¡Es usted!

1044 Words
Gabriel caminó lentamente hacia la sede del grupo internacional García. Sentía que su corazón pesaba cada vez más con cada paso que daba, pero estaba decidido a encontrar una forma de ganar dinero y demostrar su valía. Había oído hablar del prestigioso grupo García y decidió intentar conseguir un trabajo allí, aunque fuera en una posición humilde como guarda de seguridad. Al llegar al edificio, se dirigió a la recepción y preguntó por la oficina de recursos humanos. Tras unos minutos de espera, fue llevado a una pequeña sala donde esperaba ser entrevistado. Mientras estaba sentado, la puerta se abrió y un hombre de mediana edad con un aire de autoridad entró en la sala. Gabriel sintió una extraña familiaridad al ver al hombre, pero no pudo identificar de dónde provenía esa sensación. —Buenos días, soy Martín Herrera, director del grupo García —dijo el hombre, extendiendo su mano para saludar a Gabriel. En cuanto estrecharon manos, Martín observó a Gabriel con atención, su mirada se llenó de sorpresa y confusión. —Señor, ¿es usted? —preguntó Martín, sin poder ocultar su asombro. Gabriel frunció el ceño, desconcertado. —Lo siento, señor Herrera, creo que me confunde con otra persona. Mi nombre es Gabriel Hernández. Martín se quedó en silencio por un momento, intentando procesar lo que estaba escuchando. —Perdona, es que te pareces mucho a alguien que conocí. ¿Cómo puedo ayudarte hoy, Gabriel? —Estoy buscando trabajo. Sé que esta empresa es muy prestigiosa y pensé que podría empezar aquí, aunque sea en una posición de seguridad —explicó Gabriel, aún sintiendo esa extraña conexión con Martín. Martín asintió lentamente, todavía tratando de reconciliar la imagen de Gabriel con la de Luis Carlos García, su antiguo jefe. —Claro, Gabriel. Puedo ayudarte con eso. Pero antes, ¿puedes decirme algo más sobre ti? ¿Cómo llegaste a querer trabajar aquí? Gabriel comenzó a relatar su historia, omitiendo los detalles más personales y dolorosos, como su matrimonio complicado y la presión de la familia de Lilith. Habló sobre su deseo de encontrar un trabajo digno y su motivación para superar las dificultades que había enfrentado desde su accidente. Martín lo escuchó con atención, cada palabra de Gabriel confirmaba sus sospechas. Decidió no presionarlo más sobre su verdadera identidad, pero sabía que tenía que investigar más sobre este hombre que parecía haber olvidado quién era realmente. —Está bien, Gabriel. Vamos a darte una oportunidad. Puedes empezar como guarda de seguridad y veremos cómo te adaptas —dijo Martín finalmente, extendiendo una sonrisa cálida. Gabriel se sintió aliviado y agradecido. —Gracias, señor Herrera. No le decepcionaré. Martín asintió, observando cómo Gabriel salía de la sala. Una vez solo, Martín tomó su teléfono y marcó un número conocido. Martín estaba inquieto tras su encuentro con Gabriel, la similitud era demasiada como para ser una mera coincidencia. Decidió investigar más a fondo y pronto descubrió algo sorprendente: la identidad de Gabriel Hernández había surgido poco después de la desaparición de su jefe, Luis Carlos García. Esta revelación lo convenció de que tenía que actuar rápidamente. Una noche, mientras Gabriel terminaba su turno de seguridad, Martín lo interceptó en el estacionamiento. —Gabriel, necesito que vengas conmigo —dijo Martín con un tono serio, pero no agresivo. Gabriel, desconcertado, asintió. —¿Está todo bien, señor Herrera? —Sí, pero necesito hablar contigo en privado sobre algo importante —respondió Martín, abriendo la puerta de su auto e indicándole a Gabriel que se subiera. El trayecto fue silencioso y tenso. Martín condujo hasta una casa en las afueras de la ciudad, un lugar aislado y discreto. Una vez allí, le pidió a Gabriel que entrara. —Siéntate, por favor —dijo Martín, señalando una silla en el centro de la sala. Gabriel obedeció, sintiendo una creciente sensación de alarma. —¿Qué está pasando, señor Herrera? —Necesito respuestas, Gabriel, o debería decir, señor García —replicó Martín, sacando un kit de pruebas de ADN. —Voy a realizar una prueba de ADN para confirmar algo. Gabriel se quedó boquiabierto. —No entiendo. ¿Por qué haría eso? —Porque creo que eres Luis Carlos García, mi antiguo jefe, y necesito saber la verdad —dijo Martín, acercándose con el kit. Gabriel se quedó petrificado, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. No tenía más opción que cooperar. Martín tomó la muestra y la envió rápidamente a un laboratorio privado. —Te quedarás aquí hasta que tengamos los resultados —dijo Martín, asegurándose de que Gabriel no pudiera escapar. Gabriel pasó las siguientes horas en un estado de confusión y miedo. Pensó en su esposa Lilith y en cómo la familia de ella nunca pagaría un rescate si este fuera un secuestro. Estaba solo y aterrado. Días después, Martín recibió los resultados del laboratorio. Con el sobre en la mano, se dirigió a la habitación donde Gabriel estaba retenido. —Tengo los resultados —dijo Martín, abriendo el sobre con manos temblorosas. Gabriel lo miró con los ojos muy abiertos, su corazón latiendo con fuerza. Martín leyó los resultados en silencio antes de levantar la vista hacia Gabriel. —Eres Luis Carlos García. Lo sabía —dijo Martín con un suspiro de alivio y sorpresa. Gabriel se quedó sin palabras, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. —Pero... no recuerdo nada. ¿Quién es Luis Carlos García? —Eras mi jefe. Desapareciste hace un año, y todos pensábamos que estabas muerto —explicó Martín, guardando los resultados. Gabriel se llevó las manos a la cabeza, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Su vida, su identidad, todo era una mentira. —¿Qué voy a hacer ahora? —preguntó Gabriel, su voz llena de desesperación. —Primero, vamos a recuperar tu memoria y tu vida. Pero debes saber que la familia de Lilith no debe enterarse de esto aún. Puede ser peligroso para ambos —dijo Martín, poniendo una mano en el hombro de Gabriel para tranquilizarlo. Mientras Gabriel asimilaba la verdad, comprendió que su lucha no había terminado. De hecho, acababa de comenzar. Con la ayuda de Martín, tendría que reconstruir su vida y enfrentarse a los desafíos que venían con la revelación de su verdadera identidad.
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