, por lo que apretó el puño a un costado, luchando para no golpearla, porque nunca le haría daño a una mujer y mucho menos a una como ella. —¡Tenga mucho cuidado, señorita! ¡No voy a tolerar los abusos! Su voz era una clara amenaza y ella hizo ademán de golpearlo otra vez, pero él la frenó en seco, sin poder ignorar el calor que le provocaba el contacto de su piel contra la suya. —En ese caso debería verse en el espejo para que conozca al verdadero abusador —ella escupió las palabras con ira. —Usted es la viva imagen de su padre y ambos van a pagar caro lo que han hechp. Largo de mis tierras —ordenó Irina con los ojos cargados de desprecio. James estudió cada una de sus facciones, sintiéndose extrañamente conmovido por un extraño fuego hacia ella, una mezcla de deseo y odio a la vez, pero no le quedó de otra que soltarla y subirse de un salto en su caballo. Con un gesto de cabeza hacia su padre, salió despavorido en dirección a Rock Creek, con todos los hombres siguiendole el rastro. La señorita Irina había ganado el primer encuentro, pero eso no se iba a quedar así, juró James, hecho una furia. Esa batalla apenas comenzaba y James disfrutaría mucho de su enigmatica contrincante. —Esto apenas empieza, Irina —murmuró James mientras galopaba. —Ya verás quién manda aquí.
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