Ceder el poder

1341 Words
La fiesta estaba en pleno apogeo cuando Juana González tomó el micrófono, llamando la atención de todos los presentes. —Familia, amigos y asociados, gracias por estar aquí esta noche. Es un honor para mí anunciar al nuevo CEO del Grupo González. Después de muchas deliberaciones y análisis, hemos decidido que Laureano González será quien tome las riendas de nuestra empresa y dirija las negociaciones con el Grupo García —anunció Juana con orgullo. Los aplausos llenaron la sala, y Laureano subió al escenario, radiante de felicidad. Sin embargo, Lorena, siguiendo las instrucciones de Gabriel, se acercó al escenario, interrumpiendo los aplausos. —Disculpen, pero tengo algo que decir en nombre del Grupo García —dijo Lorena con voz firme, captando la atención de todos. Laureano, confundido, se volvió hacia ella. —¿Qué sucede? Pensé que todo estaba arreglado. Lorena levantó la mano, silenciando las preguntas. —Lo siento, pero hay un malentendido. Las negociaciones oficiales del Grupo García fueron llevadas a cabo exclusivamente con Lilith González. No reconocemos a nadie más en estas negociaciones, y no tenemos intención de cambiar nuestros términos ni de considerar a otro representante de la familia González. La sala quedó en silencio, sorprendida por las palabras de Lorena. Juana frunció el ceño y trató de mantener la compostura. —¿Qué estás diciendo? —preguntó Juana con un tono autoritario. —Estoy diciendo que el Grupo García no está interesado en continuar las negociaciones con Laureano González. Cualquier contrato o acuerdo solo será válido si Lilith González es la representante —explicó Lorena, manteniendo su postura firme. Laureano, visiblemente molesto, trató de intervenir. —¡Esto es una farsa! ¡Yo soy el nuevo CEO! Lorena no retrocedió. —Lo siento, pero así son las cosas. El Grupo García tiene altos estándares y no podemos comprometernos con alguien que no ha participado en las negociaciones desde el principio. La tensión en la sala era palpable. Los murmullos comenzaron a surgir entre los invitados, y Juana se dio cuenta de que la situación estaba fuera de su control. —Esto es inaceptable —dijo Juana, tratando de mantener su dignidad. —Lamentamos cualquier inconveniente, pero estas son las instrucciones del Grupo García —dijo Lorena, antes de girarse y salir de la sala, dejando a los González en un estado de shock y humillación. Mientras tanto, Gabriel, quien había observado la escena desde una distancia segura, sonrió satisfecho. Su plan estaba funcionando perfectamente. Había demostrado su lealtad y habilidad a Lilith, al mismo tiempo que había expuesto las debilidades y la arrogancia de la familia González. Después de la fiesta, Lilith se reunió con Gabriel, llena de preocupación. —Gabriel, ¿qué pasó? ¿Por qué Lorena dijo eso? —preguntó Lilith, claramente afectada por el giro de los acontecimientos. Gabriel la tomó de las manos y la miró a los ojos. —Lilith, esto demuestra que tú eres la clave para el éxito de estas negociaciones. El Grupo García confía en ti, no en los otros miembros de tu familia. Es una oportunidad para demostrar tu valor y tu capacidad. Lilith, aunque aún preocupada, asintió lentamente. —Tienes razón, Gabriel. Pero, ¿qué haremos ahora? —Seguiremos adelante. Te apoyaré en todo lo que necesites. Juntos, aseguraremos que este contrato se cierre bajo tus términos y condiciones. Esta es tu oportunidad para brillar, Lilith —dijo Gabriel con determinación. Con esta nueva perspectiva, Lilith se sintió más segura y decidida a tomar el control de la situación. Sabía que, con Gabriel a su lado, podría enfrentar cualquier desafío que la familia González o el mundo empresarial le lanzaran. La humillación sufrida en la fiesta dejó a la familia González en un estado de caos y desesperación. La matriarca, Juana González, estaba furiosa y decidió enfrentar a Lilith directamente. Poco después del evento, Juana irrumpió en la habitación de Lilith, con una expresión de enojo e indignación. —¡Lilith! ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —exclamó Juana, acercándose a su nieta con una mirada severa. Lilith, sorprendida por la repentina confrontación, trató de mantener la calma. —Abuela, no entiendo a qué te refieres. —¡No te hagas la inocente! Tú estabas negociando con el Grupo García a nuestras espaldas. Ahora, gracias a ti, Laureano ha sido humillado frente a todos nuestros socios —dijo Juana, agitando un dedo acusadoramente. —Yo solo estaba tratando de ayudar. Fui la única que consiguió avanzar en las negociaciones —respondió Lilith, tratando de defenderse. —¡Basta de excusas! —gritó Juana, perdiendo la paciencia. —Necesitas arreglar esto inmediatamente. Vas a hablar con Lorena y le vas a exigir que incluya a Laureano en el contrato. No voy a permitir que nuestra familia pierda esta oportunidad por tu ineptitud. Lilith se sintió acorralada, pero trató de mantener su postura. —No puedo obligar al Grupo García a aceptar a Laureano. Ellos fueron claros en que solo quieren negociar conmigo. —Entonces firma esto —dijo Juana, sacando un documento de su bolso y extendiéndolo hacia Lilith. —Es una declaración en la que cedes tus derechos de negociación a Laureano. Él se encargará de todo. Lilith miró el documento con desconfianza. —¿Y qué pasa si esto sale mal? No creo que esto sea una buena idea. —¡No es una sugerencia, Lilith! —dijo Juana, alzando la voz. —Firma ahora, o te aseguro que te arrepentirás. Sintiendo la presión y sin ver otra salida, Lilith firmó el documento, esperando que las cosas se resolvieran sin más conflictos. Juana tomó el papel y salió de la habitación, satisfecha con el resultado. Días después, Laureano se presentó en las oficinas del Grupo García, seguro de sí mismo y listo para tomar el control de las negociaciones. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba. Al llegar a la recepción, se dirigió con arrogancia a la recepcionista. —Soy Laureano González, el nuevo CEO del Grupo González. Tengo una cita con Lorena para cerrar el contrato. La recepcionista, siguiendo las instrucciones de Lorena, lo miró con frialdad. —Un momento, por favor. Poco después, Lorena apareció, su expresión imperturbable. —Señor González, ¿podemos hablar en mi oficina? Laureano asintió, sintiéndose confiado. —Por supuesto, vamos a cerrar este trato de una vez. Una vez en la oficina, Lorena no perdió tiempo en poner las cosas claras. —Señor González, permítame ser directa. No reconocemos su autoridad en estas negociaciones. Todo el trato fue realizado con Lilith González, y solo con ella continuaremos. Laureano se sintió confundido y enojado. —Pero ella firmó un documento cediéndome sus derechos. Soy el nuevo CEO del Grupo González. Lorena lo miró con desdén. —Eso no nos importa. Para nosotros, usted no es más que un intruso. Y permítame decirle algo más: su actitud y la manera en que se ha presentado aquí son inaceptables. No hay lugar para personas como usted en nuestras negociaciones. Laureano, herido en su orgullo, intentó mantener la compostura. —Esto es un insulto. Exijo hablar con alguien con más autoridad. —Ya ha hablado con la persona indicada —respondió Lorena con frialdad. —Le pido que se retire de inmediato. No queremos nada más con el Grupo González bajo su dirección. Las negociaciones están oficialmente canceladas. Laureano, humillado y furioso, se levantó de la silla y salió de la oficina con paso firme. Al regresar a la mansión, encontró a Juana esperando ansiosa. —¿Cómo te fue, Laureano? —preguntó Juana, esperanzada. —¡Fui humillado y echado! —gritó Laureano. —Todo gracias a ese maldito Grupo García y a Lilith. Juana se quedó en silencio, procesando la noticia. Sabía que la situación era grave, pero ahora debía encontrar una manera de revertir el daño hecho. Mientras tanto, Gabriel, observando desde la distancia, sabía que su plan estaba funcionando perfectamente. El Grupo González estaba a punto de enfrentar las consecuencias de sus acciones, y Lilith sería la clave para cambiar el rumbo de la historia.
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