Hermanos

1218 Words
Annabella había regresado de su encuentro con Roberto Melendez, y Juana la recibió con una mirada calculadora. —Annabella, ¿cómo fue tu encuentro con Roberto? —preguntó Juana, con una voz que denotaba expectativas. —Es un hombre difícil, abuela. Quiere más de lo que acordamos inicialmente. No sé cuánto más podré manejar —respondió Annabella, tratando de ocultar su frustración. —Debemos ser más astutas. Roberto es una pieza clave, pero no podemos dejar que nos controle. Mantén la relación, pero busca sus debilidades. Todo hombre tiene un punto débil, y debemos encontrar el de él —dijo Juana, su mente ya trabajando en un nuevo plan. Valeria llegó a la ciudad con una sonrisa radiante, emocionada por reunirse con Luis Carlos (Gabriel). Martín, siempre atento, había preparado un plan para desviar su atención. —Bienvenida, señorita Valeria. Soy Martín, el asistente personal del señor García. Luis Carlos tuvo una emergencia empresarial, pero me pidió que me asegurara de que estuviera cómoda y atendida. Me permitirá llevarla a su alojamiento y luego organizar una cena en su honor —dijo Martín, con una sonrisa cortés. Valeria, aunque decepcionada de no ver a Luis Carlos de inmediato, aceptó la propuesta, confiando en que pronto estarían juntos. Esa noche: Gabriel y Lilith trabajaban hasta tarde en la oficina, conscientes de que el tiempo corría y las complicaciones aumentaban. Mientras revisaban los últimos documentos, Gabriel recibió una llamada de Martín. —Gabriel, Valeria está en la ciudad y está esperando verte. He organizado todo para mantenerla ocupada, pero no podemos seguir así mucho tiempo. Necesitamos un plan —dijo Martín. —Gracias, Martín. Sabía que podía contar contigo. Haré lo posible por manejar esto sin perjudicar a nadie. Sólo dame un poco más de tiempo —respondió Gabriel, colgando la llamada. Lilith, observando la preocupación en el rostro de Gabriel, decidió hablar. —Gabriel, ¿todo está bien? Pareces preocupado —dijo Lilith. —Sí, todo está bien. Solo son asuntos empresariales y familiares. Nada de qué preocuparse —respondió Gabriel, intentando sonar convincente. Lilith, aunque preocupada, decidió confiar en Gabriel y no presionarlo más. Juana y Annabella continuaban maquinando, decididas a aprovechar cualquier oportunidad para fortalecer su posición. Juana había decidido que Annabella debía intentar una táctica más directa con Roberto. —Annabella, es hora de que tomes la iniciativa. Necesitamos que Roberto esté completamente de nuestro lado. Usa tu encanto y haz lo que sea necesario para asegurarte de que él se comprometa a nuestros términos —ordenó Juana. Annabella, aunque nerviosa, asintió, lista para enfrentar el desafío. Sabía que el futuro de su familia dependía de su éxito. Gabriel se dirigía a tomar su vuelo a Greentown, mientras reflexionaba sobre cómo manejar la situación con Valeria y su familia. No podía permitir que su doble vida se desmoronara, especialmente ahora que estaba tan cerca de lograr su independencia con Lilith. —Martín, asegúrate de mantener a Valeria ocupada y de que no sospeche nada. Necesito tiempo para arreglar las cosas aquí —dijo Gabriel antes de abordar el avión. —No te preocupes, Gabriel. Me aseguraré de que todo esté bajo control —respondió Martín, con determinación. Lilith recibió una llamada de Lorena, quien le informó sobre un importante contrato que podría asegurar el futuro de su empresa. Lilith, emocionada, decidió compartir la noticia con Gabriel en cuanto regresara. —Lorena, gracias por esta oportunidad. Haré todo lo posible para asegurar ese contrato —dijo Lilith, colgando la llamada con una sonrisa de esperanza. La red de intrigas y manipulaciones se volvía cada vez más compleja, y cada movimiento debía ser cuidadosamente calculado. Mientras tanto, Gabriel y Lilith seguían adelante con sus planes, enfrentando desafíos y peligros a cada paso. Valeria esperaba con paciencia a alguien muy especial. Roberto Melendez, su hermano mayor, había insistido en reunirse con ella en persona. Aunque desterrado por su familia debido a sus negocios turbios, Valeria siempre había mantenido contacto secreto con él. Roberto llegó y se sentó frente a ella, sonriendo con cierta ironía. —Valeria, querida hermana, ¿cómo estás? —dijo Roberto, con una voz suave pero firme. —Roberto, estoy bien. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? Sabes que madre no aprobaría esto —respondió Valeria, preocupada. —Lo sé, pero tenía que verte. Hay asuntos importantes en juego, y pensé que podríamos ayudarnos mutuamente —dijo Roberto, inclinándose hacia ella. Valeria lo miró con curiosidad y preocupación. Sabía que Roberto siempre tenía un plan, y que rara vez era sencillo. —¿Qué quieres, Roberto? —preguntó Valeria, directa. —Sé que estás comprometida con Luis Carlos García. Pero necesito saber más sobre él. Su empresa está interfiriendo con algunos de mis... intereses —dijo Roberto, con una mirada calculadora. Valeria suspiró, consciente de que cualquier cosa que dijera podría complicar aún más las cosas. —Luis Carlos es un hombre complicado. Pero, Roberto, ¿qué estás tramando? —preguntó Valeria, intentando entender su intención. —Solo quiero asegurarme de que nuestro futuro esté protegido, Valeria. Si puedes averiguar más sobre él, podríamos evitar cualquier problema —dijo Roberto, sonriendo de manera tranquilizadora. Valeria asintió, aunque no estaba completamente convencida. Sabía que su hermano tenía una forma de manipular situaciones a su favor. Esa misma noche, mientras Roberto regresaba a su mansión después del evento, algo llamó su atención. Vio a Lilith caminando por la calle, iluminada por las luces suaves de la ciudad. Sabía que era hermosa, pero verla en persona superaba todas sus expectativas. La gracia y la elegancia de Lilith eran innegables. Roberto se detuvo un momento, admirando su belleza. Decidió que no podía dejar pasar la oportunidad de acercarse a ella. Había escuchado rumores sobre su esposo, y aunque no conocía todos los detalles, sabía que Gabriel no tenía la misma reputación o estatus que él. Roberto cruzó la calle con determinación, acercándose a Lilith con una sonrisa amigable. —Buenas noches, Lilith. No pude evitar notarte mientras pasaba. Permíteme presentarme, soy Roberto Melendez. He oído hablar de ti y tu trabajo, y debo decir que es un placer conocerte en persona —dijo Roberto, inclinándose ligeramente en un gesto cortés. Lilith, un poco sorprendida pero manteniendo su compostura, sonrió educadamente. —Buenas noches, señor Meléndez. Gracias por sus amables palabras. Es un placer conocerlo también —respondió Lilith, tratando de descifrar las intenciones de Roberto. Roberto, con su habitual carisma, continuó la conversación. —Sé que esta puede parecer una coincidencia, pero me encantaría saber más sobre ti y tu empresa. Estoy seguro de que hay muchas oportunidades para colaboraciones interesantes —dijo Roberto, buscando ganarse la confianza de Lilith. Lilith, siempre profesional, asintió. —Agradezco su interés, señor Melendez. Estoy abierta a explorar nuevas oportunidades. Podemos programar una reunión para discutirlo más a fondo —respondió Lilith, manteniendo una actitud diplomática. Roberto, encantado con la respuesta, sonrió ampliamente. —Perfecto, Lilith. Espero con ansias nuestra reunión. Estoy seguro de que encontraremos muchas maneras de trabajar juntos —dijo Roberto, despidiéndose de manera cordial. Mientras se alejaba, Roberto no pudo evitar pensar en lo afortunado que sería si lograba ganarse la confianza de Lilith, no solo por su belleza, sino también por su inteligencia y habilidades empresariales. Sabía que conquistar su favor podría ser una ventaja estratégica en muchos sentidos.
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