Atraer

1495 Words
Laureano, aún decidido a destruir a la familia García, llamó a su hija Emilia a su despacho. Estaba sentado detrás de su escritorio, con una expresión de determinación calculadora en su rostro. —Emilia, necesito que sigas acercándote a Gabriel —dijo Laureano, su voz suave pero firme—. Debemos encontrar una forma de ponerlo en contra de su padre. Emilia, aunque reacia a traicionar a Gabriel, asintió. —¿Cómo quieres que lo haga, padre? —Debes hacerlo dudar de las verdaderas intenciones de Luis Carlos. Hazle creer que su padre mantuvo a Lilith en la oscuridad mientras continuaba su compromiso con Valeria. Dile que Luis Carlos prefirió su posición y su familia por encima de la madre de Gabriel. Emilia asintió, aunque con un nudo en el estómago. Sabía que su padre estaba jugando un juego peligroso, pero también quería demostrarle su lealtad. —Lo haré, padre. Haré lo que sea necesario. Esa noche, Emilia y Gabriel se encontraron en uno de los jardines de la mansión González. Gabriel estaba preocupado por la reciente reunión familiar y aún procesaba todo lo que su padre le había contado. —Gabriel, ¿puedo hablar contigo? —dijo Emilia, acercándose y tomando su mano. —Claro, Emilia. ¿Qué sucede? —preguntó Gabriel, notando la seriedad en su voz. Emilia suspiró, buscando las palabras adecuadas para sembrar la duda. —Gabriel, hay algo que necesito decirte. Algo que creo que no sabes sobre tu padre y Lilith. Gabriel frunció el ceño, intrigado y preocupado. —¿Qué es, Emilia? —Tu padre... Luis Carlos. Mientras tu madre, Lilith, estaba en la oscuridad, él continuaba su compromiso con Valeria. Prefería mantener su posición y su familia en lugar de luchar por ella. Es posible que nunca tuviera la intención de rescatarla realmente. Gabriel sintió una oleada de confusión y enojo. —¿Cómo sabes eso, Emilia? Mi padre me contó que hizo todo lo posible por proteger a Lilith. Emilia apretó su mano, tratando de mostrar compasión y comprensión. —Lo sé, Gabriel, pero también sé que en ese mundo, las apariencias lo son todo. Luis Carlos tenía mucho que perder y prefirió mantener las cosas como estaban, incluso si eso significaba sacrificar a Lilith. Gabriel apartó la mirada, su mente llena de dudas y emociones conflictivas. —Necesito tiempo para pensar sobre esto, Emilia. No sé qué creer. Emilia asintió, sabiendo que había plantado la semilla de la duda. —Lo entiendo, Gabriel. Solo quiero que sepas la verdad. No quiero que vivas engañado. Mientras tanto, Luis Carlos comenzó a notar el cambio en la actitud de Gabriel. Sabía que algo estaba mal, pero no podía entender qué. Decidió que era hora de hablar nuevamente con su hijo, antes de que la situación se descontrolara. Una noche, llamó a Gabriel a su despacho. —Gabriel, necesito hablar contigo. He notado que estás distante últimamente. ¿Qué sucede? Gabriel se sentó frente a su padre, sus ojos llenos de confusión y rencor. —Padre, hay algo que Emilia me dijo. Algo que me hace cuestionar todo lo que me has contado. Luis Carlos frunció el ceño, su preocupación creciendo. —¿Qué te dijo, Gabriel? —Me dijo que mientras mi madre estaba en la oscuridad, tú preferiste mantener tu compromiso con Valeria y tu posición, en lugar de luchar realmente por Lilith. ¿Es cierto? Luis Carlos se quedó en silencio por un momento, entendiendo finalmente la magnitud de las manipulaciones de Laureano. —Gabriel, todo lo que hice, lo hice para proteger a Lilith y a ti. Es cierto que mantuve mi compromiso con Valeria, pero solo porque creía que era la única manera de mantenernos a salvo. Nunca dejé de luchar por Lilith. Cada decisión que tomé fue para proteger a nuestra familia. Gabriel miró a su padre, tratando de encontrar la verdad en sus ojos. —Quiero creerte, padre. Pero no sé en quién confiar. Luis Carlos se acercó a su hijo, colocando una mano en su hombro. —Gabriel, sé que es difícil. Pero te prometo que nunca dejé de luchar por Lilith. Te amo y siempre estaré aquí para ti. No dejes que las mentiras de Laureano nos separen. Gabriel asintió lentamente, sintiendo que su rencor comenzaba a desvanecerse. —Padre, intentaré creer en ti. Pero también necesito tiempo para procesar todo esto. Luis Carlos asintió, comprendiendo perfectamente. —Tómate el tiempo que necesites, hijo. Lo único que quiero es que estemos juntos en esto. Mientras tanto, Laureano observaba desde las sombras, sabiendo que su plan aún no había terminado. Estaba decidido a destruir a la familia García, sin importar el costo. Días después, Gabriel seguía reflexionando sobre las palabras de Emilia y las respuestas de su padre. Aún le quedaban muchas preguntas, y una de las más importantes era por qué su padre nunca había renovado sus votos con Lilith, a pesar de haber adoptado su verdadera identidad como Luis Carlos García. Una noche, decidió que necesitaba respuestas y fue a buscar a su padre. Lo encontró en su despacho, revisando algunos documentos. —Padre, necesito hablar contigo —dijo Gabriel, su tono serio. Luis Carlos levantó la vista, notando la determinación en los ojos de su hijo. —Claro, Gabriel. ¿De qué se trata? Gabriel se sentó frente a él, tomando aire antes de formular su pregunta. —Si tanto amabas a Lilith, ¿por qué no renovaste tus votos con ella como Luis Carlos? ¿Por qué no hiciste más para estar con ella oficialmente, en lugar de seguir con tu vida como si nada hubiera pasado? Luis Carlos se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos retrocediendo a esos días oscuros y complicados. —Gabriel, entiendo por qué te haces esa pregunta. La verdad es que, como Luis Carlos, estaba atrapado en una red de obligaciones y responsabilidades que creía necesarias para proteger a todos los que amaba, incluida Lilith. Adoptar una identidad falsa como Gabriel era la única forma en que podía intentar mantenerla a salvo sin exponerla a los peligros asociados con mi verdadero nombre. Gabriel frunció el ceño, todavía buscando más explicaciones. —Pero una vez que todo terminó, cuando volviste a ser Luis Carlos, ¿por qué no cambiaste eso? ¿Por qué no te casaste con ella de nuevo, oficialmente? Luis Carlos suspiró, sintiendo el peso de las decisiones que había tomado. —Después de que Lilith desapareció, dediqué todos mis esfuerzos a encontrarla y protegerte a ti. Cuando finalmente la encontré, ya era demasiado tarde para muchas cosas. La situación había cambiado drásticamente, y mi enfoque principal era asegurarme de que tú estuvieras seguro y protegido. Me consumió la búsqueda de justicia y venganza contra aquellos que nos hicieron daño. Me equivoqué al no centrarme más en nosotros como familia. Gabriel asintió lentamente, entendiendo un poco más las motivaciones de su padre, pero aún sintiendo una mezcla de emociones. —Entonces, todo se redujo a protegernos y buscar justicia, incluso si eso significaba mantenernos en la oscuridad. ¿Es eso? Luis Carlos asintió, con tristeza en sus ojos. —Sí, Gabriel. Y sé que no es una respuesta perfecta ni una excusa. Pero cada decisión que tomé fue con la esperanza de que, al final, podríamos estar juntos y seguros. Lamento profundamente las formas en que te he fallado y las que fallé a Lilith. Gabriel se quedó en silencio por unos momentos, asimilando las palabras de su padre. —Padre, quiero creer que hiciste lo mejor que pudiste. Pero aún hay mucho que necesito procesar. Sólo espero que podamos encontrar una manera de seguir adelante, como una familia. Luis Carlos se levantó y se acercó a su hijo, poniendo una mano en su hombro. —Lo haremos, Gabriel. Prometo que haremos todo lo posible para reconstruir nuestra familia y sanar las heridas del pasado. Mientras tanto, en la mansión González, Laureano seguía urdiendo sus planes. Sabía que aún había formas de manipular la situación a su favor y mantener a Gabriel en su órbita. Esa noche, llamó a Emilia a su despacho una vez más. —Emilia, has hecho un buen trabajo hasta ahora. Pero necesitamos dar el siguiente paso. Debes seguir plantando dudas en la mente de Gabriel. Dile que Luis Carlos no sólo mantuvo su compromiso con Valeria, sino que lo hizo a costa de la seguridad de Lilith. Debes hacerle creer que su padre siempre priorizó su propia seguridad y prestigio por encima de todo. Emilia asintió, aunque con una creciente sensación de incomodidad. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también quería demostrarle su lealtad a su padre. —Lo haré, padre. Haré lo que sea necesario. Laureano sonrió, satisfecho. —Muy bien. Recuerda, todo esto es por el bien de nuestra familia. Gabriel debe saber la verdad, o al menos la verdad que necesitamos que él crea. Emilia asintió, sabiendo que la batalla por el alma de Gabriel estaba lejos de terminar.
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