Por supuesto para Samuel era una humillación el que Katrina dijera el motivo de su visita a sus padres, y más aún con la noticia que acababa de darles Carlos. Que por supuesto él sabía que era totalmente falso, ya que ese hijo que esperaba Miranda sin lugar a dudas era suyo.
Miranda estaba muy contrariada y al mismo tiempo impresionada con lo que Carlos fue capaz de hacer sin haberle consultado antes su decisión.
Carlos por su parte cuando escuchó que su hija dijera la verdadera razón del por qué habían ido a visitarlos, no esperó mucho tiempo para preguntar yaque estaba muy intrigado:
— ¿Entonces vinieron a pedirme dinero?
Samuel enseguida exclamó antes de que Katrina respondiera a su pregunta:
— ¡No exactamente Señor Carlos! La verdad es que esto ha sido un error el haber venido sin antes avisar, y más aún ahora que ustedes se han reconciliado. Creo que querrán estar a solas, ¿No es así señora Miranda? — preguntó con sarcasmo.
Miranda inmediatamente reaccionó y lo miró a los ojos fijamente tratando de decirle a gritos a través de su mirada, que las cosas no eran como él se las estaba imaginando. Sin embargo, Samuel estaba tan molesto y lleno de celos, que lo único que se imaginó, fue que ella lo había utilizado en todo este tiempo para satisfacer sus instintos sexuales en vista de que su marido se encontraba convaleciente.
— Las cosas no son como ustedes las están pensando. — dijo Miranda molesta.
— Madre, lo que quiso decir Samuel, es que no queríamos molestarlos y más aún cuando ustedes han pasado tantos años separados por la enfermedad de papá, pero no tienes por qué molestarte.
Antes de que Miranda volviera a decir algo que pusiera en duda lo que ya había confirmado Carlos, él se acercó a ella y le apretó el brazo con disimulo para que se quedara callada, mientras él agregaba:
— Bueno creo que lo mejor es que nos expliquen cuál es el problema que tiene y en qué puedo ayudarlos. Sabes muy bien hijita que yo estoy aquí para darte todo lo que necesites a pesar de que ya eres una mujer hecha y derecha y felizmente casada con un hombre que estoy seguro te ama por sobre todas las cosas y te es fiel. ¿No es así Samuel?
Él respondió con nerviosismo mientras lanzaba una mirada fugaz a Miranda:
— Sí, Por supuesto que es así Señor Carlos.
— ¿Entonces cuál es el problema que tienen de dinero?
— Lo que sucede es que soy el heredero universal de la fortuna de mi padre, sin embargo, la condición para poder disfrutar de toda esa herencia, era casarme y tener un hijo. Por supuesto cumplí la primera cláusula, ya que he encontrado una gran mujer como Katrina, pero hasta que ella no salga embarazada no podré recibir un solo centavo de mi fortuna.
Carlos intentaba no sonreír ya que al escuchar a que ellas palabras sintió unas ganas enormes de soltar una carcajada, Samuel estaba entre la espada y la pared, porque sabía que Miranda estaba embarazada de él, sin embargo aunque se supiera que ese hijo era suyo, si no estaba dentro del matrimonio con su actual esposa, no iba a servir de nada y de igual forma no iba a poder recibir su herencia.
— ¡Caramba caramba! Pero qué calamidad mi querido yerno. La verdad es que esto es una gran ironía ¿No te parece?
Miranda sudaba frío ya que tenía pánico de que Carlos en un arranque de rabia terminara diciendo toda la verdad y ella no quería que su hija se enterara porque no deseaba hacerla sufrir, además de la vergüenza que iba a sentir ante ella si llegaba a saber que estaba embarazada de su esposo.
Samuel no se imaginaba las intenciones de Carlos, y de forma ingenua le preguntó:
— ¿ Qué quiere decir con eso Señor Carlos?
— Bueno, que ustedes están desesperados por tener un hijo para poder disfrutar de la herencia de tu padre, mientras Miranda y yo estamos en la dulce espera y disfrutando de toda esta fortuna que me costó mucho trabajo amasar durante muchos años. ¿Ves que sí es una ironía?
— Papá por favor, ya deja de presumir tu buena racha, la verdad es que Samuel y yo necesitamos que nos ayudes porque la mansión de sus padres genera un gasto incalculable y ya no tenemos nada en el banco para poder pagar todos los servicios y los sueldos de los empleados.
— Bueno se me ocurre una magnífica idea que puede beneficiarnos a todos.
Miranda lo veía con los ojos muy abiertos, tenía miedo de lo que ahora se le fuera a ocurrir. Ella sabía que todo lo que estaba haciendo era para vengarse de ella y de Samuel aunque este no sabía realmente el infierno que ella estaba viviendo. Porque además Carlos le había prohibido que le dijera a Samuel que ya él estaba enterado de todo, por supuesto no era conveniente para él ya que eso significaría no seguirse divirtiendo haciendo sufrir al joven que le había robado el amor de su esposa
— ¿Y cuál es esa idea papá que según tú nos puede beneficiar a todos?
— Yo puedo ayudarlos económicamente siempre y cuando me den como garantía La Mansión.
Samuel se levantó del sofá y exclamó sorprendido:
— ¿Darle la mansión de mis padres? Allí hemos vivido desde que yo tengo uso de razón, es uno de los patrimonios más importantes de la familia.
— Sí, me imagino que debe ser así, pero como comprenderás estamos hablando de muchísimo dinero y yo no me puedo arriesgar a invertir tanto dinero sin recibir nada a cambio. Porque y si mi hija no sale embarazada ¿ Cómo me vas a devolver todo lo que te voy a prestar? ¿No te has puesto a pensar en eso Samuelito?
— ¡Eso no va a pasar jamás! Estoy seguro de que Katrina va a salir embarazada en cualquier momento.
— ¿Y qué te hace sentir tan seguro de que eso puede pasar? Porque cabría la posibilidad de que tú no puedas tener hijos, eso sería una gran desgracia porque tendrías que olvidarte de toda tu herencia y de tu hermosa mansión.
— ¡ Claro que puedo tener hijos!
— ¿Y por qué estás tan seguro Samuel? ¿Acaso ya fuiste a un médico? ¿O has embarazado a alguna otra mujer?
Fue un momento de gran tensión para todos, especialmente para Miranda que estaba pálida y a punto de caer desmayada al suelo.
Sin embargo Katrina fue la que intervino en defensa de Carlos en vista de que sentía que su padre lejos de estar ayudando, lo que estaba era poniendo la situación aún peor.
— ¡Ya basta papá! ¿Por qué tienes que ser tan negativo? Samuel y yo somos sanos y estoy segurísima de que en cualquier momento yo voy a salir embarazada. Además estamos haciendo la tarea todos los días, ¿Verdad mi amor?
Miranda no pudo aguantar más y enseguida exclamó:
— Me voy a mi habitación, la verdad es que necesito acostarme un poco porque no me siento bien.
Carlos la tomó del brazo con fuerza mientras prácticamente le ordenó:
— ¡Tú no vas a ningún lado! No he terminado de buscarle una solución al problema de nuestra hija y su marido. Así que toma asiento y pídele a la sirvienta que te traiga un té a ver si así te calmas. Esos son malestares normales del embarazo amorcito.
Miranda no le quedó otra alternativa que obedecer para evitar que Carlos se alterara más de lo que ya se encontraba.
Katrina conocía perfectamente el carácter de su padre y prefirió quedarse callada, total ya ella estaba acostumbrada a ver desde que era una niña la forma tan mal como trataba a Miranda.
Samuel por su parte estaba muy tenso y nervioso, si hubiera sabido que Carlos estaba enterado de todo, no hubiera permanecido un solo segundo más en esa casa.
— Creo que te pareció una mala idea el negocio que te estoy proponiendo, pero considero que es lo más justo que puedo hacer, cuando mi hija salga embarazada y recibas tu herencia, me pagarás todo el dinero que voy a prestarte y yo te devolveré la mansión de tus padres.
— ¿Pero podremos seguir viviendo en la mansión?
— Por supuesto que no, yo te la devolveré cuando me hayas pagado el último centavo, creo que es un acuerdo justo. Mientras tanto ustedes pueden mudarse a vivir acá con nosotros, esta casa es tan grande como la tuya y sobran habitaciones. Estoy muy seguro de que Miranda estará feliz de que puedan vivir aquí con nosotros. ¿No es así amorcito?
(…)