Divorcio

1036 Words
Un año después, Luis Carlos García, conocido ahora como Gabriel Hernández, se encuentra casado con Lilith González. Aunque aún tiene lagunas en su memoria y lucha por recordar su identidad real, se ha adaptado a su nueva vida como esposo de Lilith y m*****o de la familia González. A pesar de los esfuerzos de Lilith por mantener viva la llama del amor entre ellos, la relación no es precisamente idílica. Gabriel todavía lucha con las secuelas físicas y mentales del accidente en el mar. Su memoria sigue siendo fragmentada, y hay momentos en los que se siente perdido y confundido. —Lilith, tenemos que hablar —dijo el padre de Lilith con seriedad, llamando a su hija a su despacho en la lujosa mansión de la familia González. Lilith entró con nerviosismo, anticipando la tensión en el aire. La expresión en el rostro de su padre era grave, lo que indicaba que la conversación no sería fácil. —¿Qué sucede, papá? —preguntó Lilith con voz temblorosa. Su padre suspiró antes de hablar. —Lilith, hemos estado observando la situación con Gabriel, y creemos que es hora de tomar una decisión. No podemos seguir manteniendo esta farsa de matrimonio por mucho más tiempo. Gabriel no es el tipo de yerno que necesitamos para nuestra familia. Estamos pasando por malos momentos y necesitamos a un hombre que asuma con responsabilidad, que pueda aportar algo más que problemas. Lilith sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de su padre. Sabía a qué se refería, y no estaba lista para enfrentarse a esa realidad. —Pero papá, yo... —intentó interrumpir, pero su padre la detuvo levantando una mano. —Lilith, sé que te preocupas por Gabriel, pero debes entender que hay cosas más importantes en juego aquí. Tu futuro, el futuro de nuestra familia. No podemos permitirnos mantener esta farsa por mucho más tiempo. Es hora de que pienses en lo que es mejor para ti y para nosotros —dijo su padre con firmeza. Lilith se sintió herida por las palabras de su padre. La idea de abandonar a Gabriel le rompía el corazón, pero también sabía que su familia nunca lo aceptaría. —No, no puedo hacer eso —dijo finalmente, con voz temblorosa. Su padre frunció el ceño, decepcionado por su respuesta. —Lilith, ¿qué estás diciendo? —Estoy diciendo que no puedo divorciarme de Gabriel. Lo amo, papá. A pesar de todo lo que ha sucedido, él es parte de mi vida ahora, y no puedo imaginar mi futuro sin él —declaró Lilith, con la fuerza de quien defiende lo que más valora en el mundo. La habitación quedó en silencio mientras su familia absorbía sus palabras. Finalmente, su padre suspiró resignado. —Está bien, Lilith. Si eso es lo que realmente quieres, entonces... —comenzó a decir su padre, pero Lilith lo interrumpió. —No, papá. No necesito tu aprobación para esto. Si no pueden aceptar a Gabriel, entonces eso es algo con lo que tendrán que vivir. Pero no voy a divorciarme de él. Fin de la discusión —dijo Lilith con determinación antes de salir de la habitación, dejando a su familia atónita y con las palabras de su hija resonando en sus oídos. El padre de Lilith buscó a Gabriel, encontrándolo en el jardín trasero de la mansión, donde estaba tratando de arreglar una antigua fuente de agua que había estado fuera de servicio durante años. Gabriel se levantó con sorpresa al ver al padre de Lilith acercarse. —Gabriel, necesitamos hablar —dijo el padre de Lilith con seriedad. Gabriel asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad ante la conversación que se avecinaba. Se enderezó, limpiando sus manos llenas de suciedad con un paño viejo. El padre de Lilith miró a Gabriel con seriedad antes de hablar. —Gabriel, sé que amas a mi hija, pero tienes que entender que las cosas no están funcionando. No eres el tipo de yerno que necesitamos para nuestra familia. Lilith merece una vida llena de lujos y comodidades, y no puedo permitir que siga atada a alguien que no puede ofrecerle eso. Gabriel sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras del padre de Lilith. Sabía que su situación era complicada, pero nunca había esperado enfrentarse a una conversación tan directa y desalentadora. —Lo siento, señor González. Estoy haciendo todo lo que puedo para ser un buen esposo para Lilith, pero entiendo que mis esfuerzos pueden no ser suficientes para usted y su familia —respondió Gabriel con sinceridad. El padre de Lilith suspiró, apreciando la honestidad de Gabriel. —Gabriel, te aprecio como persona, pero tienes que entender que a veces el amor no es suficiente. Si realmente amas a Lilith, debes dejarla ir para que pueda tener la vida que se merece, una vida llena de oportunidades y privilegios que yo sé que tú no puedes ofrecerle. Gabriel sintió un dolor agudo en su pecho al escuchar las palabras del padre de Lilith. Sabía que dejarla ir sería lo más difícil que tendría que hacer, pero también sabía que si realmente la amaba, tendría que hacerlo por su felicidad. —Lo entiendo, señor González. Haré lo que sea mejor para Lilith, incluso si eso significa dejarla ir —dijo Gabriel con determinación, aunque el peso de esas palabras le pesaba en el alma. El padre de Lilith asintió, sabiendo lo difícil que sería para Gabriel tomar esa decisión. —Gracias, Gabriel. Espero que entiendas que solo quiero lo mejor para mi hija. Gabriel asintió en silencio, sintiendo un nudo en la garganta mientras se alejaba, sabiendo que tendría que enfrentar una de las decisiones más difíciles de su vida: dejar ir al amor de su vida por su propia felicidad. Mientras se alejaba, Gabriel no pudo evitar sentir una punzada de dolor en el corazón. En lo más profundo de su ser, deseaba tener más dinero, poder ofrecerle a Lilith la vida de lujos y comodidades que su familia deseaba para ella. En ese momento, se dio cuenta de que no solo estaba perdiendo a la mujer que amaba, sino también la posibilidad de proporcionarle la vida que ella merecía.
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