GENEVIEVE Hundí la cabeza en las almohadas y suspiré con fuerza, repasando mentalmente los acontecimientos de las últimas horas. ¿Por qué Katherine me había excitado tanto? Nunca había mirado a una mujer como la miraba a ella, nunca había querido que una mujer me tocara como ella me tocaba. ¿Podría ser...? Quiero decir, tal vez... Simplemente, te gusta que te dominen. No importa el género. Eres una puta sumisa. Me reí contra la almohada al darme cuenta. Dios, era una puta. —¿Por qué te ríes?— Giré la cabeza para ver a Dominic bañado por la luz del sol poniente que entraba por mi ventana sin cortinas. —Solo pensaba, señor—, suspiré y apoyé la cabeza en la almohada, sin dejar de mirarlo. Sus ojos recorrieron mi espalda desnuda y mi trasero, bajaron por mis piernas y volvieron a subir