Vendida

1636 Words
Luis Carlos, con la esperanza renovada y la ayuda de Martín, siguió cada pista disponible para encontrar a Lilith. Se sumergió en una red de contactos, revisando cada detalle, interrogando a cualquier persona que pudiera tener información. Pero cada pista parecía llevar a un callejón sin salida, y la frustración empezaba a instalarse. Martín, sin embargo, no dejaba de buscar. Finalmente, encontró una pista que parecía prometedora: una mujer que se asemejaba a Lilith había sido vista en una pequeña ciudad a varios kilómetros de distancia. Sin perder tiempo, Luis Carlos y Martín se dirigieron al lugar. Cuando llegaron, la esperanza de Luis Carlos se renovó al escuchar que la mujer había estado viviendo bajo una identidad falsa. Sin embargo, tras una investigación más profunda, descubrieron que la mujer había desaparecido días antes de su llegada. Parecía que alguien había estado un paso adelante, borrando cualquier rastro. Desesperado, Luis Carlos siguió buscando en otros lugares, pero todas las pistas resultaron ser falsas o terminaban en nada. La esperanza que había sentido se desvanecía poco a poco, reemplazada por una dolorosa aceptación. Finalmente, después de semanas de búsqueda infructuosa, Luis Carlos se dio cuenta de que no había más pistas que seguir. Cada esfuerzo parecía confirmar la trágica realidad: Lilith estaba realmente muerta. De regreso en su oficina, con el peso de la realidad sobre sus hombros, Luis Carlos se sentó en su escritorio. Martín entró y se quedó en silencio, comprendiendo el dolor de su jefe. —Lo siento, Luis —dijo Martín finalmente—. Hicimos todo lo posible. Luis Carlos asintió, su mirada fija en la distancia. —Lo sé, Martín. Lo sé. Es hora de aceptar la realidad. Lilith se ha ido. Álvaro había ideado un plan perverso para asegurarse de que Lilith no representara una amenaza para Valeria. Con un conocimiento profundo de drogas y sustancias, sabía exactamente qué usar para cumplir su objetivo sin levantar sospechas. Lilith, ajena al peligro que se cernía sobre ella, estaba sola en su habitación, revisando algunos documentos. Álvaro se acercó sigilosamente, asegurándose de que nadie lo viera. Con un movimiento rápido, introdujo una sustancia incolora e inodora en la bebida de Lilith, sabiendo que los efectos serían casi inmediatos. Lilith tomó un sorbo, sin notar nada extraño al principio. Sin embargo, poco a poco comenzó a sentir un mareo intenso. Su visión se nubló y su cuerpo se volvió pesado. Trató de levantarse, pero sus piernas no respondían. El miedo y la confusión se apoderaron de ella cuando vio a Álvaro entrar en la habitación con una sonrisa siniestra en el rostro. —¿Qué... qué me has hecho? —logró murmurar Lilith, apenas capaz de articular las palabras. —Solo lo necesario para asegurarnos de que te comportes —respondió Álvaro con frialdad, acercándose a ella. Lilith intentó resistirse, pero su cuerpo no le respondía. Álvaro la tomó por los brazos y la empujó contra la cama. Su fuerza era inútil contra el efecto de la droga. Él aprovechó la situación para realizar su plan despreciable, ignorando los intentos desesperados de Lilith por defenderse. La realidad de lo que estaba ocurriendo se hizo cada vez más evidente y dolorosa para Lilith. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras su mente luchaba por comprender y resistir. Álvaro no mostró ninguna piedad, continuando con su atroz acto hasta que finalmente, agotada y derrotada, Lilith perdió la consciencia. Horas más tarde, Lilith despertó en la misma habitación, sintiéndose sucia y humillada. Los recuerdos de lo ocurrido la golpearon con una fuerza devastadora. Se levantó tambaleándose, sintiendo el dolor físico y emocional de lo que había sufrido. Álvaro, satisfecho con lo que había hecho, ya se había marchado. Sabía que su acción destruiría a Lilith de una manera que la haría incapaz de oponerse a Valeria o a cualquier otra persona. Lo que no sabía era que su acto despreciable dejaría una marca indeleble en Lilith y la impulsaría a luchar con más fuerza que nunca por justicia y verdad. Lilith, a pesar de su dolor, decidió no rendirse. Sabía que tenía que proteger a su hijo y hacer pagar a quienes le habían hecho daño. Con el tiempo, encontraría la manera de superar el trauma y buscar justicia, enfrentándose a todos aquellos que la habían traicionado. Álvaro, consumido por su odio y deseo de eliminar a Lilith como una amenaza, no se detuvo en su primer acto despreciable. Sabía que necesitaba asegurarse de que Lilith quedara completamente devastada, así que decidió llevar a cabo un plan aún más monstruoso. Al día siguiente, Álvaro regresó a la residencia con tres hombres más, amigos suyos, igualmente dispuestos a participar en el acto atroz. Lilith, todavía recuperándose del trauma de la noche anterior, estaba dormida en su habitación, agotada y vulnerable. No tenía idea del horror que estaba por desatarse. Los hombres se acercaron con sigilo, y Álvaro repitió el procedimiento, introduciendo más drogas en su bebida. Esta vez, la dosis era aún más fuerte. Lilith despertó con un sobresalto cuando sintió manos ásperas sobre su cuerpo. La confusión y el terror se apoderaron de ella mientras veía las caras de los cuatro hombres, todos con miradas siniestras y llenas de malicia. —¡No, por favor! —suplicó, tratando de liberarse, pero su cuerpo no le respondía debido a las drogas. Álvaro y los otros tres hombres la sujetaron con fuerza, ignorando sus gritos y súplicas. Uno tras otro, se turnaron para abusar de ella, aprovechándose de su estado de indefensión. Los minutos se hicieron eternos para Lilith, cada momento lleno de dolor y desesperación. El abuso continuó durante horas, hasta que finalmente, los hombres se marcharon, dejando a Lilith rota y ensangrentada en la cama. La oscuridad de la noche fue testigo de su sufrimiento, y la casa, que antes era un refugio, se convirtió en una prisión de pesadillas. Lilith, incapaz de moverse y con el cuerpo adolorido, lloró en silencio, sintiendo que su vida se había desmoronado por completo. No sabía cómo seguir adelante, pero una pequeña llama de determinación ardía dentro de ella. Sabía que debía proteger a su hijo y buscar justicia, sin importar el costo. Días después, Lilith, con una fuerza increíble, reunió el valor para contarle a Lorena lo que había sucedido. Lorena, horrorizada y furiosa, juró ayudar a Lilith a obtener justicia y castigar a los responsables. Ambas sabían que la lucha sería difícil, pero juntas, enfrentaron el desafío con una determinación implacable. Mientras tanto, Luis Carlos, ajeno a lo ocurrido, continuaba lidiando con sus propios problemas y decisiones. No sabía que el amor de su vida había sido sometido a un sufrimiento inimaginable, pero pronto, la verdad saldría a la luz, y el destino de todos los involucrados cambiaría para siempre. Después de la atrocidad que cometió, Álvaro sabía que Lilith, rota y devastada, representaba un riesgo. Álvaro contactó con un oscuro intermediario del crimen organizado que manejaba un burdel clandestino en una ciudad lejana. La oferta era simple: entregar a Lilith a cambio de una suma considerable de dinero. El intermediario aceptó sin pensarlo dos veces. Álvaro entregó a Lilith al intermediario del burdel, quien la llevó a un lugar remoto y oscuro. Lilith, todavía bajo los efectos de las drogas, apenas pudo comprender lo que estaba ocurriendo. La llevaron a una habitación pequeña y sucia, donde las ventanas estaban selladas y la puerta cerrada con llave desde afuera. En los días siguientes, Lilith comenzó a darse cuenta de la gravedad de su situación. La desesperación se apoderaba de ella, pero la idea de su hijo le daba una pequeña chispa de esperanza. Sabía que debía sobrevivir, por él. Mientras tanto, Luis Carlos seguía en Starville, intentando lidiar con sus responsabilidades empresariales y el dolor de haber perdido a Lilith. La noticia de su muerte había dejado una herida profunda en su corazón, y se refugiaba en su trabajo para no pensar en ello. Sin embargo, la sombra de su amor perdido lo perseguía constantemente, afectando su juicio y su capacidad de tomar decisiones. Valeria, por su parte, se mostraba triunfante. Había logrado alejar a Lilith de Luis Carlos y ahora tenía el camino despejado para continuar con sus planes. Sin embargo, la preocupación por la posibilidad de que alguien descubriera la verdad la mantenía en alerta. Juana, observando desde las sombras, no pudo evitar sentirse inquieta. Sabía que algo no cuadraba en toda esta situación, pero sus intentos de investigar más a fondo habían sido infructuosos. Sin embargo, decidió mantenerse cerca de Valeria, fingiendo apoyo, mientras buscaba cualquier pista que pudiera usar en su favor. Mientras Lilith luchaba por sobrevivir en el burdel, Valeria y Álvaro continuaban con sus vidas, creyendo que su plan había sido perfecto. Pero en el fondo, una sensación de inquietud comenzaba a crecer. La verdad siempre encuentra la manera de salir a la luz, y aunque por ahora estaban a salvo, sabían que no podían bajar la guardia. En el burdel, Lilith encontró la fuerza para resistir. Aunque sus días estaban llenos de sufrimiento, la esperanza de que algún día pudiera escapar y proteger a su hijo la mantenía en pie. Sabía que no podía confiar en nadie allí, pero se mantenía alerta, buscando cualquier oportunidad para liberarse. Mientras tanto, en Starville, Luis Carlos no podía dejar de pensar en Lilith. Aunque creía que estaba muerta, algo en su interior le decía que no podía ser cierto. Empezó a investigar discretamente, tratando de encontrar cualquier pista que pudiera confirmar o desmentir su peor temor. La tensión en el aire era palpable, y todos los involucrados sabían que el desenlace de esta historia aún estaba por escribirse. La batalla por la verdad, el amor y la justicia apenas comenzaba, y cada movimiento debía ser calculado cuidadosamente para evitar caer en las trampas del destino.
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