Eliminenlo

1033 Words
Gabriel, al ver la determinación y el dolor de Lilith, sintió una furia creciente hacia la familia González. Decidió que era hora de que ellos probaran su propia medicina. Determinado a proteger y vengar a su esposa, se comunicó con Martin para llevar a cabo un plan que podría cambiar el juego por completo. En su oficina, Gabriel habló en voz baja y firme por teléfono. —Martin, tengo una tarea para ti. Quiero que envíes una orden a todos nuestros socios y proveedores. A partir de ahora, ningún vínculo comercial debe existir con la familia González. La única excepción serán los acuerdos directos con Lilith. Asegúrate de que esta directiva provenga del señor García. Martin, reconociendo la seriedad en la voz de Gabriel, respondió de inmediato. —Entendido, señor. Me encargaré de que se lleve a cabo de inmediato. Horas más tarde, Martin estaba en su despacho, redactando la orden con cuidado. Sabía que esta acción tendría consecuencias significativas en el mundo empresarial. Envió la comunicación a todas las empresas asociadas con el Grupo García, asegurándose de que el mensaje fuera claro y contundente. Mientras tanto, en la mansión González, el ambiente era tenso. Juana y Laureano estaban discutiendo las últimas acusaciones contra Lilith cuando el teléfono de Juana sonó. Ella respondió con una expresión de desconcierto al escuchar la voz del ejecutivo de una de las principales empresas proveedoras del Grupo García. —¿Qué está diciendo? —preguntó Juana, con incredulidad. —Lamentamos informarle, señora González, que debido a una nueva directiva del Grupo García, no podemos continuar con nuestros contratos con el Grupo González. Esta orden es efectiva de inmediato —dijo el ejecutivo, con tono profesional. Juana colgó el teléfono con el rostro pálido. Laureano la miró preocupado. —¿Qué ha pasado, abuela? —El Grupo García ha cortado todos los vínculos comerciales con nosotros. No podemos sobrevivir sin sus proveedores y socios —dijo Juana, con una mezcla de ira y desesperación. Laureano golpeó la mesa con frustración. —¡Esto es obra de Lilith y Gabriel! Están intentando destruirnos. Mientras tanto, Lilith y Gabriel se encontraban en su apartamento, discutiendo los próximos pasos para su nueva empresa. Lilith recibió una llamada de Lorena, quien le informaba sobre la reciente directiva del Grupo García. —Lilith, quería informarte que todas las empresas asociadas con nosotros han cortado lazos con el Grupo González, pero puedes estar tranquila. Nuestro apoyo hacia ti sigue firme —dijo Lorena, con voz tranquila. Lilith agradeció la información y colgó. Se volvió hacia Gabriel, quien la miraba con una mezcla de orgullo y determinación. Después de colgar la llamada con Lorena, Lilith se giró hacia Gabriel, una mezcla de confusión y agradecimiento reflejada en su rostro. —Gabriel, acabo de hablar con Lorena. Me dijo que el señor García está dispuesto a ayudarnos en todo lo que necesitemos para establecer nuestra nueva empresa. No entiendo por qué está tan dispuesto a protegerme a mí —dijo Lilith, con una expresión de desconcierto. Gabriel la miró con una sonrisa suave, preparándose para explicar. —Lilith, hay algo que necesitas saber. Hace un año, el señor García se cruzó contigo en un evento. En ese breve encuentro, vio algo en ti. Vio tu bondad, tu integridad y la forma en que te diferenciabas de la codicia que caracteriza a la familia González. Lilith lo miró, sorprendida por esta revelación. —¿De verdad? No puedo creer que un solo encuentro pudiera significar tanto para él. Gabriel asintió, tomando las manos de Lilith entre las suyas. —Sí, y eso lo motivó a observarte más de cerca. Cuando se dio cuenta de la situación en la que estabas, supo que debía intervenir. Por eso, cuando llegó el momento, te sugirió que te independizaras. No quería verte atrapada en la misma red de avaricia que ha atrapado a tu familia. Lilith sintió una oleada de emociones: gratitud, alivio y una renovada determinación. —No sabía que alguien podría ver todo eso en mí. Supongo que debo agradecerle al señor García más de lo que imaginé. Gabriel sonrió, besando suavemente la frente de Lilith. —Y lo harás. Pero por ahora, necesitamos concentrarnos en nuestro futuro. Tenemos una nueva empresa que construir y una oportunidad para demostrar lo que realmente valemos. Lilith asintió, sintiéndose más segura y decidida. Juntos, comenzaron a planear los siguientes pasos, listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Mientras tanto, en la mansión González, la tensión seguía creciendo. Laureano, furioso por la situación, no dejaba de acusar a Lilith de sabotaje. —Abuela, tenemos que hacer algo. No podemos permitir que Lilith nos destruya —dijo Laureano, con rabia. Juana, sintiendo una mezcla de traición y desesperación, sabía que debían encontrar una forma de contrarrestar la influencia de Lilith y Gabriel. Juana, al ver que no podía hacer nada contra Lilith debido al apoyo del Grupo García, decidió cambiar su táctica. Su siguiente objetivo fue Gabriel, pensando que al eliminarlo, Lilith quedaría vulnerable. Asumió que Gabriel no era más que un don nadie sin influencia ni poder, y que al eliminarlo, podría recuperar el control. Contrató a tres secuestradores, hombres despiadados y bien pagados, para que se llevaran a Gabriel lejos y lo mantuvieran fuera del camino. Sin embargo, cuando los secuestradores intentaron llevar a cabo su trabajo, se encontraron con una sorpresa inesperada. Era una noche tranquila cuando los secuestradores se acercaron a Gabriel en un callejón solitario. Uno de ellos intentó sujetarlo mientras los otros dos se preparaban para neutralizarlo. Pero Gabriel, con una calma impresionante, reaccionó con la precisión de alguien que tenía un entrenamiento profesional y especializado. —¿De verdad creen que será tan fácil? —murmuró Gabriel, sus ojos fríos y calculadores. En cuestión de segundos, desarmó al primer secuestrador con un movimiento ágil, enviándolo al suelo con un golpe preciso. Los otros dos, sorprendidos, intentaron atacarlo simultáneamente. Gabriel, sin perder la compostura, esquivó los ataques y los neutralizó con movimientos rápidos y eficientes, dejándolos incapacitados en el suelo. Los secuestradores, atónitos y adoloridos, no podían creer lo que acababa de suceder. Gabriel, sin un rasguño, los miró con una mezcla de desdén y lástima.
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