—Tienes razón, Martín. No quiero causar más problemas. Pero estas dudas me están carcomiendo por dentro —admitió Luis Carlos, frustrado.
—Entiendo, señor. Pero creo que es mejor dejar esto en el pasado y enfocarnos en el futuro. Tienes una esposa maravillosa y una vida nueva por delante —dijo Martín, tratando de consolarlo.
Luis Carlos asintió, aunque la duda seguía presente en su mente. Decidió dejar de lado la idea de la prueba de ADN, al menos por el momento, y centrarse en su vida con Victoria.
Mientras tanto, Valeria, furiosa por haber perdido la oportunidad de convertirse en la señora García, intensificó su campaña de desprestigio contra la familia De la Vega. Junto con Álvaro, comenzó a difundir rumores y noticias negativas sobre ellos, especialmente enfocándose en Victoria.
—Álvaro, necesitamos que estas noticias lleguen a todos los rincones de la sociedad. Quiero que todos piensen mal de la familia De la Vega —dijo Valeria con determinación.
—No te preocupes, Valeria. Nos aseguraremos de que todos los vean como realmente son —respondió Álvaro, disfrutando de la malicia de su tarea.
En la mansión García, Victoria notó que las noticias negativas sobre su familia comenzaban a afectar su reputación. Decidió hablar con Luis Carlos sobre lo que estaba sucediendo.
—Luis, estoy preocupada por mi familia. Hay muchos rumores negativos que están circulando sobre nosotros —dijo Victoria, mostrándole algunos artículos de los tabloides.
Luis Carlos la miró con preocupación, sabiendo que Valeria estaba detrás de todo esto.
—No te preocupes, Victoria. Nos encargaremos de esto. Hablaré con nuestros abogados y tomaremos medidas para detener estos ataques —dijo Luis Carlos, decidido a proteger a su esposa y a su familia.
Mientras tanto, María continuaba cuidando al bebé en la mansión, sin saber que sus propios secretos podrían estar más cerca de salir a la luz de lo que imaginaba.
Luis Carlos sabía que la batalla con Valeria no terminaría hasta que encontrara una forma de neutralizarla permanentemente. Determinado a proteger a su familia y a su nuevo matrimonio, se sumergió en la búsqueda de información que pudiera detener a Valeria de una vez por todas.
Después de semanas de investigaciones y contactos discretos, Luis Carlos logró obtener documentos comprometedores que demostraban fraudes financieros y corrupción en los negocios de la familia de Valeria. Con esta información en mano, supo que tenía el poder de arruinarla.
Una mañana, Luis Carlos convocó a Valeria a una reunión en su oficina. Sabía que esta sería su última confrontación.
—Valeria, gracias por venir —dijo Luis Carlos, con una expresión fría y decidida.
—¿Qué quieres, Luis Carlos? —respondió Valeria, cruzando los brazos con desdén.
—He descubierto algo muy interesante sobre tu familia —dijo Luis Carlos, sacando una carpeta con los documentos comprometedores y colocándola sobre la mesa.
Valeria abrió la carpeta y, al leer los documentos, su rostro palideció.
—¿De dónde sacaste esto? —preguntó, con la voz temblorosa.
—Eso no importa. Lo que importa es que si continúas con tus ataques contra mi familia y Victoria, haré públicos estos documentos. Tu familia perderá todo y enfrentarán cargos graves —dijo Luis Carlos, con firmeza.
Valeria sabía que no tenía salida. Si la información salía a la luz, su familia estaría arruinada.
—No puedes hacerme esto, Luis Carlos. ¡Tú me amabas! —gritó Valeria, desesperada.
—Eso fue antes de que te convirtieras en una amenaza para todos los que amo. Tienes una opción: alejarte de mi familia y de la familia De la Vega para siempre, o enfrentar las consecuencias —dijo Luis Carlos, implacable.
Valeria, sabiendo que había perdido, asintió lentamente.
—Está bien, me alejaré. Pero te juro que algún día pagarás por esto —dijo, con resentimiento en su voz.
Con la retirada de Valeria, las noticias negativas sobre la familia De la Vega comenzaron a desaparecer, y las pérdidas financieras de la familia de Valeria comenzaron a acumularse. En poco tiempo, su influencia y poder se desmoronaron.
Victoria, aliviada por el fin de los ataques, agradeció a Luis Carlos por su protección.
—Gracias, Luis. No sé qué habría hecho sin ti —dijo Victoria, abrazándolo con gratitud.
—Siempre te protegeré, Victoria. Eres mi esposa y mi familia ahora —respondió Luis Carlos, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al pensar en Lilith.
Mientras tanto, María seguía trabajando en la mansión, cuidando del bebé. Aunque Luis Carlos había dejado de lado la idea de una prueba de ADN, no podía evitar sentirse intrigado por las semejanzas entre él y el niño.
Martín, observando a su jefe, sabía que aún había dudas en su mente.
—Luis Carlos, has hecho lo correcto con Valeria. Pero si necesitas más respuestas, sabes que siempre estaré aquí para ayudarte a encontrarlas —dijo Martín, con lealtad.
—Gracias, Martín. Tal vez algún día encontremos todas las respuestas. Pero por ahora, necesito centrarme en proteger a los que están aquí conmigo —respondió Luis Carlos, mirando al bebé con una mezcla de amor y curiosidad.
Tres meses después, la noticia del embarazo de Victoria llenó de alegría a la familia García. Isabel, la madre de Luis Carlos, estaba especialmente emocionada con la llegada del nuevo m*****o de la familia. Los preparativos para recibir al bebé comenzaron de inmediato, y la mansión García se llenó de esperanza y entusiasmo.
Un día, mientras Isabel paseaba por los jardines de la mansión, observó a María jugando con su hijo. Al acercarse, notó algo que la dejó perpleja. El niño tenía una sorprendente semejanza con Luis Carlos cuando era pequeño. La misma expresión, los mismos ojos y una sonrisa idéntica.
—María, tu hijo es precioso —dijo Isabel, con una sonrisa que ocultaba su creciente curiosidad.
—Gracias, señora Isabel —respondió María, con una sonrisa tímida.
—¿Puedo preguntarte algo? —continuó Isabel, sin apartar la vista del niño—. ¿De dónde es el padre del niño?
María se puso nerviosa, recordando la historia que había inventado para Luis Carlos.
—Bueno, señora Isabel, realmente no sé quién es el padre. Fue un... accidente. No tengo información sobre él —dijo María, tratando de sonar convincente.
Isabel asintió, pero no estaba convencida. La semejanza era demasiado notable para ser una coincidencia. Decidió no presionar más a María en ese momento, pero su mente estaba llena de preguntas.
Al día siguiente, Isabel llamó a Martín a su despacho.
—Martín, necesito hablar contigo sobre algo muy importante —dijo Isabel, cerrando la puerta detrás de él.
—Claro, señora Isabel. ¿Qué sucede? —preguntó Martín, preocupado por la seriedad en el rostro de Isabel.
—El hijo de María... tiene una sorprendente semejanza con Luis Carlos cuando era niño. No puedo evitar pensar que podría ser más que una simple coincidencia —dijo Isabel, observando a Martín de cerca.
Martín se tensó, pero trató de mantener la calma.
—Señora Isabel, entiendo su preocupación, pero no hay pruebas de que el niño tenga alguna relación con Luis Carlos —respondió Martín, tratando de desviar la atención.
—Martín, necesito saber la verdad. Si hay algo que me estás ocultando, este es el momento de decírmelo. No puedo dejar que esto siga así sin obtener respuestas —insistió Isabel, con firmeza.
Martín sabía que Isabel no se detendría hasta descubrir la verdad. Aunque había prometido mantener en secreto la situación de Lilith y el niño, también sabía que Isabel tenía derecho a saber si el niño era realmente su nieto.
—Señora Isabel, haré todo lo posible por encontrar la verdad. Pero le pido que tenga paciencia y discreción en este asunto —dijo Martín, sintiendo el peso de la responsabilidad.
Mientras tanto, Luis Carlos, ajeno a la conversación de su madre y Martín, continuaba enfocándose en su matrimonio con Victoria y en el futuro de la familia García. Sin embargo, no podía evitar sentir una punzada de incertidumbre cada vez que veía al hijo de María.
Isabel, decidida a descubrir la verdad, comenzó a observar más de cerca al niño y a María. Aunque no quería causar problemas, sabía que debía actuar por el bien de su familia y del niño. El tiempo diría si sus sospechas eran correctas, y la verdad finalmente saldría a la luz.