Dudas

1203 Words
Después de la boda, Luis Carlos y Victoria empezaron a asentarse en su nueva vida juntos. Victoria trataba de adaptarse a su papel de esposa y a las responsabilidades que venían con ser parte de la familia García. Durante la primera semana de convivencia en la mansión, Luis Carlos no pudo evitar notar las semejanzas entre el bebé y él mismo. Cada vez que veía al pequeño, una sensación de familiaridad lo invadía. Finalmente, decidió confrontar a María sobre el tema. —María, ¿puedo hablar contigo un momento? —dijo Luis Carlos una tarde, encontrándola en la cocina con el bebé en brazos. —Claro, señor, ¿qué sucede? —respondió María, nerviosa. —No he podido evitar notar... algunas semejanzas entre el bebé y yo. ¿Quién es el padre del niño? —preguntó Luis Carlos, observando atentamente la reacción de María. María, atrapada en una situación complicada, decidió inventar una historia para evitar revelar la verdad. —Señor, fue un accidente... —dijo, bajando la mirada—. No sé quién es el padre. Fue... un momento difícil, y decidí tener al bebé y cuidarlo sola. Luis Carlos frunció el ceño, sintiendo que había algo más en la historia, pero decidió no presionar más por el momento. —Entiendo, María. Solo quería saber. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo —dijo, tratando de ser comprensivo. —Gracias, señor —respondió María, aliviada de que la conversación no se prolongara. Luis Carlos se alejó, aún pensando en las semejanzas que había notado. Aunque aceptó la explicación de María, no pudo evitar sentir que había algo más en la historia. Mientras tanto, Valeria continuaba maquinando sus planes. La frustración de ver a Luis Carlos casado con otra mujer la consumía, y su deseo de venganza contra la familia González no disminuía. Sin embargo, sabía que debía ser cuidadosa para no levantar sospechas. Victoria, por su parte, notaba que Luis Carlos parecía distraído y preocupado. Aunque no comprendía del todo la razón, decidió darle su espacio, confiando en que con el tiempo se abriría más a ella. Una noche, mientras Luis Carlos se encontraba en su estudio, revisando unos documentos, Martín entró con una expresión seria. —Señor, hemos recibido informes sobre movimientos sospechosos relacionados con Valeria. Parece que está intentando desprestigiar a la familia de Victoria —dijo Martín, colocando algunos papeles sobre el escritorio de Luis Carlos. Luis Carlos suspiró, sintiendo la carga de la situación. —Valeria no se detendrá hasta destruir todo lo que toca. Debemos estar un paso adelante —respondió Luis Carlos, revisando los informes. Mientras tanto, en otro rincón de la mansión, María observaba al bebé dormir, sintiendo una mezcla de amor y temor por el futuro. Sabía que mantener el secreto sobre el origen del niño era crucial para su seguridad, pero cada vez que veía a Luis Carlos, se preguntaba cuánto tiempo podría mantener la verdad oculta. La vida en la mansión García continuaba, con secretos y tensiones que amenazaban con salir a la luz en cualquier momento. Luis Carlos, dividido entre su deber y sus sentimientos, debía encontrar la manera de proteger a su familia y descubrir la verdad sobre el bebé que tanto le recordaba a Lilith. Una tarde, mientras Victoria estaba fuera atendiendo algunos asuntos familiares, Luis Carlos se encontraba solo en la mansión con Martín y María. Decidió aprovechar la oportunidad para hablar nuevamente con María sobre el bebé. —María, necesito hablar contigo —dijo Luis Carlos, encontrándola en el jardín, donde cuidaba al pequeño. —Claro, señor, ¿qué pasa? —respondió María, un poco inquieta. —He estado pensando en lo que me dijiste la otra vez, sobre no saber quién es el padre del bebé. No puedo evitar sentir que hay algo que no me estás diciendo —Luis Carlos habló con seriedad, tratando de mantener la calma. María tragó saliva, tratando de mantener su compostura. Sabía que tenía que ser convincente. —Señor, le juro que no sé quién es el padre. Fue... una situación muy difícil para mí, y no quiero revivir esos recuerdos —dijo, sus ojos mostrando una mezcla de miedo y tristeza. Luis Carlos observó su expresión y decidió no presionar más por el momento. —Está bien, María. Solo quiero asegurarme de que estás bien y de que el bebé está en buenas manos —respondió, tratando de sonar comprensivo. —Gracias, señor. Lo aprecio mucho —respondió María, aliviada de que la conversación terminara. Mientras tanto, Valeria seguía maquinando sus planes en secreto. Decidió que la mejor manera de arruinar a Victoria y a la familia De la Vega era desprestigiarlos públicamente. —Álvaro, necesitamos lanzar más rumores y noticias negativas sobre la familia De la Vega. No podemos permitir que esta boda fortalezca a Luis Carlos —dijo Valeria a su confidente y aliado. —Entendido, Valeria. Ya estamos trabajando en ello. Pronto todos sabrán que los De la Vega no son tan perfectos como parecen —respondió Álvaro con una sonrisa maliciosa. En la mansión García, Victoria notaba que Luis Carlos estaba cada vez más distraído y preocupado. Decidió hablar con él una noche, después de la cena. —Luis, ¿hay algo que te preocupe? Te he notado distante —preguntó Victoria con suavidad, tocando su mano. Luis Carlos suspiró y miró a su esposa. —Es... complicado, Victoria. Hay muchas cosas en juego, y siento que no puedo proteger a todos los que me importan —respondió, apretando suavemente su mano. Victoria asintió, comprensiva. —Confío en ti, Luis. Sé que harás lo correcto. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti —dijo, dándole una sonrisa de apoyo. Luis Carlos la miró con agradecimiento, aunque su mente aún estaba llena de preocupaciones. Sabía que necesitaba resolver el misterio del bebé y asegurar el bienestar de todos a su alrededor. Luis Carlos no podía sacarse de la cabeza las semejanzas que veía entre el bebé y él mismo. A pesar de las insistencias de María de que no sabía quién era el padre, su instinto le decía que había algo más. Una tarde, mientras paseaba por los jardines de la mansión, decidió hablar con Martín sobre sus dudas. —Martín, necesito tu consejo —dijo Luis Carlos, mirando el horizonte con una expresión pensativa. —Claro, señor, ¿qué sucede? —respondió Martín, siempre dispuesto a ayudar a su jefe. —He estado pensando en el bebé de María. No puedo evitar sentir que hay algo que no cuadra. Quiero hacer una prueba de ADN para estar seguro de una vez por todas —dijo Luis Carlos, volviéndose hacia Martín con una mirada determinada. Martín lo miró seriamente, consciente de las implicaciones de sus palabras. —Señor, entiendo tus preocupaciones, pero creo que hacer una prueba de ADN no es la mejor idea. No hay ninguna posibilidad de que hayas estado con María, y no queremos levantar sospechas innecesarias o causar más problemas —dijo Martín, tratando de persuadir a Luis Carlos de que desistiera de su idea. Luis Carlos suspiró, sabiendo que Martín tenía razón. No había forma de que el bebé pudiera ser suyo, al menos no de la manera convencional.
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