CAPÍTULO VEINTE “Es demasiada gente para traerla de golpe”, dijo Anka, mientras caminaba por los pasillos del actual escondite de la rebelión. Hacía todo lo que podía para controlar su furia y para conseguir hacer ver a Yeralt su punto de vista pero, por el momento, la discusión no iba por buen camino. “Querías más gente”, argumentó Yeralt, “por eso yo encontré más gente”. “¿Quieres decir que los contrataste?” replicó Anka. “¿Lanzaste el oro de Thanos por ahí y dejaste entrar a todo aquel que apareció?” Anka imaginaba que el hijo del mercader probablemente no vería la diferencia. No dudaba de su compromiso por derrocar al Imperio, pero a menudo parecía no entender cómo eran las cosas realmente para los más pobres de Delos. “Si quieres gente que sepa luchar, tienes que pagar por ellos”