Juana continuó con su determinación inquebrantable:
—Lilith, en vista de las circunstancias, he llegado a la conclusión de que tu matrimonio con Gabriel ya no es viable. Es necesario que se divorcien.
Lilith, sorprendida y consternada por la declaración de su abuela, se negó a aceptar esa orden de inmediato.
—¡No! —exclamó, su voz temblorosa pero firme—. No puedo simplemente divorciarme de Gabriel así como así. Lo amo, y no puedo imaginar mi vida sin él.
Sin embargo, antes de que Juana pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y Stuart Fernández, un hombre alto y elegante con una mirada penetrante, entró en la sala. Su presencia repentina provocó un silencio tenso entre los presentes.
Stuart irrumpió en la habitación con una presencia imponente, su mirada fija en Lilith. Aunque su entrada fue inesperada, su expresión mostraba determinación y un propósito claro.
—Lilith, estoy aquí porque me preocupa tu bienestar y el futuro de la familia González —dijo Stuart, su tono suave pero firme.
Lilith lo miró con sorpresa, sin entender completamente por qué estaba allí y cuál era su papel en todo esto.
—¿Qué quieres decir, Stuart? —preguntó, con cautela.
Stuart se acercó a ella con paso seguro, manteniendo su mirada fija en la suya.
—Lilith, entiendo que tu lealtad a la familia González es importante para ti. Pero debes darte cuenta de que tu situación actual no es sostenible. Tu matrimonio con Gabriel ya no funciona, y necesitas tomar una decisión sobre tu futuro —explicó, su voz resonando con una mezcla de preocupación y determinación.
Lilith frunció el ceño, sintiendo la presión aumentar a su alrededor. Sabía que Stuart tenía razón en cierto modo, pero aún así se resistía a aceptar la idea de divorciarse de Gabriel.
—No puedo simplemente abandonar mi matrimonio así, Stuart. Gabriel y yo nos amamos, y no puedo imaginar mi vida sin él —declaró, con determinación en su voz.
Stuart asintió con comprensión, pero también con una determinación renovada en su expresión.
—Lo entiendo, Lilith. Pero debes considerar todas tus opciones. Si realmente te preocupas por la familia González, entonces debes pensar en lo que es mejor para ellos también —dijo, su tono suave pero persuasivo.
Lilith se sintió abrumada por las palabras de Stuart. Sabía que tenía razón en cierto sentido, pero también se sentía atrapada entre sus propios deseos y las expectativas de su familia.
—Stuart, entiendo tus preocupaciones, pero no puedo aceptar tu propuesta. Mi matrimonio con Gabriel es importante para mí, y no estoy dispuesta a renunciar a él por el bien de la familia González —respondió, firme en su posición.
Stuart se levantó con una expresión de furia en el rostro y salió de la habitación. Momentos después, regresó acompañado por dos hombres corpulentos. Con una mirada fría y decidida, Stuart dio la orden:
—¡Atrápenlo!
Los hombres se lanzaron hacia Gabriel. A pesar de que trató de defenderse, la superioridad numérica era abrumadora. Mientras se resistía, Gabriel logró enviar un mensaje rápidamente a su asistente personal, Martín, pidiéndole que se presentara en la residencia de los González lo antes posible.
Gabriel fue inmovilizado y llevado fuera de la habitación por los hombres de Stuart. Lilith, horrorizada, intentó intervenir, pero Stuart la detuvo con una mirada severa.
—Esto es lo que pasa cuando desobedeces las órdenes de tu familia, Lilith —dijo Stuart con un tono amenazante.
En ese momento, la puerta de la sala se abrió de golpe y Martín, el asistente personal del señor García, entró apresuradamente. Su presencia impuso un silencio inmediato en la habitación.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Martín, con voz firme y autoritaria.
Stuart se volvió hacia Martín, su expresión de sorpresa transformándose en una máscara de deferencia.
—Martín, esto es un asunto familiar. No tienes por qué involucrarte —dijo Stuart, intentando recuperar la compostura.
Martín no se dejó intimidar. —El señor García no tolerará la violencia ni el abuso de poder, Stuart. Estoy aquí en representación de Gabriel y del propio señor García. ¿Quieres explicar por qué están atacando a su chofer?
Stuart, visiblemente incómodo, intentó justificarse. —Gabriel estaba interfiriendo en asuntos familiares delicados. Solo estamos tomando medidas necesarias.
Martín se acercó a Stuart, mirándolo directamente a los ojos. —El señor García confía plenamente en Gabriel. Cualquier ataque contra él es un ataque contra el señor García. Te sugiero que reconsideres tus acciones inmediatamente.
La tensión en la sala era palpable. Lilith miró a Martín con gratitud, sabiendo que su intervención había evitado que la situación empeorara.
—Liberen a Gabriel —ordenó Stuart a regañadientes, dirigiendo una mirada asesina a sus hombres.
Gabriel fue soltado de inmediato, aunque con visibles marcas de la confrontación. Lilith corrió hacia él, preocupada.
—¿Estás bien? —preguntó con voz temblorosa.
Gabriel asintió, agradecido por la intervención de Martín. —Estoy bien, gracias a él.
Martín se volvió hacia Lilith, su expresión suavizándose. —El señor García me ha pedido que me asegure de que estés bien y de que Gabriel no sufra ningún daño. Si necesitas algo, no dudes en decirlo.
Luego, Martín se volvió hacia Stuart, su voz fría y autoritaria. —Por orden del señor García, Stuart, estás despedido con efecto inmediato. Además, serás investigado por abuso de poder. Hasta que se complete la investigación, no podrás buscar trabajo en ninguna empresa que tenga relaciones comerciales con el Grupo García.
La expresión de Stuart se transformó de sorpresa a rabia. —¡Esto es inaceptable! ¡No puedes hacerme esto!
Martín se mantuvo firme. —Es una orden directa del señor García. Te sugiero que abandones esta casa y cooperes con la investigación. Cualquier resistencia solo empeorará tu situación.
Stuart, furioso, se dio la vuelta y salió de la sala, seguido por sus hombres. La tensión en el ambiente empezó a disiparse lentamente.
Martín se volvió hacia Lilith y Gabriel, con una expresión más amable. —Lamento mucho lo que ha sucedido. El señor García está dispuesto a ayudar en todo lo que sea necesario para resolver esta situación.
Lilith, todavía conmocionada, asintió. —Gracias, Martín. Agradezco tu intervención.
Gabriel también agradeció a Martín, sabiendo que la situación podría haber sido mucho peor sin su llegada oportuna. Mientras la familia González procesaba los eventos recientes, Lilith y Gabriel sabían que tendrían que mantenerse unidos y fuertes para enfrentar los desafíos que aún quedaban por delante.