La boda

1253 Words
Lilith y María aprovecharon una distracción en el burdel para escapar. Con el bebé en brazos y el corazón latiendo con fuerza, Lilith siguió a María por una serie de callejones oscuros y desolados, intentando evitar ser detectadas. El plan parecía funcionar. Habían logrado alejarse considerablemente del burdel cuando un coche n***o se detuvo abruptamente delante de ellas. Los hombres del burdel habían descubierto su fuga y estaban dispuestos a recuperarlas a cualquier costo. Lilith y María corrieron, pero los disparos resonaron en el aire. Lilith sintió un dolor agudo en su costado y cayó al suelo, soltando un gemido de dolor. La sangre comenzó a empapar su ropa. Consciente de que su tiempo se estaba agotando, levantó al bebé con manos temblorosas y lo entregó a María. —Cuida de él, María. Protégelo y dale una vida mejor —dijo Lilith con voz débil, sus ojos llenos de lágrimas—. Por favor, no dejes que caiga en manos de estos monstruos. María, con lágrimas en los ojos, asintió y tomó al bebé. —Lo prometo, Lilith. Lo cuidaré como si fuera mío. María se alejó rápidamente con el bebé, mientras Lilith, debilitada por la pérdida de sangre, permanecía en el suelo. Los hombres del burdel llegaron poco después, pero al ver la gravedad de la herida de Lilith y el alboroto que estaban causando, decidieron abandonar la escena antes de atraer demasiada atención. Lilith, con su última fuerza, pensó en su hijo y en el sacrificio que había hecho. Con un suspiro final, cerró los ojos y se despidió del mundo. María, mientras tanto, se estableció en una pequeña ciudad bajo una nueva identidad para proteger al bebé. Se aseguró de que el niño tuviera una vida segura y amorosa, cumpliendo la promesa que le había hecho a Lilith. En Starville, Luis Carlos recibió la noticia de que las investigaciones de Martín no habían dado ningún resultado positivo. Aceptó la idea de que Lilith estaba verdaderamente muerta, pero una parte de él seguía manteniendo una esperanza silenciosa. En la mansión García, las noticias del ataque de Valeria a la familia De la Vega seguían causando revuelo. Luis Carlos, frustrado por la situación y aún lidiando con la desaparición de Lilith, decidió que debía actuar de manera decisiva. Llamó a una reunión urgente con su madre, Isabel, y Martín para discutir los próximos pasos. —Madre, Martín, no podemos permitir que Valeria siga causando estragos. Debemos consolidar nuestras alianzas y asegurar nuestro futuro —dijo Luis Carlos con determinación. Isabel asintió. —Tienes razón, hijo. Debemos proteger nuestra familia y nuestros intereses. Luis Carlos sabía que su próximo paso sería crucial. Con Valeria fuera de control y la sombra de Lilith aún presente en su corazón, debía encontrar una manera de equilibrar su deber hacia su familia y su anhelo personal de justicia y redención. María llegó a Starville con el bebé de Lilith en brazos, sintiendo el peso de la promesa que había hecho. Desesperada por un lugar seguro para vivir y cuidar del niño, buscó empleo en varias casas hasta que finalmente, por un golpe del destino, encontró trabajo en la mansión García como una de las nuevas empleadas del servicio. María no sabía nada de la familia García, ni de la verdadera identidad de Luis Carlos. Para ella, conseguir este trabajo significaba una oportunidad para empezar de nuevo y cuidar del hijo de Lilith en un entorno seguro. El bebé, registrado bajo un nuevo nombre, fue aceptado como su hijo sin levantar sospechas. Luis Carlos, absorto en sus propios problemas y el reciente compromiso con Victoria, no se dio cuenta de la nueva incorporación al personal de la mansión. Sin embargo, Martín, siempre atento y cuidadoso, notó a la nueva empleada y su bebé. Aunque no había nada sospechoso en la superficie, decidió mantener un ojo sobre ellos, pues su instinto le decía que había más de lo que aparentaba. Un día, mientras Luis Carlos revisaba documentos en su oficina, Victoria entró con una sonrisa tímida, llevando una bandeja con café y galletas. —Pensé que podrías necesitar un descanso —dijo, colocando la bandeja sobre la mesa. Luis Carlos le sonrió, agradecido por su amabilidad. A pesar de sus dudas y el dolor por Lilith, comenzaba a ver en Victoria a una compañera genuina, alguien que podría ayudarle a sanar sus heridas. —Gracias, Victoria. Realmente lo aprecio —respondió, tomando una taza de café. Días después, la boda de Luis Carlos y Victoria se llevó a cabo en una ceremonia elegante y emotiva. A pesar de las sombras del pasado, Luis Carlos decidió seguir adelante con su vida, viendo en Victoria una compañera con quien podría construir un futuro sólido. La boda fue un evento grandioso, lleno de invitados importantes y momentos memorables. María, ahora trabajando en la mansión de Luis Carlos, asistió a la boda junto con el resto del personal. Mantuvo al bebé bien cuidado y lejos de la atención de los invitados, sin saber que el hombre que estaba jurando amor eterno a Victoria era el padre del niño que ella había prometido proteger. Tras la ceremonia, Luis Carlos y Victoria se mudaron a la mansión, donde comenzaron su nueva vida juntos. Victoria se mostró amable y paciente, tratando de adaptarse a su nuevo papel como esposa y señora de la casa. Luis Carlos, aunque aún cargaba con el dolor de la pérdida de Lilith, se comprometió a darle una oportunidad a esta nueva etapa de su vida. María se ocupó de sus labores en la mansión, manteniendo siempre al niño cerca de ella. No tenía idea de la conexión entre su bebé y Luis Carlos, solo quería darle al niño una vida segura y feliz, como Lilith había deseado. Un día, mientras Luis Carlos estaba en su estudio revisando documentos, escuchó el llanto de un bebé. Se levantó y siguió el sonido hasta llegar a una de las habitaciones donde María estaba tratando de calmar al niño. Se quedó un momento observándolos desde la puerta, sintiendo una extraña familiaridad al ver al pequeño. —¿Todo está bien aquí? —preguntó Luis Carlos, entrando en la habitación. María, sorprendida, se levantó rápidamente con el bebé en brazos. —Sí, señor. Solo estaba un poco inquieto —respondió, tratando de mantener la calma. Luis Carlos miró al bebé y sonrió, sin saber por qué sentía una conexión especial con él. —Tiene ojos muy expresivos —comentó, acercándose un poco más. —Sí, señor. Es un niño muy especial —dijo María, sintiendo un nudo en la garganta. Mientras tanto, Valeria no cesaba en sus esfuerzos por destruir a la familia González. Su odio y venganza la llevaban a tramar nuevos planes, aunque mantenía un perfil bajo para no levantar sospechas. Sin embargo, cada vez que pensaba en Luis Carlos y su nueva vida, su furia crecía, y buscaba nuevas formas de causarles daño. Los días pasaron, y Luis Carlos y Victoria comenzaron a adaptarse a su vida matrimonial. Aunque Luis Carlos aún sentía la ausencia de Lilith, trataba de enfocarse en su nuevo compromiso. Victoria, por su parte, hacía todo lo posible por ser una buena esposa y ganarse el cariño de su esposo. María, por otro lado, continuaba cuidando del bebé con amor y dedicación, sin saber que el hombre que ahora era su empleador era el padre del niño. La vida en la mansión García seguía su curso, con secretos ocultos y pasados que tarde o temprano saldrían a la luz.
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