Sin alternativas

1077 Words
Luis Carlos, sintiéndose atrapado por las circunstancias, decidió que lo mejor era regresar a su ciudad para ocuparse de los asuntos urgentes de sus empresas antes de enfrentar la situación familiar. —Madre, debo regresar a la ciudad. Hay muchos asuntos en las empresas que necesitan mi atención inmediata. Una vez que todo esté organizado, volveré para resolver los asuntos familiares —dijo Luis Carlos, intentando mantener la calma. Isabel asintió, pero su mente ya estaba planeando el siguiente movimiento. —Por supuesto, hijo. Haz lo que debas hacer. Aquí te estaremos esperando —respondió Isabel, con una sonrisa tranquilizadora. Luis Carlos se despidió de su familia y prometida, y se dirigió de vuelta a la ciudad, dejando a Valeria y a Isabel en la mansión. Apenas se hubo ido, Isabel se giró hacia Valeria con una expresión decidida. —Valeria, no podemos permitir que Luis Carlos se aleje por tanto tiempo. Como su prometida, es tu derecho estar donde él está. Debes ir detrás de él y asegurarte de que no se distancie más —dijo Isabel, con un tono de autoridad. Valeria, aunque sorprendida por la sugerencia, entendió la importancia de mantener su posición firme. —Tienes razón, Isabel. No puedo dejar que se aleje. Haré mis maletas y me iré inmediatamente —respondió Valeria, decidida a seguir el consejo de Isabel. Mientras tanto, de vuelta en la ciudad, Luis Carlos se reunió con Martín para discutir los próximos pasos. —Martín, necesitamos acelerar los preparativos para la nueva empresa de Lilith. Debemos asegurarnos de que todo esté en orden antes de que surja cualquier otro problema —dijo Luis Carlos, con determinación. —Entendido, Sr. García. Me encargaré de todo. Pero debemos ser cuidadosos. Isabel y Valeria no se quedarán de brazos cruzados —respondió Martín, consciente de la gravedad de la situación. Mientras tanto, Valeria, con su maleta lista, partió hacia la ciudad, decidida a reunirse con su prometido. Su llegada inesperada a la ciudad prometía añadir una nueva capa de complicación a la ya tensa situación. Luis Carlos, ahora con su doble vida, se encontraba en una encrucijada, sabiendo que necesitaba mantener a salvo a Lilith mientras navegaba por las intrigas familiares y las expectativas de su prometida. Cada paso debía ser calculado con precisión para evitar que todo se desmoronara. Mientras Luis Carlos se ocupaba de sus asuntos empresariales y mantenía a Lilith y sus empresas en marcha, la relación entre Annabella y Roberto Melendez empezaba a mostrar señales de tensión y complicaciones inesperadas. Annabella, entusiasmada con el éxito de su misión, comenzó a disfrutar del lujo y la atención que Roberto le brindaba. Sin embargo, Roberto, conocido por su temperamento volátil y exigencias, no tardó en mostrar su verdadero carácter. Una noche, en una lujosa cena en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, Annabella y Roberto discutían sobre un nuevo contrato que el Grupo González quería asegurar. —Roberto, sabes que este contrato es crucial para mi familia. Necesitamos tu apoyo para cerrar el trato —dijo Annabella, tratando de mantener la calma. Roberto, con una copa de vino en la mano, la miró con una sonrisa arrogante. —Annabella, sabes que todo tiene un precio. Ya hemos hablado de esto antes. Si el Grupo González quiere mi apoyo, deberán ofrecer algo más sustancial —respondió Roberto, dejando clara su postura. Annabella sintió un nudo en el estómago. Sabía que Roberto estaba jugando con ella, usando su influencia y poder para sacar el máximo provecho. Decidió enfrentarlo, a pesar de las posibles consecuencias. —Roberto, ya hemos acordado los términos. No puedes cambiar las reglas del juego ahora. Mi familia ha cumplido con su parte —dijo Annabella, tratando de mantener su voz firme. Roberto dejó la copa de vino en la mesa y se inclinó hacia ella, su expresión se volvió fría y calculadora. —Annabella, eres inteligente y hermosa, pero no te equivoques. Aquí, las reglas las pongo yo. Si no te gusta, siempre puedes marcharte —respondió Roberto, con un tono amenazante. La tensión en el restaurante era palpable. Annabella se dio cuenta de que estaba atrapada en una situación más peligrosa de lo que había anticipado. Sabía que si dejaba a Roberto, su familia perdería su apoyo y el contrato crucial, pero continuar con él significaba someterse a su voluntad. Decidida a no mostrar debilidad, Annabella se levantó de la mesa, su mirada firme. —Roberto, no seré tu peón. Si no puedes cumplir con tu palabra, buscaré otros aliados. Mi familia no se arrodillará ante nadie —dijo Annabella, antes de dar la vuelta y salir del restaurante con la cabeza en alto. Roberto, sorprendido por su valentía, la observó marcharse. Sabía que Annabella no era como las demás mujeres con las que había estado. Esta nueva dinámica podría ser un desafío, pero también una oportunidad. Esa misma noche, Annabella llamó a su abuela Juana para informarle sobre el incidente. —Abuela, Roberto está jugando sucio. No podemos confiar en él —dijo Annabella, con voz temblorosa pero determinada. Juana, aunque preocupada, vio una oportunidad en la situación. —Annabella, has hecho bien en enfrentarlo. Ahora debemos usar esto a nuestro favor. Roberto puede pensar que tiene el control, pero podemos aprovechar su arrogancia. Mantente cerca de él, pero no te dejes manipular. Debemos asegurar ese contrato a cualquier costo —respondió Juana, con un tono calculador. Mientras tanto, en la ciudad, Luis Carlos continuaba con sus planes, sin saber las nuevas complicaciones que se avecinaban desde el frente de Annabella y Roberto. La red de intrigas y manipulaciones se volvía cada vez más densa, y cada movimiento debía ser cuidadosamente calculado para evitar el desastre. Gabriel regresó a la oficina con una mezcla de preocupación y determinación en su rostro. Lilith lo recibió con una sonrisa, pero su expresión se tornó seria al ver la preocupación en los ojos de Gabriel. —¿Todo bien, Gabriel? —preguntó Lilith, mientras él se sentaba a su lado. —Sí, todo está bien. Solo hay algunos asuntos familiares que requieren mi atención —respondió Gabriel, intentando sonar despreocupado. —Si necesitas tomar un descanso o viajar para resolver esos asuntos, no te preocupes. Yo puedo manejar las cosas aquí —dijo Lilith, con una sonrisa de apoyo. —Gracias, Lilith. Aprecio mucho tu comprensión. Pero ahora, centrémonos en nuestro proyecto. Tenemos mucho trabajo por hacer —dijo Gabriel, tratando de cambiar de tema.
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